La cantera

Me desperté el domingo aún con la resaca del día anterior y eso hacía que levantarme tan temprano y no tener nada que hacer excepto contemplar las musarañas no fuera un plan demasiado atractivo que digamos, y más cuando te pones a pensar que hay un nutrido grupo de compañeros que se está preparando para reunirse en el punto alfa y comenzar de buen pie un día más, así que yo no voy a ser menos y en pocos minutos estoy desayunado, vestido y con la bici a punto para empezar a rodar, aunque en realidad está como volvió de Sóller, entera al menos.

Llego al punto de reunión habitual y además del personal del Decathlon preparando su diada me encuentro con un nutrido grupo de bikeros, casi todos ataviados con el atuendo de los bous pero no sufro, me encuentro cómodo en ese ambiente. Como es casi habitual también el destino no está claro pero por mi premura de horario (quiero estar de vuelta a las diez en punto) presumo que el mío será muy cercano. El capo propone volver a la cantera pero la peña se encuentra distraída con la cháchara y no le hacen mucho caso, entonces hay que dar ejemplo y le digo que nos vayamos y así, poco a poco, se pone todo el mundo en fila preguntando a dónde vamos.

Me dijo que habían subido por la cantera, por dentro yo no había pasado, solo había subido por un camino lateral pasando por una propiedad en la que además encontramos al dueño y no le hizo gracia, así que no hemos vuelto con asiduidad, por tanto me interesaba conocer esa variante. Dado que aunque inoperativa no está abandonada, conserva toda la maquinaria y además, por resolución judicial, la policía debe velar por su integridad aunque éso no debe afectarnos en nuestras correrías.

Nada más entrar en el recinto tiramos para arriba por la pista-pendiente que va dando la vuelta a la explotación y en pocos minutos estamos arriba enlazando con los caminos que surcan la zona. Por uno de ellos nos dirigimos en bajada hacia la Vileta donde nos separamos antes de llegar al coll de Son Marill, yo bajé por el coche quemado y ellos se dirigieron hacia las ruinas de la antigua posada, no había tiempo para más y efectivamente llevé el horario a rajatabla entrando por la puerta unos minutos antes de las diez. Ni hecho aposta.