Iba a ser la repera la salida del sábado. Cuando me dijeron que se proponía en serio ir a Formentor me animé de lo lindo y quise hacer extensible esa animación a la peña para que no se lo perdieran. Envié videos, fotos, textos y casi súplicas para que vinieran. Unos me hicieron caso y otros no, otros fueron porque querían ir y otros a ver que les depararía el día aunque para todos era una ruta inédita, solamente conocida por referencias y comentarios de terceros.
Como el viernes hacía mal día, con lluvia, me quedé en casa y no salí (a montar me refiero). Solamente me di una vuelta al mediodía pero sobre esa hora empecé a tener frío. El día no acompañaba pero tampoco era para tanto. Iba a más y noté calentura y flojera. Me puse el termómetro y tenía fiebre. La jodimos. No fueron suficientes los paracetamoles para mitigar todo el cuadro clínico y por la noche ya daba casi por descartada la salida; no al cien por cien pero casi. A la mañana siguiente se confirmó mi descarte. No me quedaba más que intentar recuperarme y quizás podría salir el domingo.
Sobre ese tema rápidamente Juantrans había empezado a tentar al personal. Albert confirmó, Xavi también. Mis compis ni salieron el sábado ni se manifestaron para el domingo, o sea que nada. Por ahora seríamos cuatro y debido a la limitación de timing sobre la una treinta pensé que la Ruta 10 sería la apropiada. La había completado con mis dos colegas y resultó muy fácil y factible para una mañana de domingo para el que busca algo diferente. Se lo propuse y les pareció bien. Después me enteré de que para muchos eran tramos totalmente desconocidos por lo que se añadía un plus de satisfacción, o al menos eso pensé.
Para ir un poco sobrados de tiempo propuse empezar desde lo alto del Coll de Sóller y vernos un poco antes, sobre las ocho treinta. Todos conformes. Nos agrupamos en Can Penasso, donde por cierto a la vuelta nos anunciaron de que el párkin se va a cerrar, será exclusivo de la clientela del restaurante, pero que podemos utilizar sin ningún problema el de abajo. Enterados quedamos. Sorpresa cuando se presenta Monic, el poblero, animado sobre todo por la definición que puse en un correo sobre lo que es una “ruta contrastada”. Ruta ciclable 100%, sin sorpresas ni malos rollos y ya realizada por mí. Desde luego ante tal rotundidad quién no se esperaba una rodada tranquila y hasta si me apuras aburrida. Desde luego por los participantes confirmados debería haber bajadas, y de las guapas. Confiaba en que la que tenía en mente les colmara.
Puestos ya en movimiento hacia el primer camí de metre nos damos cuenta de que no va a ser todo ir de rositas. Este camino sube bastante, sino en pendiente, si en longitud, y empezar esa subida en frío te limita, aunque he de decir que lo iba superando bastante bien. Cuando los dejé atrás hubo algún despiste por su parte pero el grito montañero (el eoeoeoeo de toda la vida) los recondujo a la senda correcta. La espera me dio tiempo a buscar el desvío ya que no estaba en el lugar en el que recordaba que debía estar. Un paseo a pie me sacó de dudas.
Tras el tramito a pie cogemos el segundo camí de metre. Doscientos metros y en una curva despejada, el siguiente desvío. Llegamos a la curva en cuestión pero no me suena el lugar y voy a reconocerlo. Me parece que seguimos estando demasiado altos por lo que seguimos bajando unas cuantas curvas, por mi parte ya cada vez con menos convicción, que se confirma con total rotundidad al efectuar el camino un cambio de sentido en dirección a Palma que nos deja a todos parados. No queda más remedio que volver a subir todas las curvas para encontrar el camino correcto que está a esa distancia dicha aproximadamente pero ni por asomo en una curva despejada.
Primera gambada: no cicló ninguno la bajada, tan solo un tramito hasta la rossaguera. Se lo decía, recto, recto, pero se fueron para arriba y claro tuvieron que volver a bajar. En éstas que oigo voces y veo aparecer a un grupo de senderistas que viene subiendo. Cada vez es más larga la fila. Ostras, yo conozco al guía de la gorra. Si es mi padre!. Se van hasta el Racó d'en Barona y más allá pero a la velocidad con que iban algunos se les hizo muy, pero que muy larga (yo creo que se pasó con la rutita, todo cuesta arriba, y con una bajada penosa; en algo teníamos que parecernos).
Saludados todos mis conocidos y sin conocer logramos reemprender la marcha pero con poco ciclar. Se oyen algunas voces discordantes emitiendo opiniones desfavorables que tan solo se apagan tras pasar la pared y empezar a circular ya sobre la bici, pero es corto, muy corto. Mientras Albert se detiene a apretar alguna cosa me adelanto para buscar el paso sencillo de la rejilla que hay más abajo, junto a las casas, es el que nos evita tener que saltar la barrera. Yo ya he pasado y ellos bajan pero no me oye ninguno cuando les llamo y acaban todos al otro lado de la reja por lo que no les queda más remedio que volver atrás. Más protestas.
Bajamos por la pista hacia el Pujol d'en Banya y consultando la hora me doy cuenta de que nos hemos pasado de hora. No tenemos tiempo suficiente para bajar al pueblo, volver a subir por el Racó y llegar al coll de hora. Sin bajar al pueblo es probable que sí pero no quieren privarse de la única bajada buena del día y convenimos en hacerla pero habrá que volver por carretera directamente. A todos nos va bien y así lo hacemos, partiendo por el primer tramo del Camí de Castelló hasta el cruce del Camí de Rocafort, justo donde señala la segunda foto del articulo anterior de este blog.
Esta bajada era uno de mis retos del día, realizarla completa sin poner pie, trazando todas las curvas. En la ocasión anterior estaba mojada y fue un descenso bastante mediocre. Más o menos lo iba consiguiendo cuando en una de las curvas me topo con todos parados. Yo la vi más o menos factible y, después de Monic, me lanzo a intentarlo. Ya había girado cuando se me dobla el manillar y se me cruza la rueda de delante y es cuando noto que la bici me está levantando de atrás. Intento reconducir la situación pero el vuelo se hace inevitable y veo acercarse amenazadoramente esa roca hacia mi cara. Dicen que grité aunque yo no podría jurarlo y debí poner los brazos por delante pero lo cierto es que me clavé la piedra en el pectoral y el brazo izquierdo está completamente arañado mientras el derecho no tiene nada. Y me debí torcer el pulgar izquierdo porque ha crecido bastante de tamaño. Las rodillas también se llevaron lo suyo pero en mucha menor medida.
Enseguida estaban los compañeros levantándome y examinándome y yo evaluando los daños. Parecía confirmarse que no había ninguna rotura y pude continuar el descenso. Éste sí gustó más pero la caída me cortó un poco el rollo. Yo aún no me había visto las heridas del brazo pero notaba en éste una cálida sensación, casi placentera. Era la sangre que iba cayendo. Menos mal que pude atajarla con un poco de agua fresca de una de las numerosas fuentes del pueblo.
Con alguna reserva por mi parte por si alguno de los golpes de las rodillas me impidiera pedalear con fuerza hacia arriba emprendimos la vuelta por el asfalto. Íbamos a ritmito y en fila y no sé porqué pero a casi todo el mundo se le atraganta ese primer tramo hasta el túnel, pero después es un paseo, esa es la verdad. No encontramos mucho tráfico a esa hora, ni de coches ni bikeros, algún grupito nos sobrepasaba sin apenas esfuerzo. En un momento dado siento un ligero empujón en mi hombro izquierdo y me veo un guiri de carretera que me está diciendo con la mano que me aparte, y me lo sigue haciendo mientras se aleja. Uf, me despaché a gusto, menudo personaje, como si no tuviera carretera para pasar, desde luego es algo que no me esperaba. Luego pasó una pareja y detrás de la señora un grupeto con todas las pintas de ser de la tierra. Me pareció bastante descarado pero seguro que a ellos les debía parecer un buen espectá-culo.
Al final, lo de la ruta contrastada, 100% ciclable y sin malos rollos, no lo fue tanto y nos perdimos la mitad entre una cosa y otra, el pasarme el desvío en el segundo camino, el encuentro con los senderistas, el pateo, la caída, pero he de constatar que antes de ese momento el timing ya se había ido a norris. Cierto es que no controlo nada el aspecto horario ya que ni siquiera llevo reloj pero la diferencia entre lo que tardamos en una u otra ocasión no me cuadra, pero pasó así y desde luego el disfrute fue mucho menor tras tomar la decisión de bajar hasta el pueblo. La otra opción era no bajar e ir a encontrar la subida al Racó d'en Barona directamente pero preferimos bajar aún a costa de comer asfalto. Además fue cuando tuve el descalabro y eso retrasó un poco más el horario pero esa bajada era precisamente casi la excusa de la salida porque la primera vez que la hicimos estaba húmeda y no pudimos disfrutarla en condiciones.
Lo que he dicho al principio, una ruta con trastada.
Como el viernes hacía mal día, con lluvia, me quedé en casa y no salí (a montar me refiero). Solamente me di una vuelta al mediodía pero sobre esa hora empecé a tener frío. El día no acompañaba pero tampoco era para tanto. Iba a más y noté calentura y flojera. Me puse el termómetro y tenía fiebre. La jodimos. No fueron suficientes los paracetamoles para mitigar todo el cuadro clínico y por la noche ya daba casi por descartada la salida; no al cien por cien pero casi. A la mañana siguiente se confirmó mi descarte. No me quedaba más que intentar recuperarme y quizás podría salir el domingo.
Sobre ese tema rápidamente Juantrans había empezado a tentar al personal. Albert confirmó, Xavi también. Mis compis ni salieron el sábado ni se manifestaron para el domingo, o sea que nada. Por ahora seríamos cuatro y debido a la limitación de timing sobre la una treinta pensé que la Ruta 10 sería la apropiada. La había completado con mis dos colegas y resultó muy fácil y factible para una mañana de domingo para el que busca algo diferente. Se lo propuse y les pareció bien. Después me enteré de que para muchos eran tramos totalmente desconocidos por lo que se añadía un plus de satisfacción, o al menos eso pensé.
Para ir un poco sobrados de tiempo propuse empezar desde lo alto del Coll de Sóller y vernos un poco antes, sobre las ocho treinta. Todos conformes. Nos agrupamos en Can Penasso, donde por cierto a la vuelta nos anunciaron de que el párkin se va a cerrar, será exclusivo de la clientela del restaurante, pero que podemos utilizar sin ningún problema el de abajo. Enterados quedamos. Sorpresa cuando se presenta Monic, el poblero, animado sobre todo por la definición que puse en un correo sobre lo que es una “ruta contrastada”. Ruta ciclable 100%, sin sorpresas ni malos rollos y ya realizada por mí. Desde luego ante tal rotundidad quién no se esperaba una rodada tranquila y hasta si me apuras aburrida. Desde luego por los participantes confirmados debería haber bajadas, y de las guapas. Confiaba en que la que tenía en mente les colmara.
Puestos ya en movimiento hacia el primer camí de metre nos damos cuenta de que no va a ser todo ir de rositas. Este camino sube bastante, sino en pendiente, si en longitud, y empezar esa subida en frío te limita, aunque he de decir que lo iba superando bastante bien. Cuando los dejé atrás hubo algún despiste por su parte pero el grito montañero (el eoeoeoeo de toda la vida) los recondujo a la senda correcta. La espera me dio tiempo a buscar el desvío ya que no estaba en el lugar en el que recordaba que debía estar. Un paseo a pie me sacó de dudas.
Tras el tramito a pie cogemos el segundo camí de metre. Doscientos metros y en una curva despejada, el siguiente desvío. Llegamos a la curva en cuestión pero no me suena el lugar y voy a reconocerlo. Me parece que seguimos estando demasiado altos por lo que seguimos bajando unas cuantas curvas, por mi parte ya cada vez con menos convicción, que se confirma con total rotundidad al efectuar el camino un cambio de sentido en dirección a Palma que nos deja a todos parados. No queda más remedio que volver a subir todas las curvas para encontrar el camino correcto que está a esa distancia dicha aproximadamente pero ni por asomo en una curva despejada.
Primera gambada: no cicló ninguno la bajada, tan solo un tramito hasta la rossaguera. Se lo decía, recto, recto, pero se fueron para arriba y claro tuvieron que volver a bajar. En éstas que oigo voces y veo aparecer a un grupo de senderistas que viene subiendo. Cada vez es más larga la fila. Ostras, yo conozco al guía de la gorra. Si es mi padre!. Se van hasta el Racó d'en Barona y más allá pero a la velocidad con que iban algunos se les hizo muy, pero que muy larga (yo creo que se pasó con la rutita, todo cuesta arriba, y con una bajada penosa; en algo teníamos que parecernos).
Saludados todos mis conocidos y sin conocer logramos reemprender la marcha pero con poco ciclar. Se oyen algunas voces discordantes emitiendo opiniones desfavorables que tan solo se apagan tras pasar la pared y empezar a circular ya sobre la bici, pero es corto, muy corto. Mientras Albert se detiene a apretar alguna cosa me adelanto para buscar el paso sencillo de la rejilla que hay más abajo, junto a las casas, es el que nos evita tener que saltar la barrera. Yo ya he pasado y ellos bajan pero no me oye ninguno cuando les llamo y acaban todos al otro lado de la reja por lo que no les queda más remedio que volver atrás. Más protestas.
Bajamos por la pista hacia el Pujol d'en Banya y consultando la hora me doy cuenta de que nos hemos pasado de hora. No tenemos tiempo suficiente para bajar al pueblo, volver a subir por el Racó y llegar al coll de hora. Sin bajar al pueblo es probable que sí pero no quieren privarse de la única bajada buena del día y convenimos en hacerla pero habrá que volver por carretera directamente. A todos nos va bien y así lo hacemos, partiendo por el primer tramo del Camí de Castelló hasta el cruce del Camí de Rocafort, justo donde señala la segunda foto del articulo anterior de este blog.
Esta bajada era uno de mis retos del día, realizarla completa sin poner pie, trazando todas las curvas. En la ocasión anterior estaba mojada y fue un descenso bastante mediocre. Más o menos lo iba consiguiendo cuando en una de las curvas me topo con todos parados. Yo la vi más o menos factible y, después de Monic, me lanzo a intentarlo. Ya había girado cuando se me dobla el manillar y se me cruza la rueda de delante y es cuando noto que la bici me está levantando de atrás. Intento reconducir la situación pero el vuelo se hace inevitable y veo acercarse amenazadoramente esa roca hacia mi cara. Dicen que grité aunque yo no podría jurarlo y debí poner los brazos por delante pero lo cierto es que me clavé la piedra en el pectoral y el brazo izquierdo está completamente arañado mientras el derecho no tiene nada. Y me debí torcer el pulgar izquierdo porque ha crecido bastante de tamaño. Las rodillas también se llevaron lo suyo pero en mucha menor medida.
Enseguida estaban los compañeros levantándome y examinándome y yo evaluando los daños. Parecía confirmarse que no había ninguna rotura y pude continuar el descenso. Éste sí gustó más pero la caída me cortó un poco el rollo. Yo aún no me había visto las heridas del brazo pero notaba en éste una cálida sensación, casi placentera. Era la sangre que iba cayendo. Menos mal que pude atajarla con un poco de agua fresca de una de las numerosas fuentes del pueblo.
Con alguna reserva por mi parte por si alguno de los golpes de las rodillas me impidiera pedalear con fuerza hacia arriba emprendimos la vuelta por el asfalto. Íbamos a ritmito y en fila y no sé porqué pero a casi todo el mundo se le atraganta ese primer tramo hasta el túnel, pero después es un paseo, esa es la verdad. No encontramos mucho tráfico a esa hora, ni de coches ni bikeros, algún grupito nos sobrepasaba sin apenas esfuerzo. En un momento dado siento un ligero empujón en mi hombro izquierdo y me veo un guiri de carretera que me está diciendo con la mano que me aparte, y me lo sigue haciendo mientras se aleja. Uf, me despaché a gusto, menudo personaje, como si no tuviera carretera para pasar, desde luego es algo que no me esperaba. Luego pasó una pareja y detrás de la señora un grupeto con todas las pintas de ser de la tierra. Me pareció bastante descarado pero seguro que a ellos les debía parecer un buen espectá-culo.
Al final, lo de la ruta contrastada, 100% ciclable y sin malos rollos, no lo fue tanto y nos perdimos la mitad entre una cosa y otra, el pasarme el desvío en el segundo camino, el encuentro con los senderistas, el pateo, la caída, pero he de constatar que antes de ese momento el timing ya se había ido a norris. Cierto es que no controlo nada el aspecto horario ya que ni siquiera llevo reloj pero la diferencia entre lo que tardamos en una u otra ocasión no me cuadra, pero pasó así y desde luego el disfrute fue mucho menor tras tomar la decisión de bajar hasta el pueblo. La otra opción era no bajar e ir a encontrar la subida al Racó d'en Barona directamente pero preferimos bajar aún a costa de comer asfalto. Además fue cuando tuve el descalabro y eso retrasó un poco más el horario pero esa bajada era precisamente casi la excusa de la salida porque la primera vez que la hicimos estaba húmeda y no pudimos disfrutarla en condiciones.
Lo que he dicho al principio, una ruta con trastada.