Había tenido una conversación con Jauja donde me comentó que quería estrenarse en el Barranc y me invitó a acompañarle. Dado que los contactos con otros bikeros de la isla no tienen porqué circunscribirse solamente a las quedadas, ya de por si muy espaciadas en el tiempo, acepté de buena gana. Los expedicionarios habían vuelto del periplo alpino y supuse que necesitaban unos días de descanso y asimilación de toda la aventura con lo que no contaba con ellos. Pese a todo, y suponiendo que otros podrían estar interesados en asistir si les apetecía, lo anuncié en la lista, eso sí, dando por hecho de antemano que al organizador de la ruta no le iba a importar si aparecía alguien más; estaba casi seguro de que no, como efectivamente así ha sido cuando se lo he comentado. Yo me he presentado con Carlos, también primerizo en el descenso del Barranc, y además ha venido Pepe y Fibras. En total, éramos más de Palma que de Llucmajor, ya que solamente le han acompañado Jaume y Ramón, de los Llucmabike.
Además de querer hacer el descenso principal quería completar el itinerario con una rodada por los Cingles, en realidad algo muy parecido a la Ruta 8. Tenía sus dudas sobre el exceso de desnivel y la distancia, podría ser una ruta larga para él pero a mí me sigue pareciendo una ruta muy asequible aún cuando no se está ni de lejos en plena forma. Cosa que por otro lado es una utopía para muchos, yo incluido. Pero las sensaciones que tenía esta mañana eran muy buenas, aún a costa de haberme dormido muy tarde, por el cine y por el calor después, y de haberme despertado muy pronto, por mi hijo que no llevaba llaves para entrar y se ha presentado a las tantas.
De primer plato tienes una subida larga, de casi catorce kilómetros y novecientos metros de desnivel, pero muy asequible ya que en los primeros compases está asfaltado y hay buena tracción con lo que se consigue llevar un ritmo acompasado y constante. La única pega, la cantidad de coches que suben y bajan pero, al tratarse de un camino privado, gracias. Desde Ses Cabanes dejamos el asfalto y empiezan los inconvenientes típicos de un camino de montaña aunque esté bien acondicionado. Más adelante entramos ya en el Bosc de Monnàber aumentando las posibilidades de que nos despachen por eso Pepe me ha recordado que debería haber alguna pista que nos dejara en la carretera sin pasar cerca de las casas. Sabía de esa posibilidad ya que alguna vez la recorrí a pie pero viendo la cantidad de pistas que se han abierto sería incapaz de seguirla de nuevo. Solamente guiados por el GPS hemos dado con la adecuada saliendo cerca de la fuente, más arriba aún de la curva donde se encontraba la estructura del hotel. Tiene la ventaja de que es totalmente ciclable aunque ha sido de lo más complicado del día.
Tramo de carretera hasta la entrada principal de los Binis, nada de pistas directas hasta la barrera inabordables en subida, esas las dejamos si venimos en sentido contrario. Pepe había investigado un día que fue solo por allí el ramal superior que empieza justo allí y que yo nunca había cogido aún sabiendo que te ahorra unas cuantas curvas del final de la otra pista. Su única dificultad es su inicio, una rampa criminal, después de eso, paz.
Bajamos por los Cingles desperdigados para reunirnos en la Font (seca) Subauma. Solamente da tiempo para unas fotos, comentar lo bien que han dejado la pista, sobretodo el tramo final que tenía bastantes piedras, y partir hacia las Alzines Fumadores para tomar un bocado. Antes de llegar ya estrenamos el empuje pero tanto el anterior como el posterior se me ha hecho muy corto y eso solamente quiere decir que el esfuerzo necesario para superar ese tramo ha sido inferior al de otras veces o al de sitios similares. Quizás los entrenos secretos empiezan a notarse. Tampoco se notaba sensación extrema de calor, factor que ha contribuido a hacer bastante llevadero ese tramo.
No se ha perdido mucho tiempo preparando el descenso hasta la carretera. Es más psicológico que otra cosa, lo único que he notado es que desde el momento en que desenganchas por cualquier motivo después cuesta mucho volver a clavar la cala con todo el movimiento de la bici por lo que aumenta la sensación de no tener completamente el control de la situación. Quizás unos pedales con plataforma ayuden a superar esos inconvenientes. Aparte de eso no me ha disgustado la bajada. Carlos venía detrás de mí y después nadie. A los de Llucmajor ni se les veía. Al llegar Jauja ha explicado que ha tenido un incidente con el cambio que, aunque se le ha metido en los radios y estaba completamente fuera de sitio, no se ha roto ni tan siquiera se ha doblado la patilla. Fibras y Pepe se han encargado de llevarlo todo a sitio mientras llegaban los demás, que venían andando. No es un terreno propicio para ellos, más acostumbrados a las planicies. Me ha recordado a los menorquines y el cabreo generalizado que pillaron, tanto por el pateo como por la bajada.
Después de estudiar el horario Jaume y Ramón han decidido bajar por carretera para poder llegar a tiempo a unos compromisos mientras los demás seguíamos con la ruta prevista. Eso sí después de tener que cambiar yo la cámara, había pinchado y no me había dado cuenta. Nos esperaban en el chiringuito del acueducto y ya reunidos, a ritmo hasta la Font des Noguer. Jauja seguía con problemas en el cambio pero aún así la cadena ha aguantado la tralla.
Repostados de agua y de risas en la fuente nos hemos ido hacia el Coll de l'Ofre por el dique y he tenido que regular la pedalada a esperas de afrontar la última subida por la trialera. Se me ha hecho larga (porque lo es) pero dejándote siempre el regusto de que algún día se conseguirá recorrerla montado en su totalidad. Hemos hecho la primera parte de bajada, diría bastante bien, pero al llegar al inicio del Barranc ha empezado mi calvario particular. Ya con los primeros escalones he empezado a notar molestias en la mano izquierda que no han hecho más que aumentar a medida que íbamos bajando con lo que todas las expectativas que tenía puestas en cuanto a mejora de conducción y técnica han pasado a un segundo plano. Hemos hecho un trío Carlos, José Carlos y yo y hemos bajado prácticamente juntos de principio a fin.
Al final hemos llegado abajo tardando más de media hora pero el crono no era mi objetivo principal ya que mejorarlo lo doy prácticamente por imposible, que como he dicho era la mejora del paso de curvas y técnica en general.
Lo mejor del día, Pepe nos ha deleitado con unos largos en los lavaderos de Biniaraix para sorpresa de propios y extraños, espero que el reportaje gráfico sea lo suficientemente explícito.
Rutear con gente nueva, que espero no sea la última.
Lo peor, la mano dolorida con la sensación añadida de que se te va soltar el manillar.
No haberme podido quedar a comer, aunque parece ser que el sitio elegido estaba cerrado. Supongo que lo habrán hecho en otro lugar.
Además de querer hacer el descenso principal quería completar el itinerario con una rodada por los Cingles, en realidad algo muy parecido a la Ruta 8. Tenía sus dudas sobre el exceso de desnivel y la distancia, podría ser una ruta larga para él pero a mí me sigue pareciendo una ruta muy asequible aún cuando no se está ni de lejos en plena forma. Cosa que por otro lado es una utopía para muchos, yo incluido. Pero las sensaciones que tenía esta mañana eran muy buenas, aún a costa de haberme dormido muy tarde, por el cine y por el calor después, y de haberme despertado muy pronto, por mi hijo que no llevaba llaves para entrar y se ha presentado a las tantas.
De primer plato tienes una subida larga, de casi catorce kilómetros y novecientos metros de desnivel, pero muy asequible ya que en los primeros compases está asfaltado y hay buena tracción con lo que se consigue llevar un ritmo acompasado y constante. La única pega, la cantidad de coches que suben y bajan pero, al tratarse de un camino privado, gracias. Desde Ses Cabanes dejamos el asfalto y empiezan los inconvenientes típicos de un camino de montaña aunque esté bien acondicionado. Más adelante entramos ya en el Bosc de Monnàber aumentando las posibilidades de que nos despachen por eso Pepe me ha recordado que debería haber alguna pista que nos dejara en la carretera sin pasar cerca de las casas. Sabía de esa posibilidad ya que alguna vez la recorrí a pie pero viendo la cantidad de pistas que se han abierto sería incapaz de seguirla de nuevo. Solamente guiados por el GPS hemos dado con la adecuada saliendo cerca de la fuente, más arriba aún de la curva donde se encontraba la estructura del hotel. Tiene la ventaja de que es totalmente ciclable aunque ha sido de lo más complicado del día.
Tramo de carretera hasta la entrada principal de los Binis, nada de pistas directas hasta la barrera inabordables en subida, esas las dejamos si venimos en sentido contrario. Pepe había investigado un día que fue solo por allí el ramal superior que empieza justo allí y que yo nunca había cogido aún sabiendo que te ahorra unas cuantas curvas del final de la otra pista. Su única dificultad es su inicio, una rampa criminal, después de eso, paz.
Bajamos por los Cingles desperdigados para reunirnos en la Font (seca) Subauma. Solamente da tiempo para unas fotos, comentar lo bien que han dejado la pista, sobretodo el tramo final que tenía bastantes piedras, y partir hacia las Alzines Fumadores para tomar un bocado. Antes de llegar ya estrenamos el empuje pero tanto el anterior como el posterior se me ha hecho muy corto y eso solamente quiere decir que el esfuerzo necesario para superar ese tramo ha sido inferior al de otras veces o al de sitios similares. Quizás los entrenos secretos empiezan a notarse. Tampoco se notaba sensación extrema de calor, factor que ha contribuido a hacer bastante llevadero ese tramo.
No se ha perdido mucho tiempo preparando el descenso hasta la carretera. Es más psicológico que otra cosa, lo único que he notado es que desde el momento en que desenganchas por cualquier motivo después cuesta mucho volver a clavar la cala con todo el movimiento de la bici por lo que aumenta la sensación de no tener completamente el control de la situación. Quizás unos pedales con plataforma ayuden a superar esos inconvenientes. Aparte de eso no me ha disgustado la bajada. Carlos venía detrás de mí y después nadie. A los de Llucmajor ni se les veía. Al llegar Jauja ha explicado que ha tenido un incidente con el cambio que, aunque se le ha metido en los radios y estaba completamente fuera de sitio, no se ha roto ni tan siquiera se ha doblado la patilla. Fibras y Pepe se han encargado de llevarlo todo a sitio mientras llegaban los demás, que venían andando. No es un terreno propicio para ellos, más acostumbrados a las planicies. Me ha recordado a los menorquines y el cabreo generalizado que pillaron, tanto por el pateo como por la bajada.
Después de estudiar el horario Jaume y Ramón han decidido bajar por carretera para poder llegar a tiempo a unos compromisos mientras los demás seguíamos con la ruta prevista. Eso sí después de tener que cambiar yo la cámara, había pinchado y no me había dado cuenta. Nos esperaban en el chiringuito del acueducto y ya reunidos, a ritmo hasta la Font des Noguer. Jauja seguía con problemas en el cambio pero aún así la cadena ha aguantado la tralla.
Repostados de agua y de risas en la fuente nos hemos ido hacia el Coll de l'Ofre por el dique y he tenido que regular la pedalada a esperas de afrontar la última subida por la trialera. Se me ha hecho larga (porque lo es) pero dejándote siempre el regusto de que algún día se conseguirá recorrerla montado en su totalidad. Hemos hecho la primera parte de bajada, diría bastante bien, pero al llegar al inicio del Barranc ha empezado mi calvario particular. Ya con los primeros escalones he empezado a notar molestias en la mano izquierda que no han hecho más que aumentar a medida que íbamos bajando con lo que todas las expectativas que tenía puestas en cuanto a mejora de conducción y técnica han pasado a un segundo plano. Hemos hecho un trío Carlos, José Carlos y yo y hemos bajado prácticamente juntos de principio a fin.
Al final hemos llegado abajo tardando más de media hora pero el crono no era mi objetivo principal ya que mejorarlo lo doy prácticamente por imposible, que como he dicho era la mejora del paso de curvas y técnica en general.
Lo mejor del día, Pepe nos ha deleitado con unos largos en los lavaderos de Biniaraix para sorpresa de propios y extraños, espero que el reportaje gráfico sea lo suficientemente explícito.
Rutear con gente nueva, que espero no sea la última.
Lo peor, la mano dolorida con la sensación añadida de que se te va soltar el manillar.
No haberme podido quedar a comer, aunque parece ser que el sitio elegido estaba cerrado. Supongo que lo habrán hecho en otro lugar.