Ruta quitamono

El domingo me uní al grupo para una salida por los alrededores, suponía que no duraría más de 3 horas aproximadamente, me iba perfecto y como empiezan temprano no hay excusa para no acoplarme. Y digo alrededores porque es lo que me imaginaba no porque supiera donde me iban a meter y me entero antes de empezar a rodar en cuanto alguno expone los planes, que por lo visto tampoco son muy explícitos pero parece claro que nos dirigiremos a la Vileta y desde allí hacia el coche quemado, después ya veremos, vamos pues.

Al poco de rodar Cristóbal nos enfila por los recovecos de la barriada y se lo agradezco ya que en mi santa ignorancia solo soy capaz de atravesarla por la calle principal y salimos directos a la plaza de arriba, desde ahí sí que sé seguir. No queda nada para empezar a rodar ya en nuestro elemento que suele ser cuando se empiezan a estropear las cosas, Virutas había cambiado la cadena y los piñones dijeron basta, no había manera de mantenerlos engranados en ninguno de ellos en cuanto se ejercía la mínima presión y tras intentarlo en varias ocasiones fallando en todas debe abandonar mientras que los demás nos dirigimos hacia la subida del coll des Garrover, coche quemado en coloquial, donde hasta el de la eléctrica (se me olvidó el nombre, glups) tuvo problemas para solventarla con éxito aunque llegara el primero pero sigue siendo un reto interesante.

Nadie tenía claro por donde tirar y propongo hacer un bucle por Bunyolí nou para volver al mismo sitio y parece ser que la idea tiene éxito, nos vamos pues a buscar la pista que sube desde la carretera por un sendero cuya única y mínima dificultad es que tira hacia arriba la primera mitad ya que ni la bajada de después hasta el cruce puede considerarse técnica. Nos queda un tramo de pista ancha en subida hasta adentrarnos en el bosque debiendo de pasar por el escalón rocoso donde tengo, y por lo visto todos los demás, tenemos una cuenta pendiente que intentamos resolver después de lanzar una propuesta arriesgada y el único que la solventó con éxito fue Sebas haciendo rodar la bici hasta abajo con toda solvencia, lo mío tendrá que esperar un poco más.

Estamos arriba después de empujar otro rato y esta vez el que propone es Carlos, en lugar de ir por la mina vayamos por el rampón y quiero acordarme de si he ido o no y no soy capaz, por tanto tiene todo mi apoyo aunque de todas maneras tampoco hay oposición. El sendero que lleva hasta allí discurre entre rocas y superarlo te deja muy satisfecho pero el descenso por el tobogán debe efectuarse con un plus de confianza, contigo mismo y con tu máquina, elegir una trazada y no salirse en ningún momento, lo contrario es fallo seguro. Algunos pies, patinajes varios y pases andando después llegamos abajo para dirigirnos hacia el puig de ses Gatoves por el camino de carro que aunque parece que en su parte final se desdibuja un poco al menos permite llegar arriba montado aunque era aquí cuando empezaba realmente la parte más divertida, justo por la carena, pero que ahora se ha visto arrasada por el paso de la línea de alta y lo que era un sinuoso sendero sobre las piedras ahora es una pista lisa y sosa, los precios del progreso, dicen.

Esta pista nos lleva hasta la paret de partió y más allá y en cuanto se decide a bajar nosotros continuamos recto en paralelo a la pared dando pedales sin parar hasta que llegamos al punto donde lo que debemos dar es otra cosa, al menos ejemplo, y aunque había estado por la zona hacía algunas fechas, no conseguí quitarme todos los miedos de encima y encadenar las bajadas de una vez por todas, que los demás tampoco lo hicieran no debería proporcionarme excusas para no lograrlo aunque creo que Sebas sí las pasó, algo oí después, tiene pues mi sincera enhorabuena.

¿Qué más queda por contar? Creo que nada importante, cruzar por el parque y equivocarnos en los campos para volver al núcleo de la Vileta en lugar de ir directos al polígono fue anecdótico, las miradas estaban ya fijas en la terraza del bar para cumplir con el rito aunque a decir verdad puede que no nos lo hayamos ganado del todo, de todas maneras no fue esa la razón por la que Tito y yo no nos quedamos, en mi caso era por la hora y supongo que el suyo también.


Otra traza parada en un punto donde se activa la pausa automática aunque ya en el momento de escribir esta crónica parece que tengo el tema solucionado.


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