Y no es metafórico. La semana pasada parece que pillé un resfriado? anginas? o algo parecido. El caso es que no notaba más que unas molestias leves en la garganta y no le di más importancia. Ya sabía de la salida de Xisco desde el martes y me apetecía bajar hasta Sa Cova y el Port des Canonge. Íbamos a seguir un track de otra salida de hacía un par de años a la que yo no fui. Además recordé una variante costera directa hasta la playa que había visto hacía tiempo y decidimos explorarla. Dos palmesanos más se unirían al evento.
Quedamos a hora no muy tardía en Esporles y fueron apareciendo los más habituales de los últimos tiempos, Emilio, Pep Capó, Monic, Xavier, casi completamente recuperado de la última piña, Xisco y otro compañero por ahora sin nombre; subtotal, seis y en total, nueve. Buen número para no ir perdiendo mucho tiempo. Pero ya en la primera subida me noto “raro” y no es atribuible solamente a la falta de calentamiento, hay algo más. Decidimos no saltar la barrera de Son Dameto para evitar posibles incidentes y total es la parte que menos acorta y que no quita asfalto por lo que decidimos seguir por el camino oficial hasta la carretera, que recorremos hasta encontrar una barrera cerca de Cas Barberet. Al otro lado una pista semiabandonada recorre el bosque cuesta arriba. Aquí ya la cosa se puso difícil, en condiciones normales la podría haber subido (aunque es larga) medianamente bien pero tuve que bajarme de la bici con una pesadez en las piernas desaforada.
Desembocamos en uno de los viales de la urbanización Nova Valldemossa y desde estos, a la carretera, justo en lo alto del Coll d'en Claret, para bajar durante unos cientos de metros y entrar en la urbanización George Sand, donde lo primero es visitar el Mirador des Coloms y saborear la panorámica desde tan privilegiada atalaya. A nuestros pies nuestro objetivo, Sa Cova.
Para empezar el descenso debemos recorrer toda la calle hasta la curva y allí desviarmos y sortear el primer obstáculo, una barrera cerrada sin paso peatonal. El segundo obstáculo es la propia vía, rota y con muchas piedras sueltas. Bajé como subí, mal, pero al menos no sentí molestias en el pecho. La segunda barrera parece que suele estar abierta; mejor, porque aún es más difícil de sortear que la primera. De lo que no se ha librado la zona es de la caída de árboles restando aún algunos en medio del camino, pero al menos la pista es de tierra y por tanto más rápida y divertida que la primera parte.
La barrera de Sa Cova tiene un paso peatonal abierto y no hay que saltar nada. El track costero nos indicó a los pocos metros un desvío que nos acerca a unas casas que podemos rodear sin problemas y continuar hacia la costa. Hay aún otra barrera que superar antes de llegar abajo. Una vez en la costa nos desviamos para franquear el torrente mientras el camino sigue hasta unos embarcaderos cercanos. Después del paso del torrente sigue un sendero bastante sucio pegado a una rejilla hasta que llegamos al jardín de una casa y salimos de sus dominios por otra barrera franqueable a los viales de la población.
Comimos algo en la explanada y dimos algunos retoques de presión a algunos amortiguadores y horquillas. Unos cuantos chavales daban por allí algunos saltos en un mini bike park que se habían montado. Yo preferí tumbarme a verlas venir ya que estaba fundido o más bien aplatanado del todo. Dudaba de todo pero aunque hice el comentario de que subiría por la carretera confiaba en llegar a Banyalbufar con el grupo, más no sabía.
Efectivamente me dejaron atrás en la primera parte de la subida, la fácil o al menos la más cómoda, pero eso es previsible cuando vas con los pobleros. Ver una pista o asfalto y parece que se les enciende el motorcito. Pero precisamente fue en la parte de subida y llana de camino donde mejor me encontré y no sé si fue psicológico o no pero la regulación de presiones de la horquilla en la playa fue muy acertada. O será que solamente sirve para esos terrenos, para XC. Vete a saber.
Lo que es cierto es que para subir el tramo de asfalto hasta el campo de fútbol tuve que poner plato pequeño, he de reconocerlo, y sin forzar. En el campo me despedí, me sentía completamente incapaz de afrontar la siguiente subida y la continuación; estaba molido. Joan se queda conmigo y a Carlos lo enviamos a ver mundo; después me lo agradeció, le gustó. Después de descansar un rato nos fuimos a por el resto de subida y tuve que poner un pedaleo de supervivencia para poder llegar, lento pero seguro, y sin parar, a Esporles, más muerto que vivo todo hay que decirlo. De hecho estuve toda la tarde y parte del día siguiente como si llevara una losa en la espalda. Puede que el calor me cociera los virus y éstos se rebotaran dejándome para el arrastre, lo cierto es que una ruta casi de paseo me tumbó a base de bien. No lo atribuyo totalmente al calor aunque hizo bastante, es que no supe apreciar cómo me encontraba realmente. De hecho a día de hoy no estoy bien, pero para el día a día no me afecta en demasía pero otra cosa es hacer deporte y exigir al cuerpo algo que no puede dar.
Quedamos a hora no muy tardía en Esporles y fueron apareciendo los más habituales de los últimos tiempos, Emilio, Pep Capó, Monic, Xavier, casi completamente recuperado de la última piña, Xisco y otro compañero por ahora sin nombre; subtotal, seis y en total, nueve. Buen número para no ir perdiendo mucho tiempo. Pero ya en la primera subida me noto “raro” y no es atribuible solamente a la falta de calentamiento, hay algo más. Decidimos no saltar la barrera de Son Dameto para evitar posibles incidentes y total es la parte que menos acorta y que no quita asfalto por lo que decidimos seguir por el camino oficial hasta la carretera, que recorremos hasta encontrar una barrera cerca de Cas Barberet. Al otro lado una pista semiabandonada recorre el bosque cuesta arriba. Aquí ya la cosa se puso difícil, en condiciones normales la podría haber subido (aunque es larga) medianamente bien pero tuve que bajarme de la bici con una pesadez en las piernas desaforada.
Desembocamos en uno de los viales de la urbanización Nova Valldemossa y desde estos, a la carretera, justo en lo alto del Coll d'en Claret, para bajar durante unos cientos de metros y entrar en la urbanización George Sand, donde lo primero es visitar el Mirador des Coloms y saborear la panorámica desde tan privilegiada atalaya. A nuestros pies nuestro objetivo, Sa Cova.
Para empezar el descenso debemos recorrer toda la calle hasta la curva y allí desviarmos y sortear el primer obstáculo, una barrera cerrada sin paso peatonal. El segundo obstáculo es la propia vía, rota y con muchas piedras sueltas. Bajé como subí, mal, pero al menos no sentí molestias en el pecho. La segunda barrera parece que suele estar abierta; mejor, porque aún es más difícil de sortear que la primera. De lo que no se ha librado la zona es de la caída de árboles restando aún algunos en medio del camino, pero al menos la pista es de tierra y por tanto más rápida y divertida que la primera parte.
La barrera de Sa Cova tiene un paso peatonal abierto y no hay que saltar nada. El track costero nos indicó a los pocos metros un desvío que nos acerca a unas casas que podemos rodear sin problemas y continuar hacia la costa. Hay aún otra barrera que superar antes de llegar abajo. Una vez en la costa nos desviamos para franquear el torrente mientras el camino sigue hasta unos embarcaderos cercanos. Después del paso del torrente sigue un sendero bastante sucio pegado a una rejilla hasta que llegamos al jardín de una casa y salimos de sus dominios por otra barrera franqueable a los viales de la población.
Comimos algo en la explanada y dimos algunos retoques de presión a algunos amortiguadores y horquillas. Unos cuantos chavales daban por allí algunos saltos en un mini bike park que se habían montado. Yo preferí tumbarme a verlas venir ya que estaba fundido o más bien aplatanado del todo. Dudaba de todo pero aunque hice el comentario de que subiría por la carretera confiaba en llegar a Banyalbufar con el grupo, más no sabía.
Efectivamente me dejaron atrás en la primera parte de la subida, la fácil o al menos la más cómoda, pero eso es previsible cuando vas con los pobleros. Ver una pista o asfalto y parece que se les enciende el motorcito. Pero precisamente fue en la parte de subida y llana de camino donde mejor me encontré y no sé si fue psicológico o no pero la regulación de presiones de la horquilla en la playa fue muy acertada. O será que solamente sirve para esos terrenos, para XC. Vete a saber.
Lo que es cierto es que para subir el tramo de asfalto hasta el campo de fútbol tuve que poner plato pequeño, he de reconocerlo, y sin forzar. En el campo me despedí, me sentía completamente incapaz de afrontar la siguiente subida y la continuación; estaba molido. Joan se queda conmigo y a Carlos lo enviamos a ver mundo; después me lo agradeció, le gustó. Después de descansar un rato nos fuimos a por el resto de subida y tuve que poner un pedaleo de supervivencia para poder llegar, lento pero seguro, y sin parar, a Esporles, más muerto que vivo todo hay que decirlo. De hecho estuve toda la tarde y parte del día siguiente como si llevara una losa en la espalda. Puede que el calor me cociera los virus y éstos se rebotaran dejándome para el arrastre, lo cierto es que una ruta casi de paseo me tumbó a base de bien. No lo atribuyo totalmente al calor aunque hizo bastante, es que no supe apreciar cómo me encontraba realmente. De hecho a día de hoy no estoy bien, pero para el día a día no me afecta en demasía pero otra cosa es hacer deporte y exigir al cuerpo algo que no puede dar.