Venía buscando durante la semana alguna ruta factible por el Coll des Vent. Por un lapsus mental del organizador ése fue el título con que se bautizó en un principio la salida pero una vez percatado del error se cambió por el que he puesto y la ruta empezó a tomar forma en mi cabeza. Como era de esperar el inicio iba a ser por el Racó d'en Barona pero no estaba dispuesto a que eso pasara; tenían que conocer otra opción que pensaba que era al menos igual de buena, el Pas des Pi.
Cuando he pasado por Can Penasso he visto a Tomeu esperando y nadie más en las cercanías. Entonces ya he visto que iba a ser cosa de muy pocos. Entre los retirados forzosos, los que trabajan, los que pasan de pasar calor y los que no están ni siquiera en la isla, poquitos quedan, por lo que me ha parecido muy apropiada y acertada la ruta. Mis dos compinches venían pero con ciertas restricciones horarias. Esos pocos de los que hablaba han sido Fibras, Pepe y Tomeu, aparte de Carlos, Juan y yo mismo.
Hemos pasado el túnel con dos vehículos y justo bajar las bicis ya estaba dando la vara con la nueva variante hacia el camí de metre. Esa variante la habíamos hecho muy pocos y siempre en sentido contrario, pero hoy se iba a invertir. Esta claro que la parte larga de la ruta, al ser pista, no tiene ninguna dificultad, solamente en su parte inicial donde están las rampas más empinadas aunque sin llegar a agobiar. El segundo tramo desde el Pujol d'en Banya se me ha hecho bastante corto, otra cosa ha sido la continuación desde la barrera ya pateando y tampoco es muy largo pero debido a la pendiente no vamos a poder pedalear. Joan se ha quedado rezagado y aunque en ningún momento se ha quejado me he dado cuenta de que no ha logrado recuperarse de algunos esfuerzos de pasadas salidas; creo que definitivamente pedirá un diagnóstico médico.
Al llegar al cruce con el segundo camí de metre (que es como llamo al que baja hasta el túnel) hemos esperado que llegaran pero Carlos ya nos ha dicho que no continuaba, que no les esperáramos. Como que aún faltaban unos minutos de ascensión es posible que hayan bajado directos hasta el túnel pero no lo sé seguro. Nosotros por nuestra parte hemos continuado hasta enlazar con el camí de metre principal y por aquél hasta el Coll de Sóller. No diré que haya sido mi mejor paso por allí porque no lo ha sido. He bajado el sillín demasiado antes de tiempo y en la parte llana me he quedado clavado cuando es un camino idóneo para dar un poco de caña. Conclusión: llegar el último a la carretera.
Cero agua en las fuentes cercanas aunque sí nos hemos podido refrescar. Divagaciones sobre por dónde entrar a la pista de las casas del Rei Sanxo, embotelladora o restaurante. Yo he apostado por la segunda porque nunca la había hecho y aprovechando que está cerrado por allí nos hemos ido. La pista te da algunos momentos de respiro aunque es larga. Solamente el enlace con la pista principal está un poco enrevesado ya que no se trata de un sendero propiamente dicho al tratarse de propiedades distintas. En la pista más de lo mismo pero está en mejores condiciones y se sube sin muchos apuros. Solamente me he parado una vez a ayudar a Fibras con su cutre bloqueo de la suspensión y he continuado sin parar por el siguiente tramo justo hasta los pies de una megarrampa casi al final. Me he sentido bien en toda la subida y el espectáculo vale la pena. Llevábamos casi mil metros de desnivel y el valle de Sóller queda muy abajo.
Disquisiciones varias sobre la flora y fauna de la zona pero se nota que no somos expertos y tras hacer acopio de agua de forma artesanal nos hemos ido a por el pateo del día. El primer objetivo está a la vista, el Puig des Vent, y aunque al principio se sube, en algún tramo se puede circular pero con muchos peros. El calzado no ayudaba a caminar cómodo, tanto a mí como a Tomeu, con las suelas completamente despegadas. Los tramos sin sendero visible también abundan. Además he pinchado con alguna planta empujando la bici.
Entre el Puig des Vent y Sa Galera es donde están los tramos con menos pendiente pero también los más complicados. La desventaja ha empezado a ser considerable y no me sentía a gusto, mal caminando y con la rueda por el suelo. Cuando llegué a la cima no consideré oportuno cambiar la cámara, parecía que había parado de deshincharse y seguí como iba. La bajada hasta el Coll des Moro ha sido más bien patética, muy pedregosa y técnica, y como tal, fuera de mis límites.
Me encuentro con Pepe reparando la rueda delantera en el portillo, o al menos lo que queda de él, y sigo bajando por delante. Ya me habían comentado esa situación pero lo que he visto ha superado todas las imágenes que me había imaginado. Muchos árboles caídos que han removido rocas y tierra cuando no están directamente sobre el camino. No me ha hecho ninguna gracia el asunto y podríamos decir que hasta me he cabreado. Conmigo, por no saber superar esos inconvenientes con mejor nota; con el calzado, con las piedras, con las rocas, con los árboles tumbados, con la cámara pinchada, con todo. He vuelto a hinchar y ha pasado Pepe pero abajo no he visto ni oído a nadie por lo que he seguido bajando por la pista creyendo que ya lo habrían hecho ellos.
Se me ha hecho muy larga la pista; es más, no era la que solemos utilizar, de eso estoy seguro. De cada vez culeaba más de atrás hasta que ha pasado lo que me imaginaba que pasaría, la llanta al suelo. Ahí lo he enviado todo al carajo. He cambiado la cámara, a la cual, por cierto, se le ha vuelto a romper la válvula, definitivamente tendré que dejar de usar cámaras con válvula gorda, y me he sentado tranquilamente a comerme el bocata que aún no había empezado y pensando que bajaría por la carretera y esperar a mis compañeros en la furgoneta, cuando de pronto oigo pasar dos bicicletas por mi espalda. Son ellos pero falta Pepe. No nos aclaramos de que hemos hecho ni por donde hemos bajado pero concluimos que está por delante y seguimos bajando a toda leche (por cierto, el bocata me lo he terminado en mi casa) sin parar por el Camí de Castelló primero y por el del Rost después. Miento, Tomeu ha tenido que parar en Can Prohom para hinchar porque iba pinchado.
Se puede decir que se me ha pasado un poco el enfado en la bajada sobretodo en los tramos en los que podía pedalear a gusto. Peor ha acabado Tomeu que ha rozado una pared y sin saber cómo se ha doblado un dedo y además la uña. Y además su rueda ha perdido el aire y ha acabado a pata y con la mano muy dolorida. Lo ha pasado mal en la comida, le dolía bastante. Efectivamente Pepe estaba abajo esperándonos porque tampoco había encontrado a nadie por arriba y bajó el primero.
En frío y cómodamente sentado no parecen haber sido tan graves los problemas a superar pero es probable que lo que más sintiera fuera frustración por no haber sabido ni podido encadenar una ruta perfecta, que en las subidas ha estado muy bien, siempre teniendo en cuenta que es mucho más ciclable si se va por el Racó d'en Barona que por donde hemos subido, pero hoy he aprovechado para enseñárselo. Pero como digo a veces, la próxima vez puede ser completamente diferente.
Cuando he pasado por Can Penasso he visto a Tomeu esperando y nadie más en las cercanías. Entonces ya he visto que iba a ser cosa de muy pocos. Entre los retirados forzosos, los que trabajan, los que pasan de pasar calor y los que no están ni siquiera en la isla, poquitos quedan, por lo que me ha parecido muy apropiada y acertada la ruta. Mis dos compinches venían pero con ciertas restricciones horarias. Esos pocos de los que hablaba han sido Fibras, Pepe y Tomeu, aparte de Carlos, Juan y yo mismo.
Hemos pasado el túnel con dos vehículos y justo bajar las bicis ya estaba dando la vara con la nueva variante hacia el camí de metre. Esa variante la habíamos hecho muy pocos y siempre en sentido contrario, pero hoy se iba a invertir. Esta claro que la parte larga de la ruta, al ser pista, no tiene ninguna dificultad, solamente en su parte inicial donde están las rampas más empinadas aunque sin llegar a agobiar. El segundo tramo desde el Pujol d'en Banya se me ha hecho bastante corto, otra cosa ha sido la continuación desde la barrera ya pateando y tampoco es muy largo pero debido a la pendiente no vamos a poder pedalear. Joan se ha quedado rezagado y aunque en ningún momento se ha quejado me he dado cuenta de que no ha logrado recuperarse de algunos esfuerzos de pasadas salidas; creo que definitivamente pedirá un diagnóstico médico.
Al llegar al cruce con el segundo camí de metre (que es como llamo al que baja hasta el túnel) hemos esperado que llegaran pero Carlos ya nos ha dicho que no continuaba, que no les esperáramos. Como que aún faltaban unos minutos de ascensión es posible que hayan bajado directos hasta el túnel pero no lo sé seguro. Nosotros por nuestra parte hemos continuado hasta enlazar con el camí de metre principal y por aquél hasta el Coll de Sóller. No diré que haya sido mi mejor paso por allí porque no lo ha sido. He bajado el sillín demasiado antes de tiempo y en la parte llana me he quedado clavado cuando es un camino idóneo para dar un poco de caña. Conclusión: llegar el último a la carretera.
Cero agua en las fuentes cercanas aunque sí nos hemos podido refrescar. Divagaciones sobre por dónde entrar a la pista de las casas del Rei Sanxo, embotelladora o restaurante. Yo he apostado por la segunda porque nunca la había hecho y aprovechando que está cerrado por allí nos hemos ido. La pista te da algunos momentos de respiro aunque es larga. Solamente el enlace con la pista principal está un poco enrevesado ya que no se trata de un sendero propiamente dicho al tratarse de propiedades distintas. En la pista más de lo mismo pero está en mejores condiciones y se sube sin muchos apuros. Solamente me he parado una vez a ayudar a Fibras con su cutre bloqueo de la suspensión y he continuado sin parar por el siguiente tramo justo hasta los pies de una megarrampa casi al final. Me he sentido bien en toda la subida y el espectáculo vale la pena. Llevábamos casi mil metros de desnivel y el valle de Sóller queda muy abajo.
Disquisiciones varias sobre la flora y fauna de la zona pero se nota que no somos expertos y tras hacer acopio de agua de forma artesanal nos hemos ido a por el pateo del día. El primer objetivo está a la vista, el Puig des Vent, y aunque al principio se sube, en algún tramo se puede circular pero con muchos peros. El calzado no ayudaba a caminar cómodo, tanto a mí como a Tomeu, con las suelas completamente despegadas. Los tramos sin sendero visible también abundan. Además he pinchado con alguna planta empujando la bici.
Entre el Puig des Vent y Sa Galera es donde están los tramos con menos pendiente pero también los más complicados. La desventaja ha empezado a ser considerable y no me sentía a gusto, mal caminando y con la rueda por el suelo. Cuando llegué a la cima no consideré oportuno cambiar la cámara, parecía que había parado de deshincharse y seguí como iba. La bajada hasta el Coll des Moro ha sido más bien patética, muy pedregosa y técnica, y como tal, fuera de mis límites.
Me encuentro con Pepe reparando la rueda delantera en el portillo, o al menos lo que queda de él, y sigo bajando por delante. Ya me habían comentado esa situación pero lo que he visto ha superado todas las imágenes que me había imaginado. Muchos árboles caídos que han removido rocas y tierra cuando no están directamente sobre el camino. No me ha hecho ninguna gracia el asunto y podríamos decir que hasta me he cabreado. Conmigo, por no saber superar esos inconvenientes con mejor nota; con el calzado, con las piedras, con las rocas, con los árboles tumbados, con la cámara pinchada, con todo. He vuelto a hinchar y ha pasado Pepe pero abajo no he visto ni oído a nadie por lo que he seguido bajando por la pista creyendo que ya lo habrían hecho ellos.
Se me ha hecho muy larga la pista; es más, no era la que solemos utilizar, de eso estoy seguro. De cada vez culeaba más de atrás hasta que ha pasado lo que me imaginaba que pasaría, la llanta al suelo. Ahí lo he enviado todo al carajo. He cambiado la cámara, a la cual, por cierto, se le ha vuelto a romper la válvula, definitivamente tendré que dejar de usar cámaras con válvula gorda, y me he sentado tranquilamente a comerme el bocata que aún no había empezado y pensando que bajaría por la carretera y esperar a mis compañeros en la furgoneta, cuando de pronto oigo pasar dos bicicletas por mi espalda. Son ellos pero falta Pepe. No nos aclaramos de que hemos hecho ni por donde hemos bajado pero concluimos que está por delante y seguimos bajando a toda leche (por cierto, el bocata me lo he terminado en mi casa) sin parar por el Camí de Castelló primero y por el del Rost después. Miento, Tomeu ha tenido que parar en Can Prohom para hinchar porque iba pinchado.
Se puede decir que se me ha pasado un poco el enfado en la bajada sobretodo en los tramos en los que podía pedalear a gusto. Peor ha acabado Tomeu que ha rozado una pared y sin saber cómo se ha doblado un dedo y además la uña. Y además su rueda ha perdido el aire y ha acabado a pata y con la mano muy dolorida. Lo ha pasado mal en la comida, le dolía bastante. Efectivamente Pepe estaba abajo esperándonos porque tampoco había encontrado a nadie por arriba y bajó el primero.
En frío y cómodamente sentado no parecen haber sido tan graves los problemas a superar pero es probable que lo que más sintiera fuera frustración por no haber sabido ni podido encadenar una ruta perfecta, que en las subidas ha estado muy bien, siempre teniendo en cuenta que es mucho más ciclable si se va por el Racó d'en Barona que por donde hemos subido, pero hoy he aprovechado para enseñárselo. Pero como digo a veces, la próxima vez puede ser completamente diferente.