Después de dos semanas de ir renqueando por el mundo y unos cuantos paquetes de pañuelos más tarde parece que al fin podré ponerme de corto y salir a dar pedales aunque las apuestas no están aún al ciento por ciento. Podía elegir, tenía opciones para todos los gustos y requerimientos, la Trapa, Son Roca, Peguera o Valldemossa eran algunas de las posibilidades que tenía sobre el tapete pero como hay que mantener un orden, el primero que entra es el primero que sale, tocaba Valldemossa con los bous.
Había estado comentando el recorrido entre semana con Guiem para lograr que todas las campanillas sonaran al unísono porque quería (él), tenerlo claro desde el principio, pero precisamente el principio es lo que yo no tenía claro. Me plantearon subir por es Cairats pero el único requisito que se precisa para ese menester es tener la fuerza suficiente para poder aguantar esas pendientes y la inmensa mayoría no lo cumple, así que sugerí hacer la subida por el camí de Son Gallard, que al menos tiene piedras que sortear. Ese recorrido, a igualdad de condiciones físicas, te permite subir mucho más que el otro, pero no es sólo eso, tiene también mucho más juego, es más técnico.
Llegué un poco tarde por tener mal puesta la hora del reloj pero aún estaban allí. Me extrañó encontrar a Desi al que no veía desde el día de Aubarca (o fue en s'Arrom?), lo cierto es que hacía ya bastante de éso. Los demás, habituales del grupo, el único que desentonaba era yo, qué le vamos a hacer. Lo cierto es que sea como fuere habían decidido subir por el pla des pouet y me alegré por ello porque me daba pie a “sugerir” un cambio de ruta que propondría en el momento adecuado, antes había que llegar a sitio.
Se me hizo corto, corto y muy llevadero, aún teniendo que caminar un poco más de la cuenta, se me juntaba el nulo calentamiento y las dos semanas de parón que se resta de una condición física ya muy justa de por sí, y aún así se me hizo corto. En el pla hice una simple pregunta y la respuesta unánime fue no, entonces ya estaba todo dicho, haríamos la subida por el camí de ses Fontanelles, ciclable en toda su extensión, muy agradecido, que tiene de todo, rampas, buen piso, buenas vistas, y muy cómodo para rodar excepto en la parte final donde se nota más la bici y vas más de riñones.
Llegamos al pla dets Aritges y aparte de la moquera incesante (yo no necesito timbre) me sentía bastante bien, lo suficientemente animado como para afrontar el tramo siguiente, el resto del camí de s'Arxiduc, el tramo más espectacular, por eso hay que hacer unas cuantas paradas estratégicas para respirar ese mundo que se te abre sobre todo a tus pies. Estábamos en el top de la ruta y la idea era bajar lo máximo posible, es decir, hasta el nivel del mar, hasta s'Estaca, lo que nos quedaba era todo hacia abajo, así que protecciones acopladas y al tema.
Me sentí a gusto, cómodo y ligero en la bajada, eso me vale, no necesito más, me conformo con poco, si pude dar unas curvas sin poner pies o derrapar sin caerme me es suficiente, y así fue en toda la bajada antes y después del coll de Son Gallard. Allí hubo algunas dudas porque Miki y Xisco querían volver pronto pero les convencí de que tendrían tiempo suficiente si volvían por la ermita como creo que así sucedió aunque volvieron por carretera ya que en el fragor del descenso llegamos hasta la carretera directamente.
La bajada desde el coll con más piedras de las necesarias que hacen que debas estar muy atento pero a partir de la rejilla el sendero que tira hacia la carretera es una delicia, muy limpio y rápido se va abriendo más y más después de cruzar la pared (aún me acuerdo de lo bunkerizado que estaba ese paso) y no paramos hasta la carretera, ni me fijé en el mirador.
La pareja se fue antes de que llegaran los demás y al resto no me fue difícil convencerlos de irnos pendiente abajo por el camí de la barrera de Marina, y no lo fue porque realmente querían ir, en caso contrario no habría sido posible. Por mi parte quería volver a hacer esa bajada y me encontré más entonado que la última vez que estuve bastante torpón, como muchos habreis comprobado porque es la que hay inmortalizada en los videos de s'Estaca en esta misma página.
Comimos algo en el mirador de s'Erassa (o de sa Rassa) y sin perder mucho tiempo acabamos el descenso primero hasta la pista y después hasta el llogaret donde encontramos a bastante gente en las casas aunque con su habitual simpatía para con los visitantes con lo que, entre una cosa y otra, se hace difícil volver, y no lo digo por las cuestas que hay que superar, eso se va haciendo solo, y tras ello el relax que ya habrá tiempo después para volver a sudar un poco más en la última subida por la carretera.
Al final nos dimos un fin de fiesta en un bar de la calle principal, líquidos varios y algunas cocas de patata aunque ellos se llevaron muchas más para los postres, yo ese sábado me encontré casualmente sobre la mesa de casa una coca de anís, mira por dónde, y esa sí me la zampé rápido.
Había estado comentando el recorrido entre semana con Guiem para lograr que todas las campanillas sonaran al unísono porque quería (él), tenerlo claro desde el principio, pero precisamente el principio es lo que yo no tenía claro. Me plantearon subir por es Cairats pero el único requisito que se precisa para ese menester es tener la fuerza suficiente para poder aguantar esas pendientes y la inmensa mayoría no lo cumple, así que sugerí hacer la subida por el camí de Son Gallard, que al menos tiene piedras que sortear. Ese recorrido, a igualdad de condiciones físicas, te permite subir mucho más que el otro, pero no es sólo eso, tiene también mucho más juego, es más técnico.
Llegué un poco tarde por tener mal puesta la hora del reloj pero aún estaban allí. Me extrañó encontrar a Desi al que no veía desde el día de Aubarca (o fue en s'Arrom?), lo cierto es que hacía ya bastante de éso. Los demás, habituales del grupo, el único que desentonaba era yo, qué le vamos a hacer. Lo cierto es que sea como fuere habían decidido subir por el pla des pouet y me alegré por ello porque me daba pie a “sugerir” un cambio de ruta que propondría en el momento adecuado, antes había que llegar a sitio.
Se me hizo corto, corto y muy llevadero, aún teniendo que caminar un poco más de la cuenta, se me juntaba el nulo calentamiento y las dos semanas de parón que se resta de una condición física ya muy justa de por sí, y aún así se me hizo corto. En el pla hice una simple pregunta y la respuesta unánime fue no, entonces ya estaba todo dicho, haríamos la subida por el camí de ses Fontanelles, ciclable en toda su extensión, muy agradecido, que tiene de todo, rampas, buen piso, buenas vistas, y muy cómodo para rodar excepto en la parte final donde se nota más la bici y vas más de riñones.
Llegamos al pla dets Aritges y aparte de la moquera incesante (yo no necesito timbre) me sentía bastante bien, lo suficientemente animado como para afrontar el tramo siguiente, el resto del camí de s'Arxiduc, el tramo más espectacular, por eso hay que hacer unas cuantas paradas estratégicas para respirar ese mundo que se te abre sobre todo a tus pies. Estábamos en el top de la ruta y la idea era bajar lo máximo posible, es decir, hasta el nivel del mar, hasta s'Estaca, lo que nos quedaba era todo hacia abajo, así que protecciones acopladas y al tema.
Me sentí a gusto, cómodo y ligero en la bajada, eso me vale, no necesito más, me conformo con poco, si pude dar unas curvas sin poner pies o derrapar sin caerme me es suficiente, y así fue en toda la bajada antes y después del coll de Son Gallard. Allí hubo algunas dudas porque Miki y Xisco querían volver pronto pero les convencí de que tendrían tiempo suficiente si volvían por la ermita como creo que así sucedió aunque volvieron por carretera ya que en el fragor del descenso llegamos hasta la carretera directamente.
La bajada desde el coll con más piedras de las necesarias que hacen que debas estar muy atento pero a partir de la rejilla el sendero que tira hacia la carretera es una delicia, muy limpio y rápido se va abriendo más y más después de cruzar la pared (aún me acuerdo de lo bunkerizado que estaba ese paso) y no paramos hasta la carretera, ni me fijé en el mirador.
La pareja se fue antes de que llegaran los demás y al resto no me fue difícil convencerlos de irnos pendiente abajo por el camí de la barrera de Marina, y no lo fue porque realmente querían ir, en caso contrario no habría sido posible. Por mi parte quería volver a hacer esa bajada y me encontré más entonado que la última vez que estuve bastante torpón, como muchos habreis comprobado porque es la que hay inmortalizada en los videos de s'Estaca en esta misma página.
Comimos algo en el mirador de s'Erassa (o de sa Rassa) y sin perder mucho tiempo acabamos el descenso primero hasta la pista y después hasta el llogaret donde encontramos a bastante gente en las casas aunque con su habitual simpatía para con los visitantes con lo que, entre una cosa y otra, se hace difícil volver, y no lo digo por las cuestas que hay que superar, eso se va haciendo solo, y tras ello el relax que ya habrá tiempo después para volver a sudar un poco más en la última subida por la carretera.
Al final nos dimos un fin de fiesta en un bar de la calle principal, líquidos varios y algunas cocas de patata aunque ellos se llevaron muchas más para los postres, yo ese sábado me encontré casualmente sobre la mesa de casa una coca de anís, mira por dónde, y esa sí me la zampé rápido.