Después de acabar bastante bien la salida del jueves e ir notando mi condición física en recuperación proyecto para el sábado una salida de la que tengo tramos pendientes y hay que ponerse a ello si no quiero eternizarla. Se trata de la R45, mi próxima ruta, mi niña bonita. Estos días le voy dando los últimos retoques y me faltan por perfilar algunos detalles, sobre todo cómo quitarle asfalto, no es que nos movamos por carreteras principales pero si hay una alternativa sin asfaltar la prefiero.
El meollo de la salida se centraba pues en dos puntos principales, uno, valorar la posibilidad de cruzar Son Fortuny sin salir apaleados y dos, encontrar un itinerario alternativo a las pistas para acercarnos a Sant Elm. Estaba dispuesto a ir solo cuando recibo una llamada de Juan preguntándome por la salida, si yo creía que no iba a salir!. Quedamos en que vendría conmigo hasta el lugar de partida, en este caso, Peguera, cerca del hiper.
Vamos a cruzar por las laderas quemadas del Castellet de na Marió (parece ser que tiene varios nombres esta cumbre, nosotros emplearemos este) recorriendo los múltiples senderos con los que nos vamos a encontrar. Al final subimos más de la cuenta y no pasamos por el área desforestada sino más arriba, muy cerca de la cumbre, por senderos ya más sucios de vegetación. La verdad es que fue un subir constante y me sentí cómodo, sin atrancamientos y eso que era el principio. Desde arriba veíamos la boca del túnel bastante abajo y no nos quedó más remedio que hacer el primer descenso del día, factible a excepción de algún tramo de roca, y siempre pegados a la rejilla.
Llegamos al coll de s'Alemán, justo encima del túnel, y lo que me parecía un depósito de agua resulta que forma parte del circuito de ventilación del túnel, nada que ver. Por la vertiente de Andratx encontramos un precioso y abandonado camino de carro empedrado por el que bajamos hasta el valle y ahí elegimos subir en lugar de bajar, bajar nos hubiera supuesto pasar muy cerca de las casas y perder la oportunidad de rodar por allí si éramos interceptados, por eso elegimos subir aunque pronto se vio claro que ese camino desaparecería, como así fue. Continua un sendero muy pisado y marcado con algunas flechas rojas, no muchas y medio borradas, que no presenta mucha dificultad de orientación, la mayor pega es no poder montar en algunos tramos.
Hubo un momento en que nos dividimos, las flechas marcaban la dirección de la cumbre, Juan las siguió pero yo no quería pasar por allí y me fui por otro lado que a la postre resultó el correcto. Pasamos junto a una casa semiderruida y abandonada, tanto como los campos que la rodean, y enganchamos otro camino de carro que nos deja en el coll de Garrafa con varias opciones donde elegir aunque no todas viables. La continuación hacia sa Cova, descartada de inicio; la que enlaza con la Vall Verda ya la recorrimos una vez pero en esta ocasión se nos sale del itinerario; la que viene de las casas, mejor que no, así que solamente nos queda tirar hacia el coll Andritxol que era lo que quería al fin y al cabo.
No tuvimos problemas con la barrera exceptuando que hay que saltarla y nos fuimos hasta el pueblo por el sendero al lado de la carretera. En la última finca encontramos al payés limpiando la zona pero no puso pegas, se agradece el gesto. Directos al puerto y desvío hacia el polideportivo para pillar el camí de Morella. Cuando llegamos a la carretera de s'Arracó lo abandonamos y nos dispusimos a hacer los siguientes kilómetros por asfalto. Ahí perdí a Juan y tuve que esperarlo bocata en mano en la rotonda a que se decidiera a venir.
Ya mascullaba excusas a esa hora y si hubiera venido alguno más seguro que me dejan solo, no te queda ná! pensaba yo mientras nos metíamos por el ramal del barri de Son Tió. Y era verdad, menudas cuestas, ya no me acordaba, picando para arriba hasta una explanada donde al parecer había un depósito aunque no estoy seguro. Y tampoco se veía nada de la alternativa que andaba buscando aún a pesar de tener buena perspectiva desde el lugar. Decidimos (yo más que él) seguir y bajamos hasta el camino cementado que conduce a Sant Elm y entonces lo vi, mejor dicho, los vi a todos esos senderistas que bajaban el último tramo, y no parecía fácil a tenor de los movimientos que hacían para superar los obstáculos. Y también me doy cuenta de que buscarlo empezando por el final no ha sido una muy buena idea.
Estamos a las puertas de Sant Elm (como el enemigo) y toca retirada y lo que me había parecido una larga bajada se convirtió en una corta subida a buen ritmo. Pasamos a toda la pandilla de chavales que venían de abajo donde la mitad llegaron pateando arriba y los encaminamos hacia el Pas Vermell en su camino hacia Cala Egos. El Pas Vermell hervía de gente, hacia arriba, hacia abajo, un grupo de corredores de todas las edades (parece la moda ahora) y nosotros, los ciclistas. La gente se para mucho rato allí, no es para menos, la vista sobre la Dragonera es privilegiada y el día acompañaba a la contemplación.
Vuelta muy rápida al puerto por la pista de arriba hasta el coll des Vent donde busco por donde meterme en el circuito de descenso, encuentro la primera rampa y para abajo. No le veo mucha complicación excepto si te pasas de vueltas. Desde luego el final es lo mejor, vaya losa, impresiona. En este punto Juan solamente quería volver cuanto antes y para eso también había varias opciones. La primera, el camí de la Vinya que no encontré, y además me equivoqué en la rotonda e hicimos toda la cuesta, pobrecito. Ya que estábamos allí deberíamos habernos ido por el camino que descubrimos el otro día pero no, tuvo que ser por asfalto. Lo mismo en Camp de Mar, de milagro pasamos por el sendero del golf pero en la última trialera me dio plantón definitivo.
La ruta fue muy productiva en todos los sentidos, tramos nuevos preciosos por zonas privadas sin problema alguno pero que no pueden ser incluidos en una ruta pública animando al tránsito en general; físicamente sin problema alguno y mejorando; descubrir más lugares nuevos que se van directos a la carpeta de deberes pendientes y darse unos buenos chutes de adrenalina cuesta abajo. El próximo día será el definitivo ya para completar la ruta y dejarla pulida, apta para todos los públicos.
El meollo de la salida se centraba pues en dos puntos principales, uno, valorar la posibilidad de cruzar Son Fortuny sin salir apaleados y dos, encontrar un itinerario alternativo a las pistas para acercarnos a Sant Elm. Estaba dispuesto a ir solo cuando recibo una llamada de Juan preguntándome por la salida, si yo creía que no iba a salir!. Quedamos en que vendría conmigo hasta el lugar de partida, en este caso, Peguera, cerca del hiper.
Vamos a cruzar por las laderas quemadas del Castellet de na Marió (parece ser que tiene varios nombres esta cumbre, nosotros emplearemos este) recorriendo los múltiples senderos con los que nos vamos a encontrar. Al final subimos más de la cuenta y no pasamos por el área desforestada sino más arriba, muy cerca de la cumbre, por senderos ya más sucios de vegetación. La verdad es que fue un subir constante y me sentí cómodo, sin atrancamientos y eso que era el principio. Desde arriba veíamos la boca del túnel bastante abajo y no nos quedó más remedio que hacer el primer descenso del día, factible a excepción de algún tramo de roca, y siempre pegados a la rejilla.
Llegamos al coll de s'Alemán, justo encima del túnel, y lo que me parecía un depósito de agua resulta que forma parte del circuito de ventilación del túnel, nada que ver. Por la vertiente de Andratx encontramos un precioso y abandonado camino de carro empedrado por el que bajamos hasta el valle y ahí elegimos subir en lugar de bajar, bajar nos hubiera supuesto pasar muy cerca de las casas y perder la oportunidad de rodar por allí si éramos interceptados, por eso elegimos subir aunque pronto se vio claro que ese camino desaparecería, como así fue. Continua un sendero muy pisado y marcado con algunas flechas rojas, no muchas y medio borradas, que no presenta mucha dificultad de orientación, la mayor pega es no poder montar en algunos tramos.
Hubo un momento en que nos dividimos, las flechas marcaban la dirección de la cumbre, Juan las siguió pero yo no quería pasar por allí y me fui por otro lado que a la postre resultó el correcto. Pasamos junto a una casa semiderruida y abandonada, tanto como los campos que la rodean, y enganchamos otro camino de carro que nos deja en el coll de Garrafa con varias opciones donde elegir aunque no todas viables. La continuación hacia sa Cova, descartada de inicio; la que enlaza con la Vall Verda ya la recorrimos una vez pero en esta ocasión se nos sale del itinerario; la que viene de las casas, mejor que no, así que solamente nos queda tirar hacia el coll Andritxol que era lo que quería al fin y al cabo.
No tuvimos problemas con la barrera exceptuando que hay que saltarla y nos fuimos hasta el pueblo por el sendero al lado de la carretera. En la última finca encontramos al payés limpiando la zona pero no puso pegas, se agradece el gesto. Directos al puerto y desvío hacia el polideportivo para pillar el camí de Morella. Cuando llegamos a la carretera de s'Arracó lo abandonamos y nos dispusimos a hacer los siguientes kilómetros por asfalto. Ahí perdí a Juan y tuve que esperarlo bocata en mano en la rotonda a que se decidiera a venir.
Ya mascullaba excusas a esa hora y si hubiera venido alguno más seguro que me dejan solo, no te queda ná! pensaba yo mientras nos metíamos por el ramal del barri de Son Tió. Y era verdad, menudas cuestas, ya no me acordaba, picando para arriba hasta una explanada donde al parecer había un depósito aunque no estoy seguro. Y tampoco se veía nada de la alternativa que andaba buscando aún a pesar de tener buena perspectiva desde el lugar. Decidimos (yo más que él) seguir y bajamos hasta el camino cementado que conduce a Sant Elm y entonces lo vi, mejor dicho, los vi a todos esos senderistas que bajaban el último tramo, y no parecía fácil a tenor de los movimientos que hacían para superar los obstáculos. Y también me doy cuenta de que buscarlo empezando por el final no ha sido una muy buena idea.
Estamos a las puertas de Sant Elm (como el enemigo) y toca retirada y lo que me había parecido una larga bajada se convirtió en una corta subida a buen ritmo. Pasamos a toda la pandilla de chavales que venían de abajo donde la mitad llegaron pateando arriba y los encaminamos hacia el Pas Vermell en su camino hacia Cala Egos. El Pas Vermell hervía de gente, hacia arriba, hacia abajo, un grupo de corredores de todas las edades (parece la moda ahora) y nosotros, los ciclistas. La gente se para mucho rato allí, no es para menos, la vista sobre la Dragonera es privilegiada y el día acompañaba a la contemplación.
Vuelta muy rápida al puerto por la pista de arriba hasta el coll des Vent donde busco por donde meterme en el circuito de descenso, encuentro la primera rampa y para abajo. No le veo mucha complicación excepto si te pasas de vueltas. Desde luego el final es lo mejor, vaya losa, impresiona. En este punto Juan solamente quería volver cuanto antes y para eso también había varias opciones. La primera, el camí de la Vinya que no encontré, y además me equivoqué en la rotonda e hicimos toda la cuesta, pobrecito. Ya que estábamos allí deberíamos habernos ido por el camino que descubrimos el otro día pero no, tuvo que ser por asfalto. Lo mismo en Camp de Mar, de milagro pasamos por el sendero del golf pero en la última trialera me dio plantón definitivo.
La ruta fue muy productiva en todos los sentidos, tramos nuevos preciosos por zonas privadas sin problema alguno pero que no pueden ser incluidos en una ruta pública animando al tránsito en general; físicamente sin problema alguno y mejorando; descubrir más lugares nuevos que se van directos a la carpeta de deberes pendientes y darse unos buenos chutes de adrenalina cuesta abajo. El próximo día será el definitivo ya para completar la ruta y dejarla pulida, apta para todos los públicos.