Este año parece que las excursiones van a pares, la última, la del sábado pasado, es exactamente la misma que hice con mis amigos pobleros cuando encontramos la bajada de la Coma de s'Aigo que, a su vez, era la continuación de la ruta fallida que hicimos el dia quince con los Toys cuando lo dejamos a mitad de camino por rotura y olvido. Que a su vez tomaba forma de la que hice con Xisco el catorce de marzo subiendo por el Cocó Peguer. O sea que desde hace un mes parece que estamos rondando por la zona hasta encontrar la ruta definitiva. Creo que ya la tengo, es la Ruta 34.
Aunque fuera la misma salida las sensaciones no han sido las mismas ni mucho menos, en general, un poco peores en todos los aspectos. Las subidas, más costosas, y las bajadas, más imprecisas. Influía a partes iguales mi estado físico, que evidentemente era peor, y el estado del terreno, húmedo tras las intensas lluvías de toda la semana, aunque el día estuviera perfecto.
Poder rodar con un poco de alegría en las subidas te permite recuperar mucho antes en las paradas y afrontar el resto con decisión y eso, al tratarse de una ruta exigente, es muy necesario. El peso que tiene la subida en mi estado de ánimo es importante y noté un poco a faltar ese toque de frescura. Caminar empujando la bici por una pendiente cansa más que si la subes montado, los gemelos se resienten mucho. Aún así, el tramo de bosque hasta el Área Recreativa se me hizo más corta que la vez anterior.
Subimos lo que nos quedaba por subir por la trialera hasta la pista superior y hasta la curva de la trialera Picó donde algunos se armaron de cacharros y otros de valor, pero por lo que se vió es preferible armarse de cacharros. Vaya bajada más ridícula. Me lo imaginaba más que nada porque le había puesto unas pastillas nuevas delante después del fiasco de la semana anterior y claro, aún no frenaban del todo, más bien nada. Pues a ir como se pueda se ha dicho.
Superado? el trago volvemos a la pista por el depósito y hacia la Coma de s'Aigo sin parar. Esa bajadita ya me motivó un poco más aunque siempre con un poco de atranque por si los patinazos. Solo sé que pasé rozando un pino, y que si lo hubiera tocado puede que no estuviera aquí sentado ahora mismo, pero llegué abajo sin novedad. Se iba a destapar la sorpresa en esos momentos y creo que en un primer momento no se lo creyeron tal es de discreto el inicio. Los dejé pasar delante evidentemente y todos nos dispusimos a hacerlo lo mejor posible.
Primera parte sencillita con un sendero casi tapado con algún árbol tumbado por donde se pasa muy muy justo por debajo y luego se abre imprimiendo velocidad. No hay que confiarse ya que vienen algunos tramos con algunas rocas que te escupen si están húmedas como era el caso. Esos vaivenes en la trazada fueron los que me iban reteniendo llegando a parar en unas cuantas ocasiones, cosa que no sucedió la semana anterior donde todo fue más fluido. Casi llegué a ver la paparra de Cristian, la segunda, la gorda, volando por encima de las piedras. Se hizo daño en una mano, no sé más.
Hubo un parón en un claro del lecho y estaban parados para la reagrupación. Allí me expresaron su satisfacción por esa bajada. Lo agradecí porque hasta ese momento no tenía muy claro cuál podría ser su reacción, pensaba que quizás la encontraran demasiado simple. Tampoco quedaba muy lejos el recuerdo del fiasco del Camí des Caragol bajando hacia Pastoritx. Éste en cambio ha gustado a todos los que lo han probado, sin excepción.
Reagrupados seguimos el descenso por el último tramo más despejado con algunas construcciones a lo largo. Ya sin las protecciones enfundadas nos dispusimos a atravesar la finca y al llegar a la casas algunos comentan que se acuerdan de haber estado allí, seguramente buscando algún paso directo entre la zona de Coanegra y C'as Bergantet y a mí también me sonaba haberlo leído pero, en todo caso, era ya hace mucho tiempo y no lo recordaba con claridad, por lo que optamos por hacer la misma travesía que hicimos con Xisco. Eso sí que era un barrizal, puro y duro, mezcla de tierra y excrementos. Desde luego está claro que es una ruta de secano. Salimos por la cerca y menos mal que las ovejas no estaban.
Al pasar la barrera de las setas Toni me confundió, tiró por el ramal menos evidente pero como imaginaba donde llegaba no puse pegas aunque eso nos quitó el paseo por el bosque. Quizás vino bien porque Cristian se va, le duele la mano, y Joselinx, al observar la bici para averiguar qué había sido ese ruido seco que había oído, se da cuenta de que el basculante está suelto, ha perdido un tornillo y el otro está partido dentro de la rosca. Además ha perdido el cuentakilómetros y una de las luces. Y no digamos de los rayajos de la bici. En fin, dice que lo arreglará todo porque tiene ganas de volver. Así se habla.
Bien, los que quedamos pisteamos unos kilómetros hasta el inicio de las cuestas y allí cada uno se encomienda a su virgen particular y se prepara para subirlas. No iba mal de ritmo pero tenia que zigzaguear porque en línea recta me costaba la vida. Llegamos a las casas y se despidieron Juan y Carlos, por lo del timming, los demás a por las rampas pestosas, más aún porque son de tierra y piedras, y esas sí hicieron bastante mella. Pasada la casa (que no hay manera de saber cómo se llama, Can Buscante, tal vez?) nos encontramos a unos bikeros conocidos de Fibras con los que departió un rato mientras los demás recuperábamos el resuello. De la coma quise hacer lo máximo posible montado y desde luego es la mejor opción. Se hace corta.
La vuelta, muy buena. Buen agarre en el Comellar d'en Cupí, ningún sablazo y saboreando la diferencia entre subirlo y bajarlo. Después desvío por el Camí des Grau. Como siempre nos pasamos el desvío del camino y acabamos en la platafoma de la Màquina Vella de la que no queda ningún vestigio por supuesto, y nos hicimos allí la última foto. Quedaba lo bueno pero no lo tenía muy claro, por lo de los frenos y la humedad. “Está claro que es psicológico”. Es lo que pensé cuando ví la ventaja que me habían cogido en un momento y eso me animaba a esforzarme un poco más pero no fue hasta los tramos finales cuando pude explayarme a conciencia. Quedaba el último tramo rocoso con XXL detrás; estaba cerca pero se cayó, me lo dijo después, ya que yo no oí la caída. Se quejaba de un dedo, espero que no haya sido nada.
No llegamos a bajar por las escaleras del pueblo porque Fibras comentó que los vecinos se han quejado de que pasan muchas bicis por allí, y alguno no irá precisamente lento que digamos. Salimos por la barrera del Camí del Planiol y no dió tiempo para más, cada uno nos retiramos rápidamente a casita.
Aunque fuera la misma salida las sensaciones no han sido las mismas ni mucho menos, en general, un poco peores en todos los aspectos. Las subidas, más costosas, y las bajadas, más imprecisas. Influía a partes iguales mi estado físico, que evidentemente era peor, y el estado del terreno, húmedo tras las intensas lluvías de toda la semana, aunque el día estuviera perfecto.
Poder rodar con un poco de alegría en las subidas te permite recuperar mucho antes en las paradas y afrontar el resto con decisión y eso, al tratarse de una ruta exigente, es muy necesario. El peso que tiene la subida en mi estado de ánimo es importante y noté un poco a faltar ese toque de frescura. Caminar empujando la bici por una pendiente cansa más que si la subes montado, los gemelos se resienten mucho. Aún así, el tramo de bosque hasta el Área Recreativa se me hizo más corta que la vez anterior.
Subimos lo que nos quedaba por subir por la trialera hasta la pista superior y hasta la curva de la trialera Picó donde algunos se armaron de cacharros y otros de valor, pero por lo que se vió es preferible armarse de cacharros. Vaya bajada más ridícula. Me lo imaginaba más que nada porque le había puesto unas pastillas nuevas delante después del fiasco de la semana anterior y claro, aún no frenaban del todo, más bien nada. Pues a ir como se pueda se ha dicho.
Superado? el trago volvemos a la pista por el depósito y hacia la Coma de s'Aigo sin parar. Esa bajadita ya me motivó un poco más aunque siempre con un poco de atranque por si los patinazos. Solo sé que pasé rozando un pino, y que si lo hubiera tocado puede que no estuviera aquí sentado ahora mismo, pero llegué abajo sin novedad. Se iba a destapar la sorpresa en esos momentos y creo que en un primer momento no se lo creyeron tal es de discreto el inicio. Los dejé pasar delante evidentemente y todos nos dispusimos a hacerlo lo mejor posible.
Primera parte sencillita con un sendero casi tapado con algún árbol tumbado por donde se pasa muy muy justo por debajo y luego se abre imprimiendo velocidad. No hay que confiarse ya que vienen algunos tramos con algunas rocas que te escupen si están húmedas como era el caso. Esos vaivenes en la trazada fueron los que me iban reteniendo llegando a parar en unas cuantas ocasiones, cosa que no sucedió la semana anterior donde todo fue más fluido. Casi llegué a ver la paparra de Cristian, la segunda, la gorda, volando por encima de las piedras. Se hizo daño en una mano, no sé más.
Hubo un parón en un claro del lecho y estaban parados para la reagrupación. Allí me expresaron su satisfacción por esa bajada. Lo agradecí porque hasta ese momento no tenía muy claro cuál podría ser su reacción, pensaba que quizás la encontraran demasiado simple. Tampoco quedaba muy lejos el recuerdo del fiasco del Camí des Caragol bajando hacia Pastoritx. Éste en cambio ha gustado a todos los que lo han probado, sin excepción.
Reagrupados seguimos el descenso por el último tramo más despejado con algunas construcciones a lo largo. Ya sin las protecciones enfundadas nos dispusimos a atravesar la finca y al llegar a la casas algunos comentan que se acuerdan de haber estado allí, seguramente buscando algún paso directo entre la zona de Coanegra y C'as Bergantet y a mí también me sonaba haberlo leído pero, en todo caso, era ya hace mucho tiempo y no lo recordaba con claridad, por lo que optamos por hacer la misma travesía que hicimos con Xisco. Eso sí que era un barrizal, puro y duro, mezcla de tierra y excrementos. Desde luego está claro que es una ruta de secano. Salimos por la cerca y menos mal que las ovejas no estaban.
Al pasar la barrera de las setas Toni me confundió, tiró por el ramal menos evidente pero como imaginaba donde llegaba no puse pegas aunque eso nos quitó el paseo por el bosque. Quizás vino bien porque Cristian se va, le duele la mano, y Joselinx, al observar la bici para averiguar qué había sido ese ruido seco que había oído, se da cuenta de que el basculante está suelto, ha perdido un tornillo y el otro está partido dentro de la rosca. Además ha perdido el cuentakilómetros y una de las luces. Y no digamos de los rayajos de la bici. En fin, dice que lo arreglará todo porque tiene ganas de volver. Así se habla.
Bien, los que quedamos pisteamos unos kilómetros hasta el inicio de las cuestas y allí cada uno se encomienda a su virgen particular y se prepara para subirlas. No iba mal de ritmo pero tenia que zigzaguear porque en línea recta me costaba la vida. Llegamos a las casas y se despidieron Juan y Carlos, por lo del timming, los demás a por las rampas pestosas, más aún porque son de tierra y piedras, y esas sí hicieron bastante mella. Pasada la casa (que no hay manera de saber cómo se llama, Can Buscante, tal vez?) nos encontramos a unos bikeros conocidos de Fibras con los que departió un rato mientras los demás recuperábamos el resuello. De la coma quise hacer lo máximo posible montado y desde luego es la mejor opción. Se hace corta.
La vuelta, muy buena. Buen agarre en el Comellar d'en Cupí, ningún sablazo y saboreando la diferencia entre subirlo y bajarlo. Después desvío por el Camí des Grau. Como siempre nos pasamos el desvío del camino y acabamos en la platafoma de la Màquina Vella de la que no queda ningún vestigio por supuesto, y nos hicimos allí la última foto. Quedaba lo bueno pero no lo tenía muy claro, por lo de los frenos y la humedad. “Está claro que es psicológico”. Es lo que pensé cuando ví la ventaja que me habían cogido en un momento y eso me animaba a esforzarme un poco más pero no fue hasta los tramos finales cuando pude explayarme a conciencia. Quedaba el último tramo rocoso con XXL detrás; estaba cerca pero se cayó, me lo dijo después, ya que yo no oí la caída. Se quejaba de un dedo, espero que no haya sido nada.
No llegamos a bajar por las escaleras del pueblo porque Fibras comentó que los vecinos se han quejado de que pasan muchas bicis por allí, y alguno no irá precisamente lento que digamos. Salimos por la barrera del Camí del Planiol y no dió tiempo para más, cada uno nos retiramos rápidamente a casita.