Ayer queríamos visitar Mortitx. Como el fibras estaba por Crestatx se decidió empezar en Pollença y hacer primero el GR de subida. Ya se sabía que el el grupo se dividiría al tener que volver parte más temprano. Además la exploración implicaba que no se haría el GR de bajada; impensable para un bajador.
Lo que extrañó es que Pepe quisiera subir por Caimari (según él para no abusar de coche). La idea me gustó porque la semana pasada estuve tres veces en el Port de Pollença y la verdad es que está lejos. No dije ni que sí ni que no, simplemente lo decidiría ya de camino. Mientras llegara de hora no habría ninguna complicación para encontrarnos. Opté por Caimari. Como en el aparcamiento de la piscina no había nadie cuando llegué me fuí al de arriba y allí dejé el coche. Cuando bajé abajo ya había llegado. Preparamos las bicis y nos fuimos.
Pasaron tres bikeros que venían de Inca y fuimos tras ellos. Como mi fase de calentamiento es larga y no fuerzo al principio no los cogí hasta la barrera de Sa Coveta Negra. Allí ellos deshincharon las ruedas y yo las hinché. Cuestión de gustos. La verdad es que noté la llanta en los primeros escalones de abajo. Volví a salir el último y los cogí en las rampas de cemento. Tenía uno delante y se hizo un invertido sin soltarse de la bici. De espaldas en el suelo y con la bici al aire. ¡Qué cosa más rara!. Allí se quedaron practicando las rampas y ya no los volvimos a ver. El paso por la Llonganissa, lentito, y sin más novedad hasta Lluc.
Nos merendamos el Coll Pelat por la pista. No tiene secretos. Y luego cogimos el sendero GR hasta Binifaldó. El misterio del sabor “raro” del agua de la Font des Pedregaretestá resuelto. Ese sabor extraño que tiene ahora (también la de Tossals y seguramente todas las que manan a través de grifos) es debido a que se almacena y potabiliza con cloro antes de su consumo en el grifo público.
Fuimos al encuentro de los que venían de Pollença, Yarik, Nando, Fibras, Juantrans, Potato, Tomeu, Buzz y Joan. Los encontramos en el desvío de Muntanya. Allí nos dividimos en dos grupos, los de Mortitx (Tomeu, Potato, Joan, Pepe y yo) y los de Lluc, el resto. Pasamos cerca de las casas sin que nos viesen y vimos el descenso que según parece viene del camino principal. Si es así es una buena opción para no pasar tan cerca de las casas. Bueno, a toro pasado, y viendo la traza vemos que enlaza unos campos de cultivo con la pista principal; por tanto, es aprovechable si queremos bajar a la carretera. A la vista del inicio del asfalto de la bajada hay una pista a mano derecha. La tomamos. Pasa por delante de un porxo y continúa bajando. Allí se cayó Potato; caída tonta pero dolorosa. Supongo que no irá a mayores. El camino no llega muy lejos y aunque se ve la carretera parece que no hay acceso.
Me acuerdo de mi primera excursión a pie por la zona y de como nos perdimos en el mismo sitio. Mientras unos bajaban a la carretera otros seguíamos el descenso campo a través sobre el peñascal. La diferencia es que habíamos hecho una minitravessa de tres días desde Sóller, durmiendo al raso, pasando un frío del copón, y supongo que comiendo bastante mal. Habíamos empezado subiendo hacia s'Arrom por sa Coma, cargados hasta los topes y pasándolo muy mal desde el principio. La primera noche en el refugio del Cornadó no ayudó en absoluto; creo que no dormí nada. Las botas que llevaba eran prestadas y me produjeron roces, teniendo que llevar el pie envuelto en una servilleta; menos mal que era de tela.
Al día siguiente, Coll de l'Ofre, canaleta con subida y bajada del Massanella. La etapa reina. De noche en un refugio de pena y lloviendo. Al tercer día, nos perdemos entre Lluc y Pollença. Es en estas ocasiones en que la frase “no vuelvo más” adquiere un significado de por vida. Puede que no la pronunciara o si lo hice lo olvidé porque después de unos años, muchos, hay que reconocerlo, me volví a atrever a empezar de nuevo pero ya sobre la bici.
Sigo con lo de ayer. En la subida el grupo se disgregó. Potato y yo bajamos por el asfalto los primeros y después llegó Pepe que había cogido un desvío. Tomeu llamó por teléfono pero la comunicación era defectuosa y tardaron en bajar. Nos fuimos por carretera hasta la entrada de Mortitx y tras saltar el botador pudimos comprobar que el Ibanat no nos quiere por allí. Alguno veía una moto dibujada aunque lo difícil es hacerlas pasar por encima de la barrera.
Merendamos en el embalse y nos enfrascamos en el ascenso al Coll de L'Avanor. Pero hubo que hacer una parada para estudiar una gran losa que había allí. Tiene un complicado acceso, una muy difícil ejecución y un casi imposible regreso por lo que se dejó para días más inspirados. Lo comenté mientras subíamos: “si oímos un motor se acabó la excursión”. Así fue. Nos topamos bajando al payés de la finca y nos prohibió el paso. Órdenes directas de la Consellería. No pudimos hacer nada para convencerlo, se mostró muy educado, pero muy inflexible, aunque nos instruyó un poco en la historia del lugar, tanto pública como personal.
No quisimos molestar más y nos fuimos, no sin antes desviarnos por el sendero que se dirige hacia el torrente, aunque yo en esos momentos aún tenía mis dudas. "Ciclable", fue el veredicto. La verdad es que no se ve un carajo por la cantidad de vegetación que hay. Pero, ya se sabe, lo dijo un Toy. De vuelta a la carretera, descenso sin pedales hasta Pollença (casi) y como no teníamos nada que hacer, decidimos subir al Puig de María, no sin antes cerciorárnos de que arriba habría comida. Lo que no sabíamos era lo que nos esperaba. Treinta y cinco minutos de dura ascensión, casi todo por asfalto, para coronar la montaña de 333 metros de altura. La última parte es una camino empedrado restaurado muy difícil de subir. Pero la subida vale la pena. El santuario está amurallado, con zonas comunes para huéspedes, varias capillas y hasta un museo. Ayer no lo vimos todo pero pudimos catar el pa amb oli, al que por cierto, invitó Tomeu.
De bajada investigamos un caminillo pero lo hicimos en sentido contrario porque volvimos a subir arriba, hasta los restos de una torre, cerca de una sima muy profunda, protegida por una baranda de madera. También se hicieron algunas dresseres, aunque no están muy marcadas. Abajo Potato se dió cuenta de que había perdido las protecciones que llevaba enganchadas en la mochila y le convencí para subir a buscarlas. Hice los atajos mientras él seguía con el coche y llegamos al inicio del empedrado sin verlas. Él tomó el desvío y yo subí por el principal. Las encontró semiescondidas en un matorral. Ya de un tirón volvimos a Caimari para recoger la furgoneta y volver a casita.
Lo que extrañó es que Pepe quisiera subir por Caimari (según él para no abusar de coche). La idea me gustó porque la semana pasada estuve tres veces en el Port de Pollença y la verdad es que está lejos. No dije ni que sí ni que no, simplemente lo decidiría ya de camino. Mientras llegara de hora no habría ninguna complicación para encontrarnos. Opté por Caimari. Como en el aparcamiento de la piscina no había nadie cuando llegué me fuí al de arriba y allí dejé el coche. Cuando bajé abajo ya había llegado. Preparamos las bicis y nos fuimos.
Pasaron tres bikeros que venían de Inca y fuimos tras ellos. Como mi fase de calentamiento es larga y no fuerzo al principio no los cogí hasta la barrera de Sa Coveta Negra. Allí ellos deshincharon las ruedas y yo las hinché. Cuestión de gustos. La verdad es que noté la llanta en los primeros escalones de abajo. Volví a salir el último y los cogí en las rampas de cemento. Tenía uno delante y se hizo un invertido sin soltarse de la bici. De espaldas en el suelo y con la bici al aire. ¡Qué cosa más rara!. Allí se quedaron practicando las rampas y ya no los volvimos a ver. El paso por la Llonganissa, lentito, y sin más novedad hasta Lluc.
Nos merendamos el Coll Pelat por la pista. No tiene secretos. Y luego cogimos el sendero GR hasta Binifaldó. El misterio del sabor “raro” del agua de la Font des Pedregaretestá resuelto. Ese sabor extraño que tiene ahora (también la de Tossals y seguramente todas las que manan a través de grifos) es debido a que se almacena y potabiliza con cloro antes de su consumo en el grifo público.
Fuimos al encuentro de los que venían de Pollença, Yarik, Nando, Fibras, Juantrans, Potato, Tomeu, Buzz y Joan. Los encontramos en el desvío de Muntanya. Allí nos dividimos en dos grupos, los de Mortitx (Tomeu, Potato, Joan, Pepe y yo) y los de Lluc, el resto. Pasamos cerca de las casas sin que nos viesen y vimos el descenso que según parece viene del camino principal. Si es así es una buena opción para no pasar tan cerca de las casas. Bueno, a toro pasado, y viendo la traza vemos que enlaza unos campos de cultivo con la pista principal; por tanto, es aprovechable si queremos bajar a la carretera. A la vista del inicio del asfalto de la bajada hay una pista a mano derecha. La tomamos. Pasa por delante de un porxo y continúa bajando. Allí se cayó Potato; caída tonta pero dolorosa. Supongo que no irá a mayores. El camino no llega muy lejos y aunque se ve la carretera parece que no hay acceso.
Me acuerdo de mi primera excursión a pie por la zona y de como nos perdimos en el mismo sitio. Mientras unos bajaban a la carretera otros seguíamos el descenso campo a través sobre el peñascal. La diferencia es que habíamos hecho una minitravessa de tres días desde Sóller, durmiendo al raso, pasando un frío del copón, y supongo que comiendo bastante mal. Habíamos empezado subiendo hacia s'Arrom por sa Coma, cargados hasta los topes y pasándolo muy mal desde el principio. La primera noche en el refugio del Cornadó no ayudó en absoluto; creo que no dormí nada. Las botas que llevaba eran prestadas y me produjeron roces, teniendo que llevar el pie envuelto en una servilleta; menos mal que era de tela.
Al día siguiente, Coll de l'Ofre, canaleta con subida y bajada del Massanella. La etapa reina. De noche en un refugio de pena y lloviendo. Al tercer día, nos perdemos entre Lluc y Pollença. Es en estas ocasiones en que la frase “no vuelvo más” adquiere un significado de por vida. Puede que no la pronunciara o si lo hice lo olvidé porque después de unos años, muchos, hay que reconocerlo, me volví a atrever a empezar de nuevo pero ya sobre la bici.
Sigo con lo de ayer. En la subida el grupo se disgregó. Potato y yo bajamos por el asfalto los primeros y después llegó Pepe que había cogido un desvío. Tomeu llamó por teléfono pero la comunicación era defectuosa y tardaron en bajar. Nos fuimos por carretera hasta la entrada de Mortitx y tras saltar el botador pudimos comprobar que el Ibanat no nos quiere por allí. Alguno veía una moto dibujada aunque lo difícil es hacerlas pasar por encima de la barrera.
Merendamos en el embalse y nos enfrascamos en el ascenso al Coll de L'Avanor. Pero hubo que hacer una parada para estudiar una gran losa que había allí. Tiene un complicado acceso, una muy difícil ejecución y un casi imposible regreso por lo que se dejó para días más inspirados. Lo comenté mientras subíamos: “si oímos un motor se acabó la excursión”. Así fue. Nos topamos bajando al payés de la finca y nos prohibió el paso. Órdenes directas de la Consellería. No pudimos hacer nada para convencerlo, se mostró muy educado, pero muy inflexible, aunque nos instruyó un poco en la historia del lugar, tanto pública como personal.
No quisimos molestar más y nos fuimos, no sin antes desviarnos por el sendero que se dirige hacia el torrente, aunque yo en esos momentos aún tenía mis dudas. "Ciclable", fue el veredicto. La verdad es que no se ve un carajo por la cantidad de vegetación que hay. Pero, ya se sabe, lo dijo un Toy. De vuelta a la carretera, descenso sin pedales hasta Pollença (casi) y como no teníamos nada que hacer, decidimos subir al Puig de María, no sin antes cerciorárnos de que arriba habría comida. Lo que no sabíamos era lo que nos esperaba. Treinta y cinco minutos de dura ascensión, casi todo por asfalto, para coronar la montaña de 333 metros de altura. La última parte es una camino empedrado restaurado muy difícil de subir. Pero la subida vale la pena. El santuario está amurallado, con zonas comunes para huéspedes, varias capillas y hasta un museo. Ayer no lo vimos todo pero pudimos catar el pa amb oli, al que por cierto, invitó Tomeu.
De bajada investigamos un caminillo pero lo hicimos en sentido contrario porque volvimos a subir arriba, hasta los restos de una torre, cerca de una sima muy profunda, protegida por una baranda de madera. También se hicieron algunas dresseres, aunque no están muy marcadas. Abajo Potato se dió cuenta de que había perdido las protecciones que llevaba enganchadas en la mochila y le convencí para subir a buscarlas. Hice los atajos mientras él seguía con el coche y llegamos al inicio del empedrado sin verlas. Él tomó el desvío y yo subí por el principal. Las encontró semiescondidas en un matorral. Ya de un tirón volvimos a Caimari para recoger la furgoneta y volver a casita.
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