Otro más elaborado (1ª parte)

Esta historia sí que es verdadera, os lo prometo, aun tengo la piel de gallina solo al recordar lo que me sucedió. Y tengo testigos de lo que pasó porque también estaban ahí cuando sucedió todo.

Yo vivo en un pueblo de Mallorca, ya sabéis, la isla del mediterráneo, que todos creen que siempre hace sol, buen tiempo y playa, no, nada de eso. En verano, el calor es asfixiante y hay una humedad que te mueres, y en invierno, el frio es tan fuerte que no puedes estar ni dos horas seguidas en la calle. Ese año, era mediados de diciembre, hacía mucho frío, y me aburría como nadie puede imaginarse. Estaba con mi hermano, mi vecina y un amigo mío que vino a verme, los cuatro en mi casa, muertos de asco, sin saber qué hacer. El cielo estaba nublado y parecía que iba a hacer una tormenta de mil demonios, eran las cinco de la tarde y parecían las ocho de la noche... Cuando ya llevábamos cierto tiempo preguntando qué podíamos hacer, Marina, me vecina, se levantó de pronto de la cama y dijo: "Vayamos a ver el castillo de ...". Yo me quedé mirándola como si hablara en chino y le dije: "Marina, ¿de qué castillo estás hablando?". Marina nos miró con emoción, sus ojos chispeaban de lo contenta que estaba por su nueva idea y dijo: "¿No sabeis que hay un castillo en ...?". (... es el nombre de mi pueblo). Yo me reí de ella y le dije: "Marina, ¿cómo va a haber un castillo en el pueblo más pequeño de Mallorca y más olvidado?" (La verdad es que mi pueblo es uno de los más pequeños de Mallorca y muchos de los habitantes de la isla, desconocen su existencia). Marina me miró con decepción y dijo: "Oh vamos, ¿cómo no podéis saber algo tan importante como ésto?. Cerca del colegio viejo, en las afueras, está el castillo, no está muy lejos de tu casa, podríamos ir andando perfectamente".

Mi hermano se levantó de la silla y dijo: "¡Es verdad! Me suena este castillo, creo que de pequeño fui una vez con el colegio, pero no nos dejaron entrar, es de propiedad privada. ¡Es una pasada! Debe ser muy viejo, porque dicen que es de la época medieval, y solo tiene una torre. Marina sonrió de manera inquietante y dijo: "Os voy a contar la historia de ese castillo: Dicen que el castillo está aquí desde la época medieval, se hizo construir por un hombre bastante rico que apenas conocía a la gente del pueblo. Dicen que le gustaba mucho los juegos de azar, y perdió toda su fortuna en ellos cuando el castillo aún no estaba terminado, por eso, las obras del castillo se detuvieron para siempre. Además, al cabo de unos años, hubo un incendio en la torre que destruyó las escaleras de ésta, por lo que, la torre, con una única ventana, no tiene escaleras y no se puede subir. Se quedaron las vigas propias de la construcción rodeando la torre, aún hoy se pueden ver, medio quemadas por el incendio. Hay una leyenda que cuenta que una vez, una muchacha, se acercó a ese castillo por curiosidad, y entonces, vio algo en la torre. Entró en el castillo y no volvió a salir jamás, al día siguiente, la encontraron muerta en la torre rodeada de sangre". Mi amigo, que se llama Lorenzo, no se lo creyó, y dijo: "Venga ya, si hubiera muerto alguien habría salido en las noticias, no te parece?. Marina: ”No, esa muchacha era de la época medieval, no de ahora. Así que no lo creo, chaval”, dijo picándose con Lorenzo. Me levanté y dije: "Está bien, entonces, ¿porque no vamos a ver cómo es ese castillo?”.

Nadie se opuso a ello a pesar de la tormenta que se iba a venir encima. Mis padres no estaban y salimos de casa con unos chubasqueros enormes en una mochila, unas cuerdas, linternas y un bate de beisbol, por si acaso, ahora me rio, entonces no me hizo ni pizca de gracia, mejor ser precavido.

Caminamos unos cinco minutos hasta que llegamos a un camino de tierra y piedras que se alejaba del pueblo, estábamos en las afueras del pueblo, rodeados de campo, y árboles que se movían con el viento. Era un largo camino hasta que de pronto se acababa en una enormes barreras de hierro con dos metros de altura aproximadamente. Las barreras eran algo antiguas, oxidadas y con algún barrote torcido, pero acabados con unas puntas que no nos atrevimos a pasarla. Desde allí no se veía el castillo, pero sí la torre, y pude verificar que estaba rodeada de unas vigas de madera propias de la construcción. Para llegar al castillo, teníamos que pasar la barrera y caminar unos tres minutos hasta llegar al castillo. La cuestión era que, a cada lado de la barrera, no había un muro de cuatro metros de altura, sino al contrario, una pared que no hacía ni medio metro, era muy contradictorio, pero nos pusimos contentos y pasamos por la pared para llegar al castillo. Todos estábamos muy emocionados y de pronto, empezó a tronar. Una lluvia fina cayó encima de nosotros y nos pusimos los chubasqueros, el tiempo no nos detendría. Al llegar, nos encontramos con cinco perros enormes que nos mostraban los dientes, pero a medida que avanzábamos, los perros, por una razón misteriosa, huyeron de nosotros como si fuéramos fantasmas. Al llegar al castillo, vimos sus enormes puertas de hierro macizo, unas ventanas con columnas jónicas preciosas y que decir que todas las ventanas del primer piso estaban rodeadas de trozos de cristal para que los curiosos no entraran, ya debían haber tenido algun robo.

Además, en las barreras del principio, había un cartel que ponía: "Propiedad privada". Había un perro con una cadena que rodeaba todo el castillo y no nos tenía miedo, nosotros a él mucho. Pero nos armamos de valor y nos acercamos a él, le tocamos la cabeza y movió su cola, era super simpático y amable, no tuvimos problema con él. Intentamos encontrar una entrada, pero todas las puertas estaban cerradas. La única entrada posible era las ventanas de arriba, del segundo piso, que no tenían cristales rotos en el borde, pero estaba muy arriba, y si caíamos, nos romperíamos la espalda.

Encontramos un taburete de madera muy viejo bastante alto, y Lorenzo, que era alto, media un metro y ochenta y dos centímetros, entró perfectamente. Luego mi hermano, pero yo, que soy bajita, no pude entrar porque no llegué. Mientras ellos escudriñaban el castillo por dentro, yo, del aburrimiento por esperarlos, decidí investigar los alrededores, ¡y qué sorpresas encontré! Encontré una torre de molino, entré en ella, y vi en el suelo un agujero con unas escaleras que iban bajando, encendí la linterna, y bajé todas las escaleras, abajo había un agujero a la pared, pasé por él, y me encontré en un jardín abandonado, lleno de matas y margaritas que seguramente, debía ser un jardín o algo así. Había algunas estatuas de piedra blanca, bueno, en su tiempo fueron blancas, en ese momento estaban llenas de hongos y carcomidas por el tiempo. Una era de un gnomo muy grande, había una fuente de piedra en medio, sin agua, por supuesto. Y unas luces en el suelo que seguramente, en su momento, debían formar un paisaje muy bello.

Escuché que me llamaban y volví corriendo al castillo, la verdad era que no hubiera entrado en ese jardín si no hubiera sido por la curiosidad, que muy a menudo, me supera. Al volver, por la ventana donde habían entrado mis amigos, (Marina también entró), vi una escalera super larga de hierro que mis amigos habían encontrado dentro y la pasaban por la ventana para que pudiera entrar. Era muy pesada y fue difícil, pero conseguimos sacarla y ¡Pude entrar en el castillo! ¡Fue super emocionante! ¡Si lo hubierais visto creeríais que estuvierais en una película de miedo y medieval!.

Entré en una pequeña habitación a oscuras, de cemento, no había ningún mueble, salí de ella y había un largo pasillo también todo de cemento tortuoso. Había miles de habitaciones bastante pequeñas, entramos en el comedor. Estaba forrado de madera antigua, con unas estanterias enormes pegadas a la pared, llena de revistas y diarios muy antiguos y llenos de polvo, alguna botella de vino verde y una enorme mesa de madera de roble muy pesada en medio, aún conservaban algún candelabro muy bonito, no sé si era de oro, y por último y muy bonito, un reloj de pared de madera enorme, con un péndulo que no se movía, unas agujas de reloj muy elaboradas y los números eran romanos.

Al pasar a la otra estancia, vimos la sala de estar, una enorme chimenea de piedra y forrada de madera nos daba la bienvenida, en el suelo había una enorme alfombra muy pesada y llena de polvo. En la encimera de la chimenea, había algunos intrumentos que no supimos como funcionaban, supuse que eran para la chimenea. También había las mismas estanterias que en el comedor, pero éstas tenían algun libro, eran libros escolares, y cuadernos llenos de polvo con algún dictado, eso sí, la letra era muy bonita.

Llegamos a un habitación muy rara. Media mitad estaba llena de cacharros y la otra tenía dos escaleras de cemento que bajaban a una habitación. Al bajar encontramos un montón de cajas de cartón llenas de latas en conserva caducadas, muchos gusanos, y puertas. Al entrar en una, vi que había los cimientos de una cocina, un horno de leña enorme y en otra habitación, había unas puertas muy gruesas que daban a unas cámaras que parecían que iban a servir de congeladores. Eran de ésas puertas típicas que solo se pueden abrir de fuera, vamos, que si cerraban a alguien allí, ya podía chillar que no lo encontrarían.

La última puerta, daba a un patio interior precioso, tenía un pozo muy antiguo, con un arco de hierro blanco muy elaborado, y aún conservaba una cuerda. Había un carruaje muy antiguo de los que arrastran los caballos. Pero dentro estaba hecho polvo y podrido, lleno de bichos. Todo el patio estaba lleno de libros y cuadernos muy viejos, en un rincón, cerca de una de las puertas principales, había un montón de muñecas de porcelana rotas, unas sin piernas, otras sin ojos... fue escalofriante. También había muchos juegos de niños muy antiguos, tirachinas, barbies muy viejas y feas, muñecas de tela sin estrenar, con su caja de plástico. Desde el patio se podía ir a la torre, pero la puerta estaba cerrada, y no había escaleras.

Cerca de las muñecas, había un arco de piedra que daba a otra estancia, al entrar, vi cuatro, y no exagero, pianos de pared, pero todos estaban en muy malas condiciones, uno de ellos no tenía apenas pared y se veía el mecanismo del piano por dentro, otro, en el teclado, estaba lleno de carcasas de almendra roídas por las ratas. Me fijé que en las paredes, tenían como huecos, unos agujeros muy bien hechos y supuse que era para poner algo allí, no fue hasta que llegué al final de la estancia donde encontré la explicación.

Al llegar al final, me di cuenta de que estaba en un altar, ¡era una capilla! estaba llena de bancos de madera típicos de las iglesias tumbados boca abajo, llenos de polvo, y al llegar al altar, vi un montón de representaciones religiosas de madera, Jesús, la virgen maría, todas de tamaño pequeño, ésas debían ser las estatuillas que se debían poner en las paredes. Una mesa con mantel blanco, y una representación religiosa en la pared. Fue algo muy aterrador, sinceramente. Pero mientras no nos saliera un fantasma de entre los escombros...

Finalmente, después de curiosear todo lo que pudimos y más, volvimos a subir al segundo piso y encontré unas escaleras de caracol que llevaban a un pequeño balcón rodeado de muros típicos de los castillos desde donde se podía ver perfectamente todo el pueblo y mucho más, las luces de Palma e incluso el mar, era una vista increíblemente hermosa. Al bajar, me di cuenta que las escaleras seguían hasta el piso de abajo y más, pero estaba tan oscuro que no nos atrevimos a entrar.