Semana 1 COVID

Tenía que ser que la primera salida post confinamiento total, si se entiende por total que puedes salir varias veces al día por causa justificada, como ir a por tabaco o comprar el periódico, por ejemplo, entonces sí, aceptaremos confinamiento total como lo que estamos sufriendo. No banalicemos empero, el tema es serio y no conviene menospreciarlo, de hecho una de las consecuencias adversas ha sido no poder salir a hacer deporte, no el nuestro, ninguno. Los primeros 15 días todo el mundo tuvo claro que no había nada que hacer en el exterior y se empezaron a promover actividades de interior, toca rodillo pero ¿qué hacemos los que no tenemos? Pues a buscar uno en tiendas online o a fabricarlo vía tutorial, cristo, la de inventos que se han llegado a ver, yo mismo la última semana antes del parón me traje unos tubos imaginando que me podrían servir en un momento dado, y de hecho me dediqué a fabricarme unos rodillos con lo que tenía a mano, así salieron aunque no están descartados del todo, habrá continuación.

Lo cierto es que entre una cosa y otra pasaron casi 2 meses hasta que abrieron la veda y claro, hubo tiros por todos lados aunque las directrices eran precisas, limitación de horario, de recorrido y de compañía, casi nada. Aunque había dos turnos de salida no parecían las normas del gusto de nadie y tampoco había mucho consenso para cumplirlas, así la primera salida que hice fue a Bunyolí, menudo test para empezar aunque estuviera solo limitada a la pista de carro, un poco más allá de la cadena está el límite y no me apetecía sobrepasarlo así que volví por donde había venido después de un rato de charla con los que por allí nos congregamos. La vuelta la alargué un poco yendo a rodar por Son Mayol a fin de recuperar un poco la sensación del pedaleo.


El segundo día creo que ni pisé tierra, me dediqué a voltear por el carril bici hasta los colegios y después, aunque no recuerdo bien si esa era mi intención original, me dirigí hacia el coll de sa Creu por asfalto. No estuvo mal y tuve bastante compañía, sobre todo pasándome aunque alguno oí por detrás que no llegué a ver. Paré arriba y empezó el carrusel, pasaban de todos lados, iban y venían de todos los colores y condiciones y todos continuaban su camino tanto para arriba como para abajo, de mtb solo vi a tres que se fueron para el dh y a otros que hicieron algunas dresseres. Yo ni bajé por allí, no tenía el cuerpo entonado y preferí comodidad y por eso giré en dirección Gènova y ya que estaba por allí recorrí una calle interior que me había fijado en ella por ser mucho más segura para rodar que no la carretera que bordea la barriada, sin arcenes y llena de curvas sin visibilidad, y poco más si contamos el paseo que me di por la carretera que lleva al dique del oeste aunque sin poder pasar al muelle propiamente dicho, se extrañan esas caminatas hasta la punta.


Tercera salida de la semana, na Burguesa, por fin, y coincidí con una compañera de rutas casi desde el principio aunque con mejor bagaje físico por lo cual iba yo siempre a remolque, no me daba tregua. Subimos por la parte corta del monumento y no paró allí, me esperaba en el paso del cable pero como sabía de sus intenciones de continuar me hice de rogar pero no picó, tuve que ir a buscarla y aunque me insistió en seguir no me dejé convencer y le dije que tenía otros planes que seguramente le valdrían igual, o igual no, a saber. Volvimos abajo por el camí vell para dirigirnos a la salida de la localidad por la calle 374 que continúa por el bosque ya sin asfaltar y que después sigue como sendero por la ladera aunque en este sentido es poco aprovechable, con bastantes escollos imposibles, lo que sí pude aclarar es el porqué existe allí una rossaguera y que sospecho que son los restos de la actividad de una cantera situada más arriba, que de hecho tiene un ramal de camino de acceso que no fui a investigar, nos limitamos a bajar hacia la zona del cementerio de Gènova por el ramal de bajada, primero como camino de carro bastante deteriorado y después pista en casi las mismas penosas condiciones.

Pero el tema principal del día era comprobar algunos caminillos al otro lado de la autopista, lo que ha quedado de bosque entre las urbanizaciones de Sant Agustí y Cas Català, los cuales no he visitado casi diría en decenios, aunque por lo que se ve desde fuera tiene unos buenos desniveles y efectivamente así es y nos hace poner pie a tierra en el rampón central aunque lo que continúa desde arriba es ciclable. Dimos solamente un voltio volviendo al mismo sitio y bajando por donde habíamos subido donde la compañera se dio un buen piñazo queriendo ir más de lado que de frente pero no pasaron a mayores las consecuencias.

No era tarde pero quedaba el tiempo justo para volver, el aspecto horario ahora también hay que vigilarlo, yo que tan poco habituado estaba en ese aspecto ahora hay que tenerlo controlado pero al menos la aplicación que uso te va cantando el tiempo de actividad y sabes que la hora no puede ser menos que la que resulta sumando ese tiempo al que saliste, menos da una piedra.


En la cuarta salida tenía que comprobar un punto que me tenía intrigado pero al mismo tiempo muy desconfiado del éxito que pudiera tener, de hecho han pasado meses y años para que esto sucediera, me refiero a una subida directa desde Son Vida hasta el coll de sa Creu que solíamos realizar antaño, tanto de subida como de bajada y hoy en día solo se realiza en parte debido al corte intermedio con una barrera, pero lo que quería ver era el inicio de ses itinerario del que tampoco me acordaba exactamente donde era, así que salí dispuesto a encontrarlo y comprobar si al menos podría subir hasta la barrera y en el mejor de los casos, superarla de alguna forma.

Tras estudiar un poco la situación sobre el papel antes de partir deduje que tendría que subir por la calle Binicaubell e ir buscando por ahí la entrada, pues a esas nos dirigimos utilizando el carril bici que para eso lo tenemos y tirando directo por Son Rapinya. Ya en la urbanización busco la calle después de pasar los primeros hoyos del golf y me dispongo a apretar los dientes ya en las primeras cuestas que en realidad tampoco son tan fieras como en otros viales e iba reservando algunos piñones para más tarde. Me crucé con un ciclista de carretera que bajaba antes de llegar al sitio que debía comprobar y al que no presté mucha atención, iba más pendiente de no parar que de otra cosa lo que hice un poco más adelante en cuanto vi una especie de parque cerrado y cuidado con pared y rejilla y una barrera metálica, era allí pero imposible sortear aquello, no llegué a ver el depósito de agua que supongo utilizará para regar el golf y que tan celosamente guardan desde hace años.

En la siguiente curva sí parece que hay un acceso practicable pero hacia una zona muy escarpada, quizás algunos senderistas circulen por ahí o tal vez visitantes de alguna cueva, desde luego en bici ni pensarlo, me queda entonces la otra opción, subir hasta lo más alto de la urbanización y empalmar con la pista de la carena, no esperaba complicación en ese aspecto pero mientras voy rodando también voy bajando por lo que no auguro nada bueno, todo lo que bajo voy a tener que subirlo otra vez en un tramo mucho más corto lo que se traduce en una mayor pendiente, habrá que echar mano (o pies) a esos piñones de reserva. Como no estoy situado mentalmente sobre el itinerario voy pillando todas las bocacalles que encuentro hacia arriba hasta llegar a un cruce con varias, tomo la de la izquierda y aquello no tiene fin pero me siento tentado de superarlo y voy haciendo eses para no tener que comerme la cuesta en todo su esplendor y en una de esas veo que viene alguien por detrás y en bici de carretera, ya le vale, pero no me llega a coger porque giro por la calle Morneta que es por donde creo que tengo que ir, nada más lejos de la realidad, no tiene salida y ya puestos que mas da meter otro poco de desnivel, no?. Vuelvo atrás para seguir subiendo mientras veo que el otro ciclista que ha llegado arriba empieza a bajar y nos saludamos y es cuando lo reconozco, es Pepefz y le pego un grito pero con la inercia está ya muy abajo y no para, no sé si me habrá oído, tampoco paro yo, solo me quedan unos metros para poder bajarme del sillín y estirar un poco las piernas que llevo ya un buen tute sin parar.

El tema es que lo que tengo delante es un enorme muro con su portón incluido, eso no estaba antes, lo que pasa es que el antes es de muy antes y las cosas cambian por lo que hay que ir actualizando estos detalles más a menudo y tampoco es que hubiera visto muchas trazas de visitantes de la zona, que seguro las habrá pero no me puse a comprobarlo, de hecho lo hice más tarde en casa y efectivamente hay una alternativa que rodea los chalés y que no supone mayor desgaste dada la poca distancia que hay que recorrer, pero dado que son situaciones que se me dan con frecuencia no me provocan mayor desazón, vuelvo otro día y se resuelven sin más.

No es muy tarde y decido ir a buscar una bajada que va a dar a Pinar Park y que una vez encontré pero fue subiendo por lo que ahora estoy bastante despistado y no me queda otra que ir a fisgar toda calle que me encuentre e ir descartando, las dos primeras no tienen salida, la que estoy buscando tampoco pero está más abajo y la encuentro al tercer intento no sin antes saborear la última rampa hasta los últimos edificios, desde allí sale este corto descenso, que ahora tiene algunos troncos cruzados de los que se harán cargo pronto los mantenedores de caminos supongo.

Una vez abajo me voy a voltear por los ramales que rodean el campo de golf y que una vez fueron objeto de controversia ya que al delimitar unos terrenos se cortó el paso con vallas y hasta se pusieron barreras en su inicio, en el cementerio, pero ahora, y tras la intervención del ayuntamiento, están libres de paso para cualquier usuario, y eso es lo que hago, pasar, aunque algunos de ellos han perdido gran parte de su encanto tras las obras de los tendidos eléctricos que cruzan estos parajes, la última torre desde luego es para ir a verla, en todo caso alguno queda aún con alguna piedra para ir a dar unos cuantos brincos.

Es lo que dio de sí la semana, son (casi ni se pueden llamar así) rutas cercanas, cortas en tiempo y distancia, que conforman una especie de barrido del término municipal, circunstancia esta que obliga a tener en cuenta ciertos detalles que, o bien se pasaron por alto o bien se iban dejando para otra ocasión por aquello de que como están ahí al lado puedo ir cuando quiera y al final se van olvidando, aparcados en vía muerta.

Cierto que el término de la mayor ciudad de las Baleares, por tanto donde más usuarios de mtb hay, no posee montes significativos, su mayor altura podría considerarse que es el Pujol des Gat, a unos 500m de altura y que al menos se puede llegar rodando aunque sea por una pista forestal, pero otros municipios nos ganan por goleada en ese aspecto, envidias que han provocado no poca crispación entre algunos bikeros, cada uno recordará estos días a su manera.


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