Sea por desgana, por pereza o por falta de ideas la cuestión es que esta es una crónica atípica en los 10 años de existencia de pedalades ya que el narrador no es Kapax sino un servidor, Terròs en Internet. Y es que a mi petición aceptada por parte de Kapax de servirme de guía hasta la cima de la Mola de Planícia y vuelta abajo se me impuso una condición: escribir la crónica. Y la acepté con ganas, pero con unas ciertas dudas ya que, para alguien no avezado a escribir, es un reto. Espero estar a la altura... aunque eso lo juzgará quién lea estas líneas, así que allá vamos.
A las 8,30 de la mañana encuentro en la Granja d’Esporles. Kapax llega no solamente puntual, sino con un par de minutos de antelación. Llega solo, ya que por lo visto Juan, consciente de adonde queríamos ir, no ha querido sumarse alegando motivos varios. Él sabrá… lo que sí es cierto es que los demás llegan con cierto retraso. Así que charla sobre los diferentes caminos de la zona hasta que llegan Danox y un invitado hasta la hora desconocido, Greg, un francés afincado en la isla desde hace dos años que nos sorprende por su montura. No solamente porque sea una RockRider que hace joven a la de Kapax, ni porque estuviera equipada con un sillín-taburete, sino porque lleva unos neumáticos de 1’60 de balón y, ATENCIÓN, sin tacos. Ante la directa interpelación de Kapax “Ón vas amb això???” nos explica en perfecto castellano que recientemente ha realizado con “això” el Camí de Cavalls sin ningún problema aparte de un pinchazo. Así que ya está todo dicho: montamos y nos dirigimos hacia el camino de sa Campaneta por el soberbio Vall de Superna. Que vale, que sí, que es asfalto, pero es un lugar espléndido.
Llegada al desvío de sa comuna donde hay que realizar una parada para aligerar ropa, y es que las previsiones de mal tiempo que durante toda la semana hacían peligrar la salida han resultado completamente erróneas, ya que hemos disfrutado de un día espectacular para la práctica de nuestro deporte. Subida a ritmo regular (demasido lento para Kapax…) y nueva parada tras atravesar las barreras para contemplar las vistas sobre Puigpunyent y, a lo lejos, como bien apuntó Greg, na Bauçana. Y es que se ve que durante estos dos años viviendo en nuestra isla no ha perdido el tiempo y conoce bastante de la Serra. Y, lo que es más, la sabe apreciar mejor que muchos locales.
Seguimos por el camino hasta llegar al desvío hacia el Coll d’Estellencs. Aquí hemos seguido por el empedrado ya que quien escribe estas líneas iba en cabeza y no tenía idea que se puede salvar ciclando por los marges. Superado este tramo toca primer trozo de bicipateo intermitente provocado en ocasiones más por la impericia de los bikers que por otra cosa, aunque pasado el Coll la pendiente ha puesto a cada uno en su sitio según su estado físico. O sea, a casi todos con los pies en el suelo en un momento u otro.
Seguimos circulando sin más novedad que algunas explicaciones sobre los elementos de la Pedra en Sec a nuestro invitado francés hasta atravesar el portillo que da incio a la rápida bajada que empalma con la pista de s’Aujub des Cristians y que deja unas excelentes vistas sobre la zona de Banyalbufar. Allez. Pertrechados con las protecciones (los que llevábamos) hemos iniciado el descenso, con muy buenas sensaciones en lo que a mí respeta y también para los demás (creo). Aquí supongo que habrá sido donde Greg más ha podido disfrutar bajando ya que el camino está muy limpio de piedras y la falta de balón no tiene porque ser ningún contratiempo mayor. La falta de tacos sobre la hojarasca imagino que es otro cantar… pero qué sensaciones le ha provocado debería explicarlo él. El hecho es que nos hemos encontrado todos enteros y con una sonrisa en el cruce de caminos. A partir de aquí, Kapax se ha puesto al frente y, ante nuestra presión por ajustar el timing a nuestros compromisos familiares ha decidido que lo mejor era subir por es Pas de sa Mola. Y aquí debo hacer un punto y aparte en la crónica, mientras Greg se come su enorme baguette ante la atónita mirada de un Kapax que, como manda la tradición, planeaba berenar en los aujubs.
El auge de este deporte hace que mucha gente se haya comprado una bicicleta y haya tirado para el monte. Yo mismo, sin ir más lejos. Una parte (importante) de la gente que monta por la montaña busca rodar y rodar, sin querer poner pie a tierra en ningún momento. Otros sencillamente buscan la adrenalina que deja una buena bajada sin importar por qué parajes transcurra la ruta. Otros, entre los que me incluyo, salimos de excursión con la bicicleta y tenemos muy en mente que, en algunos tramos, hay que patear. Por supuesto que muchos factores influyen en el pateo aparte del terreno: el estado de forma, la bicicleta, el manejo que se tenga de ella… pero sí o sí, en algún momento, en algún lugar, habrá que patear. Y cuando eso sucede de nada sirve el lamentarse, sino que cabe maravillarse ante el esfuerzo que nuestros antepasados hicieron para abrir un paso donde antes no se podía ni caminar. Pero claro, esta es una opinión muy subjetiva y habrá quienes piensen lo contrario. Afortunadamente, y en contra de lo que otros declaren en medios locales, los caminos de la isla son muchos y hay para todos los gustos. Así que nada, bicicleta al hombro y cap es Pas de sa Mola falta gent!.
Una vez llegados al primer aujub, nuevas explicaciones arquitectónicas a nuestro invitado extranjero y del tirón hasta Els Aujubets. Una gozada las paellas o serpiente en subida, por cierto! Pasadas estas y también las flatulencias cortesía de Danox (provocadas, imagino, por sus brebajes nutritivo-ecológicos) hemos circulado hasta el punto donde empieza la bajada. Allí, y tras unos instantes de indecisión ya que el timing no iba a cumplirse, se ha decidido ir a pie a gozar de las vistas que la Mola de Planícia deja sobre gran parte de la isla y que ilustran esta crónica, mientras Kapax hacia guardia cerca de las bicis… tumbado en el suelo con los ojos cerrados. Pendiente queda una visita hasta el geodésico.
Tras el reencuentro con nuestro sherpa de ascendencia sollerica y mientras nos preparábamos para la bajada nos hemos encontrado con otro grupo de 4 bikers encabezado por Tomeu Picarola que circulaban por la zona y que iban decididos a bajar por donde habían subido, o sea por la pista. Tras un tímido intento de Kapax a que se sumaran a nuestro reducido grupo han seguido en sus trece alegando que esa bajada no valía la pena porque suponía bajar a pie durante 40 minutos sorteando piedras del tamaño de autobuses… lo que a todas luces era una exageración. Con fundamento, pero claramente una exageración. Así que nosotros también hemos seguido en nuestros trece y, no sin cierta inquietud provocada por la terrible descripción de la bajada, hemos empezado el largo descenso.
Tras un primer trozo de pateo siguiendo fites no siempre claras, hemos disfutado del pedregal trialero donde Danox ha estado por dos veces a punto de caerse intentando coger una curva cerrada levantando la rueda trasera. Hito que ha conseguido a la tercera, dejando la caída (tonta, por cierto) para Kapax que afortunadamente no ha sido de importancia pese al pedrolo que le ha servido de freno. Una vez ya en el sendero el terreno es mucho más agradecido. La bajada es divertida, rápida y sin complicaciones… a no ser que lleves unas cubiertas lisas y sin balón. Ciertamente a Greg se le habrá hecho largo el descenso, excepto en su tramo final hasta empalmar con el Camí des Correu, donde ha podido circular rodando… o más bien patinando.
Reagrupados en el Correu, o sea en terreno conocido por (casi) todos y pensando ya que rodaríamos sin más dilación hasta sa Granja por dicho camino, ha aparecido la Kapaxada final. Nos ha propuesto una alternativa: un tobogán campo a través que finaliza sobre la carretera Esporles – Banyalbufar, cerca de un curioso estanque natural. Así que le hemos hecho caso sin rechistar (ningú ha protestat avui, eh, Jaume) y nos hemos tirado sin más contratiempos que, en mi caso particular, las dudas que me plantea una pendiente donde no alcanzo a ver la zona de frenada.
Cinco minutos más tarde ya estábamos de vuelta en la Granja y el comentario de la ruta ha sido muy positivo a pesar de que parte de ella ha sido a pie. “Muy bien” han sido las palabras textuales de Greg a pesar de la clara limitación que tenía con su bicicleta. Y es que para disfrutar de este deporte (y a pesar de que ayude) no hace falta una gran máquina y mucho menos un casco de última tecnología. Lo que cuentan son las ganas.
Buena ruta, buen día y, como casi siempre, buena gente. ¡Cuánto mundo más allá del sofá!
A las 8,30 de la mañana encuentro en la Granja d’Esporles. Kapax llega no solamente puntual, sino con un par de minutos de antelación. Llega solo, ya que por lo visto Juan, consciente de adonde queríamos ir, no ha querido sumarse alegando motivos varios. Él sabrá… lo que sí es cierto es que los demás llegan con cierto retraso. Así que charla sobre los diferentes caminos de la zona hasta que llegan Danox y un invitado hasta la hora desconocido, Greg, un francés afincado en la isla desde hace dos años que nos sorprende por su montura. No solamente porque sea una RockRider que hace joven a la de Kapax, ni porque estuviera equipada con un sillín-taburete, sino porque lleva unos neumáticos de 1’60 de balón y, ATENCIÓN, sin tacos. Ante la directa interpelación de Kapax “Ón vas amb això???” nos explica en perfecto castellano que recientemente ha realizado con “això” el Camí de Cavalls sin ningún problema aparte de un pinchazo. Así que ya está todo dicho: montamos y nos dirigimos hacia el camino de sa Campaneta por el soberbio Vall de Superna. Que vale, que sí, que es asfalto, pero es un lugar espléndido.
Llegada al desvío de sa comuna donde hay que realizar una parada para aligerar ropa, y es que las previsiones de mal tiempo que durante toda la semana hacían peligrar la salida han resultado completamente erróneas, ya que hemos disfrutado de un día espectacular para la práctica de nuestro deporte. Subida a ritmo regular (demasido lento para Kapax…) y nueva parada tras atravesar las barreras para contemplar las vistas sobre Puigpunyent y, a lo lejos, como bien apuntó Greg, na Bauçana. Y es que se ve que durante estos dos años viviendo en nuestra isla no ha perdido el tiempo y conoce bastante de la Serra. Y, lo que es más, la sabe apreciar mejor que muchos locales.
Seguimos por el camino hasta llegar al desvío hacia el Coll d’Estellencs. Aquí hemos seguido por el empedrado ya que quien escribe estas líneas iba en cabeza y no tenía idea que se puede salvar ciclando por los marges. Superado este tramo toca primer trozo de bicipateo intermitente provocado en ocasiones más por la impericia de los bikers que por otra cosa, aunque pasado el Coll la pendiente ha puesto a cada uno en su sitio según su estado físico. O sea, a casi todos con los pies en el suelo en un momento u otro.
Seguimos circulando sin más novedad que algunas explicaciones sobre los elementos de la Pedra en Sec a nuestro invitado francés hasta atravesar el portillo que da incio a la rápida bajada que empalma con la pista de s’Aujub des Cristians y que deja unas excelentes vistas sobre la zona de Banyalbufar. Allez. Pertrechados con las protecciones (los que llevábamos) hemos iniciado el descenso, con muy buenas sensaciones en lo que a mí respeta y también para los demás (creo). Aquí supongo que habrá sido donde Greg más ha podido disfrutar bajando ya que el camino está muy limpio de piedras y la falta de balón no tiene porque ser ningún contratiempo mayor. La falta de tacos sobre la hojarasca imagino que es otro cantar… pero qué sensaciones le ha provocado debería explicarlo él. El hecho es que nos hemos encontrado todos enteros y con una sonrisa en el cruce de caminos. A partir de aquí, Kapax se ha puesto al frente y, ante nuestra presión por ajustar el timing a nuestros compromisos familiares ha decidido que lo mejor era subir por es Pas de sa Mola. Y aquí debo hacer un punto y aparte en la crónica, mientras Greg se come su enorme baguette ante la atónita mirada de un Kapax que, como manda la tradición, planeaba berenar en los aujubs.
El auge de este deporte hace que mucha gente se haya comprado una bicicleta y haya tirado para el monte. Yo mismo, sin ir más lejos. Una parte (importante) de la gente que monta por la montaña busca rodar y rodar, sin querer poner pie a tierra en ningún momento. Otros sencillamente buscan la adrenalina que deja una buena bajada sin importar por qué parajes transcurra la ruta. Otros, entre los que me incluyo, salimos de excursión con la bicicleta y tenemos muy en mente que, en algunos tramos, hay que patear. Por supuesto que muchos factores influyen en el pateo aparte del terreno: el estado de forma, la bicicleta, el manejo que se tenga de ella… pero sí o sí, en algún momento, en algún lugar, habrá que patear. Y cuando eso sucede de nada sirve el lamentarse, sino que cabe maravillarse ante el esfuerzo que nuestros antepasados hicieron para abrir un paso donde antes no se podía ni caminar. Pero claro, esta es una opinión muy subjetiva y habrá quienes piensen lo contrario. Afortunadamente, y en contra de lo que otros declaren en medios locales, los caminos de la isla son muchos y hay para todos los gustos. Así que nada, bicicleta al hombro y cap es Pas de sa Mola falta gent!.
Una vez llegados al primer aujub, nuevas explicaciones arquitectónicas a nuestro invitado extranjero y del tirón hasta Els Aujubets. Una gozada las paellas o serpiente en subida, por cierto! Pasadas estas y también las flatulencias cortesía de Danox (provocadas, imagino, por sus brebajes nutritivo-ecológicos) hemos circulado hasta el punto donde empieza la bajada. Allí, y tras unos instantes de indecisión ya que el timing no iba a cumplirse, se ha decidido ir a pie a gozar de las vistas que la Mola de Planícia deja sobre gran parte de la isla y que ilustran esta crónica, mientras Kapax hacia guardia cerca de las bicis… tumbado en el suelo con los ojos cerrados. Pendiente queda una visita hasta el geodésico.
Tras el reencuentro con nuestro sherpa de ascendencia sollerica y mientras nos preparábamos para la bajada nos hemos encontrado con otro grupo de 4 bikers encabezado por Tomeu Picarola que circulaban por la zona y que iban decididos a bajar por donde habían subido, o sea por la pista. Tras un tímido intento de Kapax a que se sumaran a nuestro reducido grupo han seguido en sus trece alegando que esa bajada no valía la pena porque suponía bajar a pie durante 40 minutos sorteando piedras del tamaño de autobuses… lo que a todas luces era una exageración. Con fundamento, pero claramente una exageración. Así que nosotros también hemos seguido en nuestros trece y, no sin cierta inquietud provocada por la terrible descripción de la bajada, hemos empezado el largo descenso.
Tras un primer trozo de pateo siguiendo fites no siempre claras, hemos disfutado del pedregal trialero donde Danox ha estado por dos veces a punto de caerse intentando coger una curva cerrada levantando la rueda trasera. Hito que ha conseguido a la tercera, dejando la caída (tonta, por cierto) para Kapax que afortunadamente no ha sido de importancia pese al pedrolo que le ha servido de freno. Una vez ya en el sendero el terreno es mucho más agradecido. La bajada es divertida, rápida y sin complicaciones… a no ser que lleves unas cubiertas lisas y sin balón. Ciertamente a Greg se le habrá hecho largo el descenso, excepto en su tramo final hasta empalmar con el Camí des Correu, donde ha podido circular rodando… o más bien patinando.
Reagrupados en el Correu, o sea en terreno conocido por (casi) todos y pensando ya que rodaríamos sin más dilación hasta sa Granja por dicho camino, ha aparecido la Kapaxada final. Nos ha propuesto una alternativa: un tobogán campo a través que finaliza sobre la carretera Esporles – Banyalbufar, cerca de un curioso estanque natural. Así que le hemos hecho caso sin rechistar (ningú ha protestat avui, eh, Jaume) y nos hemos tirado sin más contratiempos que, en mi caso particular, las dudas que me plantea una pendiente donde no alcanzo a ver la zona de frenada.
Cinco minutos más tarde ya estábamos de vuelta en la Granja y el comentario de la ruta ha sido muy positivo a pesar de que parte de ella ha sido a pie. “Muy bien” han sido las palabras textuales de Greg a pesar de la clara limitación que tenía con su bicicleta. Y es que para disfrutar de este deporte (y a pesar de que ayude) no hace falta una gran máquina y mucho menos un casco de última tecnología. Lo que cuentan son las ganas.
Buena ruta, buen día y, como casi siempre, buena gente. ¡Cuánto mundo más allá del sofá!
2 comentarios :
buena cronica, siempre esta bien aliviar un poco la carga semanal de las cronicas.
Y el público suele agradecer el cambio de estilo
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