Test de Rockrider

Como alguno se acordará antes usaba una Rockrider 9.3 para mis correrías por montaña, no fue la primera ya que este modelo fue una sustitución por parte del fabricante de una 9.2 anterior con algún que otro defectillo que me hacía imposible poder rodar en condiciones y optaron por esa solución. ¿Mejoré? Sí, pero aunque ese punto débil en concreto no se volvió a dar tampoco se libró de otros que aunque no eran fallos catastróficos tampoco dejaban la labor de diseño muy bien parada, desconozco si se han resuelto estos fallos en los nuevos modelos porque decidí cambiar de marca aprovechando una buena ocasión de compra de una tienda de la península.

La bici la tenía arrinconada y sin uso pero tampoco quería deshacerme de ella hasta que me decidí a ofrecérsela a un familiar para que la usara en sus desplazamientos y con una ligerísima esperanza de que aprendiera a disfrutarla fuera del circuito urbano, lo cierto es que fui muy optimista en ese sentido y después de varias averías quedó otra vez varada en dique seco. No me causó gran desazón el saberlo pero a raíz de algunas salidas con un compañero de trabajo con mucha ilusión por su parte y poca bici para materializar sus expectativas se me ocurrió prestársela y que la probara si conseguía que me la devolvieran. En ese aspecto no hubo problema aunque es verdad que estaba en peores condiciones de cuando la dejé, necesitaba algunas sustituciones de piezas urgentemente, lo primero la cadena, estaba oxidada por completo y tampoco la podía coger de otra bici rígida que tengo que como tampoco la uso no está en las mejores condiciones.

El tema es que le he cambiado esas piezas rotas por otras nuevas y tras unas cuantas horas de limpieza y ajustes varios la bici se puede usar, ahora lo que hay que valorar es el conjunto en marcha y nada mejor que salir a probarla pero muy prudentemente, y muy acertadamente diría yo, haré una ruta muy sencilla y corta de duración y las salidas de domingo son idóneas para eso y el domingo siguiente al test de cadera salgo a probar la bici, tiene que haber de todo, fase de rodadura en llano, por el carril bici del puerto, ideal para ir variando de marcha y probar los cambios en caliente; fase de ascenso, la subida de Andrea Doria bastará, dejemos otras subidas más importantes para otra ocasión; fase de rodadura por tierra, por los terrenos anejos a la vía de cintura y allá voy bajando por la rampa que da a la rotonda y antes de llegar abajo ya tengo la primera conclusión, esto no frena un carajo!!! y no solo es el propio sistema el culpable, los discos están pulidos, también habrá que cambiarlos, los dos. La suspensión delantera se me antoja tosca y basta, al menos de la dirección no me puedo quejar ya que le he puesto la potencia y el manillar que vino con la Rallon y el único pero que pueden tener es el del peso.

El tema es que cuando cambié la horquilla a la bici claramente mejoré, la vieja Rockshox Revelation original ya no cumplía bien su función, era solamente un recuerdo su buen funcionamiento inicial y he de reconocer que fue única y exclusivamente por un mantenimiento deficiente, mea culpa, y del tema de los frenos tampoco me libro, es decir, pasé de menos a más y lo noté enseguida, sentía la bici mucho más viva y juguetona pese a sus limitaciones pero ahora ha sido lo contrario, he pasado de más a menos y la sensación es de desazón para adelante, solo espero que al compañero le pase lo mismo, que sienta el cambio a mejor, lo que pasa es que aún no ha podido probarla, distintos problemas físicos más importantes que el mío se lo impiden, esperemos que por poco tiempo.


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