La gran bufada

Había puesto el despertador más temprano de lo que realmente hacía falta porque quería llegar con mucha antelación al lugar de encuentro sin tener que coger el coche. Entre medias recogería a los compañeros de fatigas e iríamos rodando. Quería tener tiempo de poder saludar a algunos compinches y de fisgonear un rato por allí. No voy a nombrar a nadie en particular para no alargar esto en demasía, y que tampoco es necesario, para eso ya están las fotos, y desde luego no es por aquello de decir si nombro a uno sí o a otro no, ya ves que va a importar eso, aunque procuré saludar a todo aquel que conocía.

Uno de los objetivos de estas reuniones es conocer a gente nueva aunque pueda que ése sea el más difícil, ya que se tiende a concentrar la atención en la gente conocida. También que la gente se reencuentre, casi diría más que la ruta en sí, que en este caso sería un medio para conseguirlo, y el sábado vi muchos encuentros de ese tipo y yo mismo fui protagonista de uno de ellos con un amigo y compañero de rutas al que no veía desde hacía tiempo. Estuvo poco tiempo, ni llegó a subir al monumento, pero pudo revivir buenas sensaciones en el seno del pelotón.

La ruta, vamos a hablar de la ruta, y para ello voy a tomar una frase prestada de otro blog que circula por la red, que reza así:

Aunque multitud de bikeros habrán ya recorrido en muchas ocasiones estos parajes, puede que aún haya alguno que no se haya parado a pensar que puede disfrutar de un buen día de ciclismo de montaña al lado de su casa. También para todos aquellos que se hayan incorporado recientemente a esto de darle vueltas a los pedales les daremos una pequeña descripción de esta ruta y algunas de sus variantes.

Vale, lo sé, la frase es mía, pero es lo que tenía más a mano. Es la entrada de la descripción de la Ruta 1, que como podéis ver es muy parecida aunque más larga, casi como la que hice con Xisco no hace mucho aunque la tuvimos que acortar por las averías mecánicas, sobretodo pinchazos, pero precisamente por eso bajamos por la trialera de la cantera de Son Quint que no conocían y que disfrutamos todos. Entonces no hay mal que por bien no venga.

Decía de la frase anterior que eso mismo fue lo que se comentó por parte de muchos. Los que conocían la ruta se centraron más en otros aspectos, más personales, y los que no, disfrutaron por partida doble. Comentar también que aunque parezca difícil hubo quién tuvo alguna salida de track pero se reincorporaron al redil poco después. Ahí el grupo organizador estuvo impecable. Algunos salieron antes de hora para situarse en algunos cruces y dirigir el pelotón, además estaban comunicados con radios entre ellos por lo que era difícil cometer fallos.

Reagrupamiento en el monumento y en el Coll des Pastors sin apelotonamientos por en medio; la gente iba bastante distanciada unos de otros. Algo más de tapón hubo en el tramo hacia el mirador, como era de esperar, pero en el tiempo de pararme a ajustar la altura del sillín me quedé solo. No es que me importara, mejor, porque Carlos había adaptado un soporte de trípode en el casco para trabar la cámara y poder hacer un video de la trialera que venía a continuación. Y si él lleva la cámara algún otro tiene que ser el protagonista, no es verdad? Y así la empezamos a bajar. Estaba Juan un poco más adelantado, Monic también y algunos otros más, pero los pasamos antes de la primera curva; bueno, a Monic en la segunda, donde está el recorte y me parece que me eché encima (menos mal que es buena gente) y a Juan lo encontré casi al final. Estuvo muy bien.

Seguimos por ese mismo orden hacia el sendero que nos llevaría a la carretera donde no me esperaba encontrar lo que se había montado allí. Pancartas, furgonetas, mesas y gente preparando bocadillos y sirviendo bebida. Todo un lujo. Basta decir que cien tíos quedaron satisfechos. Solamente había vivido un caso parecido en una de las salidas con los menorquines, la primera, donde venían acompañantes que preparaban la intendencia y fuimos incluidos en el lote. No sé el tiempo que estuvimos pero se me hizo muy breve.

Venía a continuación una subida corta con un pequeño llaneo para acabar en las curvas que nos acercan a la torre. Ya de lejos se adivinaba un reguero de puntos de color que se movían pesadamente cuesta arriba. Desde lo alto ya todo iba a ser bajada por pista ancha y la gente se puso las pilas. Por allí encontramos a algunos que habían pinchado pero cualquiera paraba, egoísticamente pensando que si no podían resolverlo por sus medios algún bou acudiría al rescate. Yo no paré hasta el Coll de Son Marill, he de reconocerlo. Allí nos reunimos unos cuantos mientras iban llegando algunos a cuentagotas, muchos ya iban por delante y otros estaban parados en grupitos por la cuesta de cemento. Cuando vimos que no aparecía nadie más nos dispusimos a bajar por la trialera del coche quemado, aunque tuvimos que esperar un poco más ya que al arrancar abrí la cadena y además la monté mal. Pero nada, unos minutos más o menos no iban a variar mucho el plan.

Al final solamente cinco nos fuimos para allá. Parece que no es nada pero hubo varias caídas y además en el mismo sitio, en la curva. Aparte de las contusiones pertinentes parece que la cosa no pasó de ahí. Estábamos ya casi en el final, se había hecho corto y era temprano; por lo que podría haber pasado creo que no pasó nada. Estoy por decir que en la ruta de los pobleros hubo más incidencias (sin confirmar este extremo), aunque de la más grave nos enteramos abajo, reunidos con el grupo, una caída muy aparatosa, al parecer grave, de algún bikero sin confirmar la identidad. A los pocos minutos se aclaró el misterio, era Carlos de los Bous, e iban a recogerlo con la furgoneta desde Son Vida. Parece que al final fue más aparatosa que otra cosa aunque ambos, bicicleta y ciclista, resultaron dañados.

La opinión unánime es de que la organización resultó excelente, con gente dispuesta a perderse parte de la fiesta para que los demás la disfrutaran ya que al parecer había bastante gente de fuera, con lo que para ellos la ruta era bastante desconocida y no era cuestión de perderlos por ahí. Y como además a la gente se la conquista por el estómago en ese sentido se aseguraron de que así fuera. La ruta en sí era más bien sencilla, sin grandes desniveles que superar ni en sentido ni en otro, con la opción del final a elegir.