Es como una repetición de la ruta del otro día, aquella donde me quedé con las ganas de encontrar ese camino del cual me acordaba bastante bien pero sobre el terreno fallé, es de esas ocasiones en las que, cuando vuelves al sitio, no puedes adivinar el motivo del error, pero en fin, no adelantemos acontecimientos aunque, ahora que lo pienso, no sé si hubo algo de importancia antes de llegar allí, vamos a repasarlo pues a ver si aparece algún motivo de reseña.
Ojeando la traza vemos la voltera inicial por asfalto y uno puede preguntarse por la razón, si es que hubo alguna de peso, pues no, no la hubo, simplemente me decidí por no repetir itinerario respecto a la salida anterior por la misma zona, no hubo más y hasta puede decirse que tenía ganas de hacer la subida al coll des Vent, así que metí marcheta y fui haciendo camino, lástima que no hubiera nada que hacer contra los demás que me encontré por ahí, todos carreteros, sin ninguna opción, es lo que hay. Pues no, no parece que pasara nada destacado.
Me tocó subir el cemento una vez más en solitario, un poco de descanso en la explanada de los pinos y a por el resto de pista hasta las antenas, único detalle a destacar el numeroso grupo de moteros en la curva desde donde parte la bajada más agreste a la Costa d’en Blanes, no sé si fueron por ahí o no, lo único seguro es que tres de ellos continuaron hasta las antenas porque me pasaron poco antes de llegar y donde dieron algunas pasadas entre éstas y la torre forestal antes de tirarse por donde quería bajar yo, si ellos bajan, yo también, el tema es cómo pero no falta mucho para averiguarlo solamente hay que esperar a que me alimente un poco y me calce las protecciones por si me da por pegar algún rodillazo contra alguna roca traicionera, de esos que duelen un huevo como mal menor.
Protegidos y para abajo, han pasado por aquí seguro, me da la impresión de que hay más piedras removidas en la trazada producto de los acelerones, en todo caso minucias si lo comparamos con lo que va a venir. El camino efectivamente da un giro brusco a la izquierda e inicia una bajada por un divertido sendero por el interior de un bosque joven aunque en mucho mejor aspecto de cuando bajé por primera vez, lo que no creo que haya cambiado mucho es el torrente, porque sí, es un torrente esa bajada aunque a algunos se les ocurriera utilizarlo de camino. Muy técnico, para expertos, hay que estar muy convencidos de que llevas la mejor trazada y velocidad para conseguir que la bici circule sin parar, un poco de adrenalina extra tampoco viene nada mal para lograr un deslizamiento constante y acorde al terreno, en todo caso es un reto a considerar aunque para bikeros muy específicos.
No tardo mucho en empalmar con un camino de carro que se inicia junto a un forn de calç que nos deja sobre la bajada principal sin tiempo material para encarar un mísero tramo de ésta si lo que queremos es bajar por la bajada secundaria que sí es mi próximo objetivo. La vi hace unas semanas pero quería comprobar que tal es la variante de la rampa de tierra, aquella que no me acabó de convencer, también la vi a la primera y excepto algún paso algo comprometido el resto es factible y que para mí constituiría el itinerario principal casi siempre. Desvío a la izquierda abajo y salimos junto al portillo del campo abierto para encarar la vuelta pero con la salvedad de que no quiero salir por Palmanova sino por Portals Nous, así pues debo meterme en la finca colindante de la carretera de las minas, ahora ya de manera más fácil al haber tumbado un tramo de rejilla, no parece el mejor método para calmar a los propietarios, he visto otras alternativas. Este tramo que viene a continuación no es el más difícil pero sí uno de aquellos en los que podríamos tener problemas de paso, de hecho, si tuviéramos que hacer caso de los letreros que vemos, no entraríamos.
Me acuerdo que después de cruzar el torrente se iba por un sendero bastante chulo dando algún rodeo por la finca pero ahora ya no hay nada de eso, están limpiando una tirada de terreno como si quisieran construir una pista forestal aunque aún hay bastantes restos arbóreos aún en el suelo, trazada que voy siguiendo hasta encontrar un camino que sube y que tiene su inicio en las casas, aún bastante alejadas. Toca subir aunque sin grandes dificultades y el camino se dirige directo hacia unas antiguas casas utilizadas al parecer por el cuidador de la finca tiempos ha, actualmente en claro desuso por lo que no hay problema alguno en pasar por allí, la dificultad mayor es acceder a la zona de chalés ya que o bien no existía tal conexión o ésta ha quedado arrasada por lo que la única opción es una rampa infernal por la que es casi imposible subir andando.
Está claro que hemos subido mucho aunque no lo suficiente como para no tener que apechugar con rampas dolorosas si hemos decidido volver a la pista de las antenas aunque no es mi intención en ese día señalado, bajaré hacia la costa y tomaré el desvío por la calle de Santa Lavinya para buscar en una de las vaguadas el paso subterráneo bajo la autopista, el de menor diámetro, ese que te obliga a avanzar de cuclillas y aún así el casco te salva de algunos cabezazos al techo. A la salida prosigo por el torrente que parece bastante salvaje en ese tramo y que no da la sensación de encontrarte en un paraje habitado ni mucho menos, es una sensación extraña y a la vez reconfortante pero dura poco y en unos minutos te ves obligado a retornar a la realidad, no diremos triste, más bien cruda, de la civilización y por sus venas abarrotadas de toda clase de especímenes retornar al punto de inicio de nuestra ruta.
Ojeando la traza vemos la voltera inicial por asfalto y uno puede preguntarse por la razón, si es que hubo alguna de peso, pues no, no la hubo, simplemente me decidí por no repetir itinerario respecto a la salida anterior por la misma zona, no hubo más y hasta puede decirse que tenía ganas de hacer la subida al coll des Vent, así que metí marcheta y fui haciendo camino, lástima que no hubiera nada que hacer contra los demás que me encontré por ahí, todos carreteros, sin ninguna opción, es lo que hay. Pues no, no parece que pasara nada destacado.
Me tocó subir el cemento una vez más en solitario, un poco de descanso en la explanada de los pinos y a por el resto de pista hasta las antenas, único detalle a destacar el numeroso grupo de moteros en la curva desde donde parte la bajada más agreste a la Costa d’en Blanes, no sé si fueron por ahí o no, lo único seguro es que tres de ellos continuaron hasta las antenas porque me pasaron poco antes de llegar y donde dieron algunas pasadas entre éstas y la torre forestal antes de tirarse por donde quería bajar yo, si ellos bajan, yo también, el tema es cómo pero no falta mucho para averiguarlo solamente hay que esperar a que me alimente un poco y me calce las protecciones por si me da por pegar algún rodillazo contra alguna roca traicionera, de esos que duelen un huevo como mal menor.
Protegidos y para abajo, han pasado por aquí seguro, me da la impresión de que hay más piedras removidas en la trazada producto de los acelerones, en todo caso minucias si lo comparamos con lo que va a venir. El camino efectivamente da un giro brusco a la izquierda e inicia una bajada por un divertido sendero por el interior de un bosque joven aunque en mucho mejor aspecto de cuando bajé por primera vez, lo que no creo que haya cambiado mucho es el torrente, porque sí, es un torrente esa bajada aunque a algunos se les ocurriera utilizarlo de camino. Muy técnico, para expertos, hay que estar muy convencidos de que llevas la mejor trazada y velocidad para conseguir que la bici circule sin parar, un poco de adrenalina extra tampoco viene nada mal para lograr un deslizamiento constante y acorde al terreno, en todo caso es un reto a considerar aunque para bikeros muy específicos.
No tardo mucho en empalmar con un camino de carro que se inicia junto a un forn de calç que nos deja sobre la bajada principal sin tiempo material para encarar un mísero tramo de ésta si lo que queremos es bajar por la bajada secundaria que sí es mi próximo objetivo. La vi hace unas semanas pero quería comprobar que tal es la variante de la rampa de tierra, aquella que no me acabó de convencer, también la vi a la primera y excepto algún paso algo comprometido el resto es factible y que para mí constituiría el itinerario principal casi siempre. Desvío a la izquierda abajo y salimos junto al portillo del campo abierto para encarar la vuelta pero con la salvedad de que no quiero salir por Palmanova sino por Portals Nous, así pues debo meterme en la finca colindante de la carretera de las minas, ahora ya de manera más fácil al haber tumbado un tramo de rejilla, no parece el mejor método para calmar a los propietarios, he visto otras alternativas. Este tramo que viene a continuación no es el más difícil pero sí uno de aquellos en los que podríamos tener problemas de paso, de hecho, si tuviéramos que hacer caso de los letreros que vemos, no entraríamos.
Me acuerdo que después de cruzar el torrente se iba por un sendero bastante chulo dando algún rodeo por la finca pero ahora ya no hay nada de eso, están limpiando una tirada de terreno como si quisieran construir una pista forestal aunque aún hay bastantes restos arbóreos aún en el suelo, trazada que voy siguiendo hasta encontrar un camino que sube y que tiene su inicio en las casas, aún bastante alejadas. Toca subir aunque sin grandes dificultades y el camino se dirige directo hacia unas antiguas casas utilizadas al parecer por el cuidador de la finca tiempos ha, actualmente en claro desuso por lo que no hay problema alguno en pasar por allí, la dificultad mayor es acceder a la zona de chalés ya que o bien no existía tal conexión o ésta ha quedado arrasada por lo que la única opción es una rampa infernal por la que es casi imposible subir andando.
Está claro que hemos subido mucho aunque no lo suficiente como para no tener que apechugar con rampas dolorosas si hemos decidido volver a la pista de las antenas aunque no es mi intención en ese día señalado, bajaré hacia la costa y tomaré el desvío por la calle de Santa Lavinya para buscar en una de las vaguadas el paso subterráneo bajo la autopista, el de menor diámetro, ese que te obliga a avanzar de cuclillas y aún así el casco te salva de algunos cabezazos al techo. A la salida prosigo por el torrente que parece bastante salvaje en ese tramo y que no da la sensación de encontrarte en un paraje habitado ni mucho menos, es una sensación extraña y a la vez reconfortante pero dura poco y en unos minutos te ves obligado a retornar a la realidad, no diremos triste, más bien cruda, de la civilización y por sus venas abarrotadas de toda clase de especímenes retornar al punto de inicio de nuestra ruta.
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