No sé si sería por el día, claro y radiante y con el viento en calma sobretodo, pero el sábado parecía que había una conjunción de astros que hacían presagiar una buena ruta. Al menos así lo sentíamos y había que aprovechar. Fuimos llegando al punto de reunión de hora, y no solo nosotros, sino unos cuantos más. Salió un poco antes que nosotros un nutrido grupo y justo al partir reconocí a algunos bikeros y hubo intercambio de saludos y despedidas al mismo tiempo porque era difícil que volviéramos a vernos por allá arriba.
La pista era un procesión de bikeros y de algunos fuimos dando cuenta; aunque de ascenso fácil la pista no permite excesos si no estás en forma. Lo que es seguro es que en compañía se hace muy corta. Nuestra primera meta era la barrera del comellar mientras la mayoría tiraba por la pista. Seguimos por los atajos en el que hay que caminar un poco en el primero y fuimos a ver una posible opción de bajada, el Pas de Son Creus. Más bien va a ser que no, visto desde arriba impresiona y no es seguro que haya un itinerario claro en el interior del bosque. Queda descartado.
Siguiente tramo: Penyal d'Honor. Arriba del todo nos encontramos a José Luis. Va solo y comenta que aún no está recuperado del último revolcón pero viene con nosotros a la trialera Picó. Llegan tres más pero se irán por la pista. Estoy impaciente por probar el DHX5 de muelle que me han prestado mientras tengo el mío a reparar. Me perdía aire y acababa las rutas por los suelos. Lo noté bien en la última del Teix, donde entre los saltos de cadena y el amortiguador me lo pasé de fábula. Por eso tenía que meterle más presión de la adecuada para poder acabar en condiciones aunque eso me obligaba a ir la mitad de la ruta muy duro.
Lo que noté fue suavidad en el desplazamiento del amortiguador, Jromán lo había calibrado abajo, unas vueltas de dial a la derecha, unas cuantas a la izquierda y ya está. Buena bajada, sin grandes pegas, pero aún se me sigue atragantando la entrada de la última rampa, y mira que la he pasado otras veces, parando eso sí, aparte de eso, el resto se pasa bien. Nos juntamos abajo para irnos hacia el camino que sube al Coll des Picó. Ese tramo no tiene ninguna dificultad excepto, entre comillas, la pendiente final con un escalón intermedio. La última vez, y primera, que lo pasé acabé restregado contra la roca, pero esta vez iba convencido de que lo pasaría bien y así fue. Seguro que tiene mucho que ver el disco de 180 que me pasó Xavi, me da mucha más seguridad.
El que tuvo sus más y sus menos por allí fue Crop al que se le enganchó la maneta y se dio un revolcón. A él no le pasó nada pero la bici se golpeó y no le hizo mucha gracia, bastante al contrario, y pilló un buen rebote, tan grande como para marcharse con Tomeu poco después. José Luis les acompañó en la vuelta por carretera. Espoleado por la bajada que acababa de hacer me dispuse a intentar por todos los medios la subida que tenía ante mí pero mis compañeros no pensaban lo mismo y la hicieron andando y tuve que pasarlos como pude. Al final llegué arriba con Juantrans y le dije que nos fuéramos para abajo sin esperar. No me pasó al principio por lo que supuse que no venía y me dediqué a disfrutar de la bajada tanto como pude. Tanto que me pasé el desvío y llegué hasta la carretera por lo que tuve que remontar otra vez.
Ya estaban todos allí y pudimos irnos a toda mecha hacia el Freu. Cuando llegamos a la barrera algo iba mal. Tomeu se quejaba de la cadena continuamente ya desde la semana pasada. Creo que no cambió la patilla y la vi muy torcida, faltaba poco para que la roldana rozara los radios y producirse la debacle, que al fin y a la postre se produjo y una vez reparada se da cuenta de que la rueda no gira al pedalear, el buje solo engrana a ratos. Se acabó la salida para él pero tenía que volver. Menos mal que la carretera está cerca y hasta Bunyola es cuesta abajo, algo es algo. Y siempre tenía a los dos remolcadores que se fueron con él.
Pero nosotros debíamos continuar. Y la bajada por el bosque, flipante. Solamente en el final perdí un poco la trazada y me encaré con la última bajada pero ya estaba parado y eso me hizo dudar. A Carlos le pasaba lo mismo y así estábamos mientras Fibras nos urgía a bajar cámara en mano. Hubo un par de bromillas y al final me tiré, sumamente fácil, ¡qué distintas se ven las cosas después de haberlas hecho!.
Merienda, media merienda más bien (esto se está convirtiendo en una costumbre) y para arriba. Me acordaba de que era bastante factible esa subida y así es, con muchas piedras pero posible. No sé si todos pensarán lo mismo pero es que ayer iba a por todas. Más bien creo que estaban ya pensando en la bajada que en afrontar la subida. La bajada, la bajada, la gran bajada. Ahí, frente a nosotros, estaba el leitmotiv de esta salida. Imperturbable, rocosa, sin grandes dificultades al principio, nos invita a lanzarnos a su conquista y aceptamos su invitación sin dudar un segundo, aunque sabiendo que solamente representaremos un paso fugaz en su quieta existencia y nosotros solo aspiramos a compartir unos breves momentos, momentos que nos hagan sentir la felicidad.
Nos cruzamos con algunos senderistas. Algunas veces, la mayoría, nos podemos apartar o frenar un poco la marcha y no suele pasar nada. Hay que ir un poco al tanto porque suelen llevar niños pequeños o animales sueltos. Creo que con los que peor quedamos fue un grupo de tres mujeres mayores a las que me encontré en un paso digamos comprometido. A dos las vi, de refilón eso sí, encaramadas en la roca pero la tercera estaba sentada en el suelo y dudé de que pudiera pasar sin pisarle un pie, pero no estaba dispuesto a parar por nada. Las tres mujeres nos habían visto pasar pero después, al encontramos, no nos dijeron nada. Simpáticas las señoras.
En un recodo me encuentro a los primeros arremolinados sobre la bici del Fibras a la que le había desaparecido la patilla y el cambio y al dueño con un cabreo de tres pares. Arregló la cadena en single para poder continuar y alguien se da cuenta de que voy pinchado. No vacío del todo pero sí más bajo de presión por lo que decido hinchar y acabar sin cambiar pero al inicio del último tramo debo volver a parar para hinchar. Fue en este tramo donde encontramos más público, algunos con mejor cara que otros.
Junto al torrente Fibras se da cuenta de que le falta la mentonera del casco y eso le pone aún de peor humor pero logramos convencerle de que suba a buscarlo mientras algunos se marchan sin completar la ruta hacia el punto de partida. Xavi es el encargado de volver con la furgoneta de Fibras porque éste se ha cargado hasta los platos y no puede pedalear. Mientras cambio la cámara tranquilamente para poder llegar en condiciones a Bunyola. Ni siquiera iremos campo a través por Es Cabàs, dejamos el resto de ruta, el reto del día, para mejor ocasión. Entre bromas, empujando y estirando la Santa Cruz, nos vamos pista abajo y pillamos ya el asfalto y por el Camí de na Cili y la furgoneta sin llegar. Por fin viene Xavi y se va Román con ellos. Los demás, Juan, Carlos y yo seguimos por carretera, no es que esté lejos pero no contábamos con el viento, aún así cuando llegamos aún nos dio tiempo a despedirnos.
Lo dicho, esta ruta queda pendiente para una mejor ocasión.
La pista era un procesión de bikeros y de algunos fuimos dando cuenta; aunque de ascenso fácil la pista no permite excesos si no estás en forma. Lo que es seguro es que en compañía se hace muy corta. Nuestra primera meta era la barrera del comellar mientras la mayoría tiraba por la pista. Seguimos por los atajos en el que hay que caminar un poco en el primero y fuimos a ver una posible opción de bajada, el Pas de Son Creus. Más bien va a ser que no, visto desde arriba impresiona y no es seguro que haya un itinerario claro en el interior del bosque. Queda descartado.
Siguiente tramo: Penyal d'Honor. Arriba del todo nos encontramos a José Luis. Va solo y comenta que aún no está recuperado del último revolcón pero viene con nosotros a la trialera Picó. Llegan tres más pero se irán por la pista. Estoy impaciente por probar el DHX5 de muelle que me han prestado mientras tengo el mío a reparar. Me perdía aire y acababa las rutas por los suelos. Lo noté bien en la última del Teix, donde entre los saltos de cadena y el amortiguador me lo pasé de fábula. Por eso tenía que meterle más presión de la adecuada para poder acabar en condiciones aunque eso me obligaba a ir la mitad de la ruta muy duro.
Lo que noté fue suavidad en el desplazamiento del amortiguador, Jromán lo había calibrado abajo, unas vueltas de dial a la derecha, unas cuantas a la izquierda y ya está. Buena bajada, sin grandes pegas, pero aún se me sigue atragantando la entrada de la última rampa, y mira que la he pasado otras veces, parando eso sí, aparte de eso, el resto se pasa bien. Nos juntamos abajo para irnos hacia el camino que sube al Coll des Picó. Ese tramo no tiene ninguna dificultad excepto, entre comillas, la pendiente final con un escalón intermedio. La última vez, y primera, que lo pasé acabé restregado contra la roca, pero esta vez iba convencido de que lo pasaría bien y así fue. Seguro que tiene mucho que ver el disco de 180 que me pasó Xavi, me da mucha más seguridad.
El que tuvo sus más y sus menos por allí fue Crop al que se le enganchó la maneta y se dio un revolcón. A él no le pasó nada pero la bici se golpeó y no le hizo mucha gracia, bastante al contrario, y pilló un buen rebote, tan grande como para marcharse con Tomeu poco después. José Luis les acompañó en la vuelta por carretera. Espoleado por la bajada que acababa de hacer me dispuse a intentar por todos los medios la subida que tenía ante mí pero mis compañeros no pensaban lo mismo y la hicieron andando y tuve que pasarlos como pude. Al final llegué arriba con Juantrans y le dije que nos fuéramos para abajo sin esperar. No me pasó al principio por lo que supuse que no venía y me dediqué a disfrutar de la bajada tanto como pude. Tanto que me pasé el desvío y llegué hasta la carretera por lo que tuve que remontar otra vez.
Ya estaban todos allí y pudimos irnos a toda mecha hacia el Freu. Cuando llegamos a la barrera algo iba mal. Tomeu se quejaba de la cadena continuamente ya desde la semana pasada. Creo que no cambió la patilla y la vi muy torcida, faltaba poco para que la roldana rozara los radios y producirse la debacle, que al fin y a la postre se produjo y una vez reparada se da cuenta de que la rueda no gira al pedalear, el buje solo engrana a ratos. Se acabó la salida para él pero tenía que volver. Menos mal que la carretera está cerca y hasta Bunyola es cuesta abajo, algo es algo. Y siempre tenía a los dos remolcadores que se fueron con él.
Pero nosotros debíamos continuar. Y la bajada por el bosque, flipante. Solamente en el final perdí un poco la trazada y me encaré con la última bajada pero ya estaba parado y eso me hizo dudar. A Carlos le pasaba lo mismo y así estábamos mientras Fibras nos urgía a bajar cámara en mano. Hubo un par de bromillas y al final me tiré, sumamente fácil, ¡qué distintas se ven las cosas después de haberlas hecho!.
Merienda, media merienda más bien (esto se está convirtiendo en una costumbre) y para arriba. Me acordaba de que era bastante factible esa subida y así es, con muchas piedras pero posible. No sé si todos pensarán lo mismo pero es que ayer iba a por todas. Más bien creo que estaban ya pensando en la bajada que en afrontar la subida. La bajada, la bajada, la gran bajada. Ahí, frente a nosotros, estaba el leitmotiv de esta salida. Imperturbable, rocosa, sin grandes dificultades al principio, nos invita a lanzarnos a su conquista y aceptamos su invitación sin dudar un segundo, aunque sabiendo que solamente representaremos un paso fugaz en su quieta existencia y nosotros solo aspiramos a compartir unos breves momentos, momentos que nos hagan sentir la felicidad.
Nos cruzamos con algunos senderistas. Algunas veces, la mayoría, nos podemos apartar o frenar un poco la marcha y no suele pasar nada. Hay que ir un poco al tanto porque suelen llevar niños pequeños o animales sueltos. Creo que con los que peor quedamos fue un grupo de tres mujeres mayores a las que me encontré en un paso digamos comprometido. A dos las vi, de refilón eso sí, encaramadas en la roca pero la tercera estaba sentada en el suelo y dudé de que pudiera pasar sin pisarle un pie, pero no estaba dispuesto a parar por nada. Las tres mujeres nos habían visto pasar pero después, al encontramos, no nos dijeron nada. Simpáticas las señoras.
En un recodo me encuentro a los primeros arremolinados sobre la bici del Fibras a la que le había desaparecido la patilla y el cambio y al dueño con un cabreo de tres pares. Arregló la cadena en single para poder continuar y alguien se da cuenta de que voy pinchado. No vacío del todo pero sí más bajo de presión por lo que decido hinchar y acabar sin cambiar pero al inicio del último tramo debo volver a parar para hinchar. Fue en este tramo donde encontramos más público, algunos con mejor cara que otros.
Junto al torrente Fibras se da cuenta de que le falta la mentonera del casco y eso le pone aún de peor humor pero logramos convencerle de que suba a buscarlo mientras algunos se marchan sin completar la ruta hacia el punto de partida. Xavi es el encargado de volver con la furgoneta de Fibras porque éste se ha cargado hasta los platos y no puede pedalear. Mientras cambio la cámara tranquilamente para poder llegar en condiciones a Bunyola. Ni siquiera iremos campo a través por Es Cabàs, dejamos el resto de ruta, el reto del día, para mejor ocasión. Entre bromas, empujando y estirando la Santa Cruz, nos vamos pista abajo y pillamos ya el asfalto y por el Camí de na Cili y la furgoneta sin llegar. Por fin viene Xavi y se va Román con ellos. Los demás, Juan, Carlos y yo seguimos por carretera, no es que esté lejos pero no contábamos con el viento, aún así cuando llegamos aún nos dio tiempo a despedirnos.
Lo dicho, esta ruta queda pendiente para una mejor ocasión.