Zona militar

Como primera del año no las tenía todas conmigo tras la semanita de moqueo y malestar sufrida así que no pensaba en grandes bravatas sino en montarme una ruta digamos de transición, de las de ni mucho ni poco, ni muy alto ni muy bajo. Carlos se apuntó y lo que me valía para mí valdría para él. El siguiente paso sería buscar acompañantes que cumplieran tales condiciones y me pareció encontrarlos en los MIR; según me contaron harían una ruta por Calvià, zona militar y aledaños. Resultaba que los bous también estarían por allí pero saliendo hora y media antes, cosa que logísticamente no me iba bien, pero como Carlos no me había confirmado lo de Calvià quedé con él en la tienda de Emilio y ante la disyuntiva de irnos solos o salir con el grupo se ha animado y nos hemos ido con ellos.

En el aparcamiento hemos contado veintiuno entre locales y resto de peña, David, el sherpa, tenía preparada una ruta de la que no sabía casi nada aunque sí había estado por allí, tanto por el circuito de Cala Falcó como por la zona militar. Como primer objetivo llegaríamos a Cala Viñas con muy vagos recuerdos en mi memoria. En la transición entre esta cala y Cala Falcó hemos topado con los bous los cuales se han unido a nosotros para pedalear por esa zona virgen que aún perdura entre urbanización y urbanización despidiéndonos poco después, ellos se iban antes y a nosotros aún nos quedaba bastante ruta por delante.

Desde allí a otra cala cercana con su correspondiente pista de subida en malas condiciones. Esta era una de aquellas que tenía pendiente al revisar los mapas después de una salida en solitario que hice por la zona, ahora, al ir con guía todo es más directo. Derecha, izquierda, abajo y ya estás, fácil.

Habíamos llegado a la calle principal de la urbanización Sol de Mallorca, la cual hemos seguido para ir a bajar a la siguiente cala donde hemos tenido la primera reparación del día, pinchazo de Carlos, que ha dado una lección práctica de cambio de cámara a unos chavales moteros que por allí se encontraban y se han acercado a aprender de los más veteranos.

Cruzamos las calas de Portals Vells con foto de grupo incluida y salimos del asfalto para enfilar hacia Cala Figuera, un sitio estupendo para practicar el mtb, un rápido sendero donde las máquinas sobrevuelan las piedras de la zona con varios puntos interesantes solamente profanados por los más decididos. Desde la playa volvemos hacia arriba para volver a encontrar la carretera principal y desviarnos hacia la zona militar llegando hasta el borde del acantilado con parada en el club de tiro incluida aprovechada para actividades varias según las necesidades de cada cual.

Una vez recuperada la compostura emprendemos la marcha en dirección al faro, o sea, regresamos de donde venimos. El tramo es largo y hay que posicionarse bien para no quedar encajonado por gente más lenta que tú ya que la senda es estrecha y no se encuentra hueco fácilmente, pero, como dice la máxima, “dame hueco, que habiendo hueco ya veré, pero tú dame hueco, dámelo, que ya iré yo”.

Solamente aprovechando parones y caídas se puede ir progresando en la fila que además era bastante larga. De esta guisa he llegado a estar delante con todo el hueco para mí y he llegado el primero a la torre (más bien media torre) aunque hubiera jurado que había alguien por delante. Un par de caídas de Emilio han hecho mella en su codo que al pasar del tiempo parecía que iba a más, a ver si la tendencia ha variado hoy domingo.

Desde la torre salimos un grupito los últimos y quedamos descolgados sin llegar a ver al resto hasta que nos esperaron después de recibir una llamada nuestra de auxilio. Habían continuado por la pista sin desviarse, cosa que me extrañó un poco porque es bastante larga y es posible que exista alternativa fuera del asfalto. Al llegar a la carretera debíamos tomar una decisión viendo la hora que era y decidimos continuar, nuestro próximo reto eran los túneles, nunca había bajado, nos colocamos los que no llevábamos luces entre los que sí llevaban e hicimos creo que el largo entre risas y gritos de los más alborotadores y sin más mención que alguna rozada por las paredes por parte de alguno.

Nos dirigimos al salir hacia la barrera que enfila hacia Santa Ponsa pero cual es mi sorpresa cuando no la sorteamos sino que giramos a la derecha por un camino ancho que discurre pararelo a la pared durante varios kilómetros. Pica un poco hacia arriba y también nos entró el pique a nosotros también, nadie quería parar y quién más quién menos daba todo lo que podía.

De vuelta a la urbanización vemos que ha pasado ya una hora y tenemos el tiempo justo para volver a Palma y llegar a tiempo a mi compromiso, puede que parte del grupo vuelva por donde hemos pasado antes pero no, todos prefieren acortar por el asfalto y al llegar la cuesta abajo todos vamos enfilados pero ya a la vista de Magaluf veo al grupo parado con un coche enmedio de la calzada, ostión seguro, y busco a alguno por los suelos, finalmente veo que están rodeando a Nuel que aparentemente no tiene nada roto, no se queja y está semiincorporado. Me voy enterando de la movida, la chica se ha cruzado sin verlo, prácticamente lo ha visto cuando volaba sobre el capó, el coche parece en peor estado que el ciclista y éso es bueno, en cambio la bici tiene el cuadro y las ruedas abolladas. No puedo esperar más y me marcho junto con los que tienen compromisos ineludibles quedando el resto con él cruzándonos con la ambulancia que ya llega.

Toda la ruta ha desaparecido de repente tras el impacto y la prioridad es la salud del compañero pero verle consciente y sin roturas aparentes (tampoco hay sangre) tranquiliza mucho pero la desazón no ha desaparecido casi del todo hasta que me ha confirmado él mismo esta mañana que sólo sufre un “ligero esguince de codo” según sus propias palabras.

Por lo que pude ver se trató de un accidente como tal, no hubo negligencia por parte de nadie, entiendo (porque ella así lo dijo) que la conductora al ver a varios ciclistas bajando por la cuesta se fijó inconscientemente en los más lejanos y no vió a los más cercanos, posiblemente si hubiera sido una moto hubiera pasado lo mismo, muchas veces “no ver” no es un acto negligente, puede haber muchos y variados motivos, por éso creo que el que más atención debe poner en su seguridad es el ciclista o el motero, si no te ven a veces estando delante imagínate si estás detrás o por los costados y te han de ver por los retrovisores. Ésa fue una de las razones por las que las motos deben llevar la luminaria encendida siempre y quizás sería buena idea que las bicis también lo hicieran.

La parte del debate centrada en las conductas verdaderamente negligentes de ciertos conductores la dejaremos para otra ocasión pero tampoco debemos conformarnos pensando que esta vez al menos no ha pasado nada grave.