Cojí el último papelito que dibujé en una cuartilla y lo memorizé, rellené la mochila de agua y algunas viandas, aceité un poco la cadena, apreté los cordones de las zapatillas y poca cosa más, ahora ya solo quedaba poner de mi parte para completar el guión del sábado. El otro actor invitado es Juan que me pide un poco de cordura en las rutas, yo no se la puedo asegurar si ni siquiera sé donde voy, lo único que tengo apuntado en la cuartilla es “caseta des pinar”, un topónimo que nunca he utilizado y tampoco recuerdo haberla visto al pasar por allí, en un principio nos va a servir para situarnos en el lugar adecuado, pero no adelantemos acontecimientos, vayamos por partes.
La parte 1 es la que discurre por el Paseo Marítimo circulando por su ya longevo carril bici, ese que te deja tirado cuando llegas al Club de Mar, cierto que tampoco vamos mucho más lejos ya que en Can Barbarà nos metemos por el torrente para circular a continuación por el bosque de Bellver hasta la salida de la urbanización y es en esa ridícula bajada donde nos perdemos de vista, no me ve salir por el paso peatonal y sigue recto por el interior, diez minutos más tarde nos reencontramos en la rotonda de los militares.
Toca subir al monumento y lo hacemos por la entrada larga en lugar de la directa solo para variar un poco las rutinas. Como no llevamos vehículo motorizado no tenemos ningún problema para pasar entre los numerosos coches allí aparcados, a este paso el del restaurante tendrá que poner una lanzadera para subir los clientes desde abajo, si es que abre a alguna hora.
Estamos a punto de partir cuando nos pasa por delante un chaval con una bici cuando menos cutre pero no para y lo vemos hacer eses subiendo la cuesta asfaltada, no le auguro nada bueno. Juan decía que subiría la siguiente rampa de tierra pero yo sostuve lo contrario, y no me equivoqué, y me corroboró mi primera impresión ver el casete de piñones al pasar junto a él, no tenía el rango necesario, ni piernas tampoco.
Nuestro ritmo no es que fuera precisamente alegre, la retahíla de quejidos del compañero es casi infinita y tampoco es cuestión de dejarle que se explaye en solitario y así, entre esperas y saludos a la peña recogedora y correteadora de montes, fuimos avanzando a lo largo del trayecto hasta el coll des Pastors donde como algo mientras espero a Juan que llega al poco pero también el chaval de la bici cutre, si le llega a pillar es que me parto. Los que sí llegaron fueron un grupito de unos cuantos con los que no llegamos a intimar demasiado porque para eso habría que haberse saludado antes, me parece a mí, y no fue el caso.
Estamos repuestos, el chaval ha pasado y tampoco ha parado aquí, diesel total; el grupito ya se ha ido contándose batallitas y el del canuto de maría aprovecha sus efectos terapéuticos y también se ha largado, solamente faltamos nosotros, y a eso nos ponemos enfilando pista abajo. Nuestro objetivo es la ya mentada Caseta des Pinar y hay que encontrarla, lo único que hay que hacer es estar un poco atentos cuando lleguemos a Vilarrassa. Vale pues, hacemos toda la pista hasta el cruce de Costa d'en Blanes y no hemos visto nada y eso que vamos circulando por el centro del cortafuego y está muy despejado pero es un poco un argumento de doble filo ya que se puede haber alterado el inicio del camino y a su vez no verlo al empezar desde bastantes metros más adentro.
Vuelta atrás nos pareció reconocerla en unos restos de paredes sin rastro de cubierta, una ruina total, casi lo único que queda de ella es el nombre. Un poco más allá vimos el inicio de un camino que se adentraba en el bosque y por ahí nos metimos. La pista no dura mucho y acaba en los lomos de algún pico de la zona donde según los mapas debería existir un sendero que se lanzaría vertiente abajo hasta empalmar con otro ramal que también nacería desde la pista de la carena pero pronto debemos abandonarlo ya que, como comprobamos a los pocos minutos, el itinerario no es nada evidente y muy inapropiado para transportar una bici y tampoco tiene visos de mejora así que desistimos.
Reaparecemos en la pista principal justo cuando pasan por delante una representación de los Trabucats (o quizás son los que han sobrevivido a la debacle?) y recorremos tras ellos un largo tramo pero sin dejar de prestar atención a cualquier indicio que nos indique, valga la redundancia, la existencia de un camino practicable. Volvemos a llegar adonde hemos visto antes el hito y decidimos probar suerte encontrando tras las primeras matas un estupendo camino de carro que nos va sumergiendo en un profundo y húmedo bosque. Está al lado mismo del camino pero no supone ningún peligro la enorme boca que aparece de repente por donde se atisba una aún más enorme cavidad salpicada de árboles en su interior y sin ninguna posibilidad de acceder sin material de escalada, intentamos unas fotografías y seguimos.
Presumo que no se puede mantener por mucho tiempo la actual estructura del camino pero solo espero que la continuación sea igual de divertida que la que la precede. Y no me ha decepcionado, pese a estar muy invadida por la vegetación hay tramos donde está muy pisado y te enganchas poco, tampoco ves el suelo pero no hay ninguna trampa oculta a considerar. Llega un punto en que se intuye ya una mayor inclinación pero sigue siendo ciclable aún a pesar de tener que lidiar con el paso de dos árboles caídos justo encima de la senda. La apertura del terreno me da la gran satisfacción de encontrar un camino de carro muy elaborado pero desgraciadamente en unas condiciones pésimas, evidentemente fruto del desuso y la falta de mantenimiento aunque eso no será motivo suficiente como para que no pueda disfrutarlo como se merece. Llegamos al cruce de caminos que tenía señalado en el croquis con la sorpresa de que aún estamos bastante arriba y podemos disfrutar de un buen tramo de bajada rápida hasta la barrera de Costa d'en Blanes. Aquí Juan quiere volver lo antes posible y se hace el remolón en cuanto intento atraerlo al trayecto de la pista de tenis y no me secunda lo que me obligó a cruzar el túnel solo y en completa oscuridad y además llegué a Portals después que él pero eso fue porque lo esperé detrás de la pista y hasta volví atrás a buscarle mientras que él ya bajaba hacia la salida de la urbanización, así que me tocó volver solo hasta Palma ya que no conseguí pillarle hasta Can Pere Antoni.
Aunque las opiniones son dispares sí que considero que ha sido una muy buena ruta, perfecta para una mañana de sábado tan estupenda como tuvimos, una justa recompensa para el trabajo anterior realizado y que además puede ser mayor si observamos con atención los alrededores, cosa que no hice en ese momento concentrado como iba con la vista fija en el suelo, en la próxima visita la completaré como es debido.
La parte 1 es la que discurre por el Paseo Marítimo circulando por su ya longevo carril bici, ese que te deja tirado cuando llegas al Club de Mar, cierto que tampoco vamos mucho más lejos ya que en Can Barbarà nos metemos por el torrente para circular a continuación por el bosque de Bellver hasta la salida de la urbanización y es en esa ridícula bajada donde nos perdemos de vista, no me ve salir por el paso peatonal y sigue recto por el interior, diez minutos más tarde nos reencontramos en la rotonda de los militares.
Toca subir al monumento y lo hacemos por la entrada larga en lugar de la directa solo para variar un poco las rutinas. Como no llevamos vehículo motorizado no tenemos ningún problema para pasar entre los numerosos coches allí aparcados, a este paso el del restaurante tendrá que poner una lanzadera para subir los clientes desde abajo, si es que abre a alguna hora.
Estamos a punto de partir cuando nos pasa por delante un chaval con una bici cuando menos cutre pero no para y lo vemos hacer eses subiendo la cuesta asfaltada, no le auguro nada bueno. Juan decía que subiría la siguiente rampa de tierra pero yo sostuve lo contrario, y no me equivoqué, y me corroboró mi primera impresión ver el casete de piñones al pasar junto a él, no tenía el rango necesario, ni piernas tampoco.
Nuestro ritmo no es que fuera precisamente alegre, la retahíla de quejidos del compañero es casi infinita y tampoco es cuestión de dejarle que se explaye en solitario y así, entre esperas y saludos a la peña recogedora y correteadora de montes, fuimos avanzando a lo largo del trayecto hasta el coll des Pastors donde como algo mientras espero a Juan que llega al poco pero también el chaval de la bici cutre, si le llega a pillar es que me parto. Los que sí llegaron fueron un grupito de unos cuantos con los que no llegamos a intimar demasiado porque para eso habría que haberse saludado antes, me parece a mí, y no fue el caso.
Estamos repuestos, el chaval ha pasado y tampoco ha parado aquí, diesel total; el grupito ya se ha ido contándose batallitas y el del canuto de maría aprovecha sus efectos terapéuticos y también se ha largado, solamente faltamos nosotros, y a eso nos ponemos enfilando pista abajo. Nuestro objetivo es la ya mentada Caseta des Pinar y hay que encontrarla, lo único que hay que hacer es estar un poco atentos cuando lleguemos a Vilarrassa. Vale pues, hacemos toda la pista hasta el cruce de Costa d'en Blanes y no hemos visto nada y eso que vamos circulando por el centro del cortafuego y está muy despejado pero es un poco un argumento de doble filo ya que se puede haber alterado el inicio del camino y a su vez no verlo al empezar desde bastantes metros más adentro.
Vuelta atrás nos pareció reconocerla en unos restos de paredes sin rastro de cubierta, una ruina total, casi lo único que queda de ella es el nombre. Un poco más allá vimos el inicio de un camino que se adentraba en el bosque y por ahí nos metimos. La pista no dura mucho y acaba en los lomos de algún pico de la zona donde según los mapas debería existir un sendero que se lanzaría vertiente abajo hasta empalmar con otro ramal que también nacería desde la pista de la carena pero pronto debemos abandonarlo ya que, como comprobamos a los pocos minutos, el itinerario no es nada evidente y muy inapropiado para transportar una bici y tampoco tiene visos de mejora así que desistimos.
Reaparecemos en la pista principal justo cuando pasan por delante una representación de los Trabucats (o quizás son los que han sobrevivido a la debacle?) y recorremos tras ellos un largo tramo pero sin dejar de prestar atención a cualquier indicio que nos indique, valga la redundancia, la existencia de un camino practicable. Volvemos a llegar adonde hemos visto antes el hito y decidimos probar suerte encontrando tras las primeras matas un estupendo camino de carro que nos va sumergiendo en un profundo y húmedo bosque. Está al lado mismo del camino pero no supone ningún peligro la enorme boca que aparece de repente por donde se atisba una aún más enorme cavidad salpicada de árboles en su interior y sin ninguna posibilidad de acceder sin material de escalada, intentamos unas fotografías y seguimos.
Presumo que no se puede mantener por mucho tiempo la actual estructura del camino pero solo espero que la continuación sea igual de divertida que la que la precede. Y no me ha decepcionado, pese a estar muy invadida por la vegetación hay tramos donde está muy pisado y te enganchas poco, tampoco ves el suelo pero no hay ninguna trampa oculta a considerar. Llega un punto en que se intuye ya una mayor inclinación pero sigue siendo ciclable aún a pesar de tener que lidiar con el paso de dos árboles caídos justo encima de la senda. La apertura del terreno me da la gran satisfacción de encontrar un camino de carro muy elaborado pero desgraciadamente en unas condiciones pésimas, evidentemente fruto del desuso y la falta de mantenimiento aunque eso no será motivo suficiente como para que no pueda disfrutarlo como se merece. Llegamos al cruce de caminos que tenía señalado en el croquis con la sorpresa de que aún estamos bastante arriba y podemos disfrutar de un buen tramo de bajada rápida hasta la barrera de Costa d'en Blanes. Aquí Juan quiere volver lo antes posible y se hace el remolón en cuanto intento atraerlo al trayecto de la pista de tenis y no me secunda lo que me obligó a cruzar el túnel solo y en completa oscuridad y además llegué a Portals después que él pero eso fue porque lo esperé detrás de la pista y hasta volví atrás a buscarle mientras que él ya bajaba hacia la salida de la urbanización, así que me tocó volver solo hasta Palma ya que no conseguí pillarle hasta Can Pere Antoni.
Aunque las opiniones son dispares sí que considero que ha sido una muy buena ruta, perfecta para una mañana de sábado tan estupenda como tuvimos, una justa recompensa para el trabajo anterior realizado y que además puede ser mayor si observamos con atención los alrededores, cosa que no hice en ese momento concentrado como iba con la vista fija en el suelo, en la próxima visita la completaré como es debido.
1 comentario :
Jorge Morcibikers: hola, creó que la bajada que hiciste, es la misma que yo investigue días atrás, empezaba muy bien, pero en el tramo intermedio se convierte en un infierno y es una pena porque si estuviese más limpia , sería una bajada muy completa .
Me imaginó que la bajada es la que acaba en la calle san Tomás , al lado de las pistas de tenis .
Un saludo.
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