Unos amigos deciden venir a rodar por la zona sur de la isla y me invitan a salir con ellos y no hay más que hablar. El objetivo principal era recorrer algunos caminos y refrescar datos en vista a su paso para la travessa programada. Lo primero, Raixa-Valldemossa, los siguientes se decidirían sobre el terreno. Eran pocos ya que parece que la carrera Ironman de Alcúdia retendría a muchos para disfrutar del evento, así que solamente se presentan tres norteños, Llorenç, Guiem y Xisco, más Guiem bou y yo. Los dos hemos ido en bici al punto de reunión desde Palma por el mismo sitio pero sin quedar ni vernos siquiera, pero he llegado a la hora, que conste.
Así pues las presentaciones fueron cortas y nos pudimos poner en marcha enseguida hacia Raixa donde saltamos la primera cadena. Después por camino expedito hacia Raixeta pudiendo ir sentado en el sillín (lo digo porque me acordé de la última vez que había ido y no pude hacerlo). En Raixeta llegamos hasta las casas aunque no es necesario y un caminante que también acababa de llegar nos ilustró sobre ciertos aspectos del lugar y alrededores ya que al parecer los conocía bien aunque no me acabó de aclarar con quién estaba hablando, solamente me dijo “que era de por aquí”.
Nos fuimos a atravesar el torrente para rodar por el sendero marcado en la vegetación hasta atravesar el portillo (van tres), después viene pista hasta la carretera de Pastoritx. Nos desviamos por la pista asfaltada que sube a las nuevas casas de la zona y de ella a su vez por el ramal que se adentra en el bosque ya en Son Verí (cuarta barrera). Ese camino está mal, ha perdido apoyo en algunos puntos del terraplén y tiene un mantenimiento nulo con lo que no tiene un pedaleo cómodo y además, en un cierto momento, me trabo con una piedra, se me sale el pie del pedal y me golpeo la rodilla izquierda con el mando del bloqueo y se me hizo de noche en ese momento aunque me recuperé lo suficiente para poder continuar. Me hubiera gustado ir por el ramal de arriba para pasar por la fuente pero habríamos tenido que subir aún más por la pista y no lo tenía muy claro así que pasamos sin problemas por las casas y salimos por el portillo pequeño (ya iban cinco) cerca de la barrera principal.
Sesión fotográfica de rigor antes de llegar al pueblo donde paramos a comer algo cerca del estanque (irá de coña en verano) donde Guiem se despide y vuelve a Palma por asfalto, mientras el resto parece que quiere ir a la Comuna. Aún estoy entero y digo a todo que sí. Tiramos hacia Can Mossenya no sin antes saludar al trío Ermasset que también merendaba por allí y entramos ya en el lío. Ruta factible, siempre y cuando puedas con ella, te vas diciendo que sí, que se puede hacer, que tú puedes, pero llegar arriba a los colls de tords sin poner pie tiene mucho, pero que muchísimo mérito, aunque una paradita para echar una foto a la casa de neu se acepta como excusa válida.
Arriba toca decidir, o seguimos subiendo andando mayoritariamente o giramos para buscar la otra vertiente de la comuna, como al parecer no habían estado por allí pues como que les da un poco igual y se fían de lo que les digo, así que me siguen sin dudar ¡qué bonito es ir con gente así a las excursiones!. Pedaleamos un poco sí un poco no hasta el salto de la pared y pillamos la pista mala hasta enganchar con la pista peor. Ancha pero llena de piedras con lo que hay que ir con mucho tiento ya que la bici baja sola por donde quiere, y si no que se lo pregunten a Xisco, que se dio un buen batacazo, de culo y de cabeza al suelo. Sobrevivió pero últimamente lleva ya unas cuantas.
Llegamos al primer forn de calç y toca dirigirse hacia la pared y saltar otra rejilla (creo que ya van seis) y tomar una pista cuesta abajo hasta el segundo cruce y desde allí al coll de Sant Jordi, con su correspondiente portillo y barrera (ocho). Toca subir y ya nos costó llegar montados a las primeras curvas, ya las piernas me pedían compasión, y más cuando llegamos arriba, llegué fundido, me costó horrores subir y eso que no tenía malos recuerdos de esa subida pero los de ayer voy a borrarlos, llegué en las últimas. No quería ni pensar qué habría hecho por el Massanella, aparte del ridículo, y mira que no había tenido malas sensaciones durante la semana pero a veces las cosas vienen así de torcidas.
Después de comer algo arriba y medio recuperados nos dispusimos a rodar como pudiéramos por la parte llana (por decir algo) ya que es de esas zonas en las que limas los platos y las bielas a base de bien. Cuando llegamos al campamento de los cazadores Xisco se acordó de que había estado por allí en una salida del Xaragall caminando, ya ves tú. De lo que no me acordaba yo era de las primeras curvas justo salir, de trialsín son las jodidas, precioso ese tramo hasta el desvío del GR, después de pasar por la consiguiente barrera (nueve). Ya sólo quedaba el tramo final, el que tenía medio atravesado, por lo técnico y difícil de su primera parte. No me voy a poner medallas, bajaba a trompicones con Llorenç detrás y por lo que pude notar, le estaba haciendo tapón, cosa nada difícil por poco bien que baje uno, así que le dejé pasar y si al menos uno no baja bien pues al menos se entretiene viendo a uno que sí lo hace. De todas maneras lo intenté en todo momento y aunque a trancas y barrancas, sí lo bajé montado por lo que me sentí bastante satisfecho dentro de mis limitaciones, aunque también probó roca cuando embistió a la pared; ya éramos tres los marcados, Guiem consiguió mantener la epidermis entera en toda la ruta.
No me quería ir de Valldemossa sin subir a visitar el Molí de sa Beata, son cuatro escalones por los que hemos pasado por al lado muchas veces sin prestar atención. El bacalao estaba ya cortado y valía la pena unos momentos de relax.
Otra vez en el pueblo y nos encontramos con los Trabucats que venían de los cingles de Son Rullán. Tolo, según me contó, había catado piedra y uno de ellos se acuerda de mí de un día que compartimos ruta hacia la comuna precisamente. Buena memoria.
Quedaba aún la guinda, un camino del que me habían hablado pero no lograba ubicarlo físicamente, pero con una pequeña ayuda ha sido posible, y he de reconocer que es una manera elegante de llegar (o salir) de Valldemossa. A partir de este punto ya no pudimos evitar el asfalto hasta los coches aunque yo me desvié antes para volver por el camí de Passatemps hasta casa, aparte del pateo fue lo que más me costó, llegas al llano y empieza a castigarte el viento que parece que viene siempre en contra, y si ésa es la única dificultad que tiene el itinerario me parece bastante aburrido, pero había que volver y no era cuestión de andar lloriqueando, al fin y al cabo nadie me obligó a ir rodando.
Así pues las presentaciones fueron cortas y nos pudimos poner en marcha enseguida hacia Raixa donde saltamos la primera cadena. Después por camino expedito hacia Raixeta pudiendo ir sentado en el sillín (lo digo porque me acordé de la última vez que había ido y no pude hacerlo). En Raixeta llegamos hasta las casas aunque no es necesario y un caminante que también acababa de llegar nos ilustró sobre ciertos aspectos del lugar y alrededores ya que al parecer los conocía bien aunque no me acabó de aclarar con quién estaba hablando, solamente me dijo “que era de por aquí”.
Nos fuimos a atravesar el torrente para rodar por el sendero marcado en la vegetación hasta atravesar el portillo (van tres), después viene pista hasta la carretera de Pastoritx. Nos desviamos por la pista asfaltada que sube a las nuevas casas de la zona y de ella a su vez por el ramal que se adentra en el bosque ya en Son Verí (cuarta barrera). Ese camino está mal, ha perdido apoyo en algunos puntos del terraplén y tiene un mantenimiento nulo con lo que no tiene un pedaleo cómodo y además, en un cierto momento, me trabo con una piedra, se me sale el pie del pedal y me golpeo la rodilla izquierda con el mando del bloqueo y se me hizo de noche en ese momento aunque me recuperé lo suficiente para poder continuar. Me hubiera gustado ir por el ramal de arriba para pasar por la fuente pero habríamos tenido que subir aún más por la pista y no lo tenía muy claro así que pasamos sin problemas por las casas y salimos por el portillo pequeño (ya iban cinco) cerca de la barrera principal.
Sesión fotográfica de rigor antes de llegar al pueblo donde paramos a comer algo cerca del estanque (irá de coña en verano) donde Guiem se despide y vuelve a Palma por asfalto, mientras el resto parece que quiere ir a la Comuna. Aún estoy entero y digo a todo que sí. Tiramos hacia Can Mossenya no sin antes saludar al trío Ermasset que también merendaba por allí y entramos ya en el lío. Ruta factible, siempre y cuando puedas con ella, te vas diciendo que sí, que se puede hacer, que tú puedes, pero llegar arriba a los colls de tords sin poner pie tiene mucho, pero que muchísimo mérito, aunque una paradita para echar una foto a la casa de neu se acepta como excusa válida.
Arriba toca decidir, o seguimos subiendo andando mayoritariamente o giramos para buscar la otra vertiente de la comuna, como al parecer no habían estado por allí pues como que les da un poco igual y se fían de lo que les digo, así que me siguen sin dudar ¡qué bonito es ir con gente así a las excursiones!. Pedaleamos un poco sí un poco no hasta el salto de la pared y pillamos la pista mala hasta enganchar con la pista peor. Ancha pero llena de piedras con lo que hay que ir con mucho tiento ya que la bici baja sola por donde quiere, y si no que se lo pregunten a Xisco, que se dio un buen batacazo, de culo y de cabeza al suelo. Sobrevivió pero últimamente lleva ya unas cuantas.
Llegamos al primer forn de calç y toca dirigirse hacia la pared y saltar otra rejilla (creo que ya van seis) y tomar una pista cuesta abajo hasta el segundo cruce y desde allí al coll de Sant Jordi, con su correspondiente portillo y barrera (ocho). Toca subir y ya nos costó llegar montados a las primeras curvas, ya las piernas me pedían compasión, y más cuando llegamos arriba, llegué fundido, me costó horrores subir y eso que no tenía malos recuerdos de esa subida pero los de ayer voy a borrarlos, llegué en las últimas. No quería ni pensar qué habría hecho por el Massanella, aparte del ridículo, y mira que no había tenido malas sensaciones durante la semana pero a veces las cosas vienen así de torcidas.
Después de comer algo arriba y medio recuperados nos dispusimos a rodar como pudiéramos por la parte llana (por decir algo) ya que es de esas zonas en las que limas los platos y las bielas a base de bien. Cuando llegamos al campamento de los cazadores Xisco se acordó de que había estado por allí en una salida del Xaragall caminando, ya ves tú. De lo que no me acordaba yo era de las primeras curvas justo salir, de trialsín son las jodidas, precioso ese tramo hasta el desvío del GR, después de pasar por la consiguiente barrera (nueve). Ya sólo quedaba el tramo final, el que tenía medio atravesado, por lo técnico y difícil de su primera parte. No me voy a poner medallas, bajaba a trompicones con Llorenç detrás y por lo que pude notar, le estaba haciendo tapón, cosa nada difícil por poco bien que baje uno, así que le dejé pasar y si al menos uno no baja bien pues al menos se entretiene viendo a uno que sí lo hace. De todas maneras lo intenté en todo momento y aunque a trancas y barrancas, sí lo bajé montado por lo que me sentí bastante satisfecho dentro de mis limitaciones, aunque también probó roca cuando embistió a la pared; ya éramos tres los marcados, Guiem consiguió mantener la epidermis entera en toda la ruta.
No me quería ir de Valldemossa sin subir a visitar el Molí de sa Beata, son cuatro escalones por los que hemos pasado por al lado muchas veces sin prestar atención. El bacalao estaba ya cortado y valía la pena unos momentos de relax.
Otra vez en el pueblo y nos encontramos con los Trabucats que venían de los cingles de Son Rullán. Tolo, según me contó, había catado piedra y uno de ellos se acuerda de mí de un día que compartimos ruta hacia la comuna precisamente. Buena memoria.
Quedaba aún la guinda, un camino del que me habían hablado pero no lograba ubicarlo físicamente, pero con una pequeña ayuda ha sido posible, y he de reconocer que es una manera elegante de llegar (o salir) de Valldemossa. A partir de este punto ya no pudimos evitar el asfalto hasta los coches aunque yo me desvié antes para volver por el camí de Passatemps hasta casa, aparte del pateo fue lo que más me costó, llegas al llano y empieza a castigarte el viento que parece que viene siempre en contra, y si ésa es la única dificultad que tiene el itinerario me parece bastante aburrido, pero había que volver y no era cuestión de andar lloriqueando, al fin y al cabo nadie me obligó a ir rodando.