Seminocturna

El sábado no tuve salida bikera con el grupo. Realizé una excursión turística clásica en la isla, mejor dicho, varias, ya que era un paquete conjunto entre varias empresas de transporte y de comunicación para ofrecer el viaje a un precio mucho más económico que si se hiciera de manera particular. Se trata de llegar a Sóller con el tren bajar al puerto con el tranvía y tomar la barca que nos lleva a La Calobra, aunque lo que nos interesa de verdad es acceder al Torrent de Pareis, al menos en su desembocadura. La única nota negativa que le pondría es el amontonamiento que se produce en la playa aún cuando espacio no falta.

Había mucha gente en plan turista pero también bastantes excursionistas que bajaban desde s'Entreforc y se unían a la tropa achicharrada que buscaba sombra desesperadamente. Pero lo que despertó mi curiosidad fue saber que existía un antiguo camino de acceso al torrente usado antes de horadarse los túneles modernos. Se encuentra justo al final del nuevo paseo y empieza a ascender junto a la caseta de información turística, enfilándose rápidamente a través de una encletxa natural espectacular. No llegué tan arriba como para ver el torrente pero sí para poder ver el paso en toda su magnitud. Lástima que no sea ciclable.

Ni el calor ni la falta de noticias de la peña el domingo me disuadieron de no salir el domingo, y me fuí a dar un vuelta por la zona boscosa comprendida entre la base militar General Asensio y Son Rapinya, muy frecuentada por moteros y descenders, aunque no ví a ninguno ese día. Me dediqué a bajar y subir por las rampas y también dar algunos giros, sobretodo a derechas. No hubo ruta propiamente dicha, simple pedaleo reparador.

Pero no fué suficiente para matar al mono del todo y por eso me volví a vestir de corto el lunes para irme ya un poco más lejos a pesar de no haber comido casi nada. Entré por donde había salido el día anterior y al llegar a la rotonda de la base militar decidí subir por la carretera. Había cogido ritmo y me encontraba bien. Pronto sobrepasé a un bikero de carretera que subía pesadamente muy despacio. A falta de un kilómetro para la cima ví que venía detrás, no muy lejos. Pensé que había revivido pero al llegar al Coll des Vent comprobé que era otro. Tampoco subía muy rápido porque en ese tramo debería haberme pillado y no lo hizo. Se paró y tuvimos una pequeña charla. Los que vinieron más tarde eran conocidos suyos y se unieron a la tertulia. Al final cada uno siguió su camino.

Yo quería ir al mirador en primer lugar. Esa pequeña cuesta que hay antes de llegar al desvío la recordaba muy interesante y tentadora, aunque para pasarla tuve que poner algún pie. Lo que sí encontré mucho más factible fué el tramo que nos lleva al Coll des Pastor; me refiero evidentemente al primer tramo más trialero. El segundo tramo es una pistorra sin complicaciones.

Al llegar arriba vi a dos bikeros que se iban hacia la pista de Bendinat y me crucé con ellos. Uno de ellos me saludó y oí un “hola, ...”. En ese momento no me dí cuenta de que me había saludado por mi apodo. Yo giré y salí tras ellos y fué cuando me percaté de ello, pero seguí sin reconocerlos, aunque con los cascos integrales era difícil. Decidí bajar por la trialera y comprobar de paso su estado ya que ha habido alguna polémica interna respecto a ello esta semana. Me preparé un poco y cuando estaba a punto de dar la primera pedalada veo que me estaba llamando uno que subía por la pista. Necesitaba una llave allen para apretar la potencia. Tenía la que le faltaba y lo pudo solucionar. Le pregunté si se había cruzado con alguien y me dijo que no; de todas formas ya era tarde para intentar coger a los dos que tenía delante. Él no bajaba por la trialera, su máquina era muy rally.

Yo sí, y me fuí para abajo. Sin problemas en el primer tramo por el bosque con una zona final con muchas piedras sueltas, donde a veces es difícil conservar el equilibrio, aunque no noté nada fuera de lo común. Tramo de sendero muy rápido, con zonas de piedras bien asentadas, hasta la zona repoblada y después hasta el cambio de vertiente. Donde me los encontré fué en la pendiente de tierra que no bajamos ninguno. Allí me contó un poco su historia y yo le aporté algunos datos. Seguidores de las páginas de mtb salen a hacer algunas de las rutas de las que allí se presentan. De todas maneras le animé a participar en ellas y si por tiempo, ganas o prejuicios no lo hacían le puse un poco al tanto de las diversas opciones que pueden interesarle, siendo la mejor manera de ponerse en contacto el foro. Todo ello en el caso de que lo estimen oportuno, claro está.

Me hicieron el dudoso honor de dejarme encabezar el grupo en el tramo siguiente, bastante exigente en cuanto a conducción. Tramo que se complica un poco al llegar otra vez al bosque y donde les saqué un poco de ventaja, aunque para ser su primera vez creo que lo hicieron bastante bien. Tampoco noté nada fuera de lugar.

Cuando se quitaron los cascos en la rotonda de Son Rapinya pude verlos bien pero no logré reconocerlos. Uno de ellos tenía solamente quince años. El otro es un poco mayor pero no mucho más. Es probable que volvamos a vernos y si no es así al menos que aprovechen el trabajo que buenamente seamos capaces de aportar.

Como son vileteros pudieron llegar a casa sin problemas; yo volví por la acera, ya de noche, pensando que quizás debería meter un chaleco reflectante en la mochila para estos casos, cuando ya se hace difícil distinguir un bulto sobre el asfalto y que será probablemente obligatorio a partir de ciertas horas.


Ses Sínies

Por fin una ruta endurera como dios manda, ses Sínies como deben hacerse, hacia abajo. Cuando fueron a hacerla en sentido contrario me pareció excesivo el tramo de pateo, y no me equivoqué. En sentido descendente podría decirse que la ruta es ciclable en un 98%, en el mejor de los casos. Lo que no quiere decir que lo sea para cualquiera, lo que digo es que se presta a ello.

Quedaron a las nueve en Puigpunyent para dar tiempo a Crop para llegar desde Muro sin darse el gran madrugón y puse el despertador a las siete para que me sobrara tiempo. Y menos mal porque no pude poner en marcha el coche y tenía el pequeño cargado. Descargarlo y partir; aún así llegué muy temprano. Había pensado en desayunar ya que tampoco lo había hecho pero tras montar la bici fuí a dar una vuelta para empezar a calentar y se me pasó. Cuando volví al pueblo no ví a nadie y me pareció raro; era casi la hora. Seguí circulando y veo, lejos de donde estaba aparcado, unos vehículos conocidos pero ni rastro de bikeros ni bicis. ¡estos se han pirado! Pero, ¿hacia dónde? Intuí que hacia el Grau por carretera pero no estaba seguro. Me equipé y comencé a subir el coll. No tuvo que pasar mucho tiempo para ver al grupo unas cuantas curvas más arriba aún cerca del pueblo. Tranquilo, los cogeré tarde o temprano y si no lo hacía, al menos sabía por donde discurriría la ruta y en un momento dado los alcanzaría sin tener que forzar, bastaba no parar. Y de hecho lo hice en la barrera de sa Campaneta.

Grupito muy reducido. Sabía ya de algunos que no vendrían por parte de los toys y de los demás poca gente se apuntó, tan solo Fibras y ToniXXL, más Crop y yo. El verano, calores, compromisos varios, desplazamientos y demás hace que el grupo mengüe. Pista amplia, casi llana, hasta el desvío del GR donde se pillan los primeros tramos de pateo en este caso provocados por el propio camino. Ya me noté muy pesado. Por como había transcurrido la semana y por el viernes en particular no me auguraba nada bueno. Menos mal que al menos hubo un primer calentamiento por carretera. Primera bajadita para empezar a catar las suspensiones y pista exigente de subida hasta el coll.

Bajé el sillín en el sendero pero no hacía falta ya que en muchos tramos es más bien llano y, excepto algunas zonas reviradas muy cortas, se puede pedalear con comodidad. Pero solamente es para abrir boca para lo que nos espera después de la fuente, aún con un hilillo de agua imposible de atrapar. Una amplia pista donde pillaremos una gran velocidad. En una de las curvas rodó Perdigón sin graves consecuencias. Es de locos querer bajar por esa pista sin freno trasero.

Después de la miranda sobre Son Fortuny viene un pequeño ascenso, casi ciclable en su mayor parte, para ya descender definitivamente hasta el área recreativa donde hubo sesión de video filmada por un servidor y decir que se ven de milagro porque yo no veía nada por la pantalla. Hasta este momento estaba contento. Las exigencias habían sido mínimas pero quedaba lo peor. Lo peor es la pista de la Coma d'en Vidal de la que no guardaba ingrato recuerdo...hasta ayer. La subí con Mar el día que fuimos hacia la Mola de s'Esclop y fué bastante bien. La pista y la pendiente son las mismas, falla el bikero. Me conozco y sabía que flojearía, pero no tanto. Que tuviera poca tracción tampoco ayudaba pero no es excusa. PETÉ descaradamente. Aún así me dió pereza quitarme guantes y zapatos y solamente me mojé la cabeza en el pozo. Ya veremos si cuando esté abierto el refugio tendremos tanta manga ancha con el cubito. Queda por averiguar el grado de potabilidad del agua dada la fauna que allí dentro se desarrolla.

Ya tenía ganas de ver la bajada en directo. Por las fotos no se intuía su dificultad. Tomeu decía que era fácil. Su fácil es como mínimo semijodido tirando a jodido para mí pero ¿quién dijo miedo?. Desde luego Perdigón no y va y se estampa por segunda vez, esta piña un poco más seria, aunque sin llegar a la rotura física.

Vamos bajando, el camino está limpio de vegetación; se adivinan verdaderos troncos cortados a ras en medio de la trazada, con curvones ciertamente negociables para los expertos y bastantes pedruscos, muchos de ellos no sorteables, con lo que hay que superarlos con cierta velocidad para no quedar atrancado. Bueno todo esto lo voy anotando mentalmente como lo que hay que hacer la próxima vez que pase por allí; no es exactamente lo que hice ayer. Lo que sí tengo claro es que hay que hacerla siempre de bajada; en ese sentido la ruta se merece un cinco.

Oh, pero la pistorra desde ses Sínies a las casas es otro mundo, vaya gozada de pedaleo. La única nota negativa es que está recubierta de resto de poda vegetal y ya se sabe que en cualquier momento te puede saltar una ramita y hacerte un destrozo en la bici. Y de hecho algunas lo hicieron aunque sin llegar a engancharse; menos mal. Pasamos por las casas y despedimos a Perdigón que da por finalizada la ruta esperando su rescate. Nosotros nos dedicamos a arreglar pinchazos a la sombra antes de desviarnos hacia el Ratxo a través de una pista en ascenso continuado donde, inconsciente de mí y pese a los avisos, la hago medio atrancado a plato mediano y con el cambio aún sin ajustar, con el treinta como piñon mayor.

Es Ratxo, quién te ha visto y quién te ve. De ser unas simples casas de payeses a complejo hotelero para pudientes turistas. Yo no lo había visto, me lo han contado. Creo que una vez llegué hasta el portillo de entrada. Sí, tiene que ser allí porque me acuerdo de que estaba después de la Reserva y que había una bajada pero no entré. Sé que tiré hacia Galilea por un vial asfaltado bastante deteriorado y empinado, aunque son recuerdos más bien vagos. Tan vagos que ni siquiera estoy seguro de si bajé o subí de Galilea. Efectivamente la entrada está junto a la de la Reserva y hay un desvío a la izquierda por lo que debía ser el mismo punto del que me acordaba.

Lo que es seguro es que a partir de ayer me acordaré con mucha más claridad porque las rampas de asfalto, que no hormigón, se me hicieron eternas. Qué digo eternas, doblemente eternas. Y los compañeros esperando con resignación en lo alto, quina vergonya. Pero ya solamente quedaban unos kilómetros de asfalto y menos mal que desbloqueé la horquilla porque me metí en uno de los muchos socavones que tiene y casi me estampo. Me cogió de sorpresa en un área de sombras y con las gafas puestas no lo ví.

Me veía incapaz de acabarme la bebida en el bar y menos de levantarme de la silla pero ahora mismo lo que tengo son ganas de volver a por esa ruta. Muy endurera, muy ciclable. Lo que le faltaba a esa zona para la perfección.


Volviendo a la normalidad

Desde la última petada no las tenía todas conmigo. Se preveía que la ruta del sábado no sería ñoña ya que se quería que el forero Santi Calvet se llevara una buena impresión de la isla. Yo no lo conocía ni personalmente ni a través del foro ya que no me suelo perderme mucho en esos terrenos, pero otros compañeros sí, y a ellos notificó su intención de apuntarse a algunas de nuestras salidas cuando viniera. Y como ha sucedido en otras ocasiones se les ha procurado satisfacer en lo posible.

Se eligió el circuito de los Cingles de Son Rullán. Largo, técnico, rápido y con varias tipologías de terreno para no acabar defraudado. A mí lo que más me interesaba era lo que hay antes de llegar al descenso. Ahí iba a ver como me encontraba realmente. No podía ni quería compararlo a aquella última vez que estuve por el Pas d'en Miquel. Esta vez tenía que ser diferente, aunque estuve a punto de no ir. Fuí tentado (y seducido) por una invitación poblera el día anterior. Iba a ser más corta, más baja, menos penosa en un principio esta otra ruta y me pareció estupendo para seguir recuperando.

Me gusta salir con el grupo de Sa Pobla pero desafortunadamente solamente puedo hacerlo una vez por semana, con lo que las ocasiones son pocas. Además me había quedado con mal sabor de boca desde nuestra última salida conjunta, donde me quedé descolgado de mala manera, teniendo que recurrir a trazar una ruta alternativa hasta volver a reunirnos. Así no alteré sus planes y pudieron hacer su ruta programada hasta el final. Finalmente se anuló la salida a última hora y me animé a intentar la subida del Pla del Pouet. Nos vimos a las ocho y media en Valldemossa donde, sin que sirva de precedente, llegué temprano. Llegó Fibras con el invitado, Nando, Yarik, Buzz, Perdigón y Pepefz. Los otros tres, Woody, Potato y ToniXXL venían del puerto. Nos vimos en la barrera de la subida del Pla del Pouet para enfilar ruta.

Me encontré bastante bien en toda la subida. Que la hiciera toda o parte montado es otra cosa; me refiero que no me noté mal en las partes en que montaba. Y eso que es un recorrido en el cual me suelo quejar de falta de calentamiento previo. El invitado llevaba una bici más de DH que de enduro (o de enduro muy bruto) con lo que que le auguraba los problemas precisamente en el tramo de subida pero para mí que lo superó bastante bien, teniendo en cuenta que no conocía el lugar. La subida no es corta pero el conocer el terreno ayuda mucho.

Hacía calor, pero muy soportable; no me pareció excesivo, aunque no todos opinaran lo mismo. Tomeu no subió fino, quizás le rondara la pájara, quizás forzó demasiado en la subida de asfalto, aunque unas cuantas paraditas estrátegicamente ejecutadas durante el recorrido le permitieron llegar arriba dignamente. Potato también las veía maduras con la nueva montura, mucho más pesada, aunque más noble a la hora de rodar, en el sentido de que se agarra más al terreno, tanto en subida como en bajada. Lo que pasa es que subiendo hay que poder moverla sino lo que es una ventaja se convierte en un lastre.

No me arrepentí de haber ido, el Camí de ses Fontanelles me encanta y ayer lo disfruté. Reagrupados, rehidratados y reanimados en el Pla dets Aritges donde Buzz y Fibras llevaban esperando más de diez minutos mientras los demás buscaban el tornillo perdido de la cala de Perdigón (que había durado media hora escasa puesto) o posaban en los miradores con la mejor cara que podían poner, nos disponemos a partir aún más arriba (alguno no se lo creía pero ya quedaba poco), a coronar las últimas rampas del honor.

En el desvío hacia los Cingles sabíamos que varios desertarían directamente hacia Valldemossa (alguno lo había hecho ya mucho antes, en el Pla des Pouet). Esta opción la había sopesado pero en ese momento la descarté, seguiría la ruta aunque tuviera que hacer los Cingles. Pero allí cometí un error, mejor dicho, dos. Hinché las dos ruedas. Para prevenir pinchazos sobre la superficie cortante del primer tramo. Me fué bien pero tuve que padecerlo el resto de bajada. Tomeu tuvo un percance y salió volando produciéndose algunas contusiones que al parecer no han ido a más. Potato pinchó y necesita un arsenal de herramientas para desmontar la rueda. Tras verificar los daños me marché el primero hacia abajo. Al menos por una vez no me tendrían que esperar. Una vez pasado el primer paso crítico intenté circular pero más que en bici parecía que iba sobre esquíes por lo que en el tramo intermedio hubo bastante pateo.

Ya fuera del bosque la cosa iba un poco mejor pero en un despiste me volví a quedar en la cola del pelotón y ya no cogí cuerda, pero al menos lo pasé medianamente bien. Aunque no encontramos muchas barreras que saltar las pocas que había extrañaron a nuestro amigo forero. Le resultaba chocante toparse de repente con una puerta en el campo. Más raro le pareció que volviéramos a dejarlas cerradas como hicimos con las que traspasamos en el camino de los miradores. Intenté darle alguna explicación sobre el respecto y también sobre la ruta que íbamos siguiendo uniendo un poco de historia y costumbres con diversión (espero que sin ponerme demasiado pesado).

Bien, ya en Deià alguno intentó intercalar un descanso cervercero en medio de la ruta. No le dejamos. Quedaba la subidita de carretera que aunque no es dura, mejor afrontarla en caliente. ToniXXL nos pasó a todos y no pude cogerle al ritmo que iba. Pepe sí lo hizo y ambos se pasaron de frenada. Mientras unos esperaban en la Font Cuberta otros lo hacíamos en Miramar, hasta que volvieron.

Tenemos una buena entrada ahí pero hay que ir a investigar un posible camino entre Son Marroig y Miramar para evitar la carretera y poder meter otros cuantos miradores en el zurrón, que el día de los cuarenta se quedaron en pocos. Además tenemos el camino que sale justo del Mirador de sa Ferradura hacia el Guix que si es ciclable es una muy buena opción para nuevas rutas.

Los escalones del beato no defraudaron, ni tampoco los senderos que, pasando por los diversos miradores, acaban en la pista de s'Estaca. Todo el mundo se divirtió. La única nota negativa fué comprobar que la capella del beato se está desmoronando a marchas forzadas, con bastantes piedras de su pared exterior amontonadas sobre el puente. No tiene cubierta y hay un gran hueco de arriba abajo donde antes estaba la entrada.

Ya en la pista solamente quedaba volver de tranquis ya que algunos se habían ocupado de ir a buscar la furgo que estaba arriba y además Potato tuvo que volver a cambiar la cámara de atrás. Todos bajaron menos yo que no me quedaba a comer por lo que tuve que subir los cinco kilómetros (tres de subida real) hasta el pueblo y fue cuando noté el calor sofocante y el hambre que me empezaba a acuciar, tanto como para tener que pararme a robar prunes.


Cambio de aires

No diré que ha sido una semana de recuperación porque no lo ha sido pero podría decirse que me encontraba algo mejor aunque unas pequeñas molestias en el gemelo derecho me hicieron dudar a última hora.

Como viene siendo habitual en muchas salidas del grupo no hubo convocatoria definitiva hasta el último día. De todas maneras ya tenía yo decidida mi ruta. Saldría con un grupo a los que no conocía de nada que es el habitual de un nuevo vecino de mi finca que por casualidad me he enterado que practica el mtb. Me confirma el viernes que la ruta será por Sóller en dirección a Deià. En principio es un recorrido corto, al menos mucho más que el que querían hacer los toys, y lo presupongo asequible a mi actual forma física, de manera que pueda superarlo sin excesivas dificultades.

Me recogió en casa (es de agradecer por ser el primer día) y nos fuimos al punto de reunión en el Pont d'Inca Nou, iniciando la etapa con el desayuno pertinente. Tras ello nos fuimos a Sóller donde aparecieron más integrantes del grupo llegando a formar un grupeto de doce o trece bikeros. Presentaciones, saludos y salida. En principio no conozco a ninguno de ellos. Nos dirigimos hacia el Camí del Rost enfrente de la gasolinera siguiendo las señalizaciones hasta el final del tramo asfaltado donde nos desviamos a la izquierda para continuar por la pista cementada que se va encaramando entre olivares montaña arriba, directa hacia els cinc ponts, a los que cruza dos veces por debajo siguiendo hacia Montreals y Can Palles, ya sobre el Camí de Castelló.

No creo recordar haberla hecho nunca en bicicleta y me gustó. Es una buena distancia y pendiente moderada como para calentar en condiciones, siempre y cuando no se quiera imprimir un ritmo frenético desde el principio. Algunos notaron allí esa falta de calentamiento precisamente. Arriba empezaron los primeros percances. Uno bajó a buscar el tapón de la suspensión que se le había perdido aprovechando que otro había llamado que había llegado tarde y estaba subiendo. Estaba claro que la espera sería larga y el grupo se empezó a disgregar; los más impacientes se iban yendo y otros se iban quedando. De todas maneras los volvimos a encontrar en Can Jeroni Gros y más tarde en el cruce del Camí del Rost mientras se iban sucediendo los reagrupàmientos. Alli ya me fuí solo y llegué el primero a Can Prohom donde se repitió el ritual de la espera.

En la era fue donde se decidió el itinerario. El que llevaba la voz cantante era precisamente el que había llegado tarde y propuso ir por las pistas, fuera de la ruta oficial GR. Lo preferí porque nunca había ido y quería conocerlo. No tiene mucho misterio ya que se trata de una ancha pista que va ascendiendo por el interior de la propiedad dirigiéndose hacia el bosque. Lo que tiene es que no para de subir en ningún momento y solo paramos al llegar al bosque. He de reconocer que en un repecho me tuve que bajar al final pero no lo achaco a la dificultad del terreno en sí. Es todo muy transitable de principio a fin. Bueno, fin, lo que se dice fin no llegamos a verlo.

Nos paramos a merendar algo justodebajo de la cacera donde algunos pensaban en la retirada aunque de momento estábamos todos. Quedaba aún pendiente por subir pero muy cerca de ese punto enlazaba una pista a mano derecha. No la reconocí en un primer momento pero cuando vi más adelante la pared y la barrera del desvío del Puig del Moro supe que era la que venía de Deià y por donde ya habíamos pasado en una ocasión anterior. Nos esperaba un grupito más arriba en un desvío. Pista enfrente y a la izquierda. Tomamos la de enfrente y nos llevó al aujub aunque la otra también llevaba allí.

En el recuento ya faltaba gente, padre e hijo, que abandonaron cuando iba a empezar la bajada. Se supone que la pista continúa por el bosque pero lo que nos interesa es buscar el enlace con el camino inferior (el que hemos abandonado cerca de la cacera. Solamente había pasado una vez y subiendo con lo que ahora pude disfrutarlo íntegramente. El fallo que tuve es que al llegar al camino me fuí a la derecha llevándome a otro detrás e hicimos toda la bajada sin darmos cuenta de que íbamos mal encaminados. Me extrañé de que fuéramos tanto tiempo enfilando hacia Sóller pero no me paré a comprobarlo, estaba disfrutando de cada metro y cada pedalada.

Cuando llegué al cruce lo ví claro y volví atrás a buscar a mi compañero que estaba recuperándose de una caída y supongo que medio acojonado por dejarle solo como después me comentó. Claro, en ese momento no sabía que volvería atrás. Ya recuperado y en la dirección correcta volvemos sobre nuestros pasos y tiramos pista abajo hacia Deià pero también hay que estar muy atento porque es fácil pasarse el desvío. Me acordaba que tuvimos que subir bastante andando después de la fuente. No estaba seguro del todo pero había fites, o sea que me tiré hacia abajo sin pensarlo y antes de llegar a la fuente ya los habíamos pillado; hasta llegaron a hacer tapón. Paradita corta en la fuente para acabar con la última trialera y luego la pista cementada que, por cierto, tiene una barrera corrediza motorizada abajo; oseáse que...

En la parada del bus estaban los que habían bajado los primeros y algunos ya se habían ido. Nada de bares, nada de meriendas, carretera y manta. Salgo de los últimos y en el cruce del GR no hay nadie. “haremos un tramito de carretera”, me comentan. Joder, un tramito; hasta Can Prohom. Tengo algún problemilla con la biela que se suelta y con el cambio, que no va fino.

Ya solamente nos queda la bajadita del tramo de Can Prohom al Camí de Castelló y, a partir de allí, el Camí des Rost, del cual no me acordaba muy bien. Empedrado en muchos tramos, que pueden ser muy rápidos si nos lo proponemos, hace trabajar las suspensiones al límite. El bikero también debe hacerlo si quiere llegar de una pieza.

Dió tiempo de ir al bar dado lo temprano que se acabó; antes de la una, aunque algunos se fueron antes y puedo asegurar que las litronas de shandy no son la bebida preferida de este grupo. Tampoco se han gastado mucho en protecciones; ninguno las llevaba. Supongo que alguno tendrá pero debió considerar que la ruta no las merecía.

Yo me lo pasé muy bien por la ruta y la compañía; otra cosa es que acabara como si hubiera hecho cincuenta kilómetros. Bueno, realmente no sé cuántos hicimos porque ninguno llevaba gps y tan solo uno, máquina de fotos. O sea que, cacharritos y equipamiento, lo mínimo. Lo realmente importante era el timming y todo lo que fuera retrasarlo, criticado. Lo mejor es que hoy también salían bastantes. Ruta: la Fita al revés, decidida en cinco minutos en el bar. Ahí se puede adivinar más claramente la filosofía del grupo ya que trialeras solamente están las de Bunyolí, pero que conste que tampoco se le hace ascos a ninguna. Si vuelvo a salir con ellos, que espero que sí, afinaré un poco más en mis comentarios, y siempre bajo mi punto de vista, que no es el de un experto bajador.

No es que quiera dar a entender que sean unos obsesos del cronómetro; la finalidad es buscar la diversión en cada tramo, ya sea subiendo o bajando, y ayer la encontré, aunque bastante más en lo segundo que en el primero, todo hay que reconocerlo.


Nota: Las fotos no se corresponden a la salida de ayer ni tampoco son los mismos integrantes pero sí que salgo en alguna. Si consigo algunas de ayer las incluiré posteriormente.


Ya no hay vuelta atrás

Sin tener aún la patilla nueva de la bici no me atreví a cogerla y tuve que decidirme a sacar la rígida. No es que me hiciera ninguna ilusión pero es lo que hay. Lleva dos cubiertas viejas y gastadas y no me apetece ponérselas nuevas ya que mi hijo no le hace ni puñetero caso, aunque quizás deba hacerlo, visto lo visto. De todas maneras confiaba en que para lo que quería hacer aguantaría, que en estos casos extremos suele ser un Bunyolí o una Burguesa por la carretera. Me decidí por esta última ya que hacía bastante que no íba.

He de reconocer que la subí a plato pequeño, para reservar, cosa que casi nunca hago. Descansito y para arriba, y sobre las primeras piedras empiezo a notar el contacto de la goma sobre la llanta. Llevo poca presión pero como voy subiendo lentito pues lo dejo estar. No pasa mucho tiempo hasta que le meto un poco de aire y mejora, pero al llegar al Coll des Pastor me animo en una cuesta abajo y plaaas, llantazo. Ya empezamos. Repararé a la sombra del pino.

Decir que el día no fue excesivamente caluroso y el pedaleo era relativamente cómodo en ese aspecto, ya que el tener que hacerlo sin calas fue lo que menos me gustó de este tramo. Intenté intercambiar los pedales pero desistí al poco rato. Las shimano con suela dura no se aguantaban quietas ni un momento sobre los pedales. Se nota en demasía la falta de integración con la bici. Fue una lástima el llantazo porque la cámara era nueva pero al sacarla noté algunas cosas para mí muy extrañas. Una es que tenía un pliegue sobre sí misma, como si sobrara. De hecho la medí sobre la otra y es más larga. Además estaba retorcida. La única explicación que le veo es que el tiempo que circulé en vacío produjera ese efecto.

Ya había reparado e hinchado a más presión cuando se acercaron tres bikeros con unas buenas máquinas. Se ofrecieron a ayudar al chico de la bici del Paseo Marítimo. ¡Qué le vamos a hacer! Le salió del alma. Hasta es posible que yo hubiera pensado lo mismo. Lo que me extrañó es que aunque uno de ellos (creo que era el de la Ransom de carbono) llevara el cambio partido no hubieran decidido bajar por la trialera; un poco de leña al mono, por dios.

Yo seguí a lo mío. En ese momento ya me había animado a llegar hasta las antenas, o sea, a rodar. Me tiro para abajo con el recuerdo aciago de la última vez que pasé con la misma bici. Parece que la cubierta aguantará pero los frenos son otro cantar. Hay que ir despacio, trialeando casi, para no pasarse de frenada. Al llegar al desvío de la carena noto el desliz de la rueda trasera. Otra vez sin aire. En esta ocasión parece que se debió al desgaste, literalmente se rajó sola. Demasiado riesgo si continuaba; ya no me quedaban cámaras. Decidí bajar directo a Costa d'en Blanes porque si pinchaba con esta última tendría que haber vuelto a casa caminando. La bajada es una pista pero, aparte de la propia pendiente y las piedras sueltas, no presenta mayores riesgos. En cambio es de las que se hacen muy pocas veces de subida. De hecho yo aún no lo he intentado.

Uno de los peros que me ponía a mí mismo era volver a pedalear sin suspensión trasera no sea cosa que se me resintiera la espalda pero no dió tiempo, a esto no se le puede llamar ruta, fue un simple contacto con las pistas de tierra. Afortunadamente nada pasó excepto el lógico cansancio después de tantos días de inactividad, pero eso sí, muy animado.