Albarca

Me habían invitado a ir al Parc de Llevant para darnos un capfico en s'Arenalet des Verger. Lo del baño no me importaba mucho dadas mis reticencias a meterme dentro del agua pero eso no iba a ser la excusa para no ir, más bien me rondaba la cabeza mi pobre estado de forma (el bajón de siempre por estas fechas) y si a eso le añadimos la desnudez del territorio y el día soleado que íbamos a disfrutar podríamos decir que me planteó algunas dudas iniciales. Aunque solamente fueron eso, iniciales, ya que pronto las descarté y acepté. Íbamos a ser tres, Agustí (bou), Desi, bikero de Inca con quién había coincidido en otras ocasiones, y yo.

La ruta la había diseñado Agustí y me comentó que pasaríamos por algunos lugares en los que no había estado. Desde la gasolinera de Artà, la que está al lado del campo de fútbol, nos dirigimos hacia la entrada principal del parque frente a las casas de s'Alquería vella d'Avall por carretera y enfilamos la larga recta hacia las casas de Es Verger y es justo ahí, en las antiguas rotes, donde nace uno de los torrentes de la zona que se va cruzando con la pista en numerosas ocasiones y cuyo recorrido parece que seguimos hasta la zona de llano. Al final de la recta, en el Coll de sa Gerra y cerca de un pequeño pinar entramos en la parte más empinada de la ruta (solamente de pensar en regresar por allí me entraban temblores en los gemelos, aunque una vez ya lo hicimos) para desembocar en ses Monjoies, un amplio terreno cultivado de olivos que nos indica la cercana presencia de las casas de Albarca. Accedemos a la pista principal de acceso a éstas, giramos en dirección al mar y enseguida encontramos el ramal que nos invita a visitarlas y lo hacemos. Precioso conjunto de dos casas unidas por unos arcos carpanells actualmente es el refugio de s'Alzina y la casa dels amos es utilizada como vivienda por los cuidadores del parque.

No bajamos hacia els Horts vells por desconocimiento pero luego comprobamos que sí podríamos haberlo hecho ya que el destino final sería el mismo, la Cala de sa Font Celada, que mira que hemos estado unas cuantas veces y aún no he visto la fuente. Se trata de una cala con una arena finísima y que se adentra en la costa más de un centenar de metros gracias a la acción erosiva del Torrent des Porrassar, aunque algunos opinen que se trata del Torrent des Castellot. También se cuenta que la temperatura del agua es más baja debido al desagüe de dos fuentes cercanas directamente al mar.

De allí al Arenalet por la costa que a esas horas estaba desierto, solamente vimos a algunos que se desperezaban en la terraza del refugio. Comimos algo bajo la única sombra (artificial) de la playa mientras Agustín nos informa de por donde nos vamos a meter, parece ser que por el Camí de Mondoi (casi ná). Esa parte de ruta tiene dos tramos claramente diferenciados, la primera parte de pista dura y empinada hasta llegar al Pla de ses Bitles que nos hizo poner pie a tierra a falta de diez metros para coronar y la trialera ascendente hasta el Camí des Presos, muy exigente física y técnicamente, reservada únicamente a bikeros muy preparados.

A mí me costó llegar arriba y si hubiera sido prudente me habría ido directo hacia la salida, pero no lo fui y volvimos a bajar por s'Esquena Llarga, que no conocía. Buena bajada, sin complicaciones, muy rápida, por una pista rota de principio a fin, directos a la Caseta dets Oguers y hacia s'Arenalet otra vez, ahora ya ocupado por los bañistas. Mis compañeros, después de arreglar dos pinchazos, se tiraron al agua mientras yo estuve ocupado comiéndome un mísero sandwich que no me acababa de poder tragar ni con la ayuda de los sorbos de agua confiando en que la vuelta por el Coll d'Albarca no me pasara factura. Pero si me la pasó. Ya llegué descolgado a las casas pero al menos llegué montado aunque solamente fueron los últimos estertores, ya que al llegar a la cuesta cementada, a los pies de la antigua cantera, caí como fruta madura. No es excusa que no pudiera engranar el último piñón, el más necesario, ni que se me acabara el agua justo ahí, me había fundido ya la reserva y era imposible continuar rodando, y casi caminando. Ese último kilómetro y medio entre el Coll d'en Pelegrí y el Coll d'Albarca me sobró y eso que es una pista sencilla y con una pendiente muy suave de principio a fin. Los compañeros me esperaban en la barrera de salida muy cerca de Son Puça para recorrer los últimos metros de asfalto donde me recuperé un poco (no mucho la verdad).

Se cumplió el axioma de los pinchazos en esta ruta, pocos se libran de ellos cuando circulan por ahí aunque ayer me tocó ser la excepción ya que alguno pinchó por mí. Conocimos lugares e itinerarios nuevos y también nos dimos cuenta de los que nos faltan por descubrir por lo que las ganas de volver siguen intactas a pesar de los “contratiempos” sufridos, los tomo como parte del juego y que solamente supusieron un pequeño retraso a los compañeros, perdonable en todo caso, creo yo.

Un inciso: de todas las veces que he ido por la zona en ninguna de ellas hemos parado cerca de una fuente, que me consta que existen pero que no hemos utilizado para abrevar. Solamente ayer me fijé que manaba agua de un aljibe al lado del camino pero no quise tomar de ese flujo aunque es posible que existiera el ojo de la fuente unos metros más arriba, donde sí es seguro beberla. Sería interesante tenerlas localizadas en caso de necesidad.