Una herencia cultural amenazada: El legado del Arxiduc se derrumba
diariodemallorca.es 21-3-2008Donde hoy sólo hay ruinas antes hubo construcciones únicas, las que mandó levantar Lluís Salvador de Austria hace un siglo. Sus miradores, capillas, merenderos y caminos están en peligro de desaparición.
Capilla de Ramon Llull. Es la construcción más emblemática del Arxiduc. Se levanta sobre un imponente peñasco, en Miramar. Fue inaugurada en 1880. Un rayo la semidestruyó en 1975. Desde entonces su ruina es progresiva. No está precintada y sufre peligro de derrumbe. La estatua del beato, la obra más importante de su interior, se conserva en Son Moragues. En la imágen, la capilla en su estado actual.
GABRIEL RODAS. PALMA. El actual estado de conservación de los elementos que configuran el único e inconfundible paisaje del Arxiduc es desigual. Recuperar lo que fue el Miramar de Lluís Salvador es hoy una utopía, sobre todo porque el 90 por ciento de las propiedades que compró en Valldemossa y Deià están en manos privadas, pero conservar la memoria y los restos de su legado debería ser un obligado ejercicio patrimonial.
Entre 1872 y 1913, Luis Salvador de Austria dio una lección de protección del medio ambiente a un pueblo, el mallorquín, que cien años después se enfrenta al difícil reto de combinar progreso con respeto a la naturaleza. Entre muchos otros elementos, el miembro de la casa imperial de los Habsburgo mandó construir una red de caminos que no hieren el paisaje, miradores de piedra y glorietas de mármol blanco, jardines que rinden homenaje al romanticismo y casitas-refugios para que los caminantes pudieran protegerse de las inclemencias del tiempo.
Un siglo después, algunos de aquellos caminos están desapareciendo bajo kilos y kilos de escombros, por desprendimientos de rocas, rotura de alguno de sus muros de contención o invasión de la vegetación; hay miradores que necesitan una urgente intervención; capillas que se derrumban, y merenderos y bancos de piedra prácticamente destruidos.
Los esfuerzos por reparar esta herencia cultural han sido numerosos, a través de proyectos institucionales que en muchas ocasiones solo han quedado en palabras o mediante estudios en profundidad en forma de libros, como el publicado por Nicolau S. Cañellas, El paisatge de l´Arxiduc, una herramienta recomendable para conocer los detalles del Miramar archiducal.
La capilla del Beat Ramon, la construcción más emblemática del Arxiduc, levantada entre 1877 y 1880, y en proceso de deterioro desde que un rayo la semidestruyera en 1975, es solo un ejemplo de la necesidad de intervenir con urgencia sino se quiere evitar la desaparición de un paisaje único.El excursionista que se adentra por la red de caminos que diseñó el Arxiduc lo tiene difícil a la hora de conocer la historia de unos elementos que fueron levantados en armonía con el medio ambiente. Los paneles informativos que señalen que estamos ante un mirador u otro, una fuente determinada o un merendero con más de cien años de historia, no existen. Resulta difícil distinguir el Mirador de s´Erassa, en el camino de sa Barrera de sa Marina, del Mirador des Pi Sec, a no ser que uno sepa que al primero le falta un escalón y el segundo ha desaparecido totalmente.
Un buen número de caminos transitan por propiedades privadas y piden un saneamiento inmediato, ya sea por la vegetación que los invade y los hace casi inutilizables, ya sea por la caída de su muro de contención, enormes rocas o árboles secos. Encontrar algunos de ellos, como el primero que el Arxiduc mandó hacer, el des Guix, que parte de una playa -homónima- que ha desaparecido, requiere más que paciencia.
GABRIEL RODAS. PALMA. El actual estado de conservación de los elementos que configuran el único e inconfundible paisaje del Arxiduc es desigual. Recuperar lo que fue el Miramar de Lluís Salvador es hoy una utopía, sobre todo porque el 90 por ciento de las propiedades que compró en Valldemossa y Deià están en manos privadas, pero conservar la memoria y los restos de su legado debería ser un obligado ejercicio patrimonial.
Entre 1872 y 1913, Luis Salvador de Austria dio una lección de protección del medio ambiente a un pueblo, el mallorquín, que cien años después se enfrenta al difícil reto de combinar progreso con respeto a la naturaleza. Entre muchos otros elementos, el miembro de la casa imperial de los Habsburgo mandó construir una red de caminos que no hieren el paisaje, miradores de piedra y glorietas de mármol blanco, jardines que rinden homenaje al romanticismo y casitas-refugios para que los caminantes pudieran protegerse de las inclemencias del tiempo.
Un siglo después, algunos de aquellos caminos están desapareciendo bajo kilos y kilos de escombros, por desprendimientos de rocas, rotura de alguno de sus muros de contención o invasión de la vegetación; hay miradores que necesitan una urgente intervención; capillas que se derrumban, y merenderos y bancos de piedra prácticamente destruidos.
Los esfuerzos por reparar esta herencia cultural han sido numerosos, a través de proyectos institucionales que en muchas ocasiones solo han quedado en palabras o mediante estudios en profundidad en forma de libros, como el publicado por Nicolau S. Cañellas, El paisatge de l´Arxiduc, una herramienta recomendable para conocer los detalles del Miramar archiducal.
La capilla del Beat Ramon, la construcción más emblemática del Arxiduc, levantada entre 1877 y 1880, y en proceso de deterioro desde que un rayo la semidestruyera en 1975, es solo un ejemplo de la necesidad de intervenir con urgencia sino se quiere evitar la desaparición de un paisaje único.El excursionista que se adentra por la red de caminos que diseñó el Arxiduc lo tiene difícil a la hora de conocer la historia de unos elementos que fueron levantados en armonía con el medio ambiente. Los paneles informativos que señalen que estamos ante un mirador u otro, una fuente determinada o un merendero con más de cien años de historia, no existen. Resulta difícil distinguir el Mirador de s´Erassa, en el camino de sa Barrera de sa Marina, del Mirador des Pi Sec, a no ser que uno sepa que al primero le falta un escalón y el segundo ha desaparecido totalmente.
Un buen número de caminos transitan por propiedades privadas y piden un saneamiento inmediato, ya sea por la vegetación que los invade y los hace casi inutilizables, ya sea por la caída de su muro de contención, enormes rocas o árboles secos. Encontrar algunos de ellos, como el primero que el Arxiduc mandó hacer, el des Guix, que parte de una playa -homónima- que ha desaparecido, requiere más que paciencia.
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