Hubo roña

Y de la buena. Me explico: sin planes aparentes durante la semana me decido a esperar a última hora a ver qué se cuece y recibo una notificación por parte de Tomeu Woody que quiere hacer tal y cual y para acabar, ses Figueroles. HOOOMBRE, ya era hora, ya tocaba después de varios intentos infructuosos por mi parte de que se montara esta ruta. Ya ha pasado su tiempo desde aquella salida con Xisco por la zona y dado que tuvo más contras que pros lo aparqué un poco en el baúl de los olvidados.

Alguien comentó que el camino había mejorado (o eso creí entender) y por eso había programado alguna visita al lugar con unos u otros pero por hache o por be la ruta no cuajó, y también que la sola mención del nombre tampoco es que provocara explosiones de felicidad en los oyentes, y no hay que olvidar que la vez que más nos acercamos tampoco encontré el camino, un día malo lo tiene cualquiera.

La mañana de sábado no empezaba bien, me estaba demorando demasiado y salí tarde de casa. En eso que me llega un mensaje de otros que están en las mismas, entonces voy más tranquilo, de hecho no llegué el último. Pero contándonos a todos somos muy pocos, Woody y Potato más Crop, Pepefz, Bonus y yo, todos parte de la vieja guardia, no poblemo, intuyo que va a ser una buena ruta pero empiezan las pegas antes de empezar a dar pedales, Tomeu va pinchado y con la válvula rota debe poner una cámara. Debimos partir casi a las diez pero a ninguno parece importarle, después me enteraría de que Tomeu tenía hora fija de final por unos asuntos pero se podía solucionar acortando recorrido por lo que hacemos la subida clásica a Lluc por la Coveta negra (no voy a repetir aquí y ahora la opinión que me merece). Agrupamiento en la gasolinera y me entero de que ruta habían pensado exactamente, yo creía que al hablar de bajar por los atajos y subir por la pista se referían al camino que lleva a Pollença pero no era así, era el GR que viene de Sóller por lo que nos dirigimos hacia Escorca por carretera. En el trayecto cambiamos el recorrido, iremos un poco más lejos y haremos el camino (o caminos) que nos lleven a Lluc por Son Masip.

Dicho y hecho, saltamos la valla de la era d'Escorca y la bordeamos por el exterior intentando ciclar lo máximo posible aprovechando que es cuesta abajo aunque el terreno es muy irregular y abundan los pedrolos. Más adelante, por el interior del bosque, es más agradecido. Salimos al GR por la pista de subida y nos queda el último tramo de bajada empedrado hasta llegar a Lluc. No paramos, seguimos hacia el campo de fútbol para alargar el recorrido y llegamos a la carretera sobre las doce. Comimos algo pero si queremos estar a las dos abajo tampoco podemos perder mucho tiempo así que nos vamos hacia Menut directamente. Allí decidimos atajar por la pista que sube arriba y volvemos a bajar a Lluc pasando por la ermita de Son Amer haciendo el último tramo de subida por asfalto hasta la gasolinera.

Yo aún no he visto a ningún ciclista de montaña, muchos carreteros sí que había pero mtb's ninguna, y seguro que ya no las veremos porque enfilamos la pista hacia el pas d'en Bartomeu en cuanto estamos todos reunidos. Primer cruce, a la izquierda, está clarísimo, ¿entonces porqué me metí por la derecha ese día aciago? No encuentro respuesta. Llegamos al final de pista, prosigue camino, la cosa sigue clara; fin del camino, prosigue sendero, más hitos, trazada clara, entonces ¿porqué no la ví? y es más, porqué cuando me indicaron por donde era yo dije que no tan convencido como estaba.

El paso está enfrente, solo le faltan las farolas para verse más claro y me sigo haciendo las mismas preguntas. Ahora comprobaré como es la continuación, áspera, dura, pero perfectamente visible, casi imposible salirse de la trazada, pero lo salvaje del camino obliga a levantar la bici del suelo durante un trecho aunque más corto de lo que recordaba y después ya intentar avanzar montado. No es fácil, tiene sus bemoles, pero no estamos allí para hacer mtb de salón y lo intentamos todos con mayor o menor soltura.

Al llegar al bosque se puede ciclar ya más cómodamente por el piso de tierra estando la vía bastante despejada. En este tramo hay otro tipo de entretenimientos, zonas de bajada curiosas que seguro hicieron las delicias de quienes iban por delante pero que a mí algunas me hicieron dudar y parar aunque son de ésas en las que necesito la liebre delante, la liebre sí pero que no corra mucho. Salimos al descubierto y el camino que recordaba muy sucio y tapado ahora es perfectamente visible y se puede bajar a placer, tanto mayor cuanto mejor sea tu técnica en una trialera muy exigente.

Reagrupamiento por llantazo y golpetazo en la cara, lo primero se solucionó con una simple cámara, lo segundo requirió intervención médica unas horas más tarde aunque no p asará a mayores afortunadamente. Prosigue la tónica en el descenso y quedo el último por méritos propios, nos volvemos a juntar en el torrente dels Picarols, ya sobre el camí d'Alcanella. Éste sube por lo que debemos empujar durante un rato y después viene la parte que mejor recordaba, un camino adusto, poco amigable, con continuos contratiempos, que es mejor atacar con velocidad y decisión para conseguir llevar un ritmo cómodo pero que, por contra, más recompensa te ofrece si lo superas. A mí me dejó tocado, mi pierna derecha hoy lo nota, es muy exigente físicamente sobretodo si tu cuerpo debe suplir algunas carencias de tu bici. Creo que sería muy conveniente llevar algún tipo de plataforma en los pedales para esos tramos en los que se hace difícil volver a enganchar.

Salgo a la pista y no me han esperado por lo que la hago solo, la primera parte más parece una torrentera que otra cosa, y después se alarga durante un kilómetro como mínimo antes de desviarte para cruzar el torrente y enganchar el camino asfaltado de sa Coma. Tomeu ya no está con el grupo cuando llego por lo que nosotros podemos hacer la vuelta más tranquilos aunque tampoco estábamos para muchos trotes, como he dicho la bajada es muy exigente físicamente y acaba castigándote todos los músculos y articulaciones.

Pero no son más de las dos cuando llegamos al pueblo pero entre buscar y decidir donde comer más las despedidas pasa otra media hora. Yo no me quedé y aún así llegué una hora más tarde de lo planeado, prácticamente la que perdimos al principio aunque hubo comprensión.

Yo quería ir por allí precisamente para reeditar los recuerdos que guardaba, haber ido solamente una vez en bici y otras varias andando no me permitía la precisión que requiere el montaje de una ruta y la verdad es que las dudas no han desaparecido, no creo que la edite, no me parece una ruta para el gran público por así decir aunque lo que es seguro es que la repetiré, y los que vinieron conmigo, también.


Husmeando por ahí

Durante la semana creía que no podría salir el sábado por causas ajenas a mi persona o a mi montura, por eso tuve que decir no a una invitación que me hubiera llevado a Cala Tuent y vuelta, ruta que hace ya unos cuantos años que no voy, creo que la última vez fue en la ocasión que bajamos hasta el mar a ver la fuente y la antigua fábrica de electricidad.

Finalmente he podido rescatar unas horas para no perder la costumbre pero no ha sido posible ya concretar quedada con otra gente, unos por horario y otros por simple indecisión, así que la idea que tenía de ir a Alaró la he variado por otra por las cercanías de Palma y así se lo he hecho saber a Juan y Carlos que a la postre son los únicos que han quedado por aquí. Entonces, en lugar de ir a rondar por Na Burguesa podemos ir a acabar los deberes por la garriga de Pòrtol, tenía que ver y comprobar las bajadas desde arriba hasta la carretera, aquellas en que claramente se ve en las fotos que no hay barreras. Pues venga, eso hacemos y cruzando Son Gotleu y Son Gibert ya estamos fuera de Palma, en Marratxí, pero aún queda mucho para llegar a pie de pista, por así decir, por eso esta vez sí entramos por la parcelación de Son Orlandis hasta buscar la transversal que nos lleva a la carretera de sa Comuna, casi enfrente de la subestación transformadora, y aunque quita asfalto tampoco me acaba de convencer y la próxima vez que vaya lo haremos de otra manera, más directa.

Entramos por la subestación y hacemos todo el camino hasta la casa derruida y después desmontamos el resto de trayecto hasta cruzar la segunda pared para evitar incidentes, caminas un poco cuando podrías montar pero al no llevar ninguno tubeless no quiero arriesgar y perder aún más tiempo que si vas caminando. Justo pasar la pared viene lo nuevo, la bajada hasta la carretera que quiero comprobar, primero vamos a pasar por unas casas y veremos si hay barreras, no las hay pero tenemos que circular prácticamente por los porches, afortunadamente no nos ve nadie aunque hay multitud de coches aparcados. Seguimos bajando y cuando ya hemos entrado en el asfalto nos encontramos una barrera motorizada, no tiene paso peatonal ni manera fácil de sortearla por lo que decido descartar el itinerario y volver a subir. En eso llega un coche con una mujer y le explicamos la situación y no pone pegas a mi propuesta por lo que ella sale y nosotros enfilamos hacia arriba. Al llegar a las casas sale más gente en coche y se acercan otros andando (parece que han querido salir todos al mismo tiempo) pero tampoco ponen peros a mi idea de salir de la finca por arriba y rehacemos el camino que hemos bajado hace pocos minutos.

Antes de llegar a la pared ya ha habido pinchazo donde he aprovechado para comer algo mientras aquellos dos reparan el estropicio y seguidamente continuamos hasta la otra pared, esta vez con una valla. Por aquí bajé la semana pasada, pero solamente hasta la entrada de una finca y hoy voy decidido a continuar, y eso hacemos. No tenemos ningún problema en seguir la pista que comunica esos sembrados con la casa, ni siquiera al cruzar por delante pese a tener que abrir y cerrar unas cuantas barreras. La única duda que me quedaba era en la entrada principal que está completamente libre y con un letrero además, así que ahora ya lo tengo completamente claro. Puede que alguna vez, muy esporádicamente, utilize este camino para subir o bajar aunque lo más seguro es que si encuentras a alguien te cante las cuarenta.

Es pronto cuando llegamos a la carretera, aunque para lo que hemos hecho se puede decir que hemos ido muy, muy de trankis, pero algunos lo aprovechan para pirarse con excusas vanas, que si me voy a comprar, que si me duele ésto o aquello, en fin, que me quedo solo y decido aprovechar para ir a ver la parte final de mi ruta particular, el enlace entre el camí de Sant Jordi y Puntiró. Sé por donde empezar, el final es la incógnita. Y ésta empieza pronto pues aunque hay una barrera en la primera pared que me encuentro no hay rastros visibles de camino practicable entonces lo que sigue es una travesía andando por la garriga, y más cuando ésta se hace más y más frondosa, y no digamos cuando salto otra pared y apareció por allí un torrente que estaba bastante húmedo y donde la vegetación formaba una auténtica muralla muy difícil de atravesar.

Tras superar ese paso ya tengo cerca algún vial de la urbanización pero me doy cuenta de que he salido bastante arriba y a pesar de haber encontrado un porxo en medio del campo tampoco he visto rastro de camino claro cerca y eso no me favorece a la hora de confeccionar una ruta que cruce esos terrenos aunque eso no puede afirmarse con rotundidad sin haber cotejado el itinerario realizado sobre un mapa, casi siempre sale alguna sorpresa con posterioridad.

Solamente me queda la vuelta y la hago por la línea directa con un duro y más que molesto viento de cara que me ha hecho quemar más energías de las necesarias para poder llegar.


P.D. Más difícil que encontrar el camino correcto en este caso concreto es poder pasar sin pinchar, esta semana volvía a tener la cubierta repleta de pinchos pero tan pequeños que la rueda tarda varios días en vaciarse.


La garriga

Semana tranquila en cuanto a preparación de rutas así que a medida que se iba acercando el sábado más me convencía de que me iría a Alaró, casi seguro solo. El casi se confirmó a última hora del viernes tras las últimas conversaciones. Y ese extremo hizo que me entraran dudas ya que todo lo que quiero hacer allí ya lo tengo hecho, en verdad no me es imprescindible repetirlo para montar una ruta, más bien era para sacar una valoración de conjunto y de los asistentes, y si se da el caso, plantearme alguna modificación.

Así pues, cuando me levanté por la mañana ya lo hice pensando en otra cosa, más bien a lo largo que no a lo alto, y vi mi oportunidad en Puntiró. Recordé que tenía muchas cosas pendientes por allí desde aquel lejano día de mi recorrido por la garriga de Son Orlandis. Después de aquella salida hice algunos deberes y con lo que recordaba ya que no había preparado nada, empecé a tejer la madeja. Cierto que para llegar allí me falta aún por quitar un tramo de asfalto pero eso lo veo más complicado ya que hay que atravesar las fincas de forma transversal y por ahora no lo veo factible. Además ni siquiera me metí por s'Hostalot, fuí directo al cruce por carretera.

Pasé esta vez de la entrada del cable y fui a buscar la pista junto a la subestación. La barrera está abierta, ningún problema, y enseguida viene el primer cruce y me voy por la derecha, no hay salida, solo son tramos que acceden a las torres eléctricas y tengo que volver al punto de inicio para continuar por el antiguo camino que se dirige hacia el centro de la finca donde quedan los restos de una casa donde viviría alguien que se dedicaba a labrar o a cuidar esos terrenos.

No acaba aquí el camino, continua pero veo que solamente me lleva hasta la torre de alta que está en el borde de una hondonada insalvable y al no ver continuidad vuelvo hasta la casa buscando una escapatoria hacia la salida. No la veo en un primer momento y doy varias pasadas a ese tramo en un sentido y otro y aunque no hay nada definido me meto sorteando plantas y piedras aunque se puede pasar montado en todo momento. Lo que ha pasado después ha sido un fallo, al encontrar y saltar la pared seca en lo que creía que era campo abierto entre dos chalés resulta que no, que estaba dentro de la parcela de uno de ellos, glups!, parece que no había nadie, ni siquiera perros, así que he salido por donde he entrado bajo la atenta mirada de la vecina, eso sí.

No me queda más remedio que continuar pegado a la pared en busca de un paso y encuentro otra transversal, la salto y sigo y en la siguiente ya hay un buen boquete. Ahora parece que la marca de una pista es más evidente y puedo rodar fuera de las piedras. En la siguiente pared giro a la derecha pegado a una rejilla y llego hasta una entrada de una finca dando media vuelta y volviendo a la pista principal. Ya con más calma, en casa y frente a la pantalla, he comprobado estos recorridos y pueden ser interesantes, si no hay problemas de paso más abajo junto a algunas casas creo que los podré utilizar, tanto de subida como de bajada.

De vuelta arriba continuo hasta el final de la pared donde hago un giro a la izquierda y al fondo veo lo que parece una calle. No lo es, es el camí de can Rafel. Puedo ir a izquierda o derechas, lo hago a derechas y la siguiente hora que pasa es un continuo ir de acá para allá por calles, caminos y callejones de Pòrtol buscando situarme. Lo que yo quiero es llegar a Puntiró pero no puedo hacerlo directamente, otro desnivel del terreno me separa de Pòrtol nou y tengo que llegar hasta esas calles nuevas y muy anchas de las afueras que no recordaba haber visto nunca. Entonces me voy desde allí camino abajo hasta llegar a la carretera. Ése sí lo había hecho en varias ocasiones, sobre todo subiendo, pero tenía el recuerdo de que acababa más en el interior del pueblo no en esa esquina precisamente, y en esa urbanización, menos.

Sea como sea estoy en la carretera vella de Sineu frente al golf y no quiero volver aún a la ciudad así que me voy hacia arriba, hacia Puntiró. Ya no tengo tiempo de investigar más, subo por la urbanización tras comer abajo y pensaba bajar por el camino que te deja en la carretera nueva pero ni lo veo ni lo huelo, la bajada que me espera es de asfalto y no sé dónde me he equivocado, ya lo veré en casa.

Bajo por el asfalto del camí d'en Torner y al llegar al cruce me pasa pordelante un guiri carretero que se va por donde yo había bajado unos minutos antes. “Eh, per aquí no vas bé”, oigo que le dice un paisano que cargaba una furgoneta, el ciclista no le ha hecho mucho caso al principio, pero al segundo recordatorio se ha parado, después ya solo he oído retazos de una pseudo-conversación, cada uno en su idioma.

La vuelta a casa por la vía rápida aunque lo suyo hubiera sido volver por donde había venido. El resto de faena ha sido trazar unos recorridos que se deben comprobar y a los que les veo bastantes posibilidades, al menos sobre el papel, y además me queda también por comprobar el tramo hasta Puntiró sin tener que bajar a la carretera que parece que también será posible. Ahora vienen tardes largas y con luz y todo eso puede hacerse en la sobremesa sin problemas, habrá tema para unas cuantas salidas y más.

Nota: cuatro pinchazos llevaba la rueda de atrás al volver a casa, habrá que investigar esos caminos y dejarse de cruzar la garriga porque no ganamos para parches.


Otro más elaborado (2ª parte)

Fue en ese momento cuando de pronto, oímos una puerta cerrarse de golpe. Fue un golpe muy fuerte, y creí que eran los dueños del castillo que habían vuelto. Nos asustamos tanto que Lorenzo cogió una barra de hierro que había en el suelo y nos escondimos detrás de una pared. No vino nadie y el silencio volvió a gobernar, y después de insistir mucho, pedí que fuéramos allí de donde se había hecho el ruido. Todos querían irse, pero insistí más y finalmente cedieron. Buscamos por toda la casa, pero la verdad es que, de puertas, quedaban muy pocas aún en pie, casi todas las estancias y salas se separaban por el marco de la puerta, recuerdo que en una de ellas, aún se conservaba la puerta, pero era algo raro, estaba toda destrozada, como si alguien se hubiera dedicado a arañarla como un desesperado, tenía trozos de madera rotos como signo de que alguien hubiera intentado hacer un agujero.

Al principio, nuestra teoría era que por el viento, una de esas puertas se hubiera cerrado de golpe, pero era tan real todo que yo pensé en verdad que los dueños estaban allí, porque se escucharon el ruido de unas llaves y unos pasos. Fue entonces, cuando estábamos en esa sala, que la puerta se cerró de golpe, a ver, no se quedó cerrada porque no tenía donde quedarse sujeta, pero sí que dió un portazo muy violento y lo que me erizó más la piel, no fue aquello, sino lo que dijo Marina: "Pero si no ha habido ninguna ráfaga de viento, ¿cómo se ha cerrado la puerta?".

La lluvia se oía afuera con violencia, y los relámpagos iluminaban las estancias a golpes duros, los truenos hacían palpitar con más fuerza nuestros corazones. Y de pronto, todos empezamos a ponernos nerviosos. Cuando Toni, mi hermano, propuso de irnos ya, porque se nos había hecho tarde, la puerta, que estaba medio abierta, acabó de abrirse, y todos nos quedamos mirando la puerta con los ojos muy abiertos. Y cuando aún no habíamos asimilado lo que estaban viendo nuestros ojos e intentábamos darle una razón lógica a aquello, escuché como algo detrás de mí, respiraba profundamente, no quise alarmarme, así que me agarré a Marina, y ésta se agarró a mí mientras Lorenzo dijo:"Callad un momento".

Todos callamos y solo escuchábamos el ruido de la tormenta y los truenos, además de nuestras caras se veían blancas cada vez que los relámpagos iluminaban la escena. Realmente daba mucho miedo. En ese momento, oí otra vez aquella maldita respiración, pero entonces, Lorenzo dijo: "¿Lo habéis oído?" Marina, sin querer creérselo dijo: "Toni, ¡para de hacer tonterias! Mi hermano se enfadó y dijo: “¡Yo no soy!” Yo, con la linterna en la mano dije: “Vamos a iluminarnos todos las caras y así sabremos quien es".

Lo hicimos y nadie era, mientras esa repiración seguía consumiendo nuestra locura. Y antes de asimilar lo que pasaba oímos como si nos estuvieran llamando desde fuera del castillo, una voz femenina que nos dijo: "¡Chicos, venid!" parecía la voz de una joven. Claro está que nosotros no creímos que era un fantasma quien decía aquello, sino una de los dueños que nos habían pillado. Así que salimos de allí corriendo y nos dirigimos hacia la habitación donde había la ventana por donde habíamos entrado. Cuando miramos por la ventana, con horror descubrimos que las escaleras de hierro no estaban, y el taburete tampoco, empecé a tener mucho miedo, la altura de la ventana hasta el suelo era de más de diez metros perfectamente, y yo no podía bajar por allí, ni yo ni nadie, y menos lloviendo, a oscuras, de noche y con esa tormenta.

Marina, se enfureció e iluminando a Lorenzo dijo: "¡Ya está bien, dónde habéis metido la escalera!", dijo casi llorando. Lorenzo dijo:"¡Nosotros no hemos quitado la escalera! ¿cuando crees que la hemos quitado si hemos estado todo el tiempo juntos?”.

Mi hermano se puso a llorar, y Marina no podía estar más enfadada, negándose a creer que otra persona nos había cogido las escaleras. Yo empecé a preocuparme por que ya eran las ocho, y mis padres no tardarían en regresar.

Finalmente, aún con el miedo y temblando, dije: "Hagamos una cosa, vamos a separarnos en grupos de dos, y vamos a buscar la maldita escalera". Todos estuvieron de acuerdo y Marina cogió mi mano. Nosotras nos fuimos hacia la parte norte y los chicos la parte sur. Las dos llevábamos las linternas bien encendidas, y tenía miedo de que las pilas se acabaran, pero no le di más vueltas, estaba en tensión, todo mi cuerpo estaba engarrotado, mientras íbamos por el pasillo, miré en una habitación, era muy pequeña, y debía ser un baño, ya que solo había una bañera, y que bañera... ¿sabeis las típicas películas de miedo donde sale una casa abandonada y la bañera está muy sucia, como si hubieran regalimado por las paredes de la bañera algo muchas veces y quedara el rastro? Pues la réplica estaba en ése castillo, mejor dicho aquella era de verdad. Aquella bañera me recordó a la película de The ring, y me emparanoyé, no quise seguir mirando no fuera que me saliera pelos por esa bañera.

Seguimos hacia el pasillo y bajamos unas escaleras de caracol hasta llegar a una sala redonda, bastante grande, bajamos mucho tiempo, así que supuse que debía ser ser una especie de sótano. Las paredes eran de piedra negra, carcomida, fea y húmeda, pero nos impresionó ver que en medio de la sala había una mesa también de piedra, con botellas de todas las formas, redondas, pequeñas, grandes, rectangulares, cuadradas, tubos también de cristal, etc, pensé en un momento en el internado, parece mentira que mi imaginación fuese tan grande, pero pensé que quizás allí hacían experimentos. Y os juro que no me equivoqué de mucho. En las paredes, habían unas estanterias de madera y cristal, también cajones y de pronto, Marina, que estaba mirando las estanterías, gritó, se le cayó un bote de cristal y se rompió en mil pedazos. Fui hacia ella y le puse una mano en la espalda: "¿Que pasa?" Dije intentando calmarla, pero al ver lo que había allí yo también me puse nerviosa. Marina empezó a saltar del asco como si estuviera contaminada y dijo: "¡Por dioooooos, que es todo estoo! ¡No me lo creooo!".

En el suelo, cubierto por un líquido que hacía un fuerte olor, y cubierto de cristales por ese bote de cristal, había un pequeño embrión, aunque no era humano, era de un animal, no supe cual. Seguí mirando por la estanteria, estaba lleno de botes llenos de formol, (supongo) un líquido para consevar embriones, y embriones de todo tipo, había algunos más grandes que otros, encontramos órganos, y "espero y deseo" que no fueran humanos, algunos eran pequeños, otros no tanto, y aunque tenían algunos el mismo tamaño que el de un humano, no quisimos pensar que eran de humanos. También encontramos pieles disecadas, grasa animal, uñas negras de perros y de otros animales, dientes, etc, quizás en un tiempo cazaban (ya que esa zona estaba preparada para la caza de cerdos) y allí disecaban los animales. Que asco me dió, y ¡que susto se llevó mi amiga!.

En ese momento, escuchamos un fuerte ruido afuera, como si algo hubiera golpeado la pared del castillo, hizo un gran estruendo. Volvimos a la habitación de la ventana, y en medio de la noche, vimos la escalera de hierro tirada en el suelo, cerca de unas matas, ¿qué estaba pasando? Mi corazón me latía con fuerza, y aunque llevaba el móvil, no quería llamar a mis padres aún, porque tenía la esperanza de salir de allí sin ayuda, pero me desmoroné y empezé a llorar, Marina me abrazó y me dijo que me calmara, que todo saldría bien.

En ese momento, Marina se quedó callada y quieta, y fue entonces cuando supe que nada iba bien. La miré, le pregunté que pasaba y entonces dijo: "Hay luz en la sala de estar" Nos agarramos con fuerza, salimos de la habitación sin hacer ruido y nos pegamos a la pared, era verdad, era una luz ténue y parecía bailar. Nos acercamos y miramos con precaución en la sala, y allí con horror, vimos que la chimenea estaba encendida. En ese momento oímos unos pasos y salimos pitando de allí sin hacer ruido, corrimos hacia donde se habían ido los chicos y nos paramos para respirar cerca de unas escaleras. Yo, apenas sin respiración dije: "Sólo puede haber dos opciones: que sean los dueños o un ocupa". Marina asintió, prefiriendo una de estas dos opciones que la de un fantasma. De pronto, oímos las voces de los chicos desde arriba que decían: "¡Chicas, venid, hemos encontrado algo!" Subimos las escaleras y nos dimos cuenta que la habitación dónde estaban los chicos era un dormitorio precioso, aunque también lleno de polvo. Decían que los dueños de ese castillo no lo utilizaban porque para reformarlo valía mucho dinero, y tenían otras casas donde vivir, aunque venían alguna vez a darle de comer a los perros. En esa habitación habia una cama de matrimonio muy grande, era de madera, la cabecera y los pies de la cama tenían dos palos de madera que sobresalían, con unas cortinas de seda doradas, en conjunto con las sábanas, aunque eso sí, agujereadas y llenas de polvo por los bichos y el tiempo. Había un espejo entero, un tocador y un baúl. Y no se sabe porqué, en esa habitación había una escalera igual que la que encontraron ellos en el patio interior.

Lorenzo: ¡Hemos encontrado otra escalera! dijo emocionado, nos pusimos tan contentos que nos abrazamos y sonreímos de aquello. Toni, ya cansado y asustado, cogió la escalera con ayuda de Lorenzo y se fueron hacia la ventana, mientras que Marina y yo, tan curiosas como siempre, nos quedamos un rato más mientras ellos colocaban la escalera. Fue entonces cuando Marina me dijo: "Aina, mira esto". Me señaló el baúl, donde encima de él, había una muñeca de porcelana rota, tenía la mejilla rota y se veía por dentro, iba vestida de novia, era aterrador. La quité de encima del baúl y lo abrí, ¡y que sorpresa más bonita la que había dentro! Había un hermoso estido de novia blanco, muy grande, bultoso y lleno de polvo, amarillento, pero muy bonito. También encontramos un velo, unos guantes, unos zapatos que en verdad eran muy feos a conjunto con el vestido. También había una mesita de noche y al abrir el cajón, encontré una cajita de madera de música con una melodía muy bonita. Dentro había un diario personal. Al abrirlo, estaba todo en blanco, que decepción.

En ese momento, cuando Marina me dijo que ya nos teníamos que ir, quise mirar debajo de la cama, nunca olvidaré lo que vi, me asusté tanto que estuve una semana sin poder dormir y tensa todo el día, fue duro. Me agaché y levanté lentamente la sábana y la manta, cuando de pronto, un gato negro salió de allí maullando y corriendo, casi me arañó y me dió un ataque cardíaco, grité, pero eso no fue lo que más me asustó, fue el ver que allí, había un maniquí muy estropeado mirándome, me asusté, que? queríais un muerto? lo siento, eso son fantasías, la verdad es otra, pero me asusté igualmente. No tanto como cuando oímos esa voz de esa joven o esa respiración, pero la cosa no acabó aquí. Salimos de allí corriendo y sin querer, nos perdimos, (yo siempre fui muy mala en orientación) y acabamos en otro pasillo lleno de más habitaciones y al entrar en una habitación que nos pensamos que habrían los chicos, al mirar por la ventana vimos que no era la habitación correcta. Empezamos a correr por allí buscando la habitación y oíamos como los chicos nos llamaban, al final llegamos y salimos del castillo. ¡Por fin!.

Pero antes de volver, quisimos ver qué había detrás del castillo, quizás un patio interior, quien sabía. Lo que vimos, fue un enorme acantilado que daba a un bosque frondoso y espeso, con cuervos que sobrevolaban. Lo que me llamó la atención, (si es que algo ya me podía llamar la atención) fue que de entre los árboles, salían unos arcos de piedra. Decidimos ir allí antes de irnos, rodeamos el castillo y llegamos a los arcos por la otra parte. Entonces, entre unas matas, encontré una puerta de reja muy oxidada y torcida, que daba a... entramos y vimos un montón de pasadizos muy estrechos todo era de cemento y piedra. Al pasar por los pasillos, a nuestra derecha, habían una habitaciones con unas ventanas pequeñas, todo sin puertas ni ventanas, solo la estructura del cemento, hasta que en una, vimos que en una de esas "habitaciones" había colgado de la pared como una madera con cadenas, y fue cuando Toni dijo: "¡Son calabozos!”. Efectivamente, estábamos en unos calabozos que daban un yuyu.... Y cuando ya salíamos, (era un laberinto) escuchamos como si alguien tocara una puerta. Todos nos miramos y Marina dijo:"No puede ser, no hay ninguna puerta de madera en todos estos laberintos". Oímos como si alguien raspara una pared, empezamos a correr como locos hasta la salida, al salir, mientras esperaba que los demás se escurrieran por esa entrada tan escondida y pequeña, vi como alguien se escondía entre los árboles, me asusté tanto que grité, me puse encima de Lorenzo y señalé donde había visto esa persona, parecía un hombre, solo lo vi de espaldas, pero sus hombros eran muy anchos. Quise relacionar todos los ruidos extraños y la chimenea encendida con esa figura y al saber que podía ser un asesino o cualquier otra cosa, nos alejamos de allí corriendo hasta llegar a mi casa.

Mis padres por suerte aún no estaban y solo eran las nueve. Todo se convirtió en una historia para contar, y nos reímos ahora cuando nos vemos, pero en ese tiempo y cuando nos pasó, pasé mucho miedo y muchas de las cosas que nos pasaron allí, no les he encontrado respuesta.


Otro más elaborado (1ª parte)

Esta historia sí que es verdadera, os lo prometo, aun tengo la piel de gallina solo al recordar lo que me sucedió. Y tengo testigos de lo que pasó porque también estaban ahí cuando sucedió todo.

Yo vivo en un pueblo de Mallorca, ya sabéis, la isla del mediterráneo, que todos creen que siempre hace sol, buen tiempo y playa, no, nada de eso. En verano, el calor es asfixiante y hay una humedad que te mueres, y en invierno, el frio es tan fuerte que no puedes estar ni dos horas seguidas en la calle. Ese año, era mediados de diciembre, hacía mucho frío, y me aburría como nadie puede imaginarse. Estaba con mi hermano, mi vecina y un amigo mío que vino a verme, los cuatro en mi casa, muertos de asco, sin saber qué hacer. El cielo estaba nublado y parecía que iba a hacer una tormenta de mil demonios, eran las cinco de la tarde y parecían las ocho de la noche... Cuando ya llevábamos cierto tiempo preguntando qué podíamos hacer, Marina, me vecina, se levantó de pronto de la cama y dijo: "Vayamos a ver el castillo de ...". Yo me quedé mirándola como si hablara en chino y le dije: "Marina, ¿de qué castillo estás hablando?". Marina nos miró con emoción, sus ojos chispeaban de lo contenta que estaba por su nueva idea y dijo: "¿No sabeis que hay un castillo en ...?". (... es el nombre de mi pueblo). Yo me reí de ella y le dije: "Marina, ¿cómo va a haber un castillo en el pueblo más pequeño de Mallorca y más olvidado?" (La verdad es que mi pueblo es uno de los más pequeños de Mallorca y muchos de los habitantes de la isla, desconocen su existencia). Marina me miró con decepción y dijo: "Oh vamos, ¿cómo no podéis saber algo tan importante como ésto?. Cerca del colegio viejo, en las afueras, está el castillo, no está muy lejos de tu casa, podríamos ir andando perfectamente".

Mi hermano se levantó de la silla y dijo: "¡Es verdad! Me suena este castillo, creo que de pequeño fui una vez con el colegio, pero no nos dejaron entrar, es de propiedad privada. ¡Es una pasada! Debe ser muy viejo, porque dicen que es de la época medieval, y solo tiene una torre. Marina sonrió de manera inquietante y dijo: "Os voy a contar la historia de ese castillo: Dicen que el castillo está aquí desde la época medieval, se hizo construir por un hombre bastante rico que apenas conocía a la gente del pueblo. Dicen que le gustaba mucho los juegos de azar, y perdió toda su fortuna en ellos cuando el castillo aún no estaba terminado, por eso, las obras del castillo se detuvieron para siempre. Además, al cabo de unos años, hubo un incendio en la torre que destruyó las escaleras de ésta, por lo que, la torre, con una única ventana, no tiene escaleras y no se puede subir. Se quedaron las vigas propias de la construcción rodeando la torre, aún hoy se pueden ver, medio quemadas por el incendio. Hay una leyenda que cuenta que una vez, una muchacha, se acercó a ese castillo por curiosidad, y entonces, vio algo en la torre. Entró en el castillo y no volvió a salir jamás, al día siguiente, la encontraron muerta en la torre rodeada de sangre". Mi amigo, que se llama Lorenzo, no se lo creyó, y dijo: "Venga ya, si hubiera muerto alguien habría salido en las noticias, no te parece?. Marina: ”No, esa muchacha era de la época medieval, no de ahora. Así que no lo creo, chaval”, dijo picándose con Lorenzo. Me levanté y dije: "Está bien, entonces, ¿porque no vamos a ver cómo es ese castillo?”.

Nadie se opuso a ello a pesar de la tormenta que se iba a venir encima. Mis padres no estaban y salimos de casa con unos chubasqueros enormes en una mochila, unas cuerdas, linternas y un bate de beisbol, por si acaso, ahora me rio, entonces no me hizo ni pizca de gracia, mejor ser precavido.

Caminamos unos cinco minutos hasta que llegamos a un camino de tierra y piedras que se alejaba del pueblo, estábamos en las afueras del pueblo, rodeados de campo, y árboles que se movían con el viento. Era un largo camino hasta que de pronto se acababa en una enormes barreras de hierro con dos metros de altura aproximadamente. Las barreras eran algo antiguas, oxidadas y con algún barrote torcido, pero acabados con unas puntas que no nos atrevimos a pasarla. Desde allí no se veía el castillo, pero sí la torre, y pude verificar que estaba rodeada de unas vigas de madera propias de la construcción. Para llegar al castillo, teníamos que pasar la barrera y caminar unos tres minutos hasta llegar al castillo. La cuestión era que, a cada lado de la barrera, no había un muro de cuatro metros de altura, sino al contrario, una pared que no hacía ni medio metro, era muy contradictorio, pero nos pusimos contentos y pasamos por la pared para llegar al castillo. Todos estábamos muy emocionados y de pronto, empezó a tronar. Una lluvia fina cayó encima de nosotros y nos pusimos los chubasqueros, el tiempo no nos detendría. Al llegar, nos encontramos con cinco perros enormes que nos mostraban los dientes, pero a medida que avanzábamos, los perros, por una razón misteriosa, huyeron de nosotros como si fuéramos fantasmas. Al llegar al castillo, vimos sus enormes puertas de hierro macizo, unas ventanas con columnas jónicas preciosas y que decir que todas las ventanas del primer piso estaban rodeadas de trozos de cristal para que los curiosos no entraran, ya debían haber tenido algun robo.

Además, en las barreras del principio, había un cartel que ponía: "Propiedad privada". Había un perro con una cadena que rodeaba todo el castillo y no nos tenía miedo, nosotros a él mucho. Pero nos armamos de valor y nos acercamos a él, le tocamos la cabeza y movió su cola, era super simpático y amable, no tuvimos problema con él. Intentamos encontrar una entrada, pero todas las puertas estaban cerradas. La única entrada posible era las ventanas de arriba, del segundo piso, que no tenían cristales rotos en el borde, pero estaba muy arriba, y si caíamos, nos romperíamos la espalda.

Encontramos un taburete de madera muy viejo bastante alto, y Lorenzo, que era alto, media un metro y ochenta y dos centímetros, entró perfectamente. Luego mi hermano, pero yo, que soy bajita, no pude entrar porque no llegué. Mientras ellos escudriñaban el castillo por dentro, yo, del aburrimiento por esperarlos, decidí investigar los alrededores, ¡y qué sorpresas encontré! Encontré una torre de molino, entré en ella, y vi en el suelo un agujero con unas escaleras que iban bajando, encendí la linterna, y bajé todas las escaleras, abajo había un agujero a la pared, pasé por él, y me encontré en un jardín abandonado, lleno de matas y margaritas que seguramente, debía ser un jardín o algo así. Había algunas estatuas de piedra blanca, bueno, en su tiempo fueron blancas, en ese momento estaban llenas de hongos y carcomidas por el tiempo. Una era de un gnomo muy grande, había una fuente de piedra en medio, sin agua, por supuesto. Y unas luces en el suelo que seguramente, en su momento, debían formar un paisaje muy bello.

Escuché que me llamaban y volví corriendo al castillo, la verdad era que no hubiera entrado en ese jardín si no hubiera sido por la curiosidad, que muy a menudo, me supera. Al volver, por la ventana donde habían entrado mis amigos, (Marina también entró), vi una escalera super larga de hierro que mis amigos habían encontrado dentro y la pasaban por la ventana para que pudiera entrar. Era muy pesada y fue difícil, pero conseguimos sacarla y ¡Pude entrar en el castillo! ¡Fue super emocionante! ¡Si lo hubierais visto creeríais que estuvierais en una película de miedo y medieval!.

Entré en una pequeña habitación a oscuras, de cemento, no había ningún mueble, salí de ella y había un largo pasillo también todo de cemento tortuoso. Había miles de habitaciones bastante pequeñas, entramos en el comedor. Estaba forrado de madera antigua, con unas estanterias enormes pegadas a la pared, llena de revistas y diarios muy antiguos y llenos de polvo, alguna botella de vino verde y una enorme mesa de madera de roble muy pesada en medio, aún conservaban algún candelabro muy bonito, no sé si era de oro, y por último y muy bonito, un reloj de pared de madera enorme, con un péndulo que no se movía, unas agujas de reloj muy elaboradas y los números eran romanos.

Al pasar a la otra estancia, vimos la sala de estar, una enorme chimenea de piedra y forrada de madera nos daba la bienvenida, en el suelo había una enorme alfombra muy pesada y llena de polvo. En la encimera de la chimenea, había algunos intrumentos que no supimos como funcionaban, supuse que eran para la chimenea. También había las mismas estanterias que en el comedor, pero éstas tenían algun libro, eran libros escolares, y cuadernos llenos de polvo con algún dictado, eso sí, la letra era muy bonita.

Llegamos a un habitación muy rara. Media mitad estaba llena de cacharros y la otra tenía dos escaleras de cemento que bajaban a una habitación. Al bajar encontramos un montón de cajas de cartón llenas de latas en conserva caducadas, muchos gusanos, y puertas. Al entrar en una, vi que había los cimientos de una cocina, un horno de leña enorme y en otra habitación, había unas puertas muy gruesas que daban a unas cámaras que parecían que iban a servir de congeladores. Eran de ésas puertas típicas que solo se pueden abrir de fuera, vamos, que si cerraban a alguien allí, ya podía chillar que no lo encontrarían.

La última puerta, daba a un patio interior precioso, tenía un pozo muy antiguo, con un arco de hierro blanco muy elaborado, y aún conservaba una cuerda. Había un carruaje muy antiguo de los que arrastran los caballos. Pero dentro estaba hecho polvo y podrido, lleno de bichos. Todo el patio estaba lleno de libros y cuadernos muy viejos, en un rincón, cerca de una de las puertas principales, había un montón de muñecas de porcelana rotas, unas sin piernas, otras sin ojos... fue escalofriante. También había muchos juegos de niños muy antiguos, tirachinas, barbies muy viejas y feas, muñecas de tela sin estrenar, con su caja de plástico. Desde el patio se podía ir a la torre, pero la puerta estaba cerrada, y no había escaleras.

Cerca de las muñecas, había un arco de piedra que daba a otra estancia, al entrar, vi cuatro, y no exagero, pianos de pared, pero todos estaban en muy malas condiciones, uno de ellos no tenía apenas pared y se veía el mecanismo del piano por dentro, otro, en el teclado, estaba lleno de carcasas de almendra roídas por las ratas. Me fijé que en las paredes, tenían como huecos, unos agujeros muy bien hechos y supuse que era para poner algo allí, no fue hasta que llegué al final de la estancia donde encontré la explicación.

Al llegar al final, me di cuenta de que estaba en un altar, ¡era una capilla! estaba llena de bancos de madera típicos de las iglesias tumbados boca abajo, llenos de polvo, y al llegar al altar, vi un montón de representaciones religiosas de madera, Jesús, la virgen maría, todas de tamaño pequeño, ésas debían ser las estatuillas que se debían poner en las paredes. Una mesa con mantel blanco, y una representación religiosa en la pared. Fue algo muy aterrador, sinceramente. Pero mientras no nos saliera un fantasma de entre los escombros...

Finalmente, después de curiosear todo lo que pudimos y más, volvimos a subir al segundo piso y encontré unas escaleras de caracol que llevaban a un pequeño balcón rodeado de muros típicos de los castillos desde donde se podía ver perfectamente todo el pueblo y mucho más, las luces de Palma e incluso el mar, era una vista increíblemente hermosa. Al bajar, me di cuenta que las escaleras seguían hasta el piso de abajo y más, pero estaba tan oscuro que no nos atrevimos a entrar.


Me faltan datos

Más que siniestro, este es enigmático, pues se trata de un castillo abandonado sin razón cuando ya estaba prácticamente construido (faltaba reforzar la torre, que aún hoy sigue con los andamios).

Bien, hará bastantes años que entré ahí, pero aún me acuerdo bastante bien. Entramos por la ventana puesto que las puertas estaban atrancadas. En primer lugar estamos en una habitación con un sofá abandonado del año catapún. Luego salimos a un patio interior bastante grande, de unos 30x30 metros aproximadamente. Atravesamos el patio, que con el tiempo estaba lleno de hierbas.

Llegamos a un segundo piso, después de dar casi toda la vuelta. Recuerdo un pasillo con huesos por el suelo, vaya mal rollo que nos dió eso (supongo que los dueños habían tenido perros). No había nada especial salvo un baúl lleno de libros y sábanas y muebles tirados por el suelo. Eso hasta que llegamos a una habitación con un piano... sí, podeis pensar que es una trola, porque yo mismo me pregunto que leches hace un piano en una habitación vacía, eso es enigmático. Funcionaba, por cierto.

Después llegamos a una habitación con una especie de congeladores industriales vacíos, obviamente no funcionaban. De ahí subimos por una escalera de caracol a la torre, con sus andamios. Pero cuando estábamos a la mitad a algún capullo le dio por gritar "¡qué esto se mueve, es peligroso!" a lo que todos respondimos bajando a trompicones por esa escalera (estábamos cagadetes a esa altura del recorrido).

No he vuelto a ir a ese castillo porque me consta que los pastores de la zona han soltado en ese solar a sus perros, y viéndolos, el que se meta ahí tiene muchas papeletas para acabar muerto. Pero sin embargo lo más raro del castillo son las construcciones que lo envuelven, porque es un conjunto. Pues bien, yo ahora mismo recuerdo dos de esas construcciones. Hay una especie de desnivel de unos 20 metros. Ahí se sitúa un extraño complejo subterráneo de arcos, es como una plaza con suelo de cemento llena de arcos, algo rarísimo.

Otra es la que está antes del castillo. Siguiendo el camino se situaría a la derecha del castillo. Es la más rara. A simple vista parece una caseta... pero hay unas escaleras metálicas mediante las cuales puede subir hasta el techo para ver algo rarísmo: es como un aljibe, pero es en forma de cono invertido, muy grande (10 metros de diámetro en la parte alta y 5 en el fondo, aproximadamente) y muy hondo (igual 15 metros). No sé que es, porque un aljibe no creo que sea, ni una piscina (a no ser que sea para submarinismo).


De paseo

Como que la cosa del sábado anterior, el de la quedada, quedó muy coja, y no solo para mí sino para la inmensa mayoría de los participantes si quitamos a los tramuntaneros que no quisieron desaprovechar el día y pensaron que de perdidos al río, decía pues que ya el mismo lunes los teclados no cesaban de teclear mensajes para reclamar que se acabara esa ruta en un sentido o en otro. Yo lo tenía claro, la iba a hacer con las variantes que tenía pensadas aunque ahora las debía consensuar un poco más con los que vinieran en contra del día de la quedada que eran en plan más sorpresa, pero como la mayoría no las conocía y lo que querían era precisamente conocer algo nuevo, se fiaron.

Volvía Juan tras un parón obligado, largo parón, y por ende con serias reticencias por su parte. Venían bous en número no determinado y tenían que venir también los morci-bikers pero a última hora cambiaron de planes, así que nos llegamos a juntar más o menos una decena en Establiments y salimos tras un rato de espera a un bikero que al final no apareció (es posible que no captara bien lo de la “leñera”, no es de por aquí). Quién sí apareció fue Pep Sancho que sigue con su plan específico de entrenamiento de fondo y vino rodando desde casa siendo el primero del otro grupo que por allí tenía que congregarse un poco más tarde para hacer la misma ruta pero en sentido contrario.

Ya nos hemos ido y estamos rodando hacia las afueras de Establiments pero por calles interiores dirección Sarrià y más lejos, Son Malferit, directos al coll de s'Heura frente a Son Ferrà, desde donde sale el camino que nos llevará a la ermita pero primero hay que superar el Gravet (uno de los muchos gravets que podemos encontrar por esos caminos perdidos) y dudaba si podría o no, pero sí, pude. Lo demás ya es más fácil y esperaba tener tiempo para hacer una bajada desde la ermita hasta la pista pero preferí no plantearlo arriba e ir con más calma el resto de ruta. Quienes sí la hicieron (o al menos eso creo) fueron Luis y Alfonso que tiraron por la alternativa aunque no sé si realmente bajaron o volvieron atrás por donde habíamos venido.

Nosotros, en todo caso, ya íbamos recorriendo el camino cuesta arriba y notando la sorpresa del paso de ese recorrido por parte del resto de compañeros que nunca lo habían realizado. A mí me encanta hacerlo así, que es cuando realmente lo ves. Pasamos la bassa y obviamos su opción, viene la parte más dura en un par de curvas y luego afloja, vamos casi de relax hasta el desvío de la cima. Oigo voces cerca pero no son los toys, son un grupo de chavales que se disponen a fundir las gomas bajando hacia la ermita. Aparece Sancho solo y comenta que los demás hacen la parte de pateo así que nos acompaña en la subida y la merienda en la cima para separarnos poco después, él se va hacia el clot de neu y nosotros volvemos al camino principal. Esta bajada es técnica por pedregosa aunque excepto algunos giros imposibles que algunos atajan (que lo he visto yo, no miento), el resto se puede cocinar aunque de la calidad del guiso no respondo, ahora, eso sí, es divertida un rato largo.

Estamos otra vez en el camino y sobran las explicaciones, todo el mundo lo tiene claro y solo nos resta volver sobre nuestros pasos hacia la ermita para volver a coger otro desvío mientras Juan va disipando (en parte) su déjà-vu particular intentando ordenar muchos recuerdos para lograr enlazar un trazado mental mínimamente coherente. Sea como fuere estamos en el portillo más solos que la una y no me quiero enredar más sabiendo lo que nos espera por delante. ¡Qué entrada que tiene ese camino! para no dejar miga, estoy que me animo yo solo y a medida que vamos bajando la cosa se complica un poco más y ya es un poco sálvese quién pueda, aunque sin tener que llegar a descabalgar.

Pasamos el derrumbe de piedras y en una de ésas, caída de Víctor, quedando prácticamente enredado en la bici, hubo que ir a desliarlo para poder levantarse, lo que no tuvo remedio fue la maneta del freno delantero que hubo que buscar entre las piedras, una avería irreparable. Tramo rápido hasta los cultivos, más rápido por allí y aún más en la zona de carritx aunque algunos no se lo creyeran. Al llegar a la barrera Guiem confirma sus sospechas, el bucle está cerrado con nuevas posibilidades hasta ahora insospechadas, unas más interesantes que otras como todo en esta vida aunque en esta ocasión el saldo ha sido positivo por lo que me van comentando, y de eso se trata en realidad.

Llegamos a la barrera de salida y somos minuciosamente inspeccionados uno a uno por un chavalín que nos atosiga a preguntas sobre nuestras bicis aunque la Spe de Toni le entra por los ojos pero él tiene claro para qué la quiere, muy oscuro es para ser tan pequeño, quizás una joven promesa del DH.

Queda volver, pero ¿qué es la vuelta más que un paseo? y como tal se aprovecha aunque algún que otro pique cae y llegamos a Establiments cada uno por su lado aunque consigo llevarme a unos cuantos por el callejón de Can Gazà, mucho más seguro para nosotros.

Pero no ha acabado para nosotros el tema Fita del Ram, simplemente varían a medida que vamos conociéndola un poco más y nos vamos creyendo que otras opciones son posibles. Viva el mtb, más no puedo decir.


La solución (tiene truco)