Llevaba varias semanas dándole vueltas a la Ruta 40 y haciendo alguna salida para acabar de concretar itinerarios, pero todo en fin de semana, y como estos son cortos, pues la cosa se alarga más de la cuenta. Cierto es que podría redactarla ahora mismo pero quiero sentir las sensaciones de hacerla en el sentido que tengo pensado, y ver si realmente vale la pena, que creo que sí; otra cosa sería redactar por redactar. Pero cuando a principios de semana vi la salida programada de Xisco ya se me dividieron las ganas. Estaba el inconveniente de dejar pasar otra semana más sin acabar mi ruta pero los pros superaban eso y mucho más.
Reunión con los pobleros, con los que siempre me he sentido muy a gusto; ruta interesante y en las que me dejan siempre meter mano, todo hay que decirlo, y esta semana, además de mis compañeros habituales, se iban acoplando otros que no querían arriesgarse a encontrarse con una sesión de pateo forzoso en un itinerario desconocido en la ruta programada por el grupo habitual, léase Toys o poferos. Invité a Jauja y a l'amo Andreu a venir y el primero aceptó (el segundo tenía otros menesteres ineludibles), al menos no podrá decir esta vez que tuvo que madrugar. Espero que no le haya decepcionado la propuesta.
Así pues, los palmesanos (por decirlo de algún modo) hemos formado un grupito aceptable que juntamente con el grupo de fuera (diré pobleros pero es para abreviar, porque había de bastantes lugares de la Part Forana) hemos llegado hasta veintiún bikeros. Nutrido grupo, y ya se sabe qué pasa, siempre hay alguno con el que picarte en sana competición.
La ruta, directa al Pla des Pouet. Eso quiere decir empezar a subir sin calentar y ayer lo noté. Toda la subida hasta el Pla dets Aritges por el Pas d'en Miquel fue dura para mí, pero tampoco quise dejar de intentar subir montado lo que pudiera, y eso hizo que tuviera ganas de llegar a sitio para poder tumbarme y recuperar lo máximo posible. Supongo que el sobre de gel que me pasaron hizo algún efecto, y con eso y el descanso un poco más prolongado del habitual debido a una rotura de una patilla y el bocadillo hicieron que pudiera continuar con algunas esperanzas de no desfallecer en el intento. De hecho así fue, aunque tampoco sin heroicidades.
Quedaba por delante una larga bajada hasta el nivel del mar y la gente se iba animando y preparándose para disfrutarla. A mí ese gozo me duró hasta casi el desvío de la ermita, donde al intentar pasar entre dos piedras, golpeé con el cambio en una de ellas y lo doblé hacia atrás y hacia arriba. Alguna pieza quedó doblada pero la pericia de Semi logró dejarlo a sitio y pude acabar la ruta de esa guisa, poniendo una patilla de recambio, eso sí, que aunque fuera la doblada y posteriormente recuperada en una ocasión anterior la llevaba por si las moscas. Ya se sabe cómo son esas bajadas con mucho tráfico, no hay amigo conocido y el pique está servido, aunque tampoco fue una acción imprudente, de hecho ni noté el golpe con la piedra y creía que podía pasar perfectamente. La avería en el cambio ha sido de las más graves que he tenido, ya con la otra bici tuve algunas salidas donde la holgura del cambio me abría la cadena y tuve que abandonar y en otra ocasión una rama que se metió en los radios lo desgajó en dos. La otra fue del fondo de llanta que me cortaba la cámara justo en la válvula y en alguna ocasión tuve que volver caminando.
Solucionado el tema por Semi (cómo no!) en un santiamén más o menos corto la bici quedó en condiciones al menos de rodar y así nos volvimos a poner en marcha todo el grupo. Paramos un momento en el Mirador des Tudons y parecía que la opción de Miramar perdía adeptos. Ya era un poco tarde para hacer ese tramo si queríamos bajar hasta el Port de s'Estaca. De hecho cuando llegamos a la carretera así se hizo. Lo que no vi fue la entrada lateral para coger el tramo que nos había marcado Pepe en un track, cuando me di cuenta ya estábamos en la bajada del camí vell. Me fui a investigar un poco el desvío del mirador pero nadie me siguió y volví atrás para continuar bajando. Más abajo, en una curva está el desvío de la cueva pero tampoco fuimos, algunos pedían ya la hora.
Con toda la peña montaña abajo la bajada se me hizo muy corta hasta el mirador donde sí nos paramos unos instantes para contemplar las vistas, y no todos. Nos quedaba por delante el trozo que por lo que sabíamos sería el más complicado por la presencia de árboles caídos pero, cual fue nuestra sorpresa al comprobar cómo lo han dejado, impoluto, impecable, inmejorable. Una pista estaba en el mismo mirador aunque en ese momento no me dí cuenta, el pino por el que pasé por debajo hace dos semanas ya no estaba.
En la pista se decide por unanimidad llegar hasta el llogaret. Yo no había estado nunca y otros tampoco por lo que no hay muchas pegas (de hecho era uno de los motivos de aceptar esta ruta) aunque a alguno haya que convencerle, con buenas palabras, eso sí. Descendemos las últimas rampas de hormigón hasta las casas, donde dejamos todas las bicis y bajamos hacia el mar entre las casas, algunas de ellas con residentes en las terrazas conversando y aprovechando el buen día que hacía. Magnífico y privilegiado lugar, aunque situado en un entorno potencialmente peligroso por el riesgo de aludes de rocas o árboles desde las alturas. Eso no pasó desapercibido.
Al volver atrás un lugareño me comentó algo sobre las protecciones que aún llevaba puestas y eso fue el inicio de una pequeña conversación en la que nos enteramos de algunos hechos sobre el lugar en cuestión. Se nos fue un poco el santo al cielo y todos se habían ido ya. La pega es que algunos se preocuparon por mi avería sufrida y creyeron que podría estar volviendo andando ante mi tardanza. Mea, mea culpa. No fue así y el cambio no me dio ningún problema, cierto que tampoco lo usé, iba a piñón fijo cambiando solamente de plato cuando hacía falta. Carlos y yo fuimos juntando gente en el Camí de ses Vinyes y durante la subida por carretera y ese fue el grupo último que llegamos a Valldemossa cuando los pobleros ya se habían tomado las cañas aunque nos dio tiempo a despedirnos de algunos.
Reunión con los pobleros, con los que siempre me he sentido muy a gusto; ruta interesante y en las que me dejan siempre meter mano, todo hay que decirlo, y esta semana, además de mis compañeros habituales, se iban acoplando otros que no querían arriesgarse a encontrarse con una sesión de pateo forzoso en un itinerario desconocido en la ruta programada por el grupo habitual, léase Toys o poferos. Invité a Jauja y a l'amo Andreu a venir y el primero aceptó (el segundo tenía otros menesteres ineludibles), al menos no podrá decir esta vez que tuvo que madrugar. Espero que no le haya decepcionado la propuesta.
Así pues, los palmesanos (por decirlo de algún modo) hemos formado un grupito aceptable que juntamente con el grupo de fuera (diré pobleros pero es para abreviar, porque había de bastantes lugares de la Part Forana) hemos llegado hasta veintiún bikeros. Nutrido grupo, y ya se sabe qué pasa, siempre hay alguno con el que picarte en sana competición.
La ruta, directa al Pla des Pouet. Eso quiere decir empezar a subir sin calentar y ayer lo noté. Toda la subida hasta el Pla dets Aritges por el Pas d'en Miquel fue dura para mí, pero tampoco quise dejar de intentar subir montado lo que pudiera, y eso hizo que tuviera ganas de llegar a sitio para poder tumbarme y recuperar lo máximo posible. Supongo que el sobre de gel que me pasaron hizo algún efecto, y con eso y el descanso un poco más prolongado del habitual debido a una rotura de una patilla y el bocadillo hicieron que pudiera continuar con algunas esperanzas de no desfallecer en el intento. De hecho así fue, aunque tampoco sin heroicidades.
Quedaba por delante una larga bajada hasta el nivel del mar y la gente se iba animando y preparándose para disfrutarla. A mí ese gozo me duró hasta casi el desvío de la ermita, donde al intentar pasar entre dos piedras, golpeé con el cambio en una de ellas y lo doblé hacia atrás y hacia arriba. Alguna pieza quedó doblada pero la pericia de Semi logró dejarlo a sitio y pude acabar la ruta de esa guisa, poniendo una patilla de recambio, eso sí, que aunque fuera la doblada y posteriormente recuperada en una ocasión anterior la llevaba por si las moscas. Ya se sabe cómo son esas bajadas con mucho tráfico, no hay amigo conocido y el pique está servido, aunque tampoco fue una acción imprudente, de hecho ni noté el golpe con la piedra y creía que podía pasar perfectamente. La avería en el cambio ha sido de las más graves que he tenido, ya con la otra bici tuve algunas salidas donde la holgura del cambio me abría la cadena y tuve que abandonar y en otra ocasión una rama que se metió en los radios lo desgajó en dos. La otra fue del fondo de llanta que me cortaba la cámara justo en la válvula y en alguna ocasión tuve que volver caminando.
Solucionado el tema por Semi (cómo no!) en un santiamén más o menos corto la bici quedó en condiciones al menos de rodar y así nos volvimos a poner en marcha todo el grupo. Paramos un momento en el Mirador des Tudons y parecía que la opción de Miramar perdía adeptos. Ya era un poco tarde para hacer ese tramo si queríamos bajar hasta el Port de s'Estaca. De hecho cuando llegamos a la carretera así se hizo. Lo que no vi fue la entrada lateral para coger el tramo que nos había marcado Pepe en un track, cuando me di cuenta ya estábamos en la bajada del camí vell. Me fui a investigar un poco el desvío del mirador pero nadie me siguió y volví atrás para continuar bajando. Más abajo, en una curva está el desvío de la cueva pero tampoco fuimos, algunos pedían ya la hora.
Con toda la peña montaña abajo la bajada se me hizo muy corta hasta el mirador donde sí nos paramos unos instantes para contemplar las vistas, y no todos. Nos quedaba por delante el trozo que por lo que sabíamos sería el más complicado por la presencia de árboles caídos pero, cual fue nuestra sorpresa al comprobar cómo lo han dejado, impoluto, impecable, inmejorable. Una pista estaba en el mismo mirador aunque en ese momento no me dí cuenta, el pino por el que pasé por debajo hace dos semanas ya no estaba.
En la pista se decide por unanimidad llegar hasta el llogaret. Yo no había estado nunca y otros tampoco por lo que no hay muchas pegas (de hecho era uno de los motivos de aceptar esta ruta) aunque a alguno haya que convencerle, con buenas palabras, eso sí. Descendemos las últimas rampas de hormigón hasta las casas, donde dejamos todas las bicis y bajamos hacia el mar entre las casas, algunas de ellas con residentes en las terrazas conversando y aprovechando el buen día que hacía. Magnífico y privilegiado lugar, aunque situado en un entorno potencialmente peligroso por el riesgo de aludes de rocas o árboles desde las alturas. Eso no pasó desapercibido.
Al volver atrás un lugareño me comentó algo sobre las protecciones que aún llevaba puestas y eso fue el inicio de una pequeña conversación en la que nos enteramos de algunos hechos sobre el lugar en cuestión. Se nos fue un poco el santo al cielo y todos se habían ido ya. La pega es que algunos se preocuparon por mi avería sufrida y creyeron que podría estar volviendo andando ante mi tardanza. Mea, mea culpa. No fue así y el cambio no me dio ningún problema, cierto que tampoco lo usé, iba a piñón fijo cambiando solamente de plato cuando hacía falta. Carlos y yo fuimos juntando gente en el Camí de ses Vinyes y durante la subida por carretera y ese fue el grupo último que llegamos a Valldemossa cuando los pobleros ya se habían tomado las cañas aunque nos dio tiempo a despedirnos de algunos.