Estuve revisando las rutas del blog y noté que algunas se merecían unos retoques y me dispuse a dárselos. Elegí la Ruta 9. La hice unas cuantas veces, la primera con un grupo local de bikeros de Mancor que me encontré por el pueblo cuando fui a husmear por allí. Es muy probable que no memorizara correctamente el itinerario porque las otras veces que estuve (no sabría decir si fueron una o varias) no acabamos el bucle. De lo que sí me acuerdo es de que nos echaron. Por eso quería volver a ver como seguía el tema por esos lugares. Otra de las razones de elegir esta ruta fue que aún arrastro molestias en el dedo pulgar desde la caída impidiéndome cerrar correctamente la mano con lo que las largas y pedregosas bajadas están descartadas.
Como la ruta así como estaba descrita era un poco corta decido que la voy a alargar con otra subida que también tengo que ir a catar porque solamente la he hecho de bajada, y no es lo mismo. Así pues, tras algunas llamadas telefónicas, tres intrépidos bikeros van a salir a sortear todo obstáculo que se le ponga por delante (siempre y cuando no sea muy alto). A las nueve en Lloseta y lejos del bar. ¿Porqué en Lloseta? Pues porque Mancor está cerca y hay que estirar un poco las piernas antes de atacar las rampas de Biniarroi. Efectivamente nos vamos hacia Biniamar y Mancor pasando por la cantera, la cual por cierto, está desapareciendo porque están rellenando el agujero de nuevo.
El primer obstáculo que nos vamos a encontrar es la barrera de Can Pau Carro en la misma carretera de subida, junto al inicio del camí vell, pero que tiene una especie de paso por la derecha que nos exime de tener que saltarla, por lo que podemos subir ya hasta arriba sin problemas. Tampoco físicos ya que la pendiente no es muy pronunciada. Aún así hacemos un alto en el caserío para ir observando los cambios que allí se producen. Por cierto, el que quiera también puede comprarse una casa allí, al menos hay una en venta, totalmente restaurada.
Seguimos la ascensión hasta llegar al bosque y hasta lo más alto donde nos encontramos otra barrera cerrada. Esta vez hay que saltarla sin más opciones. Entramos en terrenos privados sigilosamente pues hay que pasar cerca de las casas, donde no vimos movimiento, desviándonos hacia el bosque para encontrar muy cerca la barrera de salida con un letrero con unas indicaciones de buena actuación. Eso me hizo pensar que estaría abierta pero no, estaba cerrada y también hay que saltarla pero tampoco es muy difícil, así que rápidamente podemos continuar pista abajo. Pasamos junto a otra casa sin señales de vida mientras seguimos bajando hasta que la pista acaba en unos campos de sembrado. Sabremos que vamos bien si vemos los restos de un Seat 124 allí abandonado junto a una pared seca y una barrera grande. Seguimos la pared hasta un portillo con una barrera con un candado pero la sorpresa es que se puede abrir si vamos un poco vivos, con lo que pasamos cómodamente al otro lado donde adivinamos otra pared seca con una pista que pasa cerca.
Por ahora todo sigue el plan previsto y saltamos la última rejilla (y van ya...) antes de desembocar en la pista. Me suena el sitio y no es de la primera vez que estuve, he estado después. Y sí, lo recuerdo bien cuando veo unos puntos rojos en las piedras, es justo el final del Camí des Pinatons. Entonces en esa ocasión tiramos hacia arriba, ahora lo haremos hacia abajo. No estaba muy seguro de esa decisión porque creía recordar haber leído o escuchado algún comentario en el sentido de que no tenía salida pero iba decidido a comprobarlo. No fue difícil, seguimos hasta que la pista vuelve a subir y vemos un desvío que baja. Allí nos paramos a merendar que estaban los dos ya protestando. Yo, como no llevaba...
La pista que baja pronto se convierte sin quererlo en un camino empedrado que desciende hacia el torrente que ya se vislumbra entre los árboles. Pero antes queda bajar, y realmente es todo un reto hacerlo montado. En el lecho del torrente encontramos una pista que en algunos tramos se confunde con éste ya que no hay prácticamente espacio para los dos y vamos vadeando el torrente muchas veces. Al salir a campo abierto nos damos cuenta de que estamos junto a las casas de Can Bajoca, que es precisamente donde queríamos ir ya que nuestro próximo objetivo es la pista de Ses Rotes. Lo único que pasó es que cuando nos dirigimos a la acequia pasamos por debajo y tomamos la pista equivocada. Me dí cuenta enseguida de que no recordaba de que estuviera asfaltada pero lo achaqué a un lapsus, pero cuando llevábamos unos cientos de metros subiendo comprendí de que no íbamos bien pero confié en que hubiera conexión en la parte superior. Por ello no dije nada y los dejé saborear la subida. Realmente hicimos bastante y no pude llegar arriba sin poner pie, en algunos tramos está empinado.
Debajo de una encina me paré a coger aire y esperarlos. Tampoco les comenté la buena noticia en ese momento y seguimos subiendo. No pudimos hacerlo mucho más porque la pista acababa prácticamente allí mismo, en una especie de circo rocoso sin salida visible. Les confirmé lo que ya se imaginaban, que me había equivocado. Yo seguía pensando que la conexión era posible pero lo empinado de las paredes hacía impensable salir de allí con la bici a cuestas. No nos quedaba más que bajar y me volví a sentir muy incómodo, con pinchazos en el pecho y el dedo dolorido. Volvimos hacia Mancor por la pista de Massanella y desde allí a Biniamar por el Camí de Biniatzent. Ya en el valle cultivado volvimos por la Comuna en un tramo fácil para dar pedales.
En general estuvo muy bien la salida, por tramos muy poco transitados, paradójicamente por ser un terreno poco complicado, pero la intención de esta ruta no es esa sino rodadora precisamente, aunque no es llana. No tengo datos técnicos pero si tendré fotos próximamente.
Como la ruta así como estaba descrita era un poco corta decido que la voy a alargar con otra subida que también tengo que ir a catar porque solamente la he hecho de bajada, y no es lo mismo. Así pues, tras algunas llamadas telefónicas, tres intrépidos bikeros van a salir a sortear todo obstáculo que se le ponga por delante (siempre y cuando no sea muy alto). A las nueve en Lloseta y lejos del bar. ¿Porqué en Lloseta? Pues porque Mancor está cerca y hay que estirar un poco las piernas antes de atacar las rampas de Biniarroi. Efectivamente nos vamos hacia Biniamar y Mancor pasando por la cantera, la cual por cierto, está desapareciendo porque están rellenando el agujero de nuevo.
El primer obstáculo que nos vamos a encontrar es la barrera de Can Pau Carro en la misma carretera de subida, junto al inicio del camí vell, pero que tiene una especie de paso por la derecha que nos exime de tener que saltarla, por lo que podemos subir ya hasta arriba sin problemas. Tampoco físicos ya que la pendiente no es muy pronunciada. Aún así hacemos un alto en el caserío para ir observando los cambios que allí se producen. Por cierto, el que quiera también puede comprarse una casa allí, al menos hay una en venta, totalmente restaurada.
Seguimos la ascensión hasta llegar al bosque y hasta lo más alto donde nos encontramos otra barrera cerrada. Esta vez hay que saltarla sin más opciones. Entramos en terrenos privados sigilosamente pues hay que pasar cerca de las casas, donde no vimos movimiento, desviándonos hacia el bosque para encontrar muy cerca la barrera de salida con un letrero con unas indicaciones de buena actuación. Eso me hizo pensar que estaría abierta pero no, estaba cerrada y también hay que saltarla pero tampoco es muy difícil, así que rápidamente podemos continuar pista abajo. Pasamos junto a otra casa sin señales de vida mientras seguimos bajando hasta que la pista acaba en unos campos de sembrado. Sabremos que vamos bien si vemos los restos de un Seat 124 allí abandonado junto a una pared seca y una barrera grande. Seguimos la pared hasta un portillo con una barrera con un candado pero la sorpresa es que se puede abrir si vamos un poco vivos, con lo que pasamos cómodamente al otro lado donde adivinamos otra pared seca con una pista que pasa cerca.
Por ahora todo sigue el plan previsto y saltamos la última rejilla (y van ya...) antes de desembocar en la pista. Me suena el sitio y no es de la primera vez que estuve, he estado después. Y sí, lo recuerdo bien cuando veo unos puntos rojos en las piedras, es justo el final del Camí des Pinatons. Entonces en esa ocasión tiramos hacia arriba, ahora lo haremos hacia abajo. No estaba muy seguro de esa decisión porque creía recordar haber leído o escuchado algún comentario en el sentido de que no tenía salida pero iba decidido a comprobarlo. No fue difícil, seguimos hasta que la pista vuelve a subir y vemos un desvío que baja. Allí nos paramos a merendar que estaban los dos ya protestando. Yo, como no llevaba...
La pista que baja pronto se convierte sin quererlo en un camino empedrado que desciende hacia el torrente que ya se vislumbra entre los árboles. Pero antes queda bajar, y realmente es todo un reto hacerlo montado. En el lecho del torrente encontramos una pista que en algunos tramos se confunde con éste ya que no hay prácticamente espacio para los dos y vamos vadeando el torrente muchas veces. Al salir a campo abierto nos damos cuenta de que estamos junto a las casas de Can Bajoca, que es precisamente donde queríamos ir ya que nuestro próximo objetivo es la pista de Ses Rotes. Lo único que pasó es que cuando nos dirigimos a la acequia pasamos por debajo y tomamos la pista equivocada. Me dí cuenta enseguida de que no recordaba de que estuviera asfaltada pero lo achaqué a un lapsus, pero cuando llevábamos unos cientos de metros subiendo comprendí de que no íbamos bien pero confié en que hubiera conexión en la parte superior. Por ello no dije nada y los dejé saborear la subida. Realmente hicimos bastante y no pude llegar arriba sin poner pie, en algunos tramos está empinado.
Debajo de una encina me paré a coger aire y esperarlos. Tampoco les comenté la buena noticia en ese momento y seguimos subiendo. No pudimos hacerlo mucho más porque la pista acababa prácticamente allí mismo, en una especie de circo rocoso sin salida visible. Les confirmé lo que ya se imaginaban, que me había equivocado. Yo seguía pensando que la conexión era posible pero lo empinado de las paredes hacía impensable salir de allí con la bici a cuestas. No nos quedaba más que bajar y me volví a sentir muy incómodo, con pinchazos en el pecho y el dedo dolorido. Volvimos hacia Mancor por la pista de Massanella y desde allí a Biniamar por el Camí de Biniatzent. Ya en el valle cultivado volvimos por la Comuna en un tramo fácil para dar pedales.
En general estuvo muy bien la salida, por tramos muy poco transitados, paradójicamente por ser un terreno poco complicado, pero la intención de esta ruta no es esa sino rodadora precisamente, aunque no es llana. No tengo datos técnicos pero si tendré fotos próximamente.