Quién más quién menos tiene marcados ciertos días en el calendario con una chincheta virtual pero esta vez la cosa ha sido literal, se ha celebrado la 1ª chinchetada en Establiments, casi una puesta de largo de un nuevo grupo, Chincheta mtb. Hace ya unos meses que se empezó a fraguar la idea de montar una quedada por parte de Mateo y a la que ha ido dando forma y color seguramente con la idea de ampliar al máximo el espectro de participación y dar cabida a gente menos acostumbrada a esfuerzos más prolongados, de ahí la alta participación de vecinos del pueblo. Yo no conocía al detalle esta información pero así y todo hay que tomárselo con cierto aire festivo desde el principio.
Ya desde unos días antes había quedado en unirme al grupo de los MIR que se reúnen en el taller para empezar a calentar motores. Raro en mí pasé tarde por allí y no estaban y ni siquiera se les veía y eso que hay un kilómetro recto de carril bici a la vista y aún así los cogí en el Parc de sa Riera. Íbamos al Decathlon a recoger a otros y reunirnos con otros grupos que por allí se congregan, me cambio de bando y llego con los bous a la leñera donde el pelotón empieza a ser ya muy numeroso, tanto que querer saludar a todos los conocidos es tarea harto complicada, así que desisto y ya nos iremos viendo por el camino.
Saludos, tirones de orejas, fotos y apretones varios con amigos y conocidos antes del sús inicial para empezar a corretear por distintos callejones de la barriada donde empezamos a comprobar que ha habido bastante curro por parte de los organizadores, éso nos tranquiliza y nos permite rodar con total relajación, solamente pendientes de no estamparte con el de delante.
La gente suspira aliviada cuando volvemos a la carretera viendo territorio conocido y nos dirigimos hacia Bunyolí donde me llevé una sorpresa al entrar por la barrera, no sabía de ese detalle, pero no suponía tampoco problema alguno, al contrario, empezábamos bien pero pasó lo que tenía que pasar, con embotellamientos en cualquier repecho y donde había que hacer filigranas para poder pasar montado y de hecho no lo conseguí por poco, tropezando con uno casi en la barrera. Hay que aprovechar estos momentos divertidos, ésto en una ruta de las normales no pasa.
Me entero arriba de la ruta, volvemos abajo por la trialera. Le llaman trialera pero de trialera tiene poco, te tiras para abajo sin mucho miramiento y a lo que te dé tu bici y tus reflejos, y además el resto de bajada por la pista lateral aún más peligrosa si cabe, con más pendiente y mayor velocidad.
Ahora iba a empezar lo nuevo pero tampoco era por donde me imaginaba. Yo había recorrido parte de esos caminos pero en dirección al Verger sin encontrar salida y tampoco era por ahí por donde quería llevarnos Mateo ya que a las primeras de cambio nos metemos por una pista lateral donde me avisaron de que venían “unas rampitas”. No las vi, debía ir despistado. La pista acababa sin llegar a sitio conocido, es más, después de cruzar un sembrado no conseguía ponerle nombre al lugar ni al enorme caserón que teníamos delante, realmente se trata de una situación bastante extraña y no fue la única situación en que sucedió. Era Sarrià, pero solamente el cambiar de perspectiva trastoca completamente lo que crees que sabes.
El siguiente paso sí que lo adiviné, la barrera de s'Hort de Sarrià estaba abierta y pudimos cruzar la finca sin problemas aunque no por el mismo sitio que lo hice yo entrando sin permiso, creo que esta vez pasamos por Sarrià nou y en el cruce de la carretera el mismo personaje que nos íbamos encontrando en los puntos clave, hasta había cortado la circulación para poder salir sin problemas. No estuvimos mucho rodando por el asfalto, enseguida nos metimos por algún camino lateral y pudimos conocer otros rincones escondidos de la barriada.
Éramos un buen pelotón, iba yo con Guiem y hablando hablando llegamos al cruce de Sarrià y tuvimos dudas, no vimos señales, aún así tiramos hacia Palma. Incomprensiblemente la gente había desaparecido y en el cruce del camí del Forn de Vidre nos paramos sin saber por dónde tirar; dudamos y tras unos minutos decidimos volver atrás cuando vemos aparecer a unos cuantos aunque en nuestra misma situación y así todos los que iban llegando. El hambre apretaba y decidimos irnos hacia Son Mayol directamente pero al llegar a la carretera vemos las flechas otra vez que nos indican dirección Muntant y allí en la plazoleta había un nutrido pelotón y unas barreras abiertas (de Son Morlà, creo) con otro recorrido sorpresa. Se trataba de coronar un pequeño puig y volver a salir por donde habíamos entrado, pues ni corto ni perezoso nos encaminamos a ello.
Atravesamos la finca y afrontamos la subida más difícil del día que tuve que superar a base de tesón por no querer cambiar de plato y sorteando a los que subían a pie, doble trabajo. Prueba conseguida y me merezco el siguiente descenso aunque sea pistero. A media bajada me encuentro a dos pobleros con problemas, necesitan una herramienta específica y no se la puedo ofrecer pero Toni Abrines tiene la solución y resuelven la avería rápidamente. Yo me voy abajo a avisar al resto del grupo poblero de la incidencia y me los encuentro en una tesitura parecida, y más adelante otros también en la misma postura de sumisión. Parece que la bajadita hizo estragos en las gomas.
Yo iba pasando de problema en problema y mientras el resto de peña que venía detrás nos iba superando y así llegó un momento que fuimos los últimos, y los últimos llegamos al berenar, y tan últimos que ya no quedaba nada para comer excepto un cruasanito que aún conservaba el envoltorio (no me atreví a comerme unas rebanadas de pan que estaban tiradas por la mesa) y éso fue lo único sólido que pude llevarme a la boca.
Unas cañas de cerveza refrescaron mi ánimo, pasamos el sorteo y empezaron las despedidas, yo no quería llegar muy tarde pero aún así volví a salir con los MIR en el último tren. Íbamos a buen ritmo pero el grupo se dividió debido a una avería y los tuve que dejar para volver solo a casa.
A posteriori y consultando la traza me he dado cuenta de que ya había hecho la última bajada, al menos parte de ella, en otra ocasión pero saliendo también por un sitio distinto y tampoco me dí cuenta de ello. Es de resaltar lo diferente que se ven las cosas, la percepción de lo que uno ve, en ocasiones distintas aunque haciendo, en apariencia, lo mismo. He necesitado la pantalla para ubicar correctamente todos los puntos de la ruta y darles un sentido, una continuidad.
Hay que felicitar al organizador por tomarse siquiera la molestia de querer hacerlo y a todos los que la han hecho posible y han contribuido también con su pequeña chincheta.
Ya desde unos días antes había quedado en unirme al grupo de los MIR que se reúnen en el taller para empezar a calentar motores. Raro en mí pasé tarde por allí y no estaban y ni siquiera se les veía y eso que hay un kilómetro recto de carril bici a la vista y aún así los cogí en el Parc de sa Riera. Íbamos al Decathlon a recoger a otros y reunirnos con otros grupos que por allí se congregan, me cambio de bando y llego con los bous a la leñera donde el pelotón empieza a ser ya muy numeroso, tanto que querer saludar a todos los conocidos es tarea harto complicada, así que desisto y ya nos iremos viendo por el camino.
Saludos, tirones de orejas, fotos y apretones varios con amigos y conocidos antes del sús inicial para empezar a corretear por distintos callejones de la barriada donde empezamos a comprobar que ha habido bastante curro por parte de los organizadores, éso nos tranquiliza y nos permite rodar con total relajación, solamente pendientes de no estamparte con el de delante.
La gente suspira aliviada cuando volvemos a la carretera viendo territorio conocido y nos dirigimos hacia Bunyolí donde me llevé una sorpresa al entrar por la barrera, no sabía de ese detalle, pero no suponía tampoco problema alguno, al contrario, empezábamos bien pero pasó lo que tenía que pasar, con embotellamientos en cualquier repecho y donde había que hacer filigranas para poder pasar montado y de hecho no lo conseguí por poco, tropezando con uno casi en la barrera. Hay que aprovechar estos momentos divertidos, ésto en una ruta de las normales no pasa.
Me entero arriba de la ruta, volvemos abajo por la trialera. Le llaman trialera pero de trialera tiene poco, te tiras para abajo sin mucho miramiento y a lo que te dé tu bici y tus reflejos, y además el resto de bajada por la pista lateral aún más peligrosa si cabe, con más pendiente y mayor velocidad.
Ahora iba a empezar lo nuevo pero tampoco era por donde me imaginaba. Yo había recorrido parte de esos caminos pero en dirección al Verger sin encontrar salida y tampoco era por ahí por donde quería llevarnos Mateo ya que a las primeras de cambio nos metemos por una pista lateral donde me avisaron de que venían “unas rampitas”. No las vi, debía ir despistado. La pista acababa sin llegar a sitio conocido, es más, después de cruzar un sembrado no conseguía ponerle nombre al lugar ni al enorme caserón que teníamos delante, realmente se trata de una situación bastante extraña y no fue la única situación en que sucedió. Era Sarrià, pero solamente el cambiar de perspectiva trastoca completamente lo que crees que sabes.
El siguiente paso sí que lo adiviné, la barrera de s'Hort de Sarrià estaba abierta y pudimos cruzar la finca sin problemas aunque no por el mismo sitio que lo hice yo entrando sin permiso, creo que esta vez pasamos por Sarrià nou y en el cruce de la carretera el mismo personaje que nos íbamos encontrando en los puntos clave, hasta había cortado la circulación para poder salir sin problemas. No estuvimos mucho rodando por el asfalto, enseguida nos metimos por algún camino lateral y pudimos conocer otros rincones escondidos de la barriada.
Éramos un buen pelotón, iba yo con Guiem y hablando hablando llegamos al cruce de Sarrià y tuvimos dudas, no vimos señales, aún así tiramos hacia Palma. Incomprensiblemente la gente había desaparecido y en el cruce del camí del Forn de Vidre nos paramos sin saber por dónde tirar; dudamos y tras unos minutos decidimos volver atrás cuando vemos aparecer a unos cuantos aunque en nuestra misma situación y así todos los que iban llegando. El hambre apretaba y decidimos irnos hacia Son Mayol directamente pero al llegar a la carretera vemos las flechas otra vez que nos indican dirección Muntant y allí en la plazoleta había un nutrido pelotón y unas barreras abiertas (de Son Morlà, creo) con otro recorrido sorpresa. Se trataba de coronar un pequeño puig y volver a salir por donde habíamos entrado, pues ni corto ni perezoso nos encaminamos a ello.
Atravesamos la finca y afrontamos la subida más difícil del día que tuve que superar a base de tesón por no querer cambiar de plato y sorteando a los que subían a pie, doble trabajo. Prueba conseguida y me merezco el siguiente descenso aunque sea pistero. A media bajada me encuentro a dos pobleros con problemas, necesitan una herramienta específica y no se la puedo ofrecer pero Toni Abrines tiene la solución y resuelven la avería rápidamente. Yo me voy abajo a avisar al resto del grupo poblero de la incidencia y me los encuentro en una tesitura parecida, y más adelante otros también en la misma postura de sumisión. Parece que la bajadita hizo estragos en las gomas.
Yo iba pasando de problema en problema y mientras el resto de peña que venía detrás nos iba superando y así llegó un momento que fuimos los últimos, y los últimos llegamos al berenar, y tan últimos que ya no quedaba nada para comer excepto un cruasanito que aún conservaba el envoltorio (no me atreví a comerme unas rebanadas de pan que estaban tiradas por la mesa) y éso fue lo único sólido que pude llevarme a la boca.
Unas cañas de cerveza refrescaron mi ánimo, pasamos el sorteo y empezaron las despedidas, yo no quería llegar muy tarde pero aún así volví a salir con los MIR en el último tren. Íbamos a buen ritmo pero el grupo se dividió debido a una avería y los tuve que dejar para volver solo a casa.
A posteriori y consultando la traza me he dado cuenta de que ya había hecho la última bajada, al menos parte de ella, en otra ocasión pero saliendo también por un sitio distinto y tampoco me dí cuenta de ello. Es de resaltar lo diferente que se ven las cosas, la percepción de lo que uno ve, en ocasiones distintas aunque haciendo, en apariencia, lo mismo. He necesitado la pantalla para ubicar correctamente todos los puntos de la ruta y darles un sentido, una continuidad.
Hay que felicitar al organizador por tomarse siquiera la molestia de querer hacerlo y a todos los que la han hecho posible y han contribuido también con su pequeña chincheta.