Domingueando

Tenía unas horitas el domingo por la mañana y decidí salir pero no para acabar a las dos, o sea que no contesté a los correos que había sobre ese tema aunque a primera vista parece que quedó a medias, sin concretar nada, pero bueno, no insistí debido a lo limitado de mi horario. O sea que salí dispuesto a comprobar si podría llegar desde mi casa hasta la UIB por un carril bici, menuda ruta.

Ahora lo tengo cerca, desde la plaza Pedro Garau tira por Luca de Tena hasta la calle Aragón y continúa por Balmes y Rosselló y Cazador, donde las obras de las acometidas de Gesa y Emaya lo han hecho desaparecer momentáneamente. Llegamos a la plaza Abu-yaya y la mala sincronización de los semáforos nos hacen perder mucho tiempo para cruzar hasta la calle Bartolomé Pou, que está enfrente. Continúa hacia la calle Jesús y el Parc de sa Riera. Allí, en la esquina, había montada una carpa con un montón de bicis y una furgoneta de Bimont que me despertó la curiosidad y pregunté. Al parecer se trata de una iniciativa del Ajuntament para potenciar el uso y disfrute de los carriles bici de Palma. Con alguna de las tarjetas, ya sea verde, ciudadana o de un periódico local puedes alquilar una por dos euros al día, aunque por ahora solamente están los domingos de ocho a tres. Me llevé un folleto y proseguí mi camino carrilero hacia la rotonda del cementerio.

Al otro lado del parque se acaba el carril y tuve que enlazar circulando como uno más con General Riera para dirigirme hacia el Carrefour y coger allí el que se dirige a la UIB. Ningún problema hasta allí, ancho, señalizado, pero no por ello obligatorio para las bicicletas. Me viene al caso un comentario que leí sobre la circulación de bicicletas por la carretera de Valldemossa, donde se preguntaba el posteador porqué circulaban por la carretera teniendo el carril, entendiendo esa actitud como una provocación. No parecía entender que la bicicleta es un vehículo que puede circular por cualquier vía donde no se le prohiba expresamente y que todos tienen unas normas claras que cumplir al respecto. Ni más ni menos. Puedo entender que los ciclistas de carretera prefieran la uniformidad del asfalto a los inconvenientes del carril, pese a sus potenciales peligros.

El carril entra por la avenida al lado de la estación del metro y continúa hasta el Parc Bit, del que salí enseguida por el camino que vemos enfrente justo después de sobrepasar la estación generadora. El objetivo era Ses Rotgetes y desde allí a Esporles por carretera.

Cuando llegué me quedé un rato por la plaza, cerca del chiriguinto de los Ermassets desde donde comentaban la carrera de montaña que estaba teniendo lugar por la Fita del Ram. Estuve tentado de subir a la Ermita por el cemento pero preferí no alargar más y volví por Son Malferit, en cuya pista me encontré un quad conducido por un chavalín. Iba el padre también montado y cuando llegamos a la barrera de salida había un bikero por allí al que sobrepasé enseguida y no volví a ver hasta Establiments. Allí me alcanzó y me preguntó si oía ruidos raros en su bici, una Jamis semirrígida acabada de comprar, según me explicó. Me preguntó de todo, cómo limpiar, cómo engrasar, cómo ajustar cada pieza. Me debió ver cara de saber de que le hablaba porque otra cosa no sería. Lo cierto es que me recordaba a alguien pero no sabría decir.

Yo bajé hasta Palma y volví a coger el carril bici en sentido contrario de como lo había recorrido por la mañana y en 31 de Diciembre otro bikero, éste con una Mendiz sacada de algún museo (y el mismo también) me pregunta si sé donde está la peña. ¿Qué peña? le respondo. Al parecer parecía que algún grupo de personas iba a salir el domingo para celebrar la iniciativa del Ayuntamiento y recorrer los carriles bici. No estaba enterado de nada y a nadie vi.

Por ahora no creo que pueda dársele más que un uso recreativo a esta infraestructura porque no enlaza sitios estratégicos sino que se va repartiendo por aquí y por allá pero tendría que hacerse un esfuerzo por parte de los que nos gusta más ir en bici para provocar un efecto mimético en el resto, siempre y cuando nuestra actitud sea muy comprensiva y tolerante ya que es seguro que en muchos momentos vamos a invadir el espacio de los peatones pero hay que hacerlo sin molestar ni avasallar, pasando lo más desapercibido posible, cosa harto difícil por otra parte. Solo así puede que dejen de vernos como un incordio.