Me lo imaginaba, y pasó, las nueve en punto del sábado y holgazaneando en la cama, pero me vino de perlas y me levanté bastante bien ya que no me había despertado antes como suele pasar durante la semana cuando voy a la par con el amanecer. El plan de principio era ambicioso, repetir la Ruta 56 de pe a pa, al menos esa era la intención pero como no tenía quién me riera las gracias ni me metiera en cintura voy a verlas venir.
De todas maneras para no perder mucho tiempo en aproximaciones sin sentido salí desde el Arenal cruzando directamente hasta el paseo y empezando el calentamiento inicial de manera relajada. Aproveché los últimos senderos del pinar hasta salir lo más adelante posible pero no tardo nada en meterme en faena, ya añoraba esos terrenos. Ese tramo tira ligeramente hacia arriba hasta pasar por dos paredes y luego llanea ya más calmado aunque sin perder un àpice de diversión. Tengo enfrente mi objetivo, un chalé solitario asomado al vacío que tengo que rodear sin opción de camuflaje, es decir, que si estuviera habitado sería prácticamente imposible realizar este paseo ya que la bajada a la playa está pegada a la rejilla que separa este solar de la primera urbanización pero esta idea me hizo reflexionar si no sería posible y factible realizar el pase por la costa, de hecho existe un sendero muy claro, cuando no varios, durante gran parte de esta costa, lo que pasa es que tengo que volver atrás para encontrar una bajada, si es que la hay.
He aprovechado el pequeño pinar que hay ahí para cambiar una cámara pinchada, no es que sea una señal descorazonadora pero hay que estar al tanto porque estamos al principio de la salida y una repetición significaría el regreso inmediato, lo malo es que no es una cuestión que dependa exclusivamente de mí, lo único que puedo hacer es ir un poco alerta a no embestir desaforadamente en los cantos. Hago pues en sentido inverso el camino (entiéndase como itinerario) que acabo de recorrer y voy acercándome de tanto en cuando a otear la costa buscando esa bajada o al menos un sitio por donde poder bajar, y cuando estoy casi a las puertas del solar del hotel es cuando la encuentro, y me parece estupenda, una escalera construida a base de piedras trabajadas que bien podría ser bajable si no fuera por la inclinación casi exagerada que tiene, bueno bajable seguro que es, pero para muy pocos, yo no quise demostrárselo a una pareja que subía, preferí conservar mi integridad física otro día más.
Llega casi hasta línea de costa y después llanea por el acantilado, es mi día de suerte, pienso para mis adentros, pero no tardo en darme cuenta de que he cantado victoria demasiado pronto, lo que desde arriba parece un caminito de niños a pie de obra presenta muchas dificultades para rodar, tantas que de hecho no ruedas y cuando lo hice se trata de tramos tan cortos que no valen la pena, es una lástima pero no nos sirve para nuestros propósitos y lo digo con convicción después de patearlo de principio a fin. La gente lo usa para ir ocupando todas las hondonadas, explanadas y hasta alguna calita con arena que hay por ahí escondida aunque seguro había muchos más bañistas de las barcas próximas que de caminantes.
No sé el tiempo que me llevó corretear todo ese sendero pero fue bastante, solamente en su parte final antes de llegar al beach club es en parte ciclable y se corresponde con el mismo tramo que hubiera hecho si hubiera bajado desde el chalé aunque esta vez no subí por la carretera de acceso si no que seguí por la pista de tierra aún más lejos, era muy probable que hubiera también otra bajada desde los chalés de primera línea, y me decidí a encontrarla. Llegué hasta donde pude rodar y empecé la búsqueda pero iba ya bajo mínimos y tuve que detenerme para alimentarme y recuperar aunque a pleno sol no disfruté mucho pero me dió para entretenerme un rato mirando por donde bajaba uno que por los movimientos que realizaba presumía que mucho camino no había y también al que hacía yoga en lo alto, porque qué vas a estar haciendo en lo alto de un acantilado, en plena canícula, y quieto como un pasmarote con los brazos abiertos durante un buen puñado de minutos. Pasmarotadas.
Efectivamente algo de camino y sendero marcado había pero si no vas cargado, mejor, y yo sí iba cargado, y además no ví la salida por la explanada y salí por un solar vacío con su correspondiente barrera cerrada. No miré la hora pero emprendí el regreso, mis ansías estaban colmadas y tenía ya los deberes hechos por lo que volver por asfalto no me suponía una penalización importante aunque no lo pude hacer de corrido ya que notaba cierto bamboleo que iba a más en la bajada hacia la rotonda por lo que tuve que parar varias veces a meter presión y descarté volver por el trazado ferroviario para no tener que cambiar cámara otra vez. Peor me supo comprobar al llegar a sitio que la aplicación había empezado a grabar desde el tentempié cuando ni lo había sacado de la mochila, toda la parte anterior se había perdido y no he podido ver con exactitud donde está la bajada, no es que importe mucho, es más por curiosidad que por otra cosa.
Al final se me hizo tarde, no me extraña que estuviera medio mareado ahí abajo antes de comer, y volví a casa a la hora que dije, medio en broma, que lo haría, con los deberes hechos, eso sí, y dispuesto a realizar otro pase de esa ruta completa que tan buenos momentos dispensa.
De todas maneras para no perder mucho tiempo en aproximaciones sin sentido salí desde el Arenal cruzando directamente hasta el paseo y empezando el calentamiento inicial de manera relajada. Aproveché los últimos senderos del pinar hasta salir lo más adelante posible pero no tardo nada en meterme en faena, ya añoraba esos terrenos. Ese tramo tira ligeramente hacia arriba hasta pasar por dos paredes y luego llanea ya más calmado aunque sin perder un àpice de diversión. Tengo enfrente mi objetivo, un chalé solitario asomado al vacío que tengo que rodear sin opción de camuflaje, es decir, que si estuviera habitado sería prácticamente imposible realizar este paseo ya que la bajada a la playa está pegada a la rejilla que separa este solar de la primera urbanización pero esta idea me hizo reflexionar si no sería posible y factible realizar el pase por la costa, de hecho existe un sendero muy claro, cuando no varios, durante gran parte de esta costa, lo que pasa es que tengo que volver atrás para encontrar una bajada, si es que la hay.
He aprovechado el pequeño pinar que hay ahí para cambiar una cámara pinchada, no es que sea una señal descorazonadora pero hay que estar al tanto porque estamos al principio de la salida y una repetición significaría el regreso inmediato, lo malo es que no es una cuestión que dependa exclusivamente de mí, lo único que puedo hacer es ir un poco alerta a no embestir desaforadamente en los cantos. Hago pues en sentido inverso el camino (entiéndase como itinerario) que acabo de recorrer y voy acercándome de tanto en cuando a otear la costa buscando esa bajada o al menos un sitio por donde poder bajar, y cuando estoy casi a las puertas del solar del hotel es cuando la encuentro, y me parece estupenda, una escalera construida a base de piedras trabajadas que bien podría ser bajable si no fuera por la inclinación casi exagerada que tiene, bueno bajable seguro que es, pero para muy pocos, yo no quise demostrárselo a una pareja que subía, preferí conservar mi integridad física otro día más.
Llega casi hasta línea de costa y después llanea por el acantilado, es mi día de suerte, pienso para mis adentros, pero no tardo en darme cuenta de que he cantado victoria demasiado pronto, lo que desde arriba parece un caminito de niños a pie de obra presenta muchas dificultades para rodar, tantas que de hecho no ruedas y cuando lo hice se trata de tramos tan cortos que no valen la pena, es una lástima pero no nos sirve para nuestros propósitos y lo digo con convicción después de patearlo de principio a fin. La gente lo usa para ir ocupando todas las hondonadas, explanadas y hasta alguna calita con arena que hay por ahí escondida aunque seguro había muchos más bañistas de las barcas próximas que de caminantes.
No sé el tiempo que me llevó corretear todo ese sendero pero fue bastante, solamente en su parte final antes de llegar al beach club es en parte ciclable y se corresponde con el mismo tramo que hubiera hecho si hubiera bajado desde el chalé aunque esta vez no subí por la carretera de acceso si no que seguí por la pista de tierra aún más lejos, era muy probable que hubiera también otra bajada desde los chalés de primera línea, y me decidí a encontrarla. Llegué hasta donde pude rodar y empecé la búsqueda pero iba ya bajo mínimos y tuve que detenerme para alimentarme y recuperar aunque a pleno sol no disfruté mucho pero me dió para entretenerme un rato mirando por donde bajaba uno que por los movimientos que realizaba presumía que mucho camino no había y también al que hacía yoga en lo alto, porque qué vas a estar haciendo en lo alto de un acantilado, en plena canícula, y quieto como un pasmarote con los brazos abiertos durante un buen puñado de minutos. Pasmarotadas.
Efectivamente algo de camino y sendero marcado había pero si no vas cargado, mejor, y yo sí iba cargado, y además no ví la salida por la explanada y salí por un solar vacío con su correspondiente barrera cerrada. No miré la hora pero emprendí el regreso, mis ansías estaban colmadas y tenía ya los deberes hechos por lo que volver por asfalto no me suponía una penalización importante aunque no lo pude hacer de corrido ya que notaba cierto bamboleo que iba a más en la bajada hacia la rotonda por lo que tuve que parar varias veces a meter presión y descarté volver por el trazado ferroviario para no tener que cambiar cámara otra vez. Peor me supo comprobar al llegar a sitio que la aplicación había empezado a grabar desde el tentempié cuando ni lo había sacado de la mochila, toda la parte anterior se había perdido y no he podido ver con exactitud donde está la bajada, no es que importe mucho, es más por curiosidad que por otra cosa.
Al final se me hizo tarde, no me extraña que estuviera medio mareado ahí abajo antes de comer, y volví a casa a la hora que dije, medio en broma, que lo haría, con los deberes hechos, eso sí, y dispuesto a realizar otro pase de esa ruta completa que tan buenos momentos dispensa.
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