Tras varias peregrinaciones al taller de bicis para conseguir que dejaran centrado el nuevo cambio pude salir el sábado, aunque solo, no sea cosa que vuelva a fastidiarse y quede como un pazguato. Cuando la fuí a recoger la primera vez me dijeron que se les había roto la maneta del cambio de los platos y que me habían puesto uno nuevo sin coste. Al recogerla por tercera vez habían cambiado la cadena, que no rodaba bien, y los piñones por segunda vez ¡y pretendían cobrarlos!. Tras las explicaciones oportunas me llevé la bici bien ajustada sin más desembolsos.
He notado mucho la diferencia de tamaño, a mejor. Es la misma sensación que tuve al cambiar los platos y poner los microdrive, y aunque también puse los piñones más pequeños, el cambio fué a mejor. Ahora, con el paso de los años, se me habían quedado cortos y subía un poco forzado. Quise comprobarlo el sábado por el Bunyolí e hice media subida con el 1-2 y la otra media con el 1-1, y es muy cómodo; tanto que invita a la pereza al pedalear y subir tranqui, tranqui. Me parece que tendré que volver a poner el cronómetro (para picarme un poco, me refiero). La trialera de bajada, divertida.
El viernes a ultimísima hora supe algo del organizador de las rutas desvelando que no saldría y, aunque tarde, es posible que me hubiera apuntado. Tampoco me preocupé demasiado porque no era un fin de semana corriente, era Carnaval; por tanto, los compromisos familiares eran más que evidentes. Y últimamente sale casi tanta gente los domingos como en sábado. Los Toys recuperaban uno de los miembros y habían programado una ligerita. Parece que vuelven por sus fueros; aunque la puesta a punto siempre es dura.
Me apunté pues a la del domingo a la Comuna de Bunyola. Hubiera preferido acabar lo de la Comuna de Valldemossa, pero como lo habían organizado otros no me quise meter. Éramos ocho: Wiro y Juantrans, Óscar y Nando, Genius y Tolo y Yarik y yo. Después de los ajustes iniciales de rigor, partimos hacia la Coma d'en Buscante todos menos dos, que prefirieron la comodidad. Yo tenía que probar la subida. Aparte de un poco de humedad es bastante factible. Encontramos a uno abajo que fué invitado pero se fué solo. Luego vimos a otro que siguió su camino en solitario.
Arriba nos confundimos un poco y esperábamos donde no era, pero nos reunimos todos sobre el Penyal d'Honor. Allí dos tiraron por la pista rápidos para no llegar muy tarde a casa mientras los demás bajamos por la trialera Picó. La losa intermedia la dejé para otro día de más inspiración, pero el resto fue fácil. En el mismo punto donde cayó el poblero se cayó Yarik de morros estrenando el casco. Aún me pregunto que tiene ese trozo para tirar las bicis al suelo.
Luego bajamos hacia el Coll d'Honor, que no convenció a algunos en absoluto, aunque el desvío de ses Clavegueres se mereció todos los elogios. Pero, atención, poneos las gafas, es un consejo. El descenso por el bosque, de un corrido. Ahí lo pasamos realmente bien. Tanto que no nos supo mal el esfuerzo de ascender al Coll des Vent. El descenso hasta la barrera, para acometer el desvío des Través, y llanear hasta la carretera de Alfàbia fué uno de los más divertidos del recorrido. Sin el guarda a la vista enfilamos la pista de bajada hacia el Coll de Sóller donde nadie quería ser el último. Antes de llegar a la barrera se me fué el pie de un pedal y con la inercia se levantó la bici de atrás y solté un poco los frenos recuperando la posición porque me veía ya volando.
Ha sido una de las salidas más divertidas de cuantas hemos hecho (aunque nadie viniera disfrazado; no disfrazado de bikero, me refiero) y creo no equivocarme si digo que el resto del grupo opinaría lo mismo. Son de los días que se recuerdan con agrado.
He notado mucho la diferencia de tamaño, a mejor. Es la misma sensación que tuve al cambiar los platos y poner los microdrive, y aunque también puse los piñones más pequeños, el cambio fué a mejor. Ahora, con el paso de los años, se me habían quedado cortos y subía un poco forzado. Quise comprobarlo el sábado por el Bunyolí e hice media subida con el 1-2 y la otra media con el 1-1, y es muy cómodo; tanto que invita a la pereza al pedalear y subir tranqui, tranqui. Me parece que tendré que volver a poner el cronómetro (para picarme un poco, me refiero). La trialera de bajada, divertida.
El viernes a ultimísima hora supe algo del organizador de las rutas desvelando que no saldría y, aunque tarde, es posible que me hubiera apuntado. Tampoco me preocupé demasiado porque no era un fin de semana corriente, era Carnaval; por tanto, los compromisos familiares eran más que evidentes. Y últimamente sale casi tanta gente los domingos como en sábado. Los Toys recuperaban uno de los miembros y habían programado una ligerita. Parece que vuelven por sus fueros; aunque la puesta a punto siempre es dura.
Me apunté pues a la del domingo a la Comuna de Bunyola. Hubiera preferido acabar lo de la Comuna de Valldemossa, pero como lo habían organizado otros no me quise meter. Éramos ocho: Wiro y Juantrans, Óscar y Nando, Genius y Tolo y Yarik y yo. Después de los ajustes iniciales de rigor, partimos hacia la Coma d'en Buscante todos menos dos, que prefirieron la comodidad. Yo tenía que probar la subida. Aparte de un poco de humedad es bastante factible. Encontramos a uno abajo que fué invitado pero se fué solo. Luego vimos a otro que siguió su camino en solitario.
Arriba nos confundimos un poco y esperábamos donde no era, pero nos reunimos todos sobre el Penyal d'Honor. Allí dos tiraron por la pista rápidos para no llegar muy tarde a casa mientras los demás bajamos por la trialera Picó. La losa intermedia la dejé para otro día de más inspiración, pero el resto fue fácil. En el mismo punto donde cayó el poblero se cayó Yarik de morros estrenando el casco. Aún me pregunto que tiene ese trozo para tirar las bicis al suelo.
Luego bajamos hacia el Coll d'Honor, que no convenció a algunos en absoluto, aunque el desvío de ses Clavegueres se mereció todos los elogios. Pero, atención, poneos las gafas, es un consejo. El descenso por el bosque, de un corrido. Ahí lo pasamos realmente bien. Tanto que no nos supo mal el esfuerzo de ascender al Coll des Vent. El descenso hasta la barrera, para acometer el desvío des Través, y llanear hasta la carretera de Alfàbia fué uno de los más divertidos del recorrido. Sin el guarda a la vista enfilamos la pista de bajada hacia el Coll de Sóller donde nadie quería ser el último. Antes de llegar a la barrera se me fué el pie de un pedal y con la inercia se levantó la bici de atrás y solté un poco los frenos recuperando la posición porque me veía ya volando.
Ha sido una de las salidas más divertidas de cuantas hemos hecho (aunque nadie viniera disfrazado; no disfrazado de bikero, me refiero) y creo no equivocarme si digo que el resto del grupo opinaría lo mismo. Son de los días que se recuerdan con agrado.
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