Cerquita, cerquita

Y ya van...he perdido la cuenta. Son unas cuantas salidas muy seguidas las que he rodado por Na Burguesa estos dos últimos meses. He salido solo y medio petado, aunque al final se formó pelotón: con los Bous Bufats planeando su itinerario para la quedada que viene; con el Xaragall y algunos agregados del Kinpedal; con los Tira-tira. Y en todas estas salidas se ha hecho algo nuevo, algo diferente; corto o largo, sencillo o complicado pero algo que vale la pena vivirlo.

Y esta semana, sin muchos ánimos con los que afrontar una salida en condiciones, me decido a rodar con mis amigos del Tira-tira aprovechando su ruta cercana y esperando que no me den mucha caña. Juan más o menos de lo mismo. Así y todo ya me habían advertido que eran “dos rutas en una” pero no vi muy claro que fuera a ser así.

Lo que si iba a tener eran subidas. Desde la Vileta directos hacia el Coll d'en Marill y me quedé con las ganas de hacerlo por el camino verdadero y no por la empinada pista. Cuando lo pensé ya iba subiendo y lo dejé estar. La bajada por la ladera contraria sin ninguna pega aunque aún estuviera húmeda. Y después un poco de carretera hasta la siguiente pista que sube, aquella que algunos conocen como “la interminable” pero he oído otros motes más correctos, a mi parecer. Aparte del primer tramo más exigente lo demás es rodar y rodar sin ninguna pega aunque alguno no acababa de creérselo. Y de la parte final ni te cuento.

Me pareció que por delante iba el niño Bernat que, como no venía su padre, llevaba tutores y creo que hasta entrenador personal, un tipo con una bici de rally que le iba dando indicaciones de toda clase. Pero en el cruce no estaba y alguno se mosqueó. Después supimos que nos esperaba en el siguiente cruce y cuando llegamos le dieron un par de collejas bien dadas.

Los que se quejaron en las rampas anteriores iban a tener ahora motivos más que suficientes para volver a hacerlo en las siguientes. Son más complicadas pero más cortas aunque las pasé bien y tampoco me sentía mal del todo pero me parece que bebí muy poco en toda la mañana y lo pagué por la tarde con dolor de cabeza y malestar. En la barrera nos encontramos a un grupeto de cinco o seis veteranos que si se iban a dar un festín al abrigo de la pared porque lo cierto es que si desaparecía el sol tras las nubes el viento te refrescaba en seguida. No eran los primeros que nos encontramos, anteriormente nos habíamos cruzado con una pareja y antes, en la rotonda de Son Rapinya, con otro grupo muy numeroso.

Ni paramos en la barrera ni en la torre, se decide bajar y parar en la carretera. Yo ya llevaba las protecciones puestas y no me paro más que para bajar el sillín y enseguida enfilar la trialera. Paso a Juan que iba un poco espeso este sábado y a algún otro mientras llego a la primera curva. Me pareció recordar que fue allí donde la vez anterior que lo intenté me paré, pero esta vez no. Sigo mientras voy pensando que no puede ser tan fácil y así llego a la última curva. He acabado por primera vez esta trialera y no ha sido para tanto. Me paré lejos pero aún así pude comprobar cómo se debe trazar una curva por parte de un descender que estaba entrenando por allí, y no fueron los últimos que nos encontramos, ayer parecía que habían dado el sus, salían bikeros hasta de debajo de las piedras.

Paradita en la carretera para coger fuerzas y cuando todo el mundo se pensaba que bajaríamos a la pista Tolo les enseña el camino correcto, hacia arriba. Y se oían quejas de por todos lados, hasta hubo tapón de los que caminaban, increíble. Solamente unos cuantos nos empeñamos en subirla y así lo hicimos, no tiene mayor dificultad. Ya que el día que salí a bufar la hice en sentido contrario éste la iba a disfrutar. Solamente tiene un par de pasos con piedras que exigen un poco más de atención y fue cuando casi me vi en el suelo, pasé rozando un pino con el manillar, y es que en algún momento no calculo bien lo ancho que es y me puede dar un buen susto.

Y fue al llegar a la pista cuando Tolo se dio cuenta de que no llevaba el GPS en el manillar. Se había roto el soporte y había caído. Se fueron a buscarlo unos cuantos y cuando vi que no había muchos voluntarios más fui yo también. En un principio iba encima de la bici pero al llegar al pino cruzado me bajé y ya iba andando. Bernat volvió atrás y yo me encontré con Tolo y Toni más adelante. Llegamos hasta casi la carretera pero ni rastro del aparato. Volvimos atrás y con una rama de pino iba levantando el carrizo para ver por debajo pero no apareció. Cuando volvía me crucé con el grupo que volvía por el mismo sitio, después bajarían por las dresseres de la carretera; Juan y yo seguimos ruta hacia adelante. Espero que entre todos alguno lo encontrara.

Como dije, nosotros seguimos y como no teníamos claro por dónde bajar lo decidimos en el Coll des Pastors después de hablar un rato con un cazador. Se me ocurrió preguntarle por las lindes del coto de caza y es prácticamente toda la finca de Bendinat, desde la barrera de cable cerca de las antenas hasta la carretera entre el Coll de sa Creu y el Coll des Vent y hasta la pista del depósito que sube desde Costa d'en Blanes. O sea, todo, y de todo tipo de caza, mayor, menor, con arco, con escopeta, con perro. En resumen, que el único periodo de tiempo que no cazan es en verano, junio, julio, si no recuerdo mal. Y con respecto a los posibles accidentes, pues que ellos van tranquilos con sus licencias y pólizas de seguros al día y que no pase nada. Esperemos, porque nosotros al menos vamos por los caminos pero por ahí se mete mucha gente campo a través a buscar vete a saber qué o a ver cuevas.

Tras debatir un rato con él cada uno marchó por su lado. Nosotros teníamos que bajar y que mejor que meterse por la trialera Bendinat (la enduro, vamos). Bonita al principio pero antes de salir al descubierto se me atraganta el último tramo, el removido. Lo paso como puedo sabiendo que viene un largo tramo para disfrutar a tope. Juan viene retrasado pero viene y en ese plan no bajamos ninguno de los dos por la pendiente de tierra donde cada vez hay más surco, pero no son mi especialidad. Seguimos como podemos por la parte rota hasta llegar a la zona de surcos y empieza la pista ancha. Ahí le espero ya que viene caminando y nos vamos por el sendero directos a Génova por la 374; él no lo ha hecho y yo solamente en una ocasión aunque esta vez si paso por la rossaguera montado. Aparte de alguna roca y pino por en medio es difícil de pasar de una tirada, es más de fuerza y equilibrio que otra cosa.

Una vez en la zona urbana ya es un paseo hasta casa aunque haya que cruzar toda la ciudad. Poder hacerlo sin tener que bregar con el tráfico es una delicia.