Bis

Había algo previsto para el sábado por la Talaia d'Alcúdia pero no acababa de convencerme el menú que habían preparado y como no tenía aún nada decidido solo tuve que esperar a que me llegara la onda, cosa que sucedió el viernes y conocida no hubo más que hablar. Necesitaba un vehículo y se ofrecieron a llevarme a Valldemossa, allí veríamos.

Ruta en petit comité, Pepefz y yo con dos Sanchos y un pupilo, Miguel, y más pequeño que quedó el grupo cuando Mar se da cuenta de que no ha traído los zapatos y deciden volver a buscarlos quedando en que nos encontraremos más adelante mientras nosotros subimos al Pla des Pouet por el mismo sitio que lo hicimos la semana anterior (no se puede por otro, de todas maneras). Como teníamos que esperar a la olvidadiza hicimos un bucle hacia el coll de Son Gallard y desde allí a la cima de la Talaia vella. No me acordaba bien de estas subidas pero se me hicieron cortas, ya sé que lo repito pero es que es así, sea andando o montado que de todo hay que hacer por estos caminos.

Intentamos averiguar quién o porqué se ha restaurado el refugio de la cima sin llegar a ninguna conclusión satisfactoria. No pudimos entrar dentro así que no nos quedó otra que empezar a bajar hacia el mirador de ses Puntes pero antes de eso hay que culminar para lo que hay que bregar con un pequeño tramo de subida y fue precisamente ahí donde se produjo el accidente de Pepe cayendo de espaldas muro abajo, afortunadamente sin más consecuencias que un golpe y herida abierta en un codo, el casco le protegió de sufrir las mismas consecuencias en la cabeza. No estuvo mucho tiempo quejándose y pudimos seguir rápidamente nuestro camino aunque yo diría que ése es el peor tramo que nos encontramos en todo el día.

Los Sancho no aparecían, los senderistas que nos encontramos no los habían visto y sin cobertura telefónica era imposible saber por donde paraban. Después de merendar algo en la explanada nos fuimos hacia el Pla dets Aritges donde pudimos contactar con ellos, estaban más adelante, y efectivamente los encontramos en el desvío de Deià y ahora, al completo, volvimos al coll de Son Gallard y bajamos directos hacia Ca Madó Pilla. Lo teníamos a huevo para ir a hacer un paseo por los miradores hasta Miramar y comprobar in situ el estado de un camino fuera de toda ruta y que era la primera vez que lo veía marcado sobre el papel. Lo había recorrido subiendo y no fue plato de buen gusto pero ahora todo ha cambiado tras una buena limpieza y se puede recorrer. La pregunta que nos hacíamos era ¿quién y porqué? y ya sé quién es el autor y los motivos. El dueño de la propiedad lo ha acondicionado para poder ofrecer una excursión de ida y vuelta hasta el mar a los visitantes de Miramar, y desde luego parece una opción apetecible porque tener que venir caminando hasta la playa des Guix desde la carretera del port puede ser agotador aunque algunos se atrevan hasta con carritos de bebé.

A la vuelta me tuve que poner en configuración de verano, la temperatura era mucho más que agradable y todo me sobraba. Alcancé a Mar que iba rota, veía pájaros, una barrita había traído para su sustento y había acabado en el pozo; subí con ella por el asfalto para ver si se le pasaba un poco el cabreo que llevaba, en el último kilómetro volvió Pepe para interesarse por nuestra situación y le dejé que se llevara el rapapolvo él solo mientras yo intentaba olvidarme del picor de las rozaduras que me habían producido el culotte y quería llegar cuanto antes al coche para bajarme del sillín.

En resumen, una muy buena ruta, dura y entretenida a la vez, de mar y montaña, aunque hay que estar dispuesto a echar pie a tierra cuando no seamos capaces de vencer las dificultades por nuestros propios medios, pero eso no es motivo de desánimo o enfado sino más bien acicate para futuras incursiones, al final somos lo que somos y tenemos lo que tenemos, no hay más.