Si el día anterior fue bastante suave en cuanto a desniveles pensando en los asistentes el domingo iba a mejorar en ese aspecto ya que me apunté a la primera salida de los menorquines que querían rodar por Na Burguesa, zona donde los juanes les prepararon una ruta que conocen bien de sus correrías nocturnas.
Mallorquines únicamente fuimos cuatro, Juantrans, Bonus, Bridas y yo. Tomeu apareció pero solamente para saludar ya que el golpe que se dio con el manillar en el costillar aún le tiene renqueante. Yo llegué al lugar de reunión a la hora en punto y no había nadie por lo que me dispuse a esperarlos estirado en el banco de la parada del autobús. De pronto aparecieron cuatro bous a los que invité a venir con nosotros ya que también iban por la zona pero la tardanza del grupo les disuadió y ya no volvimos a verlos.
Un poco más tarde apareció el pelotón y tras las presentaciones pudimos ponernos en marcha definitivamente, en un principio por carretera para tratar después de subir algunos tramos por la zona militar y acortar un poco. Por ahí no tuvimos problemas y llegamos rápido a lo alto del coll de sa Creu y al coll des Vent. El que no iba tan fino era un colega de Bonus que hacía la goma en la cola del grupo y que nos abandonó poco después. Subimos por el single-track del bosque hasta la pista para dirigirnos al Mirador de n'Alzamora, donde comimos algo y descansamos. Yo había traído poca cosa (ni siquiera había llenado la bolsa de agua completamente ni había cogido las protecciones) ya que no estaba muy seguro de si acortaría o no pues alguna bajada se me podría atragantar y para bajar andando prefería bajar por pista aunque por el momento la cosa pintaba bien.
Volvimos directos al coll des Pastors y algunos se atrevieron con la trialera. No lo vi, me lo contaron, nuevamente me habían encargado vigilar la retaguardia. Desde el cruce directos hacia abajo por la pista como buenamente pude hasta el desvío de Costa d'en Blanes. Ése iba a ser el tramo donde valoraría realmente mis opciones de continuar la ruta u optar por una digna retirada y fue un sorpresón ya que bajé realmente seguro, al menos todo lo seguro que te permite el terreno, y no eché de menos una buena suspensión. Fue una sensación extraña pero muy gratificante a la vez comprobar la maniobrabilidad de la bici frente a las carencias que en teoría debe presentar en ese tipo de terrenos. De todas maneras creo que también se debió a que hacía ya tanto tiempo que no rodaba por una trialera semejante que se me han olvidado las sensaciones que comporta y aún rodando más lento y en peores condiciones ya me supuso una enorme satisfacción.
La subida posterior a la cornisa la encontré más corta y más asequible que la última vez; llegar a las rampas de cemento no me costó tanto así como el intento de superarlas. Esta vez no pude, di mal el primer giro, demasiado abierto, y quedé en el sitio malo y patiné al cambiarme de lado; después me faltaron tres metros para acabar la última rampa. Esperamos a Juan arriba durante un rato, luego nos contaría no sé qué de un pájaro o no sé que historia.
Llegamos hasta las antenas acalorados donde hubo despliegue de viandas pero de las gordas a las que me invitaron cortésmente porque a mí se me había pasado el horario teórico previsto y el metabolismo iba a menos pero yo quería más y más camino. Lo que viniera a continuación en lugar de plantearme dudas me excitaba después de la buena experiencia de la bajada anterior aunque no la recordara más que en gruesos trazos desde el último, y único, paso. Juan y Paco se habían ido antes para ganar un poco de tiempo mientras los demás acabábamos de comer y comentar lo que había dado de sí la ruta hasta el momento. Quedábamos solamente Bonus y yo y ocupamos las posiciones al frente y detrás respectivamente del pelotón.
La bajada me encantó y la disfruté como nunca con lo que tenía entre manos. Tiene algunos pasos comprometidos donde algunos probaron el suelo sin consecuencias graves y pudimos llegar sanos, salvos y eufóricos abajo. La vuelta a Palma por el paseo de Calvià sin agobiar al personal.
No voy a relatar el guirigai de vueltas y revueltas para encontrar algo abierto para tomar algo por el polígono de Son Valero un domingo cualquiera, no vale la pena, aunque al final sí pudimos tomar algo bien frío por la zona, comentando los pormenores y sensaciones vividas. Solamente si estuvieran una pequeña parte de lo feliz y contento que estaba yo ya les habría valido la pena, fue una muy buena ruta.
Ruta realizada el domingo 5 de diciembre.
Mallorquines únicamente fuimos cuatro, Juantrans, Bonus, Bridas y yo. Tomeu apareció pero solamente para saludar ya que el golpe que se dio con el manillar en el costillar aún le tiene renqueante. Yo llegué al lugar de reunión a la hora en punto y no había nadie por lo que me dispuse a esperarlos estirado en el banco de la parada del autobús. De pronto aparecieron cuatro bous a los que invité a venir con nosotros ya que también iban por la zona pero la tardanza del grupo les disuadió y ya no volvimos a verlos.
Un poco más tarde apareció el pelotón y tras las presentaciones pudimos ponernos en marcha definitivamente, en un principio por carretera para tratar después de subir algunos tramos por la zona militar y acortar un poco. Por ahí no tuvimos problemas y llegamos rápido a lo alto del coll de sa Creu y al coll des Vent. El que no iba tan fino era un colega de Bonus que hacía la goma en la cola del grupo y que nos abandonó poco después. Subimos por el single-track del bosque hasta la pista para dirigirnos al Mirador de n'Alzamora, donde comimos algo y descansamos. Yo había traído poca cosa (ni siquiera había llenado la bolsa de agua completamente ni había cogido las protecciones) ya que no estaba muy seguro de si acortaría o no pues alguna bajada se me podría atragantar y para bajar andando prefería bajar por pista aunque por el momento la cosa pintaba bien.
Volvimos directos al coll des Pastors y algunos se atrevieron con la trialera. No lo vi, me lo contaron, nuevamente me habían encargado vigilar la retaguardia. Desde el cruce directos hacia abajo por la pista como buenamente pude hasta el desvío de Costa d'en Blanes. Ése iba a ser el tramo donde valoraría realmente mis opciones de continuar la ruta u optar por una digna retirada y fue un sorpresón ya que bajé realmente seguro, al menos todo lo seguro que te permite el terreno, y no eché de menos una buena suspensión. Fue una sensación extraña pero muy gratificante a la vez comprobar la maniobrabilidad de la bici frente a las carencias que en teoría debe presentar en ese tipo de terrenos. De todas maneras creo que también se debió a que hacía ya tanto tiempo que no rodaba por una trialera semejante que se me han olvidado las sensaciones que comporta y aún rodando más lento y en peores condiciones ya me supuso una enorme satisfacción.
La subida posterior a la cornisa la encontré más corta y más asequible que la última vez; llegar a las rampas de cemento no me costó tanto así como el intento de superarlas. Esta vez no pude, di mal el primer giro, demasiado abierto, y quedé en el sitio malo y patiné al cambiarme de lado; después me faltaron tres metros para acabar la última rampa. Esperamos a Juan arriba durante un rato, luego nos contaría no sé qué de un pájaro o no sé que historia.
Llegamos hasta las antenas acalorados donde hubo despliegue de viandas pero de las gordas a las que me invitaron cortésmente porque a mí se me había pasado el horario teórico previsto y el metabolismo iba a menos pero yo quería más y más camino. Lo que viniera a continuación en lugar de plantearme dudas me excitaba después de la buena experiencia de la bajada anterior aunque no la recordara más que en gruesos trazos desde el último, y único, paso. Juan y Paco se habían ido antes para ganar un poco de tiempo mientras los demás acabábamos de comer y comentar lo que había dado de sí la ruta hasta el momento. Quedábamos solamente Bonus y yo y ocupamos las posiciones al frente y detrás respectivamente del pelotón.
La bajada me encantó y la disfruté como nunca con lo que tenía entre manos. Tiene algunos pasos comprometidos donde algunos probaron el suelo sin consecuencias graves y pudimos llegar sanos, salvos y eufóricos abajo. La vuelta a Palma por el paseo de Calvià sin agobiar al personal.
No voy a relatar el guirigai de vueltas y revueltas para encontrar algo abierto para tomar algo por el polígono de Son Valero un domingo cualquiera, no vale la pena, aunque al final sí pudimos tomar algo bien frío por la zona, comentando los pormenores y sensaciones vividas. Solamente si estuvieran una pequeña parte de lo feliz y contento que estaba yo ya les habría valido la pena, fue una muy buena ruta.
Ruta realizada el domingo 5 de diciembre.