Tuve que posponer mi salida sabatina de hace quince días por mal tiempo, muy mal tiempo para ser más preciso, e incluso de semana porque ese domingo no podía ya que realicé otro tipo de excursión, mucho más cómoda hablando, así que me quedó un hueco en el calendario sin posibilidad de recuperarlo, es lo que tiene el paso inexorable del tiempo, pero recuperemos al menos la ruta que tenía pensada, nada nuevo bajo el sol, simplemente subir a la Fita del Ram, a la cumbre si es posible y desde allí arriba no parar hasta el camí des Correu pasando por los marges, con especial mención a este último escollo ya que los tenía abandonados últimamente. Como digo esa era más o menos la ruta elegida aunque a medida que iban pasando los días no solo aumentaban las dudas al respecto del recorrido sino hacia la misma salida en sí, no me encontraba bien físicamente, podría decirse que pillé algún tipo de resfriado o infección que me tenía en el limbo de las indecisiones, bien no estaba desde luego el sábado pero decidí no marear más la perdiz y salir a ver qué pasaba, como mucho me volvería atrás en el Bunyolí después de pasar las de Caín para intentar llegar a la cadena, pensaba yo.
Y así lo hice, y con toda la calma del mundo me presenté en la barrera de abajo sabiendo que nada de lo pasado hasta ese momento sería lo mismo que lo que viene a continuación pero si lo tomas con respeto desde el inicio ese camino te deja subir sin plantearte grandes dificultades, y así pasó también en esta ocasión, no me hizo sufrir mucho, más me temía por mor de algún desajuste mecánico que noté al inicio cuando tuve que poner en uso los piñones grandes y la cadena no se decidía sobre cuál rodar, incidencia que pude solventar rápidamente con el tensor correspondiente.
El único bikero que vi fue en esa zona, él bajaba, y después la soledad. Tuve que hacer el camino de arriba sin compañía y creo que aunque la hubiera tenido hubiera sido por poco tiempo, ahí es donde noté más mi recorte físico, en simples tramos pedregosos sin mayor complicación me quedaba atrancado por falta de fuelle y el intentar rodar a plato pequeño tampoco me solucionó la papeleta, quizás aumentaba aún más mi torpeza, si cabe. Sea como fuere pude llegar donde quería, dejé de lado el paso por la pared y seguí por el camino principal hasta el segundo desvío de la cima y por allí empecé a subir empujando la bici en un tramo que me pareció bastante corto hasta llegar a la pared junto al muro rocoso donde se sitúa el hito geográfico donde hice una parada larga para recuperar y saborear el momento.
Oigo ruidos, parece que se acerca alguien pero no trae máquina, solo unos bastones de caminar y sube también hasta mi ubicación, casualmente nos conocemos, es un viejo amigo, un bikero reciclado al running con el que he compartido muchas salidas. Nos despedimos, tiene más prisa que yo y se marcha antes y me deja solo otra vez aunque no tardo mucho en oír voces que se aproximan desde el lugar por donde quiero bajar y les dejo llegar, tengamos todos vía libre y no nos molestemos. Quería recordar otra vez esa bajada, la que da directa al camino, transitable sí, pero con sus toques de dificultades que no quiere decir insalvables pero sí respetables, y el escalón final de colofón, estuve tentado pero me contuve, necesitaba dosis extra de adrenalina y algo de suerte me parece a mí.
Estoy en el camino principal y solo me queda llegar a la ermita y procuré no perder el tiempo, creo que se podría decir que mejoré el paso por curva, al menos es la sensación que me dio. Día de curro en la explanada, por el ruido ambiente creo que había poda y tala y la brigada debía ser numerosa dado el número de vehículos estacionados. No me detuve a contemporizar, bastó un hola y un adiós para encaminarme al inicio de la bajada y recorrer esos primeros metros no sin soltar algún “uiuiuiuiuiui, que me la pegooooo!!! pero sin que finalmente nada sucediera. Más me jorobó el llantazo que dí delante con la que creo que debía ser la última piedra que me encontré ya en el sendero después del desvío, parón y cambio de cámara para poder continuar sin más contratiempos.
Camino muy limpio que permite ganar velocidad, y si la bici te lo permite, poder mantenerla, pero no era ese tramo especialmente el que más me seducía aunque como cualquier bajada tiene su particular atractivo, quería llegar al final y hacer los descensos de los marges donde, excepto en el primero donde tuve más dudas, en el resto fui directo y sin vacilación, hasta logré no caerme en aquél que siempre te escupe hacia la mata, debe ser cosa del terreno, no sé.
Podría haberme metido por el safareig y ahorrarme unos cuantos metros de subida por la carretera pero a esas alturas ya no pensaba en mi pésimo estado de forma, quizás el distendido horario o la adrenalina hubieran contribuido a percibir una sensación de falsa euforia que esperaba no me pasara factura más adelante, por eso bajé hasta el pueblo y la bajada final de los escalones aún pudo contribuir un poco más a aumentar ese grado de satisfacción, lo cierto es que, contra todo pronóstico, hice una buena subida hasta el coll de s'Heura sin perecer en el intento. Y no me fue mal del todo en la vuelta por Son Malferit que desde que han puesto los palitos noto mucho más concurrido de caminantes que desde luego no vienen desde la UIB, muchos dejan el coche en los alrededores de Sarrià, el resto es puro relleno.
Me paré en un bar de Establiments no porqué necesitara descanso o refrigerio urgente sino porque por allí se encontraban diversos miembros del clan Boubufat dando cuenta de algún tentempié y comentamos algunos pormenores de nuestras respectivas rutas, pasadas y futuras, que aún tenemos algo que decir por esos caminos de dios.
Desde luego alguna consecuencia debía tener sobre mi organismo el esfuerzo realizado esa mañana y lo noté por la tarde, después de rellenar el depósito, parece que toda la gasolina iba directa al estómago, el resto casi en estado de hibernación y aún así no se me quitaron las ganas de salir el domingo aunque fue a una hora escandalosamente tardía, más de las diez después de disfrutar de una divertida conexión a distancia con alguien muy especial. La ruta no podía ser ni muy extensa en longitud ni muy dilatada en tiempo así que elegí un paseo por la cantera de Establiments y la consiguiente bajada por detrás hasta la carretera, un sube-baja sin aditivos suplementarios, y eso hice, ni más ni menos, y eso me bastó, al menos por el momento porque la hoja de pendientes está llena y quién quiera comprobarlo solo tiene que levantar el dedito y ponerse a ello, es más la intención que otra cosa.
Y así lo hice, y con toda la calma del mundo me presenté en la barrera de abajo sabiendo que nada de lo pasado hasta ese momento sería lo mismo que lo que viene a continuación pero si lo tomas con respeto desde el inicio ese camino te deja subir sin plantearte grandes dificultades, y así pasó también en esta ocasión, no me hizo sufrir mucho, más me temía por mor de algún desajuste mecánico que noté al inicio cuando tuve que poner en uso los piñones grandes y la cadena no se decidía sobre cuál rodar, incidencia que pude solventar rápidamente con el tensor correspondiente.
El único bikero que vi fue en esa zona, él bajaba, y después la soledad. Tuve que hacer el camino de arriba sin compañía y creo que aunque la hubiera tenido hubiera sido por poco tiempo, ahí es donde noté más mi recorte físico, en simples tramos pedregosos sin mayor complicación me quedaba atrancado por falta de fuelle y el intentar rodar a plato pequeño tampoco me solucionó la papeleta, quizás aumentaba aún más mi torpeza, si cabe. Sea como fuere pude llegar donde quería, dejé de lado el paso por la pared y seguí por el camino principal hasta el segundo desvío de la cima y por allí empecé a subir empujando la bici en un tramo que me pareció bastante corto hasta llegar a la pared junto al muro rocoso donde se sitúa el hito geográfico donde hice una parada larga para recuperar y saborear el momento.
Oigo ruidos, parece que se acerca alguien pero no trae máquina, solo unos bastones de caminar y sube también hasta mi ubicación, casualmente nos conocemos, es un viejo amigo, un bikero reciclado al running con el que he compartido muchas salidas. Nos despedimos, tiene más prisa que yo y se marcha antes y me deja solo otra vez aunque no tardo mucho en oír voces que se aproximan desde el lugar por donde quiero bajar y les dejo llegar, tengamos todos vía libre y no nos molestemos. Quería recordar otra vez esa bajada, la que da directa al camino, transitable sí, pero con sus toques de dificultades que no quiere decir insalvables pero sí respetables, y el escalón final de colofón, estuve tentado pero me contuve, necesitaba dosis extra de adrenalina y algo de suerte me parece a mí.
Estoy en el camino principal y solo me queda llegar a la ermita y procuré no perder el tiempo, creo que se podría decir que mejoré el paso por curva, al menos es la sensación que me dio. Día de curro en la explanada, por el ruido ambiente creo que había poda y tala y la brigada debía ser numerosa dado el número de vehículos estacionados. No me detuve a contemporizar, bastó un hola y un adiós para encaminarme al inicio de la bajada y recorrer esos primeros metros no sin soltar algún “uiuiuiuiuiui, que me la pegooooo!!! pero sin que finalmente nada sucediera. Más me jorobó el llantazo que dí delante con la que creo que debía ser la última piedra que me encontré ya en el sendero después del desvío, parón y cambio de cámara para poder continuar sin más contratiempos.
Camino muy limpio que permite ganar velocidad, y si la bici te lo permite, poder mantenerla, pero no era ese tramo especialmente el que más me seducía aunque como cualquier bajada tiene su particular atractivo, quería llegar al final y hacer los descensos de los marges donde, excepto en el primero donde tuve más dudas, en el resto fui directo y sin vacilación, hasta logré no caerme en aquél que siempre te escupe hacia la mata, debe ser cosa del terreno, no sé.
Podría haberme metido por el safareig y ahorrarme unos cuantos metros de subida por la carretera pero a esas alturas ya no pensaba en mi pésimo estado de forma, quizás el distendido horario o la adrenalina hubieran contribuido a percibir una sensación de falsa euforia que esperaba no me pasara factura más adelante, por eso bajé hasta el pueblo y la bajada final de los escalones aún pudo contribuir un poco más a aumentar ese grado de satisfacción, lo cierto es que, contra todo pronóstico, hice una buena subida hasta el coll de s'Heura sin perecer en el intento. Y no me fue mal del todo en la vuelta por Son Malferit que desde que han puesto los palitos noto mucho más concurrido de caminantes que desde luego no vienen desde la UIB, muchos dejan el coche en los alrededores de Sarrià, el resto es puro relleno.
Me paré en un bar de Establiments no porqué necesitara descanso o refrigerio urgente sino porque por allí se encontraban diversos miembros del clan Boubufat dando cuenta de algún tentempié y comentamos algunos pormenores de nuestras respectivas rutas, pasadas y futuras, que aún tenemos algo que decir por esos caminos de dios.
Desde luego alguna consecuencia debía tener sobre mi organismo el esfuerzo realizado esa mañana y lo noté por la tarde, después de rellenar el depósito, parece que toda la gasolina iba directa al estómago, el resto casi en estado de hibernación y aún así no se me quitaron las ganas de salir el domingo aunque fue a una hora escandalosamente tardía, más de las diez después de disfrutar de una divertida conexión a distancia con alguien muy especial. La ruta no podía ser ni muy extensa en longitud ni muy dilatada en tiempo así que elegí un paseo por la cantera de Establiments y la consiguiente bajada por detrás hasta la carretera, un sube-baja sin aditivos suplementarios, y eso hice, ni más ni menos, y eso me bastó, al menos por el momento porque la hoja de pendientes está llena y quién quiera comprobarlo solo tiene que levantar el dedito y ponerse a ello, es más la intención que otra cosa.
No hay comentarios :
Publicar un comentario