Un compromiso familiar me obligaría esta semana a acortar bastante el horario habitual de la salida sabatina, a la una en casa, por eso cuando me invitaron a salir la gente de RutasTramuntana me vino perfecto ya que es el horario que suelen hacer. Las otras opciones que barajaba me hubieran impedido volver a la hora convenida. Pero como sabréis hubo durante la semana mucho movimiento de correo respecto al tema de Alaró y nadie supo nada claro hasta el mismo viernes cuando se convino en preparar las cosas con más calma y de cuerpo presente, por lo que ya pudimos centrarnos en preparar la ruta conjunta.
Invité a mis dos compañeros de fatigas que declinaron la propuesta, no así los dos hermanos, Félix y Jose, que ya nos han acompañado en alguna que otra ruta. Y de este modo nos juntamos cinco bikeros en el aparcamiento de Palmanova para dar cuenta de una ruta por las cercanías. Los anfitriones eran M.A. Arenas y su cuñado Diego, con bici nueva según dijo, y empezaron por llevarnos a recorrer el paseo de Calvià hasta Magaluf para seguir hacia Cala Falcó por el interior de la urbanización. No había vuelto a pasar por allí desde mi participación en las 4 horas del año 2006 y recorrimos el circuito desde la playa en sentido contrario al de la carrera. Volvimos a salir a la avenida principal de la urbanización por alguna de las pistas que no encontré el día que fui solo y bajamos hacia la zona de Portals vells cruzando las tres playas donde algunos bañistas se atrevían solamente a tomar el sol.
Luego nos dirigimos hacia Cala Figuera campo a través pero sin llegar abajo ya que nos desviamos hacia la pista de entrada de la zona militar que continuamos prácticamente hasta el final aprovechando para ir a merendar en lo alto del Banc d'Eivissa. Nos costó partir, ése es un sitio muy especial.
Tocaba asfalto hasta la rotonda de la autopista (tramo a pulir) y me metieron después por el torrente, por un camino estrecho muy transitado que va vadeando el cauce cada cierto tiempo. Camino casi plano excelente para dar pedales de lo lindo y quedarse sopa cada dos por tres mientras te pones las pulsaciones a tope intentando llegar montado arriba en todos los repechos. Enlazamos con la carretera que tomamos hasta el polígono de Son Bugadelles y sin entrar en él giramos a la izquierda por el último camino y al fondo, frente a una casa, a la derecha, enfilando el bosque el cual vamos bordeando cerca de los chalés provocando la escandalera de los cansinos canes (pero que cansinos, por dios) pero nosotros a lo nuestro, hemos ido a divertirnos y eso es lo que vamos a hacer, que ladren si quieren.
Otra carretera, otro poco de asfalto en bajada hasta volver a meternos por uno de los caminos laterales para bordear un gran campo de cultivo pegado a la autopista. Sendero rocoso, con altibajos, de esos que hacen trabajar a la bicicleta sin descanso pero que no quieres que se termine aunque se te va marcando en las piernas más de lo que quisieras. Aparecimos en la carretera que sube a la cantera donde me decidí a bajar un pequeño terraplén donde la verdad no las tenía todas conmigo, no veía del todo claro el aterrizaje, pero se trata de vencer el miedo escénico que produce ponerse cabeza abajo, si lo logras es pan comido.
Acabamos como empezamos, de charla por el paseo hasta los vehículos y con una extraña sensación de que me había sabido a poco pero sabiendo también que no tenía el cuerpo para muchas más florituras y que forzar en una ruta más exigente en esas condiciones era provocar una petada en toda regla casi con toda seguridad.
Invité a mis dos compañeros de fatigas que declinaron la propuesta, no así los dos hermanos, Félix y Jose, que ya nos han acompañado en alguna que otra ruta. Y de este modo nos juntamos cinco bikeros en el aparcamiento de Palmanova para dar cuenta de una ruta por las cercanías. Los anfitriones eran M.A. Arenas y su cuñado Diego, con bici nueva según dijo, y empezaron por llevarnos a recorrer el paseo de Calvià hasta Magaluf para seguir hacia Cala Falcó por el interior de la urbanización. No había vuelto a pasar por allí desde mi participación en las 4 horas del año 2006 y recorrimos el circuito desde la playa en sentido contrario al de la carrera. Volvimos a salir a la avenida principal de la urbanización por alguna de las pistas que no encontré el día que fui solo y bajamos hacia la zona de Portals vells cruzando las tres playas donde algunos bañistas se atrevían solamente a tomar el sol.
Luego nos dirigimos hacia Cala Figuera campo a través pero sin llegar abajo ya que nos desviamos hacia la pista de entrada de la zona militar que continuamos prácticamente hasta el final aprovechando para ir a merendar en lo alto del Banc d'Eivissa. Nos costó partir, ése es un sitio muy especial.
Tocaba asfalto hasta la rotonda de la autopista (tramo a pulir) y me metieron después por el torrente, por un camino estrecho muy transitado que va vadeando el cauce cada cierto tiempo. Camino casi plano excelente para dar pedales de lo lindo y quedarse sopa cada dos por tres mientras te pones las pulsaciones a tope intentando llegar montado arriba en todos los repechos. Enlazamos con la carretera que tomamos hasta el polígono de Son Bugadelles y sin entrar en él giramos a la izquierda por el último camino y al fondo, frente a una casa, a la derecha, enfilando el bosque el cual vamos bordeando cerca de los chalés provocando la escandalera de los cansinos canes (pero que cansinos, por dios) pero nosotros a lo nuestro, hemos ido a divertirnos y eso es lo que vamos a hacer, que ladren si quieren.
Otra carretera, otro poco de asfalto en bajada hasta volver a meternos por uno de los caminos laterales para bordear un gran campo de cultivo pegado a la autopista. Sendero rocoso, con altibajos, de esos que hacen trabajar a la bicicleta sin descanso pero que no quieres que se termine aunque se te va marcando en las piernas más de lo que quisieras. Aparecimos en la carretera que sube a la cantera donde me decidí a bajar un pequeño terraplén donde la verdad no las tenía todas conmigo, no veía del todo claro el aterrizaje, pero se trata de vencer el miedo escénico que produce ponerse cabeza abajo, si lo logras es pan comido.
Acabamos como empezamos, de charla por el paseo hasta los vehículos y con una extraña sensación de que me había sabido a poco pero sabiendo también que no tenía el cuerpo para muchas más florituras y que forzar en una ruta más exigente en esas condiciones era provocar una petada en toda regla casi con toda seguridad.