Como tenía que hacer calor el miércoles habían decidido los jefes de filas hacer una que tocara playa, o al menos, mar. Ya sabemos que rodeando una isla hay mucho mar, entonces había que buscar un sitio donde hubiera alguna dificultad añadida. Se eligió Sa Costera. Me daría la oportunidad de ver exactamente cómo es ese lugar, la misma fuente, las obras, etc. Tenía una imagen del sitio visto desde el mar, ya que una vez nos acercamos hasta allí en zodiac desde Cala Tuent, pero no lo tenía muy claro. Y desde el camino superior no ves nada debido a la pendiente.
Voy a comentar que esta fuente mana prácticamente a nivel del mar, con lo que todo su caudal se pierde aunque no siempre se ha desaprovechado. Ya a principios del siglo pasado una serie de personajes sollerics decidieron crear una sociedad que explotara el potencial energético de este caudal, que actualmente es de una media de unos 40.000 metros cúbicos diarios. Esa sociedad instaló una fábrica hidroeléctrica y una línea de alta tensión hasta Sóller pero tuvo problemas financieros. Después de una serie de operaciones pasó a manos de El Gas, que la explotó hasta 1962.
Actualmente se ha efectuado una gran obra hidrográfica consistente en transportar el agua mediante un tubo submarino hasta el Puerto de Sóller, donde se ha construido un gran depósito regulador antes de enviar el agua hacia Palma a través del túnel. Es probable que también se pueda derivar parte de ese caudal hacia Deià, aunque aún no está aprobado el proyecto. También se está estudiando la posibilidad de volver a obtener energía hidroeléctrica para minimizar los costes de bombeo de todo el trayecto.
Nos vimos en Can Penasso y solamente éramos tres, Tomeu, Joan botets y yo. No sabíamos si Pepe iba a venir y al final apareció quince minutos tarde. Pasamos el peaje con dos coches y nos fuimos a Sóller. Solamente abrir la puerta ya nos dimos cuenta de que hacía un calor asfixiante, con mucha humedad. Nos vamos a coger agua de algunas de las fuentes que manan de las calles del pueblo y tiramos hacia Fornalutx. Quería que conocieran otras subidas hacia el Mirador de ses Barques, aparte de la pista ancha de siempre. Pasamos antes por Binibassí y en un desvío nos separamos y al final continuamos subiendo por el camino ancho yendo a parar a la carretera cerca del cruce de Fornalutx. Después seguimos por el camino correcto hasta la trialera que vuelve a dar a la pista principal de Bàlitx. Ninguno de ellos la conocía y la disfrutaron. Tiene su puntito, entre rápida y técnica a la vez.
La duda que nos surgía a continuación era saber si Pepe podría bajar por el camino viejo, empedrado y escalonado, hacia Bàlitx d'Avall. Al final se decidió y lo hizo sin quejarse mucho. Después de un zumo de naranja con división de opiniones en las casas y una reparación de urgencia de mi cambio nos dispusimos a atacar las rampas del Coll de Biniamar. Pista pestosa donde las haya, con mucha pendiente y piedra suelta, y además bastante larga. Llegué a la mitad, más o menos; después tuve que caminar.
En la bajada tocaba sesión de fotos y videos en las partes técnicas. Era la primera vez que pasaba con mi máquina nueva y se puede afrontar en casi toda su longitud. Bajamos hasta el mar. Según el letrero de arriba “15 minutos”, pero el mar se ve muy lejos. Sendero muy estrecho, con escalones, y sucio. Decidieron dejar las bicicletas arriba y a la vista. Yo no lo ví seguro y la bajé. Abajo había gente trabajando en un muro y hay un camión grúa enorme que aún no sé cómo lo han podido descargar allí dada la poca profundidad del mar en ese lugar. Las casas de la fábrica estaban abiertas y por lo que ví, utilizadas. Había dos hombres jugando al dominó. Su función me es desconocida por el momento. Comimos del almuerzo comunal. Litronas, shandys, sobrasada y fuet con pan de Sóller. Después bañito, aunque yo no me metí por pereza. Subí un poco antes que ellos, por eso de que llevaba la bici e iría un poco más lento.
La vuelta al coll de Biniamar resultó dura. Iban menguando las energías del grupo y para subir esas pendientes necesitas estar entero. No me quise meter por el Camí de na Cavallera, señalizado arriba y abajo con los postes correspondientes. Bajaron Joan y Tomeu y dijeron que fue muy dura. Casi tanto como la subida que venía a continuación. Menudos rampones. Se hacen interminables. Nunca la había hecho en ese sentido pero, al ser una pista limpia, solamente era subir a ritmo y sin cegarse. Además la sensación de calor en ese valle era sofocante, sin una brizna de aire. No tengo los valores reales de temperatura pero por la hora que era tenía que ser muy elevada y se acentuaba por la humedad del ambiente. Casi agobiante.
Una vez en la intersección del camino viejo con la pista y reagrupados, la pendiente se suaviza y puedes imprimir un ritmo más rápido y constante. Allí me encontré bien; estos tramos son ideales para mí. Ayudó a la recuperación el viento que soplaba y refrescaba de tanto en cuando. Menos mal que la reparación del cambio quedó casi perfecta, ya que solamente tuve que retocar un pelo la tensión del cable desde la maneta para que no volviera a saltar la cadena, y pude hacer las subidas sin contratiempos.
A Pepe le dolía la mano sin la muñequera que se dejó por la fuente y bajó por la carretera. Los demás enfilamos pista para abajo y aunque cansados tiramos por el camino viejo desde el desvío hacia el puerto. Solo pude hacer los dos primeros tramos. Son los que mi bicicleta puede soportar y que con una mayor técnica podría realizar enteritos, aunque no me quejo. El resto tiene unos escalones demasiado altos como para que no destroze nada (en el supuesto de que me atreviera), por lo que se los dejé a los especialistas, que sí los disfrutaron.
Ya en Sóller dimos una vuelta por Es Figueral hacia l'Horta para reunirnos con Pepe que nos esperaba ya en el bar. Nos pudimos recuperar un poco del esfuerzo y comentar las incidencias de la jornada, y digo jornada, porque aunque no tenía previsto acabar tan tarde, al final sí que se alargó bastante, pero al ser un grupo muy reducido el ambiente es mucho más relajado y el tiempo pasa sin darte cuenta.
Al final la ruta fue dura; los números cantan, pero las satisfacciones compensan también mucho más y la balanza se equilibra. Y tampoco el calor fue extremo, aunque en momentos puntuales se notó bastante.
Voy a comentar que esta fuente mana prácticamente a nivel del mar, con lo que todo su caudal se pierde aunque no siempre se ha desaprovechado. Ya a principios del siglo pasado una serie de personajes sollerics decidieron crear una sociedad que explotara el potencial energético de este caudal, que actualmente es de una media de unos 40.000 metros cúbicos diarios. Esa sociedad instaló una fábrica hidroeléctrica y una línea de alta tensión hasta Sóller pero tuvo problemas financieros. Después de una serie de operaciones pasó a manos de El Gas, que la explotó hasta 1962.
Actualmente se ha efectuado una gran obra hidrográfica consistente en transportar el agua mediante un tubo submarino hasta el Puerto de Sóller, donde se ha construido un gran depósito regulador antes de enviar el agua hacia Palma a través del túnel. Es probable que también se pueda derivar parte de ese caudal hacia Deià, aunque aún no está aprobado el proyecto. También se está estudiando la posibilidad de volver a obtener energía hidroeléctrica para minimizar los costes de bombeo de todo el trayecto.
Nos vimos en Can Penasso y solamente éramos tres, Tomeu, Joan botets y yo. No sabíamos si Pepe iba a venir y al final apareció quince minutos tarde. Pasamos el peaje con dos coches y nos fuimos a Sóller. Solamente abrir la puerta ya nos dimos cuenta de que hacía un calor asfixiante, con mucha humedad. Nos vamos a coger agua de algunas de las fuentes que manan de las calles del pueblo y tiramos hacia Fornalutx. Quería que conocieran otras subidas hacia el Mirador de ses Barques, aparte de la pista ancha de siempre. Pasamos antes por Binibassí y en un desvío nos separamos y al final continuamos subiendo por el camino ancho yendo a parar a la carretera cerca del cruce de Fornalutx. Después seguimos por el camino correcto hasta la trialera que vuelve a dar a la pista principal de Bàlitx. Ninguno de ellos la conocía y la disfrutaron. Tiene su puntito, entre rápida y técnica a la vez.
La duda que nos surgía a continuación era saber si Pepe podría bajar por el camino viejo, empedrado y escalonado, hacia Bàlitx d'Avall. Al final se decidió y lo hizo sin quejarse mucho. Después de un zumo de naranja con división de opiniones en las casas y una reparación de urgencia de mi cambio nos dispusimos a atacar las rampas del Coll de Biniamar. Pista pestosa donde las haya, con mucha pendiente y piedra suelta, y además bastante larga. Llegué a la mitad, más o menos; después tuve que caminar.
En la bajada tocaba sesión de fotos y videos en las partes técnicas. Era la primera vez que pasaba con mi máquina nueva y se puede afrontar en casi toda su longitud. Bajamos hasta el mar. Según el letrero de arriba “15 minutos”, pero el mar se ve muy lejos. Sendero muy estrecho, con escalones, y sucio. Decidieron dejar las bicicletas arriba y a la vista. Yo no lo ví seguro y la bajé. Abajo había gente trabajando en un muro y hay un camión grúa enorme que aún no sé cómo lo han podido descargar allí dada la poca profundidad del mar en ese lugar. Las casas de la fábrica estaban abiertas y por lo que ví, utilizadas. Había dos hombres jugando al dominó. Su función me es desconocida por el momento. Comimos del almuerzo comunal. Litronas, shandys, sobrasada y fuet con pan de Sóller. Después bañito, aunque yo no me metí por pereza. Subí un poco antes que ellos, por eso de que llevaba la bici e iría un poco más lento.
La vuelta al coll de Biniamar resultó dura. Iban menguando las energías del grupo y para subir esas pendientes necesitas estar entero. No me quise meter por el Camí de na Cavallera, señalizado arriba y abajo con los postes correspondientes. Bajaron Joan y Tomeu y dijeron que fue muy dura. Casi tanto como la subida que venía a continuación. Menudos rampones. Se hacen interminables. Nunca la había hecho en ese sentido pero, al ser una pista limpia, solamente era subir a ritmo y sin cegarse. Además la sensación de calor en ese valle era sofocante, sin una brizna de aire. No tengo los valores reales de temperatura pero por la hora que era tenía que ser muy elevada y se acentuaba por la humedad del ambiente. Casi agobiante.
Una vez en la intersección del camino viejo con la pista y reagrupados, la pendiente se suaviza y puedes imprimir un ritmo más rápido y constante. Allí me encontré bien; estos tramos son ideales para mí. Ayudó a la recuperación el viento que soplaba y refrescaba de tanto en cuando. Menos mal que la reparación del cambio quedó casi perfecta, ya que solamente tuve que retocar un pelo la tensión del cable desde la maneta para que no volviera a saltar la cadena, y pude hacer las subidas sin contratiempos.
A Pepe le dolía la mano sin la muñequera que se dejó por la fuente y bajó por la carretera. Los demás enfilamos pista para abajo y aunque cansados tiramos por el camino viejo desde el desvío hacia el puerto. Solo pude hacer los dos primeros tramos. Son los que mi bicicleta puede soportar y que con una mayor técnica podría realizar enteritos, aunque no me quejo. El resto tiene unos escalones demasiado altos como para que no destroze nada (en el supuesto de que me atreviera), por lo que se los dejé a los especialistas, que sí los disfrutaron.
Ya en Sóller dimos una vuelta por Es Figueral hacia l'Horta para reunirnos con Pepe que nos esperaba ya en el bar. Nos pudimos recuperar un poco del esfuerzo y comentar las incidencias de la jornada, y digo jornada, porque aunque no tenía previsto acabar tan tarde, al final sí que se alargó bastante, pero al ser un grupo muy reducido el ambiente es mucho más relajado y el tiempo pasa sin darte cuenta.
Al final la ruta fue dura; los números cantan, pero las satisfacciones compensan también mucho más y la balanza se equilibra. Y tampoco el calor fue extremo, aunque en momentos puntuales se notó bastante.
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