Esta semana pasada ha costado decidirse. Pepe estaba en el dique seco por un problema en una muñeca (creo que no salió en toda la semana) y propuso posponer la nocturna que ya se había retrasado una semana para que algunos no se la perdieran. En vista de que no había salida prevista, propuse una por la playa. Recorrido costero desde Sa Ràpita, más o menos, hasta el Cap de ses Salines y vuelta, aunque el recorrido exacto no estuviera decidido al cien por cien. Había un track de una salida antigua por la zona por parte de gente de s'Escapada de Campos. Joan botets tenia que hacer de guía pero no estaba disponible. La previsión del tiempo tampoco era halagüeña; se preveía un calor infernal.
En el cónclave del viernes en el Gomilón se analizó con profundidad toda la problemática suscitada y bajo el influjo Shandy se tiró por lo bajo: “Venga, al Bunyolí”. Unanimidad total. A las nueve en la leñera, para que le diera tiempo a Potato para poder llegar desde el curro, pero lo ví bastante dormido durante toda la etapa.
Asimismo fuimos unos cuantos. Cuatro toys, como viene siendo habitual en las últimas salidas, con Perdigón en plena recuperación, aunque cayó a las primeras de cambio, con pájara de las gordas incluida, por lo que volvió solo por la trialera del Bunyolí. En cuanto coja un poco de fondo podrá empezar a disfrutar de la nueva bici. Vino Yarik, Jroman, Fibras, que iniciaba su descanso veraniego y anunció que ya no vendría más los sábados, Nando, Juantrans y yo. Pepe no se pudo resistir y también vino con la muñeca vendada.
Nos fuimos al Bunyolí. Son casi tres kilómetros pero aún hace mella en algunos. A mí nunca me ha parecido complicado pero he visto caer a unos cuantos. Ayer mismo, mientras Perdigón se recuperaba, vino otro bikero que dijo que subía con dos más. Yo no los ví. Debieron petar más abajo y eso que no hizo el calor anunciado. O al menos no lo noté así, seguramente por circular a través del bosque. En cambio, la semana pasada acabé más acalorado pese al baño. Seguramente fué buena idea posponer la ruta costera.
Queda aún un buen tramo por carretera hasta las antenas pero no asusta. Lo que a mí me interesaba era lo que sigue, donde empieza el camino de carro. La última vez que pasé fue con Jromán en la salida de los lisiados me caí unas cuantas veces debido a las calas. Ayer me fue bastante mejor pero en las zonas técnicas iba solamente con un pie calado; así voy ganando confianza y adquiriendo técnica. Lo mismo en las bajadas. De hecho no me caí ninguna vez, y con los pedales bien engrasados, la cala suele salir bien. Claro que eso me retrasa pero suelo recuperar algo en las subidas menos complicadas.
No hubo manera de enfilarlos hacia la Fita, que había pateo, argumentaban. Si es que solamente ven los bams esos locos, pero yo aún no me he atrevido con ellos. O sea que directos a la ermita a refrescarnos. Lo que sí noté en la bajada fué el cambio de sensibilidad de la horquilla al haber igualado las presiones a setenta, que es mucho menos de lo que propone el fabricante para mi peso. A raíz de un comentario de Xisco sobre ese tema, las revisé y ví que estaban descompensadas, más positiva que negativa, con lo que tenía poca compresión estática. Igualándolas a la baja conseguí que se hundiera hasta los diez centímetros y medio aproximadamente. La conclusión es que el rizado se lo come; va mucho más suave y si llevas el rebote bien ajustado es una delicia.
Otro tema son las cubiertas; con unas de papel como las que llevo no espero milagros, hay que ir fino. Hay un compañero que está experimentando con cubiertas tradicionales pero sin cámaras; eso sí, con llantas tubeless de fábrica, no de las apañadas. Dice que no ve diferencia. Yo no lo acabo de ver claro. Hay mucha diferencia entre una goma preparada para ir sin cámara y otra que no. No solamente en el precio y en el balón, sino en el grosor, sobretodo lateral. La misma presión en una goma u otra es muy diferente al tacto. Las sin cámara aportan una sensación de seguridad mucho mayor. Por eso no me acaba de convencer montar unas cubiertas más ligeras sin nada que las sostenga dentro y menos en unos aros convencionales. Creo que se puede encontrar unas cubiertas con cámara con la suficiente rigidez como para acometer las bajadas con seguridad, a nuestro nivel, y cuando digo a nuestro nivel, me refiero al nivel de cada uno, ese que interiormente todos conocemos y que poco va a variar por mucha tecnología de que dispongamos. Cierto que puede mejorar pero no espectacularmente. Por tanto, se trata de encontrar ese material que nos lleve al punto óptimo y disfrutarlo al máximo.
Volviendo a la ruta, tomamos la travessa de arriba desde la ermita y resulta que mucha gente no la había hecho. Nos metimos hacia el monumento del Sagrat Cor, que también era desconocido para algunos, para enfilar el sendero de bajada hacia el Camí des Correu. No es tan difícil como me pensaba cuando lo subí. En la zona de paellas que le sigue pincha Buzz y Pepe se queda con él mientras yo bajo a avisar a los demás de que no haremos las rampas sino que nos desviaremos hacia la Font de Dalt para continuar por el sendero que te lleva hasta detrás de la iglesia.
Me los encuentro a todos en la losa. No es que sea muy grande pero hay que hacerla de lado y pasando muy cerca de un árbol. Debe ser difícil porque aún se lo piensan dos veces antes de tirarse. Las bicis preparadas absorben bien la salida. La de Potato sonó a clonc. Nando hizo de tarzán colgado de la encina. Los demás a mirar. Me desvié con Pepe y Buzz hacia la fuente ya que solo quedan las rampas y no quería echar a perder el día y nos dimos una vuelta final por el bosquecillo. Deberíamos haber salido por el camino escalonado que da a la carretera del Verger pero puede que esté cortado. Ví algunos cambios en la posesión de Son Tríes; posiblemente se haya transformado en un hotel rural y haya restringido los accesos, por lo que salimos en dirección opuesta, hacia un camino asfaltado que sale detrás de la iglesia.
Cuando llegamos ya estaban sentados en el bar esperando las litronas, que no se porqué iban menguando de tamaño a medida que íbamos pidiendo. No quiero pensar como habría sido la segunda ronda.
En la subida al Verger se nos escapó Pepe por un sendero y no lo volvimos a ver. Los demás esprintamos por Son Malferit hasta Sarrià, aunque algunos se lo tomaron con más calma. Eso sí, propongo que las próximas cervezas sean en Establiments, más que nada para hacer bajar el polvo que me tuve que comer bajando.
No sé tiempos, ni kilómetros, ni alturas, ni ibps ni nada de nada; eso habrá que buscarlo en otros lados: 1, 2 y 3. Solo sé que no pinché, ni me caí, que no pasé mucho calor, que últimamente llego a Esporles con ganas de marcha, pero ayer no estaba XXL, y que me lo pasé muy bien aunque no subiéramos a la Fita (coto reservado).
En el cónclave del viernes en el Gomilón se analizó con profundidad toda la problemática suscitada y bajo el influjo Shandy se tiró por lo bajo: “Venga, al Bunyolí”. Unanimidad total. A las nueve en la leñera, para que le diera tiempo a Potato para poder llegar desde el curro, pero lo ví bastante dormido durante toda la etapa.
Asimismo fuimos unos cuantos. Cuatro toys, como viene siendo habitual en las últimas salidas, con Perdigón en plena recuperación, aunque cayó a las primeras de cambio, con pájara de las gordas incluida, por lo que volvió solo por la trialera del Bunyolí. En cuanto coja un poco de fondo podrá empezar a disfrutar de la nueva bici. Vino Yarik, Jroman, Fibras, que iniciaba su descanso veraniego y anunció que ya no vendría más los sábados, Nando, Juantrans y yo. Pepe no se pudo resistir y también vino con la muñeca vendada.
Nos fuimos al Bunyolí. Son casi tres kilómetros pero aún hace mella en algunos. A mí nunca me ha parecido complicado pero he visto caer a unos cuantos. Ayer mismo, mientras Perdigón se recuperaba, vino otro bikero que dijo que subía con dos más. Yo no los ví. Debieron petar más abajo y eso que no hizo el calor anunciado. O al menos no lo noté así, seguramente por circular a través del bosque. En cambio, la semana pasada acabé más acalorado pese al baño. Seguramente fué buena idea posponer la ruta costera.
Queda aún un buen tramo por carretera hasta las antenas pero no asusta. Lo que a mí me interesaba era lo que sigue, donde empieza el camino de carro. La última vez que pasé fue con Jromán en la salida de los lisiados me caí unas cuantas veces debido a las calas. Ayer me fue bastante mejor pero en las zonas técnicas iba solamente con un pie calado; así voy ganando confianza y adquiriendo técnica. Lo mismo en las bajadas. De hecho no me caí ninguna vez, y con los pedales bien engrasados, la cala suele salir bien. Claro que eso me retrasa pero suelo recuperar algo en las subidas menos complicadas.
No hubo manera de enfilarlos hacia la Fita, que había pateo, argumentaban. Si es que solamente ven los bams esos locos, pero yo aún no me he atrevido con ellos. O sea que directos a la ermita a refrescarnos. Lo que sí noté en la bajada fué el cambio de sensibilidad de la horquilla al haber igualado las presiones a setenta, que es mucho menos de lo que propone el fabricante para mi peso. A raíz de un comentario de Xisco sobre ese tema, las revisé y ví que estaban descompensadas, más positiva que negativa, con lo que tenía poca compresión estática. Igualándolas a la baja conseguí que se hundiera hasta los diez centímetros y medio aproximadamente. La conclusión es que el rizado se lo come; va mucho más suave y si llevas el rebote bien ajustado es una delicia.
Otro tema son las cubiertas; con unas de papel como las que llevo no espero milagros, hay que ir fino. Hay un compañero que está experimentando con cubiertas tradicionales pero sin cámaras; eso sí, con llantas tubeless de fábrica, no de las apañadas. Dice que no ve diferencia. Yo no lo acabo de ver claro. Hay mucha diferencia entre una goma preparada para ir sin cámara y otra que no. No solamente en el precio y en el balón, sino en el grosor, sobretodo lateral. La misma presión en una goma u otra es muy diferente al tacto. Las sin cámara aportan una sensación de seguridad mucho mayor. Por eso no me acaba de convencer montar unas cubiertas más ligeras sin nada que las sostenga dentro y menos en unos aros convencionales. Creo que se puede encontrar unas cubiertas con cámara con la suficiente rigidez como para acometer las bajadas con seguridad, a nuestro nivel, y cuando digo a nuestro nivel, me refiero al nivel de cada uno, ese que interiormente todos conocemos y que poco va a variar por mucha tecnología de que dispongamos. Cierto que puede mejorar pero no espectacularmente. Por tanto, se trata de encontrar ese material que nos lleve al punto óptimo y disfrutarlo al máximo.
Volviendo a la ruta, tomamos la travessa de arriba desde la ermita y resulta que mucha gente no la había hecho. Nos metimos hacia el monumento del Sagrat Cor, que también era desconocido para algunos, para enfilar el sendero de bajada hacia el Camí des Correu. No es tan difícil como me pensaba cuando lo subí. En la zona de paellas que le sigue pincha Buzz y Pepe se queda con él mientras yo bajo a avisar a los demás de que no haremos las rampas sino que nos desviaremos hacia la Font de Dalt para continuar por el sendero que te lleva hasta detrás de la iglesia.
Me los encuentro a todos en la losa. No es que sea muy grande pero hay que hacerla de lado y pasando muy cerca de un árbol. Debe ser difícil porque aún se lo piensan dos veces antes de tirarse. Las bicis preparadas absorben bien la salida. La de Potato sonó a clonc. Nando hizo de tarzán colgado de la encina. Los demás a mirar. Me desvié con Pepe y Buzz hacia la fuente ya que solo quedan las rampas y no quería echar a perder el día y nos dimos una vuelta final por el bosquecillo. Deberíamos haber salido por el camino escalonado que da a la carretera del Verger pero puede que esté cortado. Ví algunos cambios en la posesión de Son Tríes; posiblemente se haya transformado en un hotel rural y haya restringido los accesos, por lo que salimos en dirección opuesta, hacia un camino asfaltado que sale detrás de la iglesia.
Cuando llegamos ya estaban sentados en el bar esperando las litronas, que no se porqué iban menguando de tamaño a medida que íbamos pidiendo. No quiero pensar como habría sido la segunda ronda.
En la subida al Verger se nos escapó Pepe por un sendero y no lo volvimos a ver. Los demás esprintamos por Son Malferit hasta Sarrià, aunque algunos se lo tomaron con más calma. Eso sí, propongo que las próximas cervezas sean en Establiments, más que nada para hacer bajar el polvo que me tuve que comer bajando.
No sé tiempos, ni kilómetros, ni alturas, ni ibps ni nada de nada; eso habrá que buscarlo en otros lados: 1, 2 y 3. Solo sé que no pinché, ni me caí, que no pasé mucho calor, que últimamente llego a Esporles con ganas de marcha, pero ayer no estaba XXL, y que me lo pasé muy bien aunque no subiéramos a la Fita (coto reservado).
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