No es que tuviera que purgar ninguna culpa, mía o ajena, es que era uno de esos sitios que sabes que están ahí pero en los que tú no has estado ni pasará nada si no vas pero cuando me propusieron la ruta no me pude resistir. Ruta con varios recorridos y tramos nuevos, con poca asistencia, lo que formaba un plato muy apetitoso que no quería pasar por alto. Pepefz, el promotor, y Albert vendrían desde Palma; el madrileño desde Portocolom, que junto con Carlos y yo conformarían el grupo mientras que los dos juanes no se presentaban.
El día empezó mal, el madrileño no encontraba el sitio de partida y lo único que tenía era el número de Pepe pero este se había dejado el teléfono en casa con lo que solamente quedaba esperar. Finalmente apareció y nos fuimos con los vehículos a Caimari donde se da cuenta de que había perdido el eje de la rueda delantera. No sirven de nada algunas llamadas a tiendas cercanas para solucionar el asunto y tiene que volver a casa por donde ha venido. Parece que los demás estamos a punto y con bastante retraso nos ponemos en marcha hacia el primer objetivo, Lluc.
Dejamos la Costa Llarga para otra ocasión y la emprendemos con la pista de la Coveta Negra que vuelve a su anterior configuración de pista sosa donde las haya después de quedar casi plana otra vez y desaparecer la única dificultad que tenía antes de cementarla. Para mí es un test inicial ya que ver cómo la supero me indica a grosso modo a qué puedo aspirar el resto de ruta, y en un principio, las sensaciones son tirando a buenas. Ya en la Llonganissa nos juntamos con un trío con una chica con los que hicimos juntos la bajada hasta Lluc aunque nosotros nos desviamos por el tramo nuevo de GR que enlaza el coll de sa Batalla hasta el refugio de Son Amer del que conocía de su existencia pero que aún no había recorrido. Es muy divertido ese paso por el bosque. Llegamos al refugio y proseguimos hacia Lluc donde en la parte final, ya fuera del bosque, doy un llantazo por no mirar prim con las piedras.
Merendamos por separado ya que Carlos y yo necesitábamos aprovisionarnos en el forn de la plaza; ahí estaba el trío de bikeros a los que invité a venir con nosotros de vuelta a la carretera pero declinaron amablemente la invitación. Salimos desde la Font Cuberta por el camino marcado pero en la primera intersección con una pista nos desviamos y empezamos a bajar. Muy cerca de allí fue donde nos quedamos la otra vez por avería pero hoy esperaba que fuera diferente, y así fue. No hay mucha dificultad ya que todo es pista hacia abajo aunque sin saber exactamente dónde estás ya que el bosque es tupido. Me dio la sensación de descender muchos metros hasta llegar cerca de una casa desde donde empieza el ascenso. Continúa la pista, hay muchos cruces, pero al no ser la primera vez para algunos nos ahorramos los paréntesis exploratorios y se agradece porque querer revisarlos todos sin ayuda tecnológica puede ser cuestión de varias semanas. No me pareció que subiéramos lo suficiente como para volver a la altura de la carretera aunque desde que saltamos una pared divisoria tuvimos que ir andando sin marcas ni sendero claro visible hasta tocar la pared de s'Era d'Escorca, allí sí se ve algo, un empedrado visible pero muy estropeado lo que impide el paso montado en casi todo su recorrido.
Llegamos a la carretera y lo único que tenemos que hacer es cruzarla para enganchar con un majestuoso camino de carro con escopidors que va subiendo cómodamente hasta que al llegar a lo alto, el coll des Romaní, nos deleita con unas vistas estupendas sobre el macizo del Puig Major sobretodo. Bajamos y podemos lanzarnos a quemar pastillas, a las mías le hará bien, y después de unas cuantas lazadas ya tenemos a la vista las casas de Son Nebot, y había gente trasteando por afuera pero si digo la verdad, más bien parecieron pasar de nosotros. No queda mucho para llegar a la carretera y así lo hacemos después de disfrutar de un buen rato de bajada.
Para algunos este disfrute debería compensarse con el tramo que viene a continuación, para muchos el pestoso asfalto, un largo tramo en subida hasta la font des Noguer. Tampoco es para tanto ya que una subida por asfalto significa, salvo excepciones, una subida cómoda. Nos paramos un rato después del túnel porque Pepe iba encontrando y recogiendo carteras que los rateros tiran después de haberlas robado de los coches de la zona. El modus operandi es el siguiente: se desplazan por la isla en coches alquilados que no levantan sospechas hasta los lugares de aparcamiento habituales de los turistas para cerciorarse de los que los abandonan para poder dar los palos sin problemas. Por poner un ejemplo, la zona de la font des Noguer estaba completamente vacía mientras el aparcamiento estaba lleno y eso es muy tentador.
Recobré fuerzas en la fuente gracias a los alimentos que me ofrecieron ya que había salido muy alegre de casa en ese sentido, y la napolitana que me había comido en Lluc estaba ya más que procesada. Debía ser la una y se preveían dos más como mínimo para la vuelta. Barajamos alguna posibilidad para acortar ese horario pero no parece que se pueda mejorar sustancialmente por lo que seguimos con el plan previsto aunque Carlos cree entender lo contrario y me dice que se han ido hacia arriba, hacia Cúber. Llegamos allí y no los vemos y me dice que “creo que han ido hacia arriba”. Ahivá que la liamos. Volvemos y tiramos por la canaleta pero con la velocidad a la que vamos no los pillamos seguro pero casi al final encontramos unos senderistas que nos confirman que sí han pasado.
Se le cambia la cara a Carlos cuando ve lo que le espera al comenzar el ascenso al coll des Coloms y más con lo que sigue. Nunca ha estado por allí y no consigue encadenar buenos tramos montado por lo que patea más que pedalea, no es su tipo de terreno, aunque es difícil para cualquiera. Con una doble y ganas aún se puede intentar pero ya digo que es complicado per se.
Nos vuelven a esperar cerca de ses Cases velles y tomamos el primer desvío hacia Mancor, el que no había hecho nunca. Tras una pequeña subida inicial casi ciclable por completo y atravesar una pared vemos el otro portillo enfrente y entre medias una buena bajada por una vaguada. Nos ponemos las protecciones y empezamos el descenso. Es divertido, rápido y sin problemas, pero debemos esperar otro poco abajo desde donde vemos a Carlos cambiando la cámara tras un llantazo a media bajada. Que no se diga que no le animamos pero de todas maneras no se encuentra fino, la ruta empieza a ser muy larga para él que lleva varias semanas sin salir y con exceso de horas de trabajo, y lo nota igualmente en la siguiente bajada donde le empiezan a dar tirones en ambas piernas. Lástima porque ese descenso ha cambiado, o yo no me acuerdo de nada porque recordaba que lo había hecho pero no que fuera hace tanto tiempo, allá por el verano del 2006, y fue con la bici rígida seguro y pateando más de lo necesario. En cambio ayer fue muy diferente, el camino está muy limpio y diría que, excepto en algún punto concreto, en muy buenas condiciones por lo que asegura una bajada rápida, segura y muy divertida.
Ayer no fue rápida, los problemas de Carlos nos obligaron a parar en algunos momentos hasta que pudo recuperarse lo suficiente para poder continuar. Digo rápida en su conjunto ya que en los tramos que dimos rienda suelta disfruté como un bellaco. Cuando llegamos a la pista les dijimos a Pepe y Albert que no nos esperaran más ya que lo único que conseguirían sería quedarse sin poder comer, nosotros volveríamos a Caimari a un ritmo más lento debido a las molestias físicas del compañero y aún así estaban en el aparcamiento cuando llegamos.
En resumen: cuarenta kilómetros de puro mtb para repetir.
El día empezó mal, el madrileño no encontraba el sitio de partida y lo único que tenía era el número de Pepe pero este se había dejado el teléfono en casa con lo que solamente quedaba esperar. Finalmente apareció y nos fuimos con los vehículos a Caimari donde se da cuenta de que había perdido el eje de la rueda delantera. No sirven de nada algunas llamadas a tiendas cercanas para solucionar el asunto y tiene que volver a casa por donde ha venido. Parece que los demás estamos a punto y con bastante retraso nos ponemos en marcha hacia el primer objetivo, Lluc.
Dejamos la Costa Llarga para otra ocasión y la emprendemos con la pista de la Coveta Negra que vuelve a su anterior configuración de pista sosa donde las haya después de quedar casi plana otra vez y desaparecer la única dificultad que tenía antes de cementarla. Para mí es un test inicial ya que ver cómo la supero me indica a grosso modo a qué puedo aspirar el resto de ruta, y en un principio, las sensaciones son tirando a buenas. Ya en la Llonganissa nos juntamos con un trío con una chica con los que hicimos juntos la bajada hasta Lluc aunque nosotros nos desviamos por el tramo nuevo de GR que enlaza el coll de sa Batalla hasta el refugio de Son Amer del que conocía de su existencia pero que aún no había recorrido. Es muy divertido ese paso por el bosque. Llegamos al refugio y proseguimos hacia Lluc donde en la parte final, ya fuera del bosque, doy un llantazo por no mirar prim con las piedras.
Merendamos por separado ya que Carlos y yo necesitábamos aprovisionarnos en el forn de la plaza; ahí estaba el trío de bikeros a los que invité a venir con nosotros de vuelta a la carretera pero declinaron amablemente la invitación. Salimos desde la Font Cuberta por el camino marcado pero en la primera intersección con una pista nos desviamos y empezamos a bajar. Muy cerca de allí fue donde nos quedamos la otra vez por avería pero hoy esperaba que fuera diferente, y así fue. No hay mucha dificultad ya que todo es pista hacia abajo aunque sin saber exactamente dónde estás ya que el bosque es tupido. Me dio la sensación de descender muchos metros hasta llegar cerca de una casa desde donde empieza el ascenso. Continúa la pista, hay muchos cruces, pero al no ser la primera vez para algunos nos ahorramos los paréntesis exploratorios y se agradece porque querer revisarlos todos sin ayuda tecnológica puede ser cuestión de varias semanas. No me pareció que subiéramos lo suficiente como para volver a la altura de la carretera aunque desde que saltamos una pared divisoria tuvimos que ir andando sin marcas ni sendero claro visible hasta tocar la pared de s'Era d'Escorca, allí sí se ve algo, un empedrado visible pero muy estropeado lo que impide el paso montado en casi todo su recorrido.
Llegamos a la carretera y lo único que tenemos que hacer es cruzarla para enganchar con un majestuoso camino de carro con escopidors que va subiendo cómodamente hasta que al llegar a lo alto, el coll des Romaní, nos deleita con unas vistas estupendas sobre el macizo del Puig Major sobretodo. Bajamos y podemos lanzarnos a quemar pastillas, a las mías le hará bien, y después de unas cuantas lazadas ya tenemos a la vista las casas de Son Nebot, y había gente trasteando por afuera pero si digo la verdad, más bien parecieron pasar de nosotros. No queda mucho para llegar a la carretera y así lo hacemos después de disfrutar de un buen rato de bajada.
Para algunos este disfrute debería compensarse con el tramo que viene a continuación, para muchos el pestoso asfalto, un largo tramo en subida hasta la font des Noguer. Tampoco es para tanto ya que una subida por asfalto significa, salvo excepciones, una subida cómoda. Nos paramos un rato después del túnel porque Pepe iba encontrando y recogiendo carteras que los rateros tiran después de haberlas robado de los coches de la zona. El modus operandi es el siguiente: se desplazan por la isla en coches alquilados que no levantan sospechas hasta los lugares de aparcamiento habituales de los turistas para cerciorarse de los que los abandonan para poder dar los palos sin problemas. Por poner un ejemplo, la zona de la font des Noguer estaba completamente vacía mientras el aparcamiento estaba lleno y eso es muy tentador.
Recobré fuerzas en la fuente gracias a los alimentos que me ofrecieron ya que había salido muy alegre de casa en ese sentido, y la napolitana que me había comido en Lluc estaba ya más que procesada. Debía ser la una y se preveían dos más como mínimo para la vuelta. Barajamos alguna posibilidad para acortar ese horario pero no parece que se pueda mejorar sustancialmente por lo que seguimos con el plan previsto aunque Carlos cree entender lo contrario y me dice que se han ido hacia arriba, hacia Cúber. Llegamos allí y no los vemos y me dice que “creo que han ido hacia arriba”. Ahivá que la liamos. Volvemos y tiramos por la canaleta pero con la velocidad a la que vamos no los pillamos seguro pero casi al final encontramos unos senderistas que nos confirman que sí han pasado.
Se le cambia la cara a Carlos cuando ve lo que le espera al comenzar el ascenso al coll des Coloms y más con lo que sigue. Nunca ha estado por allí y no consigue encadenar buenos tramos montado por lo que patea más que pedalea, no es su tipo de terreno, aunque es difícil para cualquiera. Con una doble y ganas aún se puede intentar pero ya digo que es complicado per se.
Nos vuelven a esperar cerca de ses Cases velles y tomamos el primer desvío hacia Mancor, el que no había hecho nunca. Tras una pequeña subida inicial casi ciclable por completo y atravesar una pared vemos el otro portillo enfrente y entre medias una buena bajada por una vaguada. Nos ponemos las protecciones y empezamos el descenso. Es divertido, rápido y sin problemas, pero debemos esperar otro poco abajo desde donde vemos a Carlos cambiando la cámara tras un llantazo a media bajada. Que no se diga que no le animamos pero de todas maneras no se encuentra fino, la ruta empieza a ser muy larga para él que lleva varias semanas sin salir y con exceso de horas de trabajo, y lo nota igualmente en la siguiente bajada donde le empiezan a dar tirones en ambas piernas. Lástima porque ese descenso ha cambiado, o yo no me acuerdo de nada porque recordaba que lo había hecho pero no que fuera hace tanto tiempo, allá por el verano del 2006, y fue con la bici rígida seguro y pateando más de lo necesario. En cambio ayer fue muy diferente, el camino está muy limpio y diría que, excepto en algún punto concreto, en muy buenas condiciones por lo que asegura una bajada rápida, segura y muy divertida.
Ayer no fue rápida, los problemas de Carlos nos obligaron a parar en algunos momentos hasta que pudo recuperarse lo suficiente para poder continuar. Digo rápida en su conjunto ya que en los tramos que dimos rienda suelta disfruté como un bellaco. Cuando llegamos a la pista les dijimos a Pepe y Albert que no nos esperaran más ya que lo único que conseguirían sería quedarse sin poder comer, nosotros volveríamos a Caimari a un ritmo más lento debido a las molestias físicas del compañero y aún así estaban en el aparcamiento cuando llegamos.
En resumen: cuarenta kilómetros de puro mtb para repetir.