Llega el domingo y ya estamos preparando la mochila (la bici se prepara sola) con las viandas necesarias, el típico sandwich, nada de pan mal de tragar en medio del monte, y los otros bártulos también necesarios, tal como una cámara (de aire), un hinchador y algunas herramientas, ditas troncha cadenas, por si me llegan a faltar eslabones de quita y pon; llave de radios, alguna vez te puede sacar de un apuro aunque no tengas ni idea de usarla; alguna llave Allen y poco más. Le añadimos también agua fría y algunos pañuelos; hay quién también pone alicates, radios, sujeta pinzas de freno, luces, goma de parches, bridas, una patilla y un largo etcétera aunque lo básico es lo que he mentado al principio junto con el agua, con eso podemos sobrevivir algunos días en caso de catástrofe.
Pero hoy no esperamos que ocurra eso y como no tengo ganas ni tiempo de irme muy lejos nos acercamos al punto alfa a ver como está el asunto ya que solamente Xavi dijo algo de salir a hacer unos remontes. A mí me apetece también hacer remontes pero largos y encima de la bici, por eso dirijo mi mirada hacia la Fita del Ram, por eso y porque además me pusieron los dientes largos con una salida que al final solamente olieron, y me dije, pues la haré yo.
Y a eso iba pero pronto empezamos mal. Carlos va sin freno trasero, le gotea líquido desde que le metió mano ayer y no sabe exactamente por donde, lo cierto y seguro es que no frena y eso ya es un condicionante serio para continuar con la ruta prevista. En principio viene y nos juntamos con los bous que están preparados para salir al Torrent de Pareis, no en bici evidentemente, pero sí que están reunidos en el mismo punto que los que sí salen que de momento son solamente dos. También está Mateo con la mtb pero para ir por asfalto con otro compañero, por ahora no puede acompañarnos aún, pero todo llegará.
Entonces, como dos más dos son cuatro, pues cuatro son los que salimos hacia las alturas. Propongo subir hacia la Fita y lo demás es secreto pero en mis adentros ya estaba cambiando la ruta para hacerla un poco más corta ya que Guiem me había recortado un poco el horario. Nos acercamos a Establiments por el torrente, recorrido mucho más tranquilo que la carretera principal, y continuamos hacia Bunyolí donde se puede decir que empieza de verdad la ruta, salimos de lo negro y entramos en lo verde. No encontramos a nadie, ni subiendo ni bajando, la gente tiene la cabeza ya en otros sitios, y hago una subida muy cómoda y sin perder el ritmo.
En la barrera nos deja Gabi que tiene compromisos ineludibles que cumplir y el trío restante seguimos camino. Hacemos un poco de show persiguiendo los pollos de perdices con la madre dispuesta a todo desde lo alto del muro, así que la dejamos que recogiera de nuevo la camada y partimos mientras seguimos sin cruzarnos con nadie. Solamente en el cruce de Sobremunt aparece una furgo que parece que lleva bicis dentro y me pregunto cuál será su plan porque sigue subiendo hacia las antenas igual que nosotros, yo me encuentro bien y se nota en la subida final, llego entero y satisfecho arriba donde están unos chavales descargando bicis de la furgo, parecen novatos, alguno ni había estado por allí y dos no llevaban ni casco. Van hacia la ermita y decidimos salir juntos pero una de sus bicis va frenada del todo, rozaban las dos pastillas a la vez y creía que tenía los pistones fuera pero no era así, tampoco parecían cuadrar todas las teorías expuestas sobre el tema y al final ninguno de los presentes ha podido dar una explicación convincente al fenómeno, solamente el dueño de la bici ha aportado la solución definitiva vía teléfono, “déjalo estar, después de un tiempo se pone bien solo”. Y así parece haber sido porque antes de llegar al camino ancho la rueda parecía rodar libre del todo de nuevo.
No me he parado a comprobar cómo iba cada uno por el camino porque iba delante y no he visto ni oído nada y no me he parado hasta el desvío. Carlos quería llegar hasta la ermita pero no le he dejado, bajaríamos por el Pas de na Lluïsa, más que nada para que Guiem lo viera y lo catara y también porque creía que era el itinerario más corto. Día claro que nos dejaba unas vistas preciosas de la Mola de Planícia y el Galatzó y que hemos aprovechado para comer algo a la sombra antes de bajar.
El camino de bajada no es muy ciclable que digamos y cuando podría serlo tiene muchos árboles caídos que te lo impiden pero es un tramo corto que no supone mayor contratiempo. Al llegar a la barrerita ya pillas camino y es todo para abajo excepto un corto tramo. Decidimos bajar directos por el Bunyolí deshaciendo el camino recorrido unas horas antes y puedo comprobar que, sin haber cambiado nada en la trialera, la bajada ha sido completamente diferente de la del viernes, debía ser por el empuje presionador del que tenía detrás, y menos mal que solamente con un freno, si llega a tener los dos me hace del maillot un frac.
Después por el camino ya ha sido otra cosa, gracias a mis frenos gama alta de ocio y mi cubierta trasera no apta para cardíacos me he salido dos veces de la trazada y así, unos por una cosa y otros por otra, hemos acabado más tranquilos de lo normal, pero disfrutando de una bajada rápida y divertida en conjunto al fin y a la postre, que es de lo que se trata, de disfrutar un poco.
Pero hoy no esperamos que ocurra eso y como no tengo ganas ni tiempo de irme muy lejos nos acercamos al punto alfa a ver como está el asunto ya que solamente Xavi dijo algo de salir a hacer unos remontes. A mí me apetece también hacer remontes pero largos y encima de la bici, por eso dirijo mi mirada hacia la Fita del Ram, por eso y porque además me pusieron los dientes largos con una salida que al final solamente olieron, y me dije, pues la haré yo.
Y a eso iba pero pronto empezamos mal. Carlos va sin freno trasero, le gotea líquido desde que le metió mano ayer y no sabe exactamente por donde, lo cierto y seguro es que no frena y eso ya es un condicionante serio para continuar con la ruta prevista. En principio viene y nos juntamos con los bous que están preparados para salir al Torrent de Pareis, no en bici evidentemente, pero sí que están reunidos en el mismo punto que los que sí salen que de momento son solamente dos. También está Mateo con la mtb pero para ir por asfalto con otro compañero, por ahora no puede acompañarnos aún, pero todo llegará.
Entonces, como dos más dos son cuatro, pues cuatro son los que salimos hacia las alturas. Propongo subir hacia la Fita y lo demás es secreto pero en mis adentros ya estaba cambiando la ruta para hacerla un poco más corta ya que Guiem me había recortado un poco el horario. Nos acercamos a Establiments por el torrente, recorrido mucho más tranquilo que la carretera principal, y continuamos hacia Bunyolí donde se puede decir que empieza de verdad la ruta, salimos de lo negro y entramos en lo verde. No encontramos a nadie, ni subiendo ni bajando, la gente tiene la cabeza ya en otros sitios, y hago una subida muy cómoda y sin perder el ritmo.
En la barrera nos deja Gabi que tiene compromisos ineludibles que cumplir y el trío restante seguimos camino. Hacemos un poco de show persiguiendo los pollos de perdices con la madre dispuesta a todo desde lo alto del muro, así que la dejamos que recogiera de nuevo la camada y partimos mientras seguimos sin cruzarnos con nadie. Solamente en el cruce de Sobremunt aparece una furgo que parece que lleva bicis dentro y me pregunto cuál será su plan porque sigue subiendo hacia las antenas igual que nosotros, yo me encuentro bien y se nota en la subida final, llego entero y satisfecho arriba donde están unos chavales descargando bicis de la furgo, parecen novatos, alguno ni había estado por allí y dos no llevaban ni casco. Van hacia la ermita y decidimos salir juntos pero una de sus bicis va frenada del todo, rozaban las dos pastillas a la vez y creía que tenía los pistones fuera pero no era así, tampoco parecían cuadrar todas las teorías expuestas sobre el tema y al final ninguno de los presentes ha podido dar una explicación convincente al fenómeno, solamente el dueño de la bici ha aportado la solución definitiva vía teléfono, “déjalo estar, después de un tiempo se pone bien solo”. Y así parece haber sido porque antes de llegar al camino ancho la rueda parecía rodar libre del todo de nuevo.
No me he parado a comprobar cómo iba cada uno por el camino porque iba delante y no he visto ni oído nada y no me he parado hasta el desvío. Carlos quería llegar hasta la ermita pero no le he dejado, bajaríamos por el Pas de na Lluïsa, más que nada para que Guiem lo viera y lo catara y también porque creía que era el itinerario más corto. Día claro que nos dejaba unas vistas preciosas de la Mola de Planícia y el Galatzó y que hemos aprovechado para comer algo a la sombra antes de bajar.
El camino de bajada no es muy ciclable que digamos y cuando podría serlo tiene muchos árboles caídos que te lo impiden pero es un tramo corto que no supone mayor contratiempo. Al llegar a la barrerita ya pillas camino y es todo para abajo excepto un corto tramo. Decidimos bajar directos por el Bunyolí deshaciendo el camino recorrido unas horas antes y puedo comprobar que, sin haber cambiado nada en la trialera, la bajada ha sido completamente diferente de la del viernes, debía ser por el empuje presionador del que tenía detrás, y menos mal que solamente con un freno, si llega a tener los dos me hace del maillot un frac.
Después por el camino ya ha sido otra cosa, gracias a mis frenos gama alta de ocio y mi cubierta trasera no apta para cardíacos me he salido dos veces de la trazada y así, unos por una cosa y otros por otra, hemos acabado más tranquilos de lo normal, pero disfrutando de una bajada rápida y divertida en conjunto al fin y a la postre, que es de lo que se trata, de disfrutar un poco.